martes, 30 de septiembre de 2014

Ponerme las pilas

Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entreca­vó, la descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas (Is 5. 1-2).
Jesús, hoy las lecturas del domingo me recuerdan una bonita historia: Se decía de un hombre que entre sus posesiones y fincas tenía escondido un tesoro riquísimo, pero que nadie sabía dónde. Cuando le llegó el mo­mento de encontrase con su Creador, antes de fallecer, reveló a sus hijos el lugar del famoso tesoro. Resulta que se encontraba en una lejana viña que por mucho tiempo había estado descuidada. Allá fueron los hijos y empezaron con azadillas a cavar toda la viña. Después de quitar la maleza y cavarla toda entera no encontraron nada. Desanimados, desis­tieron, pero con el tiempo descubrieron que esa viña daba unas uvas co­losales y de ellas sacaron un vino excelente. ¡Este era el tesoro… la viña!
Jesús, ayúdame a descubrir esos tesoros escondidos con los que me enriqueces.
Llegado el tiempo de la vendimia envió sus criados a los la­bradores para recibir los frutos que les correspondían Mt (21, 34).
Jesús, una cosa es el tiempo de vendimia y otra muy distinta es estar pajareando. Ya sabes lo despistado que soy. Vienes a mí en busca de frutos. ¿Qué te podré dar? ¿Calabazas? ¡No…! Mis frutos serán el estudio ofrecido, mi deporte, mi alegría, mi ayudar en casa, mi simpatía. ¿Qué más?
Ofrécele a Jesús varias horas de estudio cabales: de 60 minutos.

Propósito: dar fruto y estar siempre pilas.

También tenían su carácter

No le acogieron, (...). Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? (Lc 9, 53-54).
Tú, Jesús, no eres capitalino, sino nazareno, pero también ibas “bau­tizando” a la gente y dando en el clavo. A Simón lo llamaste Pedro –piedra, sillar– porque sería el primer Papa, y a esto dos les clavaste “Boanerges, esto es, «Hijos del trueno»” (Mc 3, 17). ¿Y a mí como me llamas? Porque Juan y Santiago se enojaban por los que no quería acogerte, en vez de rezar por ellos y quererlos para que cambiaran… yo en cambio soy pura gelatina; si no quieren, que no quieran… Creo, Jesús, que me pasa eso porque te quiero poco y los quiero poco.
u  Pide a Juan y Santiago más valentía y menos pena.
Y volviéndose, les reprendió (Lc 9, 55).
Aquí es donde me viene el genio, el enojo, el trueno y la tormenta: cuando me reprenden. Además es mi excusa perfecta, como me regañaron me pongo trompudo y no hago caso. Tú, Jesús, y quienes me educan –padres, profesores, etc.-- quieren lo mejor para mi y por eso me reprenden, y la verdad es que si mi padre o el profe de Mates pierden los estribos es sólo por culpa mía, porque soy un molestón de primera. Si fuera santo nadie me corregiría, además quien lo hace es porque me quiere mejor, como dice el Espíritu Santo: “yo, a los que amo, reprendo y castigo. (...) si alguno escucha mi voz (...) entraré en su casa y cenaré con él” (Ap 3, 19-20).
u  Cuenta a Jesús los últimos jalones de orejas que te llevaste.

Propósito: Amar los regaños.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Vio Jesús a Natanael que se acercaba y dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay doblez (Jn 1, 47).
¡Qué buen piropo le echas, Jesús, a Bartolomé! Que era como un ángel, que no tenía “doblez”, lo que decía lo hacía y no cambiaba aunque la situación fuera difícil. Y es que cuando la Trinidad creó a millardos y millardos de ángeles les dijo “o conmigo o contra mi” y ellos eligieron libremente de una vez para siempre y nombró a tres capitanes. Jesús, ¡qué envidia de Miguel “Príncipe de la milicia celes­tial”, de Gabriel “Mensajero de Dios”, de Rafael “Medicina del Señor”… a los tres les pido ayuda y que no tenga nunca “doblez”, que mi “sí” sea siempre “sí”.
u  Pide su especialidad a cada uno de los tres Arcángeles.
En verdad, en verdad os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar (Jn 1, 56).
Yo no he visto ningún ángel, pero sé que tengo uno conmigo siempre –lo llamo así “Ángel”, sin hacerme bolas– y que mi clase está llena de ellos porque somos muchos compañeros. Pero donde se juntan todos los ángeles y arcángeles es en Misa y en el Sagrario, por eso me gusta rezarles: “Oh Espíritus Angélicos que custodiáis nuestros Tabernáculos, donde reposa la prenda adorable de la Sagrada Eucaristía, defen­dedla de las profanaciones y conservadla a nuestro amor”. ¡Que inmenso aeropuerto de ángeles es cada altar! Ayúdenme a ser avia­dor, a volar junto a Jesús siempre, sin doblez, sin desviarme.
u  Encarga a los Arcángeles que cuiden a Jesús Hostia.

