domingo, 31 de marzo de 2019

Se le echó al cuello y lo cubrió de besos


Un hombre tenía dos hijos: el más joven de ellos… (Lc 15, 11).
Jesús, esta parábola la debes de haber trabajado y pensado mucho. Cuando la leo siento un gran cariño y admiración por el papá de esos muchachos. Me han explicado que es papá representa a Dios Padre. Por eso Jesús te pido que me ayudes a tratar cada día mejor a Dios Padre. Ayúdame a ser un buen hijo suyo y a la vez un buen hermano de Ti.
Pídele al Espíritu Santo que te ayude a tener un fuerte sentido de la filiación divina, es decir a saber y sentirte hijo de Dios.
Y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos (Lc, 15, 20).
Aquel papá no esperó a que el hijo llegará hasta donde él se en­contraba. No se esperó a que le pidiera perdón. No se esperó a que le prometiera que ya nunca lo volvería hacer. Aquel papá lo había perdonado y quería abrazarlo y besarlo. Jesús, así es Dios Padre con nosotros en la Confesión, tiene prisa por abrazarnos y perdonarnos. Ayúdame a ser muy agradecido con el perdón de este sacramento.
¿A quién puedo llevar a la Confesión?
Propósito: Confesarme y llevar gente a la Confesión.

sábado, 30 de marzo de 2019

Humildad es andar en Verdad


El fariseo quedándose de pie, oraba para sus adentros: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como este publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo (Lc 18, 9-14).
Jesús, el fariseo de la parábola se creía muy bueno: No soy como los demás hombres. Solo le hace falta decir: “No me beso porque no me llego que sino…” Jesús, no hay cosa más fea que eso de colgarse medallas y hablar bien de uno mismo: Ayuno dos veces por sema­na, pago el diezmo de todo lo que poseo. Jesús, ¡ayúdame a ser humilde! ¡Que no me lo crea!
Sta Teresa: “Humildad es andar en verdad”. Tengo que ser verdadero.
Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado” (Lc 18, 9-14).
De la mano de San Josemaría, “Déjame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de falta de humildad: —pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás; —que­rer salirte siempre con la tuya; —disputar sin razón o —cuando la tie­nes— insistir con tozudez y de mala manera; (…) —despreciar el punto de vista de los demás; —no mirar todos tus dones y cualidades como prestados;(…) —citarte a ti mismo como ejemplo en las conversacio­nes; —hablar mal de ti mismo, para que formen un buen juicio de ti o te contradigan (Cfr. Surco 263).
Sigue leyendo por tu cuenta Surco 263 ¿Te sientes retratado…?
Propósito: no colgarme medallas.

viernes, 29 de marzo de 2019

El primer mandamiento es ESCUCHA


¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús res­pondió: Escucha, Israel, el Señor Dios nuestro es el único Señor (Mc 12, 28-30).
Jesús, me lo puedes decir más fuerte, pero no más claro: ¿Qué es lo primero? ¿Qué es lo más importante? Me respondes: Escucha, Israel…, escucha, Marta; escucha, Andrés; escucha Nacho, escu­cha… (pon tu nombre). Jesús, al hacer cada día el 3+2, mi rato de oración, no te oigo, me cuesta conectar contigo. Quizá es que tengo que bajar el volumen de mi ruido interior, vaciar la cabeza de pájaros y ponerme a la escucha. ¡Qué alegría cuando sintonizo! ¡Qué mara­villa cuando oigo tu voz! Jesús, estoy a la escucha. Pero, por favor, no hables tan bajito.
Primero sintoniza y luego escucha lo que Jesús te quiera decir.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Mc 12, 28-30).
Jesús, se ve que no te gusta compartir, ¡lo quieres todo, me quieres del todo! Eso de amarte completamente y con exclusividad me pare­ce ¡tan difícil! Sabes, Jesús, me gusta el tenis y los perros y Harry Potter y, no te rías, Jesús, la tortilla de patatas con cebolla y tantas otras co­sas. Jesús, qué bueno eres, porque queriéndote a ti, con todo mi co­razón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas, amo todas esas cosas que me gustan y sobre todo amo a mi prójimo.
Cuéntale lo que más te gusta.
Propósito: Comer tortilla de patatas (con cebolla).

