viernes, 31 de octubre de 2014

No mates a nadie, hijo. Tu padre, Dios

Se encontró delante un hombre enfermo (…). Preguntó «¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados (Lc 14, 1-6).
Un conocido escritor cuenta que allá en diciembre de 1936, en un mo­mento en que temió por su vida, decidió pasarse a Francia y su padre le acompañó hasta la frontera. Al pasarla, los gendarmes franceses lo registraron y en sus bolsillos encontraron un papel que, sin que él lo ad­virtiera, había introducido en ellos su padre momentos antes de cruzar la frontera. Era una brevísima carta que decía: No mates a nadie, hijo. Tu padre, Joaquín.
Una palabra, una sonrisa, un gestos, un olvido… pueden matar un alma.
Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado?» (Lc 14, 1-6).
La carta era realmente conmovedora, sobre todo en aquel momento. Porque lo lógico hubiera sido que en esa circunstancia un padre hubiera aconsejado a su hijo: Ten cuidado, no te maten. Pero aquel padre sa­bía algo muy importante: que es mucho más mortal matar que morir. Esta es la razón por la que Dios, cuando nacemos, nos pone a todos en el bolsillo de la conciencia otra carta que dice: No mates a nadie, hijo. Tu padre, Dios. Y no lo olvidemos, hay formas muy sutiles de matar: Matar la Inocencia, Matar la Fe, Matar el Tiempo…
¿Qué más mensajes te ha dejado tu Padre Dios en el bolsillo de tu conciencia?

Propósito: no matar… ni a una mosca.

jueves, 30 de octubre de 2014

La gallina reúne a los pollitos bajo sus alas

Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte. Él contes­tó: «Id a decirle a ese zorro: Hoy y mañana seguiré curando» (Lc 13, 31).
Jesús, y ahora… Herodes. ¡Tipo más loco! ¿Por qué permites que haya gente así? Por una frivolidad mandó degollar al Bautista, al ¡Mayor naci­do de mujer! Luego, en la Pasión se reirá de Ti, te ridiculizará vistiéndote con una túnica brillante, y toda su corte le seguirá la gracia. Es la car­cajada cobarde de los miedosos. Le hizo muchas preguntas, pero Él nada le respondió (Lc 23,9). Tu silencio. Jesús, no puedes hablar ni con los frívolos, ni con los impuros, porque no pueden oírte. Antes tienen que limpiar su corazón.
Para escuchar a Jesús tengo que limpiar los conductos auditivos del alma.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a los pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido! (Lc 13, 34).
Jesús, ahora como entonces, te duele en el alma, te quejas, por la indiferencia de los hombres. Engendré hijos y los encumbré; ellos sin embargo me despreciaron. El Buey reconoce a su dueño; y el asno el pesebre de su amo pero Israel no me ha reconocido ni mi pueblo me ha comprendido (Isaías 1,2). Jesús, yo si quiero estar bajo tus alas, siempre contigo.
Lo que más duele es la indiferencia de los seres queridos.

Propósito: ser gallina culeca.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Yo soy la puerta

Uno le preguntó: Señor, ¿serán pocos los que se salven? Jesús les dijo: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán (Lc 13, 22-24).
Jesús, menuda preguntita indiscreta o al menos impertinente. Al que la hizo habría que darle el premio del cerebrito y después apalearlo. Jesús, Tú has venido al mundo porque quieres que todos los hombres se sal­ven (1 Tim 2,4), pero también cuentas con mi libertad: Muchos intenta­rán entrar y no podrán. Jesús, con tu ayuda yo quiero ser de esos que entran por la puerta estrecha.
Dile a Jesús que estás dispuesto a adelgazar para entrar por la estrecha.
Entrad por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición y son muchos los que entran por ella (Mt 7,13-14).
También nos lo cuenta San Mateo: junto a la puerta estrecha hay otra ancha que lleva a la perdición. Jesús, la única puerta que merece la pena eres Tú: Yo soy la puerta; si alguno entra a través de Mí, se sal­vará (Jn 10,9). Viviendo tu Vida en mi vida, a través de Ti, por la puerta estrecha.
Jesús, contigo entraré en el Cielo como los toreros: por la puerta grande.

Propósito: adelgazar.

martes, 28 de octubre de 2014

Santos Simón y Judas. Jesús, ¡Cuenta conmigo!