Propósito: Saludar a los ángeles del Sagrario… y a los otros

domingo, 28 de septiembre de 2014

Domingo XXVI: Obediencia

¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos; dirigiéndose al primero, le mandó: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Pero él le contestó: No quiero. Sin embargo se arrepintió después y fue (Mt 21, 28-29).
Jesús, yo me parezco un poco a ese muchacho. Siempre que me dicen algo o me piden algo contesto que no. Luego, me arrepiento y hago lo que me dijeron. Por eso, mi mamá me dice que mi apellido es Contreras porque siempre llevo la contra. Es cierto que al final siem­pre acabo haciendo lo que me piden, pero quiero aprender a hacer las cosas con prontitud y con buena cara. Con una cara sonriente como la de don Álvaro. Con esa sonrisa que transmite paz.
u  Cuéntale a Jesús las últimas veces que has sido un Contreras.
Dirigiéndose entonces al segundo, le dijo lo mismo. Este le respondió: Voy, señor; pero no fue (Mt 21, 30).
Puestos a comparar, Jesús, este muchacho era peor. Con la boca decía que sí para quedar bien pero luego no hacía nada. La verdad es que no soy quien para juzgarlo, ya que muchas veces yo soy así contigo. En mis ratos de oración te digo que sí a todo y luego todo se queda en buenas intenciones. Le voy a pedir a don Álvaro que interceda por mí para decir sí con una buena cara y sonrisa y después hacer eso que me pides.
u  Di: beato Álvaro ayúdeme a decirle que sí a Dios y que haga lo que me pide.

Propósito: Obedecer.

sábado, 27 de septiembre de 2014

“Ellos no entendían”… y yo tampoco

Grabad en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres (Lc 9, 44).
El amor pasa por la cruz. Una cruz que significa generosidad para amar. Hoy, Jesús, han beatificado a don Álvaro, que fue muy genero­so y fiel a Ti. En este rato de oración voy a repetir una y mil veces: Beato Álvaro, interceda por nosotros / Beato Álvaro, interceda por nosotros / Beato Álvaro, interceda por nosotros / Beato Álvaro, interceda por no­sotros / Beato Álvaro, interceda por nosotros / Beato Álvaro, interceda por nosotros…
u  Dale las gracias a Jesús por la beatificación de don Álvaro.
Ellos no entendían este lenguaje, y les resultaba tan oscuro que no lo comprendían; y temían preguntarle acerca de este asunto (Lc 9, 45).
Cabal. Cabal lo que me pasa a mi a veces, que no me comprendo –o me temo lo peor– y no me atrevo a preguntarte en la oración. Cuando me doy cuenta de que algo no me va a afectar sí te digo como ellos “explícanos la parábola” (Mt 13, 36) pero cuando me huelo que la explicación me va afectar de lleno, busco otro tema para hablar contigo, no vaya ser que quieras que me comprometa. Te pido que me ayudes siempre a vencer este miedo tonto.
u  Pide consejos a al nuevo beato don Álvaro para no ser cobarde con Jesús.