jueves, 28 de marzo de 2019

Jesús: Siempre contigo


El que no está conmigo, está contra mí (Lc 11, 23).
No caben las medias tintas. Jesús, en esto de ser cristiano no valen las gamas de grises ni las mediocridades; hay que involucrarse, impli­carse, pringarse, diría mi amigo. O contigo, o contra ti. Qué absurdo cuando oigo: Yo soy cristiano, pero no practicante. Eso sí que es lo peor: un cristiano fofo, frío, entibiado. San Pedro, con palabras inspira­das, recrimina a los cristianos corrompidos de su tiempo, también los había que en ellos se cumple aquel proverbio tan acertado: el perro vuelve a su propio vómito y la cerda lavada a revolcarse en el fango (2 Pet 2, 22). ¡Qué fuerte!
Jesús, ¿te he dejado alguna vez solo? Nunca más, Jesús, nunca más.
El que no recoge conmigo, desparrama (Lc 11, 23).
Jesús, yo no quiero ser ni malo ni malote, ¡de verdad que no quiero serlo!; pero lo peor es que me conformo con ser buenecito, normal, uno más del montón. Me pasa como aquel chico al que su profesor le animaba a salir de la mediocridad, del montón y éste respondía: Es que debajo del montón ¡se está tan calentito…! Jesús, ahora es tiempo de héroes, de santidad: El que no recoge conmigo, des­parrama. Jesús, que no me desparrame más, que me decida a ser santo ¡de verdad!
Jesús: ¡No más desparrame!
Propósito: Salir de debajo del montón.

miércoles, 27 de marzo de 2019

El que salta la valla, cae en la trampa...


No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles su plenitud. En verdad os digo que mientras no pasen el Cielo y la Tierra, no pasará de la Ley ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla (Mt 5, 17-19).
Jesús, en el ambiente noto un terror a las normas, a los mandamien­tos, como si fueran en contra de mi libertad. Yo creo en Dios, pero a mi manera; así es más espontáneo, más natural, dicen muchos. En cambio, bien que siguen las normas de tráfico y no salen de los límites de la autopista, aunque las vallas restrinjan su libertad. Que me dé cuenta, Jesús, que los mandamientos son carreteras que me señalan la buena dirección, el mejor modo de llegar al destino correcto, para llegar hasta Ti.
Un mandamiento nuevo os doy, que os améis… ¿Ya lo he estrenado?
El que los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
Jesús, ¡cuántas veces lo he comprobado!: El que salta la valla, cae en la trampa. En mi afán de probarlo todo, saberlo todo, curiosearlo todo, de verlo todo… He abierto puertas y superado barreras: ¡Qué difícil después dar marcha atrás! ¡Qué amargas experiencias! ¡Qué imágenes tan sucias! ¡Buscaba más libertad y he caído en la trampa del pecado que me esclaviza! Jesús, con tu ayuda quiero cumplir tus mandatos ¡que liberan!
¿En qué trampas suelo caer? ¿Qué es lo que me esclaviza?
Propósito: No caer en la trampa del pecado.