En aquellos días salió al monte a orar y pasó toda la noche en oración a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y de entre ellos eligió a doce, a los que denominó apóstoles (Lc 6, 12-13).
No eran los más guapos, ni los más inteligentes, ni los más fuertes, ni los más valientes... Eran eso, los elegidos por Jesús para ser sus amigos. Llamó a los que él quiso, (...) para que estuvieran con Él (Mc 3, 13-14). Jesús, a cada uno le llamas por su nombre y quizá también me llamas a mí.
Pregunta a Jesús si te necesita, por si acaso…
Simón, a quien también llamó Pedro, y a su hermano Andrés, a Santiago, a Juan, (…) a Santiago de Alfeo, a Simón, llama­do Zelotes, a Judas de Santiago y a Judas Iscariote, que fue el traidor Lc 6, 14-16
Hoy es la fiesta de dos de tus apóstoles Simón, llamado Zelotes, y Judas de Santiago, los últimos de la lista. Por no tener, no tienen ni fiesta propia. Son los más simples del colegio apostólico y los pobres deben con­formarse hasta con compartir celebración. Es como cuando se hacen equipos, te dejan para el final y te meten en un grupo: y esos dos para ti... No destacaron por sus condiciones: Simón el Cananeo no abrió la boca en todo el evangelio y a Judas Tadeo le tocó llevar el mismo nom­bre que el traidor. Eran talentos medios, muy normales, como yo. Pero el Señor al llamarlos, les transformó. Jesús, yo también soy simple, un talento medio. Quiero ser tu apóstol.
Jesús, ¿te sirve un talento medio?

Propósito: estar atento a la llamada.

lunes, 27 de octubre de 2014

Los limpios de corazón verán a Dios

Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar (Lc13,11).
¡Pobre mujer! ¡18 años así, sin poder mirar hacia arriba, sin poder mirar a Dios, al Cielo! Jesús, que pena. Yo también encuentro gente, amigos, compañeros, que son como los cerditos, van siempre con la vista ga­cha mirando cochinadas, buscando porquerías en la tele, en revistas, en internet... Andan encorvados sin poder enderezarse. Quieren pero no pueden. Pobrecitos. Aunque lo intentan no son capaces de mirar arriba, son esclavos de sus vicios, de sus desórdenes, quizá desde hace años.
Pide la virtud de la Santa Pureza para ti y para las personas queridas
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: –Mujer, quedas libre de tu en­fermedad. Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha.
Ella sola no podía. No lograba enderezarse. Necesitaba de la ayuda de Jesús, de su gracia. La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad (Camino 118). Jesús, cuando soy humilde, cuando me dejo ayudar, cuando acudo a la confesión siempre que haga falta, es cuando me enderezo. Es entonces cuando ya puedo mirar arriba y ver­te: Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios... Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Repite muchas veces: Dame, Señor, la Sta Pureza.

Propósito: no ser cerdito

domingo, 26 de octubre de 2014

Con todo tu corazón, toda tu alma y todo tu ser

Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? (Mt 22,34-40).
Jesús, estabas predicando en el Templo cuando se te acercaron aque­llos hombres con la torcida intención de atraparte desprevenido. Les dis­te como respuesta lo que desde pequeñito te enseñaron tus padres a recitar por la mañana y por la tarde y te sabías con musiquita: Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». Jesús, en confianza, siempre me ha parecido un poco exa­gerado y difícil de cumplir este mandamiento. Jesús, te quiero mucho, pero no sé si te quiero con todo mi corazón, con toda mi alma y toda mi mente, —qué lio—, porque me gustan también y amo las hamburgue­sas con Ketchup y la pizza, y la lasagna que hace mi abuelita, y quiero a mi familia y a mis amigos, y a mi perro… ¿No habrá incompatibilidad?
Dile a Jesús todas las cosas que te gustan: tu plato preferido, tu película, tu canción…
El segundo es semejante: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 21, 33-43).
Jesús, me parece que te voy entendiendo. Amando al prójimo y a los que me rodean, queriendo a mi familia, amando una puesta de sol, un partido de fútbol, un helado Häagen Dazs de “Ron con pasas” (está que te pasas)… te estoy amando a Ti, porque te encuentro en las cosas bellas, buenas y bonitas que has creado.
Dale gracias por poderle encontrar en tantas cosas bellas y bonitas.

Propósito: comer más helado.

sábado, 25 de octubre de 2014

Un Dios que no se entiende, porque sabe más

Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofre­cían. Jesús les contestó: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? (…) Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé (Lc 13, 1-2.4).
Jesús, me da alegría comprobar que estabas al día. Aquello de la torre y lo de los galileos asesinados era el tema de conversación de todos las esquinas. No estabas al margen de los acontecimientos de tus contem­poráneos, como ahora tampoco estás al margen de lo que sucede: la liga del fútbol, la moda, la crisis del pepino, la prima de riesgo, la abuela de Marta…
Comenta con Jesús la noticia del día, lo que más te haya impresionado; también puede ser de fútbol.
¿Pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no (Lc 13, 4).
Jesús, ¿por qué existe el mal? ¿Por qué mueren niños inocentes? Si eres todopoderoso, ¿por qué no nos ahorras tanto sufrimiento, tanto dolor?... Es un misterio. La explicación debe ser parecida, digo yo, a cuando lle­vamos a mi hermano Nicolás al pediatra. Nada más ver la bata blanca se pone a llorar pues sabe lo que le espera: ¡otra vacuna! Por mucho que se le diga que el médico es bueno, patatín patatán, no lo entiende. No lo puede entender. ¿No será, Jesús, que de vez en cuando me pones una vacuna?
Jesús, que no te eche la culpa de todo lo malo que pasa.