Propósito: Pedirle a don Álvaro que me ayude a ser valiente.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Chat divino

Y sucedió que, cuando estaba haciendo oración, se hallaban con Él los discípulos (Lc 9, 18).
¿Cómo rezabas, Jesús? O más bien ¿cómo rezas? Digo como rezas porque si rezar es hablar con Dios, lo tuyo es un chat permanente con el Padre y con el Espíritu Santo. Pero cuando estabas en la tierra con tu cuerpo mortal debía ser impresionante: ¡ayúdame a rezar! Porque a veces se me olvida, o me pongo a pensar en vez de hablar contigo, o con el Padre o con el Espíritu Santo, o con tu Madre –que es también madre mía–. Otras veces retraso el momento, porque sé que Tú siempre estás ahí esperándome y soy un abusivo.
u  Pide perdón a Dios por tus descuidos en la oración.
Él les dijo: Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro dijo: El Cristo de Dios (Lc 9, 20).
Con la boca lo digo, Jesús, cuando rezo el Credo y en mi oración también te lo digo muchas veces: Jesucristo, Jesús el Cristo, el ungido de Dios Padre, su Unigénito. Con la boca y con el corazón, pero tantas veces, Jesús, con las obras no. Y es que seguirte cuesta, y Tú me contestas: –a mí también me costaba ir a la Cruz por ti, para salvarte, por eso me fui al Monte de los Olivos y me puse a rezar: “no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22, 42). Que aprenda a decir “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20, 28) con mi comportamiento.
u  Sigue pidiéndole que te haga muy coherente.

Propósito: Rezar bien y que se note luego.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Actos de fe

Herodes el tetrarca oyó todo lo que ocurría y dudaba, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos, otros que Elías había aparecido, otros que algún profeta de los antiguos había resucitado (Lc 9, 7-8).
¡Cuánta gente se dice cristiana, Jesús! Pero no todos creen; yo ahora te digo “creo que eres el único Hijo del Padre, nuestro Señor, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nacido de santa María Virgen, que padeciste bajo el poder de Poncio Pilato, que crucificado, muerto y sepultado, tras descender a los infiernos, resucitaste al tercer día de entre los muertos, y subiste a los cielos y estás sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí has de venir a juzgar a vivos y muertos”.
u  Haz muchos actos de fe en Jesucristo.
Y dijo Herodes: A Juan lo he decapitado yo, ¿quién, pues, es éste del que oigo tales cosas? Y deseaba verlo (Lc 7, 9).
Te he dicho que creo, Jesús, y –como Sto. Tomás– cuando el sacerdote te alza en la Consagración rezo “Señor mío y Dios mío”, y te veo oculto bajo las apariencias de Pan y de Vino, pero te deseo ver cara a cara. Jesús, que Te vea, llévame un día al Cielo. “Tu rostro buscaré, Señor” (Sal 26, 8), o como decía la Santa Patrona de los poetas: “Véante mis ojos, / dulce Jesús bueno, / véante mis ojos, / muérame yo luego”. Y es que el día en que Te vea en todos los que trato y en todo lo que hago viviré ya en el Cielo.
u  Dile a Jesús: “Creo, Te amo y espero que me lleves al Cielo”.

Propósito: Hacer actos de fe, esperanza y caridad sin parar.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Misión de cristianos

Los envió a predicar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos (Lc 9, 2).
Yo Jesús ni soy uno de los doce Apóstoles ni tampoco soy médico, pero soy cristiano. “Cristiano es mi nombre, Católico mi apellido” decía S. Agustín hace muchos siglos. Un día en Reli nos explicaron que las últimas palabra de la Misa en latín son “ite, missa est ” que significa “salgan, su misión es ahora”. Tú me sigues enviando a predicar y a sanar a quien me rodea, a predicar con mi ejemplo, a sanar con mi sonrisa… Tú te quedas en el Sagrario, pero tu Gracia me acompaña para hacer felices a los demás… ¡Jesús, que me llene de amor a Ti y a los demás en cada Misa, en cada Comunión, y cuando voy a visitarte!
u  Dile a Jesús que te mande en una misión SWAT.
Y les dijo: No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas (Lc 9, 3).
¡Cuánto miedo, Jesús! Veo claro que soy de tu SWAT, pero me da miedo, cuando quiero ayudar a un amigo, hablarle de que no friegue a sus hermanos, que no es más macho por ser más patán…, entonces me da vergüenza. Me has visto, Jesús, haciendo pruebas en el espejo de lo que le voy a decir, o inventando primero jugar Fifa- 2014, para luego –medio engañado– llevármelo a Misa… Tú me dices que no necesito nada, ni bastón, ni plata… y es que teniéndote a Ti, lo demás se arregla.
u  Cuenta tus miedos y tus “estrategias” a Jesús.