martes, 26 de marzo de 2019

Mi mayor talento será ganar crédito con Jesús


Le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no te­nía con que pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones y que pagara así (Mt 18, 24-25).
Jesús, ¡pobre hombre! Se había metido en un lío, ¡debía 10.000 ta­lentos! He investigado en Wikipedia debía algo así como 2 mil millo­nes de euros, ¡una barbaridad! Aquel hombre jamás podría pagar su deuda… Supongo que se arruinaría jugando en los Casinos, o qué se yo. Pero lo que no entiendo es que para pagar su deuda tuvieran que vender también a su mujer e hijos… ¡Qué culpa tienen! Jesús, ya sé que se trata de una parábola, no soy tan cortito. Me dices: todo lo que hago o dejo de hacer influye en mi familia, en mis amigos… para bien o para mal, yo soy ¡el culpable!
Jesús, que con mi vida sea culpable del “buen ejemplo”.
Arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “ten paciencia con­migo, y te lo pagaré todo”. El señor tuvo lástima de aquel emplea­do y lo dejó marchar, perdonándole la deuda (Mt 18, 26-27).
Una vez, el Beato Álvaro del Portillo, leyó en los periódicos el problema de países pobres, que no logran hacer frente a sus deudas. Al recibir préstamos no pueden pagar los intereses y entonces se les cierra el grifo de los créditos. Así cada vez son más pobres. Don Álvaro contaba entonces que nuestra deuda con Dios es infinita, ¡nunca podremos pagarla!; pero que cada vez que nos confesamos, Dios nos la per­dona del todo, y además siempre nos da crédito, se fía de nosotros.
Jesús, mi mayor Talento será perdonar como tú me perdonas.
Propósito: Confesarme cada semana y ganar más crédito con Jesús.

lunes, 25 de marzo de 2019

La Encarnación. Ave María, llena de Gracia


En aquel tiempo fue enviado el Ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David, y el nombre de la Virgen era María. Y, habiendo entrado el Ángel donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gra­cia, el Señor es contigo (Lc 1, 26-28).
Jesús, siempre me ha parecido de mala educación y de mal gusto, eso de curiosear en la vida de los demás, pero hoy… hago una ex­cepción: ¿Cómo fue la Anunciación? ¿Qué dijo tu Madre? ¿Se puso colorada? Quiero saberlo todo. A veces, también les pregunto a mis papás cómo se conocieron, quién tomó la iniciativa… Entonces se miran con ojos de complicidad y se nota que les palpita el corazón. Yo entiendo que cada Avemaría, dice San Josemaría cada saludo a la Virgen, es un nuevo latido de un corazón enamorado (Forja, nº 615).
Recuerda a María el momento más feliz, cada día, al rezar el Ángelus.
María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el Ángel (Lc 1, 38).
¡La esclava del Señor! ¡La sierva de Dios! La criatura más excelsa, la más perfecta, la Santísima Virgen, hace del servicio el centro de su existencia. Esto no todo el mundo lo entiende. Hace falta tener mu­cha finura interior, mucha delicadeza y mucha categoría humana: Sólo son capaces algunas almas privilegiadas. Y yo, ¿lo entiendo? Pues entonces…
Agradece a la Esclava del Señor entender, y luego poder servir.
Si no lo entiendo, pedir a San Gabriel que me lo explique.

domingo, 24 de marzo de 2019

Un Dios que no se entiende, porque sabe más


Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pe­cadores que los demás galileos porque acabaron así? (…) Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé» (Lc 13, 1-2.4).
Jesús, me da alegría comprobar que estabas al día. Aquello de la torre y lo de los galileos asesinados era el tema de conversación de todos. No estabas al margen de los acontecimientos de tus contem­poráneos, como ahora tampoco estás al margen de lo que sucede: la liga del fútbol, la moda, el whatsApp, etc….
Comenta con Jesús la noticia del día, lo que más te haya im­presionado; también puede ser de fútbol.
¿Pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no (Lc 13, 4).
Jesús, pero ¿Por qué existe el mal? ¿Por qué mueren niños inocentes? Si eres todopoderoso ¿Por qué no nos ahorras tanto sufrimiento, tanto dolor?... Es un misterio. La explicación debe ser parecida, digo yo, a cuando llevamos a mi hermano de un año al pediatra. Nada más ver la bata blanca se pone a llorar pues sabe lo que le espera: ¡otra vacuna! Por mucho que se lo explique, que el médico es bueno no lo entiende. No lo puede entender. ¿No será, Jesús, que de vez en cuando pones una vacuna?
Termina pidiendo a Jesús una buena agudeza auditiva, por si acaso.
Propósito: estar al día de lo que pasa.