Propósito: leer el periódico.

viernes, 24 de octubre de 2014

A mal tiempo, buena cara

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: «Chaparrón te­nemos», y así sucede. Cuando sopla el sur decís: «Va a hacer bochorno», y lo hace (Lc 12, 54-55).
Jesús, eres un experto, lo haces mejor que el hombre del tiempo de la tele… Jesús, también en mi alma la climatología es variable y según los días me encuentro con chaparrones, tormentas, a veces huracanes, otras veces tiempos de bochorno, de aridez... ¡tengo de todo! Los chaparrones son las lluvias de gracia que habitualmente me concedes: la paz, la alegría de saberme hijo de Dios, sentir tu cercanía. Pero cuando llegan las tormentas de las tentaciones o se desatan los huracanes de mis pasiones, me asusto. ¿Por qué lo permites? ¿No me arrastrará la fuerza del viento? ¿No me perderé? Tampoco me gustan nada los tiempos de sequía y de aridez. Son momentos en los que mi alma está más seca que un polvorón y pienso que eso de rezar no vale para nada.
Dile: al mal tiempo buena cara y al buen tiempo, mejor cara.
Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? (Lc 12, 56).
Jesús, perfecto Dios y perfecto Hombre. Eres el Hombre del tiempo, pero sobre todo también Dios del tiempo y en cada momento envías a mi alma lo que más le conviene, aunque yo no lo entienda.
Pídele que tu ánimo no dependa de la climatología interior.

Propósito: pues si llueve, mejor… ¡lo máximo!

jueves, 23 de octubre de 2014

¡Fuego he venido a traer a la tierra!

Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda? (Lc 12, 49-53).
San Josemaría al meditar estas palabras escribía: Aún resuena en el mundo aquel grito divino: «Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda?» –Y ya ves: casi todo está apagado... ¿No te animas a propagar el incendio? (Camino 801). Jesús, qué pena. Sitios, familias, personas, donde antes ardía el Fuego de tu Amor... ahora están apagados, fríos o, lo que es peor, templaditos, entibiados. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Y así, porque eres tibio, y no caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca (Apoc 3, 16-17). Jesús que me entere de una vez: ser cristiano supone amar ardientemente a Dios y a los demás, supone propagar el incendio.
¿Estoy tibio?... Consulta Camino 331.
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres. (...) Se dividirán el padre contra el hijo.
Jesús, nunca pensé que esto del 3+2 ó 2+3 fuera tan evangélico. Tres contra dos y dos contra tres... Ahora, ya sin bromas, te pido, Jesús, por mi familia. Cuando me entero de familias que se rompen sufro mucho y pienso en la mía. Jesús, que en mi familia nunca haya divisiones; que mis padres se quieran de verdad; que se sepan perdonar; que yo sea buen hijo, buen hermano; que también sepa perdonar.
Rezar a diario por mi familia.

Propósito: consultar nº 311 de Camino, por si acaso.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Soy Templo del Espíritu Santo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete (Lc 12, 39-48).
Mi alma es una casa, pero no es una casa cualquiera, es el Templo del Espíritu Santo. Jesús, que además de habitante eres el arquitecto y el decorador; has enriquecido mi alma con la Fe, con preciosas co­lecciones de virtudes, con los dones del Espíritu Santo... Los ladrones, que lo saben, merodean por los alrededores buscando por dónde entrar. Lo intentan a través de los ojos por medio de imágenes sucias; a través de los oídos cuando admito críticas o chismes; a través de la boca cuando hablo mal de alguien. Lo intentan pero no lo consi­guen, porque el dueño de la casa está vigilante. Jesús, nunca roba­rán lo que te pertenece.
La mejor compañía de seguridad: la ayuda de tu Ángel Custodio.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá (Lc 12,48).
Vida, salud, familia, Mp3, abuelos, colegio, play station, dos piernas, amigos, mi perro, simpatía, tu Madre Santísima... tantas cosas. Jesús, me has dado tantas cosas solo por mi cara bonita, hasta la cara boni­ta. Al que mucho se le dio, mucho se le exigiráY yo ¿Qué te doy?: mi ratito de oración, mi tiempo de estudio, mi ayuda en casa... ¿Qué más, Jesús? ¿Qué más te puedo dar?
Pregunta a Jesús que más le puedes dar…