Propósito: Lanzarme en el apostolado.

martes, 23 de septiembre de 2014

Familia

Y le avisaron: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte (Lc 8, 20).
Esta frase, Jesús, me hace pensar en que todas las familias son iguales. Siempre quieren ver y atender especialmente a los más pequeños o jóvenes. Y yo muchas veces me hago el rogado o pongo mala cara cuando hay reuniones familiares. Y en ocasiones llego a decir que son aburridas esas reuniones y que por eso no quiero ir. Jesús, hoy quiero hablarte de cada uno de los miembros de mi familia. Y además pedirte que me ayudes a tratar a todos muy bien y a quererlos.
u  Habla con Jesús de cada uno de los de tu familia y pide lo que piensas que necesitan.
El, respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen (Lc 8, 21).
Aquí está el secreto de los buenos hijos de Dios. Me parece entender, Jesús, que un buen hijo de Dios es el que quiere descubrir cuál es la voluntad de Dios Padre y luego hacerla. Jesús, ayúdame a que no me deje engañar por la comodidad y me conforme con simplemente no pecar y creerme después que soy bueno. Y es que a veces me felicito a mi mismo por lo bueno que soy ya que no he hecho nada malo.
u  ¿Cuál es la voluntad de Dios Padre para ti? ¡Estás dispuesto a cumplir esa voluntad?

Propósito: ser buen hijo de Dios.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Dar luz

Nadie que ha encendido una lámpara, la oculta con una vasija o la pone debajo de la cama, sino que la coloca sobre un candelero para que los que entran vean la luz (Lc 8, 16).
Jesús, no me gustan nada los nerdos, esos egoístas que quieren sacar 100 en todas la clases para ser millonarios el día de mañana. Yo quiero sacar buenas notas, pero ayúdame a no ser un egoísta, a ayudar a los demás, a pasarlo bien con ellos y a prepararme muy bien para servir con mi profesión a todos. Leí en Camino (n. 301) “estas crisis mundiales son crisis de santos”: ¡ayúdame, Señor, a iluminar y a mejorar mi ciudad, mi patria, la tierra entera!
u  Sueña con Jesús en darle la vuelta al mundo como a un calcetín.
Al que tiene se le dará; y a todo aquel que no tiene, incluso lo que piensa tener se le quitará (Lc 8, 18).
No lo entiendo bien, Jesús. Me parece que el rico se confía en su dinero, el nerdo en sus notas, el culebra en los conectes de su papá… Luego el banco quiebra, le da un derrame cerebral o cambian al Ministro de Economía y todo lo que uno pensaba tener se acaba… y después la muerte. Dijo S. Juan de la Cruz, “al atardecer de la vida, nos juzgarán en el Amor”. A quien Te haya buscado y amado en la Tierra, Te le darás por entero y PARA SIEMPRE.
u  Pregunta a Jesús si piensa que tú estás aprovechando la vida. Por cierto, ¿ya descubriste tu vocación?

Propósito: Ser avaricioso del Señor.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Domingo XXV: Vocación

El Reino de los Cielos es semejante a un amo que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. Después de ha­ber convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña (Mt 20, 1-2).
Me doy perfectamente cuenta, Jesús, que es necesario que contrates gente para trabajar en las cosas de Dios Padre. Me doy cuenta pero me hago el desentendido. Porque trabajar para Dios es full time y no part time. Y ese compromiso es lo que me da miedo. No es tanto el miedo a fallarte, ya que si soy sincero reconozco que es más miedo a dejar mi comodidad o mi zona de comfort como dicen ahora. Jesús, ayúdame a ser generoso y a buscar sinceramente cuál es mi vocación.
u  No tengas miedo y pregúntale a Jesús cuál es tu vocación.
¿No puedo yo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O es que vas a ver con malos ojos que yo sea bueno? (Mt 20, 15).
Estas preguntas tuyas, Jesús, no son fáciles de responder. Por un lado hay personas, me incluyo también, que a veces piensan que cuando pides todo, una entrega total, estás complicando la vida, que ya de por sí a veces no es tan fácil. Se nos olvida, Jesús, que tú eres Dios y sabes más. A mi me impresionó saber que don Álvaro sólo escuchó una plática de San Josemaría para entregar la vida entera. ¡Jesús, ayúdame a confiar más en Ti!
u  Otra vez: No tengas miedo y pregúntale a Jesús cuál es tu vocación.