sábado, 23 de marzo de 2019

Se le echó al cuello y lo cubrió de besos


Un hombre tenía dos hijos: el más joven de ellos… (Lc 15, 11).
Una antigua leyenda hebrea cuenta la historia de: Dos hermanos amantísimos que recibieron la herencia paterna. Al mayor le corres­pondió el campo más difícil y al menor el campo mejor. Su padre antes de morir les dijo que recordaran siempre que serían sus hijos, y que entre ellos siempre serían hermanos. Con la primera cosecha el mayor decidió llevarle parte de su trigo en secreto al granero de su hermano por la noche. Y al menor se le ocurrió lo mismo. Los dos se fueron a la cama la mar de felices…
Jesús, no merezco tantas cosas buenas. Y lo mejor de todo: mis herman@s.
Y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos (Lc, 15, 20).
Jesús, y yo, tantas veces, me echo al cuello de mi hermano, pero para estrangularlo... Sigue la historia: Al día siguiente comprobaron que seguían teniendo mucho trigo y ambos decidieron repetir la ope­ración pero añadiendo además dos jarras llenas de aceitunas. Se cruzaron en la oscuridad sin verse y lo dejaron todo en el granero del otro. La tercera mañana se sorprendieron porque no menguaban sus bienes. Aquella noche, con una espléndida luna llena, cada uno car­gó su burro con un odre de vino y salió camino del granero del otro. Se encontraron a mitad del camino y se abrazaron llorando de emoción recordando a su padre y alabando a Dios.
Jesús, que me dé cuenta que ser Hijo de Dios es tener muchos hermanos.
Propósito: ayudar a mis herman@s.

viernes, 22 de marzo de 2019

No estar a por uvas


Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas (Is 5. 1-2).
Jesús, hoy las lecturas me recuerdan una bonita historia: Se decía de un hombre que entre sus posesiones y fincas tenía escondido un tesoro riquísimo, pero que nadie sabía dónde. Cuando le llegó el momento de encontrase con su Creador, antes de fallecer, reveló a sus hijos el lugar del famoso tesoro. Resulta que se encontraba en una lejana viña que por mucho tiempo había estado descuidada. Allá fueron los hijos y empezaron con azadillas a peinar toda la viña. Después de quitar la maleza y cavarla toda entera no encontraron nada. Desanimados, desistieron, pero al poco tiempo descubrieron que esa viña daba unas uvas colosales y de ellas sacaron un vino excelente. ¡Este era el tesoro… la viña!
Jesús, ayúdame a descubrir los tesoros con los que me enriqueces.
Llegado el tiempo de la vendimia envió sus criados a los labra­dores para recibir los frutos que les correspondían (Mt 21, 34).
Jesús, una cosa es el tiempo de vendimia y otra muy distinta es estar a por uvas, es decir perdido. Ya sabes lo despistado que soy. Vienes a mí en busca de frutos. ¿Qué te podré dar? ¿Calabazas? ¡No…! Mis frutos serán el estudio ofrecido, mi deporte, mi alegría, mi ayudar en casa, mi simpatía. ¿Qué más?
Ofrécele a Jesús varias horas de estudio llenas de 60 minutos.
Propósito: dar fruto, pero sin estar a por uvas.