Propósito: mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón.

martes, 21 de octubre de 2014

Dichoso el que espera al Amado

Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame (Lc 12, 35-36).
Cuando era pequeño, más pequeño todavía (no te rías de mi), a veces, mis hermanos y yo antes de irnos a la cama, recién bañados y con la piyama puesta, esperábamos con ilusión junto a mi madre el regreso de papá. A veces tardaba pero no por eso nos cansábamos. Cuando oíamos el motor del carro o el ruido de las llaves, corríamos como locos a abrirle la puerta, darle besos, colgarnos de su cuello. Jesús, es así como quiero preparar mi alma cada vez que te me acer­cas en la Comunión y en la Confesión. ¡Qué ganas de estar contigo!
¿Cómo me preparo por dentro y por fuera para recibir a Jesús?
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuen­tre en vela: (...) Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos (Lc 12 37-38).
Dichosos al cuadrado o mejor elevado a la n: (dichoso)n dichosisisí­simos. Jesús, eres como las novias, te encanta hacernos esperar, nos tienes en vilo día y noche. Y cuando menos lo espero en la oración te metes a raudales en mi alma y me llenas de tus luces. ¡Ha valido la pena la espera! ¡Merece la pena esperar a Jesús!
Irme preparando para el próximo encuentro con Jesús.

Propósito: repasar mates ¿qué es eso de elevado a la n? 

lunes, 20 de octubre de 2014

Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón

Un hombre rico tuvo una gran cosecha. (...) Y se dijo a sí mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túm­bate, come, bebe y date buena vida» (Lc 12, 16.19).
Jesús, el padre de mi amigo tiene un carrazo, un BMW último modelo. Sabes, cuando lo lava, utiliza botellas de agua mineral para, dice él, no rayar la pintura. Creo que se pasa un pelín. Lo que en el fondo le pasa es que en él se cumple aquello de donde está tu tesoro allí está tu corazón. Por eso me recuerda al hombre de la parábola. Se ha hecho esclavo de sus bienes y aunque se diga túmbate, come, bebe y date buena vida, no es capaz, pues siempre querrá tener más y más y más… ¡Qué agobio!
No dejarme esclavizar por los videojuegos, internet, móvil y demás.
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?» Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios (Lc 12,20).
Como aquella señora sorda que preguntó en el funeral si el difunto había dejado mucho... Todo, señora; lo ha dejado todo. Y entonces ¿de qué sirve acumular tantas riquezas? Jesús, solo merece la pena invertir en Bonos del Tesoro, pero del Tesoro en el Reino de los Cielos. Amontonad en cambio tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón (Mt 6, 20-21). ¡Merece la pena!
Jesús, te nombro mi asesor financiero. ¡Máxima rentabilidad!

Propósito: no ser Don Angustias.

domingo, 19 de octubre de 2014

Queremos ver a Jesús

Le presentaron un denario. Él les preguntó «¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: «Del César» (Mt22,15-21).
A veces, al encontrarme con alguien me viene a la cabeza: —¿Pero dónde he visto antes esa nariz? ¿Aquella sonrisa? ¿Ese gesto?... Son rasgos que identifican a una familia: ¿No serás hijo de…? ¿Hermano de…? De los parecidos se sacan filiaciones. ¿De quién son esta cara y esta inscripción? Jesús, me miro al espejo y pienso: Soy Hijo de Dios; estoy hecho a su imagen y semejanza; soy otro Cristo, el mismo Cristo. Jesús, ayúdame a no dar gato por liebre, que sepa reflejar tu luz y tu imagen a los que me rodean. Queremos ver a Jesús (Jn 12,21).
Jesús, aunque soy bastante cara-dura quiero reflejar siempre tu rostro.
Y nosotros, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la Gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el Señor (2 Cor 3,15-4.1).
Se cuenta la historia de un escultor, Gregorio Fernández, al que le encargaron un Cristo yacente. Para tallar el cuerpo no tuvo especial dificultad pero cuando quiso esculpir el rostro sintió que no era capaz. Entonces se puso a rezar y a hacer penitencia, y al final lo consiguió acertadamente. Parece ser que un día se le apareció el mismo Cristo que le preguntó: ¿Dónde me viste que tan bien me retrataste? —En mi corazón Señor.
Buscar el rostro de Cristo en mi corazón y esculpirlo en mi vida.