Propósito: Confiar en Dios.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Sembrar en las almas

Salió el sembrador a sembrar su semilla; y al sembrar, parte cayó junto al camino (...), parte cayó sobre terreno rocoso (...) parte cayó en medio de las espinas (...) y parte cayó en la tierra buena (Lc 8, 5-8).
Jesús mío, enséñame a recibir bien tu semilla, aunque ahora ya no haya casi nadie que quiera ser agricultor, yo sí quiero serlo. Mi abuelo me cuenta cómo se cultiva la milpa, o cómo es el trabajo de la zafra (caña de azúcar)… Y cómo pasan pendientes del clima para la cose­cha… Yo he de sembrar como cristiano, con mi ejemplo, con mi pa­labra, con mi amistad…, recordando una obligación, desviando una mala plática hacia el fut y luego jalando las orejas, con cariño, al que la empezó. Pero Jesús, que lo haga siempre, aunque no encuentre respuesta, aunque no vea el fruto.
u  Examina con Jesús si eres un buen agricultor de tu alma y de las almas de tus amigos.
La que cayó en tierra buena son los que oyen la palabra con un corazón bueno y generoso, la conservan y dan fruto mediante la paciencia (Lc 8, 15).
Quiero, Jesús, ser tierra buena… soy buena tierra desde que me bau­tizaron; pero el pecado la convierte en mala, luego llegas Tú y me purificas –Penitencia– y me abonas y nutres con tu Palabra y con tu Pan –Eucaristía–. Sé que la Misa dura un rato, y la Comunión unos minutos, pero ayúdame Jesús a que la Misa sea el riego de un corazón bueno y generoso, que dé fruto sin cansarme.
u  Analiza con el Señor cómo aprovechas el riego de la gracia.

Propósito: Sembrar hoy en el alma de los amigos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Jesús quiere tener ayuda

Él recorría ciudades y aldeas predicando y anunciando la buena nueva del Reino de Dios (Lc 8, 1).
Jesús, no sé qué hubieras hecho hoy, si habrías abierto una cuenta en Facebook, o un Twitter. Lo que sí sé es que no te estás quieto, vas de un lado para otro anunciando el Evangelio (la buena-noticia) que eres Tú mismo, Dios hecho hombre. Y pensar que yo me rindo ante el primer obstáculo, y que si no hay carro no me muevo ni con una grúa. Tú caminas aunque te canses, como aquel día en que fatigado del camino te sentaste junto al pozo a las tres de la tarde (cfr. Jn 4, 6). Yo, en cambio, casi siempre estoy cansado de no hacer nada, y me canso muy pronto de hacer el bien.
u  Cuenta a Jesús qué caminos recorres y por qué.
Le acompañaban los Doce y algunas mujeres: (...) María, lla­mada Magdalena,(...) Juana,(...) Susana y otras muchas que le asistían con sus bienes (Lc 8, 1-3).
Y es que, hay que reconocerlo, Jesús, las mujeres son expertas en asistir con sus bienes: desde que nací me cuida mi mamá, siempre tan tierna y pendiente de todo, mi abuela que no se le escapa una. María, Juana, Susana, ayúdenme a querer más a Jesús, a ser menos tacaño con Él y con los demás, a saber poner esfuerzo y servir a Jesús en los demás; ayúdenme a lanzarme hacer apostolado y a tratar muy bien a todas las mujeres especialmente a las de mi familia.
u  Concreta con quién vas hacer apostolado.