jueves, 21 de marzo de 2019

A quien mucho se le da, mucho se le pedirá


Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo (Lc 16,19).
Jesús, aquel hombre sería todo lo rico que quisiera pero, ¡qué mal gusto! O bien le fallaba su asesor de imagen o bien era daltónico. El caso es que vestía muy mal. Se ve que el buen gusto no es patri­monio de todos. Quizá el diseñador de moda de aquellos tiempos le hacía creer que iba a la “última de Babilonia” y le engañaba como a un chino. Jesús, yo también me dejo engañar como un tonto con las marcas, modas, etiquetas, lo que se lleva o lo que se llevará… y además digo: Es que, ¡no tengo nada que ponerme…!
Con toda la ropa que guardo en el armario podría vestir un colegio…
Cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro, yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico (Lc 16, 20-21).
Jesús, uno de mis hermanos, el más pequeño, cuando mi mamá nos prepara filetes “hace bola”. El condenado mastica pero no traga: ¡Mamá tengo bola!, grita. Entonces mi papá, muy serio, le explica la cantidad de gente que se muere de hambre en el mundo. Jesús, yo bola no hago pero si estoy lleno de caprichos: que si el queso, que si el arroz... Jesús ayúdame, en esta cuaresma a quitarme tanta tontería. Que coma de todo sin remilgos.
Cuenta a Jesús tus caprichos para que te ayude a no ser caprichoso.
Propósito: no hacer “bola” en el alma.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Sentarme cerca de Jesús


Entonces se acercó a él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: ¿Qué quieres? (Mt 20, 20-21).
Jesús, ¡qué mujer! ¡Qué poderío!, como me recuerda a mi mamá. Si a los hijos de Zebedeo se les llama también hijos de trueno está claro que el trueno es su mamá. Y si les preguntas a mi papás —¿Qué que­réis?, como son papás cristianos, seguro que te dirán: —Que cada uno de mis hijos estén muy cerca de Ti. Por eso desde pequeñito me han enseñado a rezar, y me llevan a visitarte, y a confesarme. Jesús, ahora quiero darte gracias por unos papás tan buenos, aunque a veces mi mamá sea un poco “trueno”.
Habla ahora tú un rato y agradece a Jesús una familia tan estupenda.
Ella le dijo: Di que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda (Mt 20, 21-22).
Jesús ¿Que qué quiero? Pues muy sencillo, como la mamá de los hijos de Zebedeo: que las personas a las que amo estén muy cerca de Ti. Por eso, me he propuesto rezar cada día por los de mi familia; y cuando alguno tiene exámenes o está con fiebre le encomiendo más. Me he dado cuenta que para que estén muy cerca de Ti, tengo que comenzar por mí: si yo soy buen hijo tuyo entonces Tú adoptas a toda mi familia. Qué bueno eres Jesús.
¿Cómo se llama el padre de los hijos de Zebedeo? (Trueno es la madre, Salomé para las amigas).
Propósito: sentarme cerquita de Jesús.

martes, 19 de marzo de 2019

. San José. Hizo como el Ángel del Señor le había mandado


José era el esposo de María, de la cual nació Jesús (Mt 1, 16).
Jesús, ¡pobre San José! Ha sufrido un auténtico complot del silencio. Ni San Marcos ni San Juan le citan en sus Evangelios. San Lucas y San Mateo no registran ni una sola palabra del Patriarca. Pero su figura no ha hecho más que crecer a lo largo de la historia. Es la grandeza de quien ha buscado ocultarse y desaparecer para no hacer som­bra ni a Jesús ni a María Santísima. Por eso dice Sta. Teresa: San José es Padre y Señor que acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús, mientras crecía y se hacía hombre. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, ade­más Maestro de vida interior: Porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con Él, a sabernos parte de la familia de Dios (Sta. Teresa, Libro de su Vida 6, 8).
Pide por todos los Pepes, Josés, Giuseppes, Joseph… que conozcas.
Al despertar de su sueño hizo como el Ángel del Señor le ha­bía mandado (Mt 1, 24).
Jesús, hoy también es el día del padre y me he propuesto no des­pertar a mi papá de la siesta. Quiero que todo lo que sueñe se haga realidad, como le pasó a San José. Es lo que dice un amigo mío: Para que algo sea realidad antes hay que soñarlo. ¿Con qué soñará mi papá? Sospecho que conmigo, mis hermanos, mi mamá: Vernos a todos muy felices, aquí en la tierra y, después, en el Cielo: Papá: ¡Dulces sueños!
Da gracias a Jesús por tu padre. De todos los posibles… es el mejor.
Propósito: Soñar despierto: ZZzz…