Propósito: hacer bodybuilding.

sábado, 18 de octubre de 2014

San Lucas. María guardaba estas cosas en su corazón

Ya que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, si­guiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fue­ron testigos oculares (Lc 1,1-3).
Jesús, San Lucas es un ¡crack! Es un hombre concienzudo, acostumbrado a ir hasta el fondo de las cuestiones. No en vano es médico, el Médico amado le llama cariñosamente San Pablo. Sus historias clínicas debían ser exhaustivas: ¿Alergias? ¿Pasó la rubeo­la?... Pero sobre todo Lucas es el Evangelista de la infancia de Jesús. Seguro que pasó largas horas escuchando a la mejor testigo ocu­lar, María: —¿Y cómo fue lo del Ángel?... ¿Y entonces qué te dijo tu prima?... ¿Y lo de los Magos?... ¿Y qué es lo que guardabas en tu corazón? …
Como Lucas haz tú una entrevista a María: ¡cuéntaselo todo!
Yo también, después de comprobarlo todo exactamente des­de el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido (Lc 5,20).
Venga Pe-Lucas, le diría la Virgen, deja de comprobarlo todo exac­tamente y com-prueba lo rico que me ha salido el pastel. A ver, ¿qué te ha inspirado hoy el Espíritu Santo? Y el listo de Lucas leyó: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo… (Lc 1,28). Y Ella se volvió a turbar al oír esas palabras.
Recuerda a María los momentos bonitos de su vida y terminas.

Propósito: contratar al Dr. Lucas como médico de mi familia.

viernes, 17 de octubre de 2014

San Ignacio de Antioquía. No tengáis miedo

A vosotros, amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer nada más (Lc 12, 4).
Jesús, a mí, lo que más miedo me da, son las arañas, los tiburones, los perros grandes y la oscuridad. Me pasa como aquel niño pequeño al que preguntan: ¿Ya rezas?; Sí, por la noche. ¿Y por la mañana no? N o; por la mañana no tengo miedo... También me da miedo perder el autobús, perder a los amigos, perder clases… La verdad, me da miedo. ¿Sabes lo que hago cuando tengo miedo?: me agarro fuerte de la mano de mis padres y se me pasa. Jesús, esto lo he aprendido de Ti: cuando en el Huerto de los Olivos sentías aquella angustia, aquel miedo tan terrible, entonces acudiste a tu Padre: ¡Abba, Padre! Le llamabas papá, papaíto y se te pasó el miedo.
Y a ti ¿qué te da miedo? Díselo a Jesús. Es el mejor quitamiedos.
¡Soy yo, no tengáis miedo! (Mc 6, 46).
También San Ignacio de Antioquía, tuvo miedo al martirio cuando fue llevado al circo de Roma para ser devorado por los leones. Sin embargo escribía: «Dejad que sea pasto de las fieras, ya que ello me hará posible alcanzar a Dios. Soy trigo dé Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo (…). Quiera Dios que tenga el gozo de ser devorado por las fieras que me están destinadas; lo que deseo es que no se muestren remisas; yo las azuzaré para que me devoren pronto, no suceda como en otras ocasiones que, atemorizadas, no se han atrevido a tocar a sus víctimas. Si se resisten, yo mismo las obligaré.» Jesús, San Ignacio no era un loco. Prefirió perder su vida a perderé a ti.
Dile a Jesús que lo único que te da miedo es perderle.

Propósito: no ser tan miedoso. 

jueves, 16 de octubre de 2014

Las llaves del saber

¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas, después que vuestros padres los mataron! (Lc 11, 47).
Jesús, menudas lindezas les decías a los fariseos. No te dejabas llevar por lo políticamente correcto. Me recuerda cuando Juan Pablo II, al poco de ser elegido Papa, viajó a París. Tenía previsto recibir a un grupo multitudinario de jóvenes. Allí estaban también obispos, cardenales, etc. Después de los aplausos iniciales, el Papa empezó un discurso, con la voz que tenía entonces… En un momento dado, sin venir a cuento los jóvenes le interrumpieron con voces y aplausos: ¡Viva el Papa! El Santo Padre les cortó con fuerza: ¡Basta! ¡Callaos! Se hizo un silencio increíble. En voz baja un obispo murmuró: Esto es el fin. Después, todos, rompie­ron en una carcajada imponente, una carcajada liberadora, a la que siguieron nuevos aplausos. Desde 1968 nadie había osado, ni en privado ni en público, decir no, hacer callar a los jóvenes. Aquellos chicos se percataron que el Papa nada tenía que ver con la superficialidad a la que estaban acostumbrados.
Jesús, ayúdame a ser políticamente incorrecto y a dejarme exigir.
¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con las llaves del saber! (Lc 11, 52).
De broma, uno comenzó a tararear: ♫ Dónde están las llaves, matarile rile rile…♫ Y todos miraron con sospecha a San Pedro. —¡Que no os en­teráis de nada! gruñó Simón Pedro. Son otras llaves, no la de los Cielos, sino las llaves del saber. Pero acaso ¿no son las mismas?
Jesús te pido por los catequistas, profesores ¡Qué responsabilidad!