Propósito: Tratar muy bien a las mujeres de mi familia.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Hasta perdona los pecados

Había en la ciudad una mujer pecadora que, al enterarse que estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, llevó un vaso de alabastro con perfume, se puso detrás a sus pies llorando y comenzó a bañarlos con sus lágrimas (Lc 7, 37-38).
¡Qué envidia, Jesús! Primero por lo fácil que yo tengo encontrarte –en el Sagrario– y lo poco que te busco. Esta mujer tuvo que buscar, y luego se esforzó, y pasó pena al meterse en medio de aquel banquete… la señalarían con el dedo, pero quería estar contigo. ¡Qué envidia, Jesús! Porque a pesar de sus pecados sabe que eres m-i-s-e-r-i-c-o-r-d-i-o-s-o, y que, como está arrepentida, la vas a perdonar. ¡Ojalá yo llorara arrepentido por mis pecados, como esta mujer! Además, yo sé que esos pecados causaron tu Cruz.
u  Llora –sin lágrimas– de dolor de amor ante tu crucifijo.
Le dijo a ella: Tus pecados quedan perdonados (…) Tu fe te ha salvado; vete en paz (Lc 7, 48.50).
¡Qué alegría, Jesús! Cuando ves mi arrepentimiento, siempre me perdonas. ¡Qué no me acostumbre! Y a veces lo que me pasa es que doy las gracias al confesor, me “voy en paz”, hago la penitencia de una vez y ni te doy las gracias a Ti… Esta mujer seguro que se fue, pero a contarle a sus amigas que era una mujer nueva, que había cambiado, que el Mesías esperado le había perdonado los pecados. A mí, en cambio, me da pena decir que me confieso.
u  Agradece a Jesús su perdón en la Confesión y llévale amigos.

Propósito: Irme en paz y contarlo sin vergüenza.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Los lanzados

Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentacio­nes y no lloráis.» (Lc 7, 32)
A veces me siento así, Jesús. No quiero rezar, pero a la vez quisiera ser el que más cerca de ti está. No quiero ayudar en la casa, y a la vez quisiera que dijeran que soy el más servicial. Así andaba una vez, hasta que mi mamá me dijo: pero vos, al final de cuentas ¿qué querés? A ti Jesús, te contesto, pues que quiero ser buen hijo de Dios, quiero ser buen hijo de mis papás. Ese objetivo claro me tiene que levantar, como el corredor que aunque se cae y pierde la competencia, de todas formas se levanta y llega a la meta.
u  Ante la pereza, ideas claras: ¿quién quieres ser? Luego levántate y ponte en marcha hacia esa meta.
Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que te­nía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de re­caudadores y pecadores» (Lc 7, 33-34).
Y en mi camino hacia ti, Jesús, no faltarán los criticones. Los que no tienen otro oficio que hablar mal del prójimo o andar chismoseando. Y por andar fijándose tanto en ellos, termina uno haciéndolos leña, y al final de cuentas es uno tan criticón como ellos. Por eso, ayúdame a tener la mirada fija en ti, y no en el qué dirán. A ser coherente y no prestarme al chisme.
u  Pídele a Jesús dominar tu lengua.

Pensar cuál es mi meta en mi vida y contársela a Jesús.

martes, 16 de septiembre de 2014

Sensible de verdad

Al acercarse a la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar un difunto, hijo único de su madre, que era viuda, y la acompañaba una gran muchedumbre de la ciudad. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: No llores (Lc 7, 12-13).
Ya sabes, Jesús, que soy muy sensible, pero Tú más, con una sensibilidad no superficial. Por eso te conmueves ante aquella pobre viuda a la que se le acaba de morir su único hijo. A veces cuando veo el mal, el dolor, no lo entiendo y a veces –perdóname – me enojo contigo porque permites estas cosas. Soy tonto, Tú viniste a salvarnos, a curarnos…, si te hiciéramos caso…. Tú viniste a decirnos no lloren más, yo los salvo muriendo en la Cruz y les dejo mis enseñanzas para que sean felices en esta tierra y luego en el cielo.
u  Agradece a Dios lo que ha hecho para salvarnos.
Se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron; y dijo: Muchacho, a ti te digo, levántate (Lc 7, 14).
Yo no tengo un hijo muerto, pero –lo sabes, y me duele profundamente recordártelo– tengo a mi primo muerto a la fe. Va a Misa sólo en Navidad y por tradición, en sus parrandas se comporta como una bestia, en la U ya sabes que truena más que una tormenta… Mi tía no es viuda, pero hazle caso. Yo la veo a veces con los ojos rojos, y sé por qué, por mi primo: ¡hazle caso, Jesús! Resucita a mi primo.
u  Cuéntale a Jesús sobre otros que necesitan ser resucitados.