lunes, 18 de marzo de 2019

Las “palabras” las carga el diablo


Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis con­denados, Perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará (Lc 6, 36-37).
Jesús, qué fácil es criticar, murmurar, marujear, despellejar vivo a al­guien, sin conocer los verdaderos motivos por los que hacen las cosas y que sólo Tú conoces. Es muy fácil criticar, pero es muy difícil valorar el daño que puedo causar con mis críticas. Las palabras pueden dar vida o matar. Su manejo debe ser tan delicado como el de los explo­sivos, el material radioactivo, los venenos y las medicinas, que se dosifi­can en fracciones de miligramos. Las palabras, una vez pronunciadas o escritas, toman aliento y una libertad imprevisible. Van de acá para allá, haciendo mucho daño. Una banalidad puede asesinar un alma…
Jesús, si no es para hablar bien de alguien mejor es que me quede calladito.
Dad y se os dará (Lc 6,37).
Jesús, a veces soy muy tacaño con mis cosas, con mi tiempo, con mis ambiciones. No sé dar, no sé darme. Me doy cuenta de que esta actitud me empequeñece el corazón y, por eso, me hace incapaz de recibir tus dones. Hoy quiero aprender de Ti a ser generoso, y darte todo lo que me pidas: mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón;… tómalo, tuyo es y mío no (Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita…).
Ahora que le has donado tu corazón, pídele un corazón como el suyo.
Propósito: En boca cerrada…

domingo, 17 de marzo de 2019

No hay montaña alta cuando un amigo te espera


Tomó Jesús consigo a Pedro, Santiago y a Juan su hermano, y los llevo a ellos solos a un monte alto, y se transfiguró ante ellos, de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestidos blancos como la luz (Mt 17, 1-3).
Jesús ¡llévame contigo! Yo también quiero ser de tus amigos íntimos. Reconozco que soy poco montañero, la altura me da vértigo, pero haré contigo cordada, seguiré tus pasos, pondré mis pies en las hue­llas que dejes. Jesús, a veces la oración se me hace cuesta arriba y me canso… Pero una vez que me pongo te encuentro a Ti en la cima y desde arriba ¡Qué claras se ven las cosas! ¡Qué bien se está contigo! Ayúdame, a tener en mi vida miras altas, amplios horizontes.
Cuéntale a Jesús la última montaña que hayas subido.
Todavía estaba hablando cuando una nube resplandeciente los cubrió y un voz desde la nube dijo: Este es mi Hijo, el ama­do, en quien me he complacido, escuchadle (Mt, 17, 5).
Jesús, ¡vaya susto se llevarían tus discípulos! Yo también quiero oír del Padre esas palabras tan bonitas: ser el Hijo, el amado, en quien me he complacido. Quiero que mi vida sea para muchos y para Ti fuente de alegría y de consuelo. Ahora que hay tantos que se no se saben hijos de Dios, darte sólo alegrías, muchas alegrías.
Dios habla bajito, pero también altito, eso sí, para el que quiere oír.
Propósito: subir más montañas. Ser montañero.