Propósito: conseguir copia de esas llaves. 

miércoles, 15 de octubre de 2014

Santa Teresa. Determinada determinación

Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondi­do estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla (Mt, 11,25-26).
Jesús, hoy celebramos a una gran Santa: Teresa de Ti, Tu Teresa; Santa Teresa de Ávila o mejor, Santa Teresa de Jesús, que me gusta más. Es por aquella aparición que tuvo al pie de las escaleras del Convento de la Encarnación en Ávila. Bajaba la Santa y se encontró con un niño que le pregunta: ¿Tú quién eres? Yo Teresa de Jesús; ¿Y tú? Yo Jesús de Teresa.
Dile a Jesús que tú también, como Santa Teresa, quieres ser suyo.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor (Mt, 11,26).
De la boca de los niños y de los santos salen grandes verdades; Sta. Teresa tenía una boca grande: Importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se enga­ñó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría» (Camino de perfección, cap. 21, 2).
Pide a Jesús una determinada determinación de no parar hasta llegar.

Propósito: Hacerme amigo de los amigos de Jesús, de Santa Teresa.

martes, 14 de octubre de 2014

Tú eres el Hijo de Dios

Cierto fariseo le rogó que comiera en su casa. El fariseo se quedó extrañado al ver que Jesús no se había lavado antes de la comida (Lc 11,38)
Aquel hombre, el fariseo, no podía ser amigo de Jesús. Se dejó llevar por las apariencias, por las primeras impresiones, por la crítica. Pero lo peor era que juzgaba las intenciones, era falso, casaquero, rollero. El apóstol Bartolomé “alias” Natanael, también se dejó llevar por las pri­meras impresiones: —¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1,46). Pero no era retorcido, complicado interiormente. Reconoció su error y se ganó los elogios de Jesús: —Aquí tenéis un verdadero israelita en quien no hay doblez (Jn 1, 47). Jesús ¿Cómo soy yo por dentro? ¿Tengo doblez? ¿Por qué juzgo tanto? Ayúdame a no ser falso, hipócrita, murmurador, a saber rectificar cuando meta la pata.
¿Me dejo llevar por las primeras impresiones?
El Señor le dijo: Así que vosotros, los fariseos, purificáis por fue­ra la copa y el plato, pero vuestro interior está lleno de rapiña y maldad”. (Lc 11,39)
Jesús, que bien conoces los corazones, no te quedas en los hechos, en las apariencias. Le contestó Natanael: —¿De qué me conoces? —Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la hi­guera, te vi (Jn 1,48). Me ves y te llenas de alegría porque encuentras un corazón limpio, sin maldad.
En lo que queda de oración invita a Jesús a conocer tu corazón.

Propósito: lavarme las manos antes de comer, sin ser fariseo.

lunes, 13 de octubre de 2014

De perdidos al río… digo, al retiro

Habiéndose reunido una gran muchedumbre, comenzó a de­cir: Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás (Lc 11, 29-32).
Jesús, que bonita la historia de tu gran amigo Jonás. Era lo que ahora llamamos un profeta menor, no por la altura, ni por peso, sino porque escribió poco. El caso es que escapando de cumplir la voluntad de Dios, —como yo, a veces— fue engullido por un pez enorme. Allí den­tro, un sitio calentito, tranquilo, silencioso hizo su curso de retiro de 3 días. Se dio cuenta de lo mucho que Dios le quería. Volvió cambiado, irreconocible, feliz. Se puso a hacer apostolado y convirtió a toda la ciu­dad: Nínive. Jesús, ¡qué estupendos son los retiros! ¡Cómo me ayudan!
Repasa los propósitos del último retiro ¿Ya hice mi retiro este año?
La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los extre­mos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón (Lc 11, 29-32).
La Reina de Saba, y Salomón y los Reyes Magos y Moisés y los once her­manos de José, y la Burra de Balaám, y Noé y la hija de Jairo y Abrahám y Jonás y la Magdalena, y… tantos personajes bíblicos, me tienen en­vidia ¿Por qué? Por poderte recibir en la Eucaristía Jesús mío. ¿Me doy cuenta? ¿Lo aprovecho? ¿Lo valoro? Pide ayuda a San José.
Reza la oración: ¡Oh feliz varón, bienaventurado José, a quien le fue concedido!