Propósito: Pedir por los que están muertos a la Fe.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Mater Dolorosa y Patria dolida

Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena (Jn 19, 25).
Sabes, Jesús, que hoy se celebra el Día de la Independencia, por esto Septiembre es el mes de las Fiestas Patrias. Pero hoy la Iglesia celebra a la Virgen de los Dolores, y creo que tiene algo que ver. ¿Cómo así? Pues que si todos somos hijos de Dios y una gran familia, somos también hijos adoptivos de María, porque ella te acompañó en la Cruz. Te acompañó porque, aunque sufría profundamente, allí estaba a tu lado consolándote. Además no estaba sola, estaba también María de Cleofás y su amiga Magdalena. Y es que la familia es lo más importante de la Patria (“Patria” significa “lugar de los padres”), si se destruye la familia se destruye la Nación.
u  Cuéntale a Jesús qué haces por tu Patria… y por tu familia.
Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Después dice al discípulo: He ahí a tu madre (Jn 19, 26-27).
Señora de los Dolores, hoy no puedo sino pedirte otra vez por esas mamás de mi tierra a las que llevan sus hijos baleados… Tú, que sabes lo que es tener a un Hijo asesinado entre los brazos y que eres Madre Nuestra, haz que haya paz en nuestra Patria… y haz que haya paz en mi familia, y en todas las familias de esta Patria grande que es la tierra entera. ¡Somos tus hijos, haz que nos queramos!
u  Sigue hablando con la Virgen.

Propósito: Rezar el Rosario por la paz en mi país.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Exaltación de la Santa Cruz. La Cruz en mi vida

Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn 3, 16).
Jesús, hoy se recuerda tu sacrificio en la Cruz. Gracias a que has que­rido cargar con nuestros pecados y sufrir voluntariamente la muerte en Cruz, ahora somos hijos de Dios. Entiendo que el precio que pagaste fue elevado. Y que estando colgado en la Cruz pensabas en el bien de las almas, más que en tu dolor –esto me lo explicaron así en Reli. Jesús, que yo me atreva a “exaltar”, a levantar también en mi vida tu cruz. Quiero, Jesús, ser generoso como Tú y pensar en el bien de los demás. Que no sea un miedoso que huye del sacrificio y de lo que cuesta.
u  Sigue hablando a Jesús sobre qué es levantar su Cruz.
Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Jn 3, 17).
Jesús, en una ocasión me dijeron que si un hombre era sacrificado y exigente consigo mismo entonces era muy comprensivo y cariñoso con los demás. Y la razón es porque se va pareciendo a Ti, que has venido a este mundo no para condenarlo, sino para salvar a todos por medio del sacrificio de la Cruz. A mí me falta bastante exigencia personal y por eso soy frío o malo con los demás. ¡Que me decida a ser sacrificado en el estudio y el trato con los demás! ¡Que no huya del sacrificio! ¡Que tenga siempre en mi día la señal del cristiano, la Santa Cruz!
u  Concreta pequeños sacrificios para vivir a diario.

Propósito: Levantar la Cruz de Jesús en mi vida.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Buenos frutos

Porque no hay árbol bueno que dé mal fruto, ni tampoco ár­bol malo que dé buen fruto. Pues cada árbol se conoce por su fruto; no se recogen higos de los espinos, ni se cosechan uvas del zarzal (Lc 6, 43-44).
Jesús, si soy buen hijo de Dios daré buenos frutos. Eso es lo que entiendo de tus palabras. Como don Álvaro, que en menos de quince días será beatificado. Los frutos que dio don Álvaro son muchísimos: comenzó la labor apostólica en 20 países, impulsó iniciativas sociales en