sábado, 16 de marzo de 2019

Setenta veces siete son… 490 veces


Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestro enemigos y rezad por los que os persigan (Mt 5, 43-44).
Un sacerdote recuerda que después de una guerra fratricida fue a verle una persona muy conocida, a quien habían asesinado muchos parientes en el cruce de un camino rural. Aquella persona quería le­vantar una cruz grande, precisamente en aquel lugar, como recuerdo de sus caídos. Yo le dije: No debes hacerlo porque lo que te mueve es el odio hacia los asesinos y aquella cruz te sirve sólo para perpetuar el odio: no será la Cruz de Cristo, sino la cruz del diablo. La cruz no se hizo. Mi interlocutor supo perdonar.
Jesús, te pido por aquellos que me han ofendido.
Pedro le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mt 18, 21).
Jesús a San Pedro siete veces le parecía el máximo imaginable. Sin embargo Jesús contestó: No siete, sino setenta veces siete. Es decir, siempre. Pero perdonar no es olvidar. Me puede pasar como la historia: ¿Por qué sigues echándome en cara mis antiguos pecados?, le dijo el marido a su mujer; yo creía que los habías perdonado y ol­vidado. La mujer le replicó: Es cierto, pero quiero que tú no te olvides que yo te he perdonado y olvidado. Tal vez no sea posible olvidar, pero hay que hacer todo lo posible.
Jesús concédeme el don de la mala memoria para los agravios.
Propósito: perdonar y olvidar. ¿El qué?

viernes, 15 de marzo de 2019

Jesús, menos ganso y más manso


Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que se llene de ira contra su hermano será reo de juicio; y el que llame a su hermano necio será reo ante el Sanedrín (Mt 5, 21-22).
Jesús, cuando me enojo con mis hermanos o con mis amigos no es que les llame necios, sino insultos terribles: cucaracha, rata de cloa­ca, sabandija, sanguijuela o cosas peores que no me atrevo a decir… Luego, después, me arrepiento y lo paso fatal. Jesús, ¿por qué ten­dré la lengua tan afilada? ¿Por qué hago tanto daño a los que más quiero? Jesús, contigo también se metían y te insultaban: Muchos de ellos decían: Está endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis? (Jn 10, 20), y les perdonabas siempre. Jesús, quiero ser como Tú: Manso y humilde de corazón (Mt 11,29).
Jesús, ¿existen ejercicios de mansedumbre? Ayúdame para ser como Tú.
Ve primero a reconciliarte con tu hermano (Mt 5, 24).
Oye, Jesús ¡cojo, siempre creo que es el otro el que debe pedirme perdón a mí. Incluso llego a la estupidez de no hablar con una per­sona durante un tiempo, porque me ha hecho esto y lo otro; y hasta que no me pide perdón… Sin embargo Tú has perdonado incluso a los que te crucificaban. Padre, perdónales porque no saben lo que hacen. Que aprenda de Ti a perdonar, a adelantarme, a pedir perdón de la parte de culpa que tenga.
Piensa con quien tienes que hacer las paces, pedir perdón.
Propósito: buscarle y hacer las paces.

jueves, 14 de marzo de 2019

Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo


No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. (Mt 7, 21).
El paciente preguntó —Doctor, Doctor, ¿Qué tal me encuentra? — Estamos en las manos de Dios, respondió el médico… —Pero, ¿tan mal estoy? Jesús, eso de aceptar y cumplir tu voluntad no lo entiendo. A veces pienso, perdóname la tontería, que te gusta hacernos sufrir un poco, solo por puro capricho. Que cumplir tu voluntad es algo doloroso y triste que hay que aceptar con resignación cristiana. Jesús, que me dé cuenta de una vez por todas que nada de resignación. Lo mejor que me puede pasar es cumplir siempre tu voluntad, que solo quieres lo mejor para mí, hacerme muy feliz, más que nadie.
La tierra es un “Cielo” cuando busco cumplir la voluntad de Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad (Sal 39,2).
Había una señora que no podía rezar el Padrenuestro. Cuando llega­ba a aquello de Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo (Mt 6, 12), se bloqueaba pues no estaba dispuesta a que un hijo suyo se entregara a Dios. Un sacerdote amigo le animó a que entonces re­zara Avemarías, que es una oración de menos compromiso. Resultó, pues, que al cabo de unos días ya aceptaba la voluntad de Dios y pudo volver a rezar el Padrenuestro sin problemas.
Jesús, tantas veces ni sé lo que quiero. Tú siempre aciertas.
Propósito: no ir de resignado por la vida.