Propósito: Apuntarme al próximo curso de retiro…

domingo, 12 de octubre de 2014

Tengo preparado el banquete

El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados (Mt 22,1-3).
Jesús, me gusta que compares la bienaventuranza eterna con un ban­quete. —¿Cómo será el Cielo? Pues como una Banquete de bodas, o una Cena de Navidad, en la que las almas podremos saciarnos de feli­cidad. Fíjate: si nos da tanta alegría estar en la tierra rodeados de gente querida, primos, abuelos, hermanos, alrededor de una mesa repleta de cosas ricas, ¡imagínate lo que será el Cielo! Allí te reconoceremos des­pués de tantos ratos de oración y podremos contemplar y gozar de tu rostro, hablaremos con tu madre la Virgen, con San José, con los ángeles y los santos. ¿Habrá Ketchup? Ya sabes que me vuelve loco. Un cielo sin Ketchup es menos cielo
Dile a Jesús que te reserve sitio entre los invitados. ¿Se podrá repetir?
Está preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto, venid a la boda. Los convidados no hicieron caso.
Jesús, que fuerte eso de que los convidados no hicieron caso. A todos nos has invitado a ir contigo, pero no todos quieren. Así, el Cielo es para los que buscándote son felices en la tierra. Ya en esta vida, estando cerca de Ti, es un medio Cielo. Y el Infierno es para aquellos que no han querido hablar contigo en la tierra. No os conozco (Mt 25,12) nunca me habéis hablado. Jesús, tú no condenas a nadie ¡si eres más bueno que el pan! Somos cada uno los que decidimos qué hacer con nuestra vida y Tú respetas la libertad.
Recuerda a María aquello de: ahora y en la hora de mi muerte.

Propósito: ser feliz en la tierra y en el cielo.

sábado, 11 de octubre de 2014

Virgen del Pilar, ruega por nosotros

El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
Cuando los Apóstoles se repartieron el mundo entonces conocido, al Apóstol Santiago le tocó en suerte el sitio más lejano, el fin del mundo: Finis Terrae. Pobre Apóstol, desanimado, lloroso, repetía a orillas del Ebro: —¡Qué brutos son los hispanos, pero qué brutos…! No hay mane­ra; si lo sé, no vengo. Y en esto, recibe la visita de la Virgen, que desde lo alto de un pilar, de una columna —la Virgen del Pilar—, le anima: —Hijo del Trueno, sigue, no te canses de mis hijos hispanos; que lo que tienen de brutos lo tienen de buenos. —Venga, vale, seguiré solo un poco más, dijo Santiago el Mayor. Y por eso estamos aquí tú y yo, muy brutos, pero en el fondo muy buenos, muy chulos.
Dale las gracias al Apóstol y proponte ser algo menos bruto.
Pero Él replicó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 27-28).
Mañana domingo, aunque no se celebra, es la fiesta de la Virgen del Pilar. Se ha organizado un concurso Open de piropos a nuestra Madre. El 1º participante es el mismísimo Arcángel San Gabriel: Llena eres de Gracia, el Señor es contigo (Bastante bien). Sta. Isabel: Bendita Tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (Muy bien). Pero el ganador es Jesús: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan.
Participa en el Open, por el 2º premio con tus piropos preferidos.

Propósito: Guapísima, Bombón, Madre mía, Madre de Dios...

viernes, 10 de octubre de 2014

Jesús, siempre contigo

El que no está conmigo, está contra mí (Lc 11, 23).
Aquí no caben las medias tintas. Jesús, en esto de ser cristiano no vale las mediocridades; hay que involucrarse, implicarse, meter el hombro, diría mi amigo Peter. O contigo, Jesús, o contra Ti. Qué absurdo cuando oigo: yo soy cristiano pero no practicante. Es como decir: Soy escritor, pero no escribo… Eso es lo peor, un cristiano frío, entibiado. San Pedro, con palabras inspiradas, recrimina a los cristianos corrompidos de su tiempo, que también los había, en quienes se cumple aquel proverbio tan acertado: el perro vuelve a su propio vómito y la cerda lavada a revolcarse en el fango (2 Pet 2,22). ¡Qué fuerte!
Jesús, ¿te he dejado alguna vez solo? Nunca más, Jesús, never.
El que no recoge conmigo, desparrama (Lc 11,23).
Jesús, ya me conoces ¿¡Qué te voy a contar!? Sabes cómo soy: mis talentos y mis miserias. No es que no te quiera, sino que a veces… me desparramo. No es que desparrame el agua o la leche del desayuno, sino que me desparramo, me pierdo, me ganan las pasiones, ¡son tan grandes las tentaciones! Pero de las caídas saco impulso. No son fracasos, porque al pedirte de nuevo perdón me llevas a recogerme de nuevo en Ti. A partir de ahora contaré más con tu gracia, y aunque parezca medio zombi, con tu ayuda espero algún día llegar a ser Santo.
Pide a Jesús espíritu de recogimiento: recoger la habitación, los libros..., los sentidos para Dios.

