miércoles, 12 de septiembre de 2018

Camarón que se duerme…


Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien (…) por causa del Hijo del Hombre (Lc 6, 22).
Esto lo entiendo muy bien, Jesús. Y lo entiendo porque si uno se porta bien automáticamente le caes mal a algunos. Jesús, dame la gracia para ser valiente y no esconder que te quiero. Que no sea miedoso, que aprenda a dar la cara por el Papa o la Iglesia. Que no me importe ese tan famoso miedo al qué dirán. Que viva aquel consejo que escribió San Josemaría: Busca sólo la gloria de Dios y, amando a todos, no te preocupe que otros no te entiendan (Forja, n. 255).
¿En qué tipo de situación te pones miedoso?
¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! (Lc 6, 25).
Jesús, hablas bien clarito. No sé que voy a hacer (ayúdame), para no reírme más de lo que te ofende. Dame la valentía de cortar a los que dicen chistes en contra de Dios, el Papa o la Iglesia. Dame la valentía de cortar a los que hacen comentarios impuros. No dejes que me arrastre el ambiente, que sea capaz de imponer yo el ambiente. Ayudame a descubrir que así los ayudo, los acerco a ti. Les protejo de las consecuencias que tiene tomarse a juego las cosas sagradas o serias.
Camarón que se duerme se lo lleva la corriente, que no sea tu caso.
Propósito: No ser camarón… de los que se duermen.