Propósito: no desparramarme tanto.

jueves, 9 de octubre de 2014

Quien no se ríe de sí mismo nunca será una persona seria

¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará un piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? (Lc 11, 5-13).
Jesús, me encanta y divierte tu buen humor. Sabías des-dramatizar y reírte de las situaciones, ¡no de las personas! Usabas imágenes graciosas, como aquella otra al entrar en Jerusalén: Si estos callaran, las piedras darían voces… (Lc 19,40). ¿Contabas chistes? ¿Sabías imitar? Seguro que sí, para hacer reír a alguno de tus ceñudos apóstoles que a veces se lo tomaban todo muy en serio, o es que quizá estaban un poco cansados… —¿No sabéis aquel chiste de un hombre que una vez…?
Jesús ¿Quieres que te cuente un chiste? Aunque es malo, no te importa ¿verdad?
Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo (Act 1,11)
¿Y los ángeles, tienen buen humor? Aunque son solo espirituales, parece que sí: después de la Ascensión, unos ángeles burlones fueron a espabilar a los apóstoles que se habían quedado con la boca abierta: Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo ¿Y los santos? También tienen buen humor (condición sine qua non): Un santo triste es un triste santo (San Fco de Sales); Dame, Señor, el sentido del humor; dame el saber reírme de un chiste (Sto Tomás Moro); Solo contaba con 26 años, gracia de Dios y buen humor… (San Josemaría).
Jesús: dame buen humor, que no me tome demasiado en serio.

Propósito: contar chistes a Jesús (intentar que sean buenos).

miércoles, 8 de octubre de 2014

¡Porque has sido fiel en lo poco!

Quien es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho; y quien es injusto en lo poco también es injusto en lo mucho (Lc 11, 1-2).
¡Cómo me impresionó! No fue solo su piedad, su amable conversación, ni su natural elegancia, ni siquiera su buen gusto. Lo que realmente me impresionó fue que cambió el rollo de papel en el baño… No nos olvidemos, decía un poeta, que los hombres, a lo más que pueden llegar, es a ser hacedores de cosas pequeñas. Y quizá, algún día, con la gracia de Dios oiremos aquello de: Muy bien siervo bueno y fiel. Porque has sido fiel en los poco… (Lc 19,11), porque cambiaste el rollo de papel y ordenaste la habitación y recogiste la cena y te hiciste la cama…
Dile que te ayude a descubrir cómo amarle en las cosas pequeñas.
Dios conoce vuestros corazones; porque lo que parece ser excel­so ante los hombres, es abominable delante de Dios (Lc 11,3-4).
Jesús, no hay cosa más absurda que hacer trampas jugando al solitario. Y es que es de tontos eso de engañarse a sí mismo. Jesús, tú me conoces mejor que yo, hasta el último rincón de mi alma, de mi conciencia. Qué no quiera aparentar, dar imagen, que no me engañe, porque lo que parece ser excelso ante los hombres, es abominable delante de Dios Jesús, quiero dar sólo tu imagen.
Ayúdame a hacer todas las noches un buen examen de conciencia.

Propósito: cambiar el rollo (por ejemplo).

martes, 7 de octubre de 2014

Nuestra Señora del Rosario. Más que Tú, solo Dios

Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1, 48).
Miguel de Unamuno, en 1929, durante su destierro en Hendaya (Francia) iba cada día a orillas del mar: leía el evangelio de San Juan y contemplaba nostálgico la costa de su añorada España. Las olas que, incansables, irrumpían en la playa, le recordaban el paso lento de las cuentas de un “Rosario”: un rosario cósmico rezado por el mar. Y es que el Rosario es como el eco de una ola que choca contra la orilla, la orilla de Dios… y otra ola que viene de Dios: Dios te salve María…, una ola viene; Santa María… otra ola va.
Jesús: hago el propósito de rezar cada día con más cariño el Rosario.
Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava (…) ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso (Lc 1, 48-49).
¿Quién se ha cansado jamás de ver y oír el mar? La vuelta monótona de las olas rompiéndose en espuma blanca en la orilla es una melodía que nunca cansa. El rezo diario del Rosario, la repetida repetición de palabras de amor a nuestra Madre, nunca cansa: Dios te salve, María / las olas vienen; / Santa María, / las olas van. // Dios te salve, María, / rezan las olas; / Santa María, reza la mar. // Dios te salve, María, / es el Rosario, / Santa María, / sin acabar. // Gloria al Padre; un punto / sonríe el Padre, / y reza el mundo, /Amén, / y Dios también (Unamuno, Cancionero. Diario Poético).
Dale gracias a Jesús por su Madre.

Propósito: hacer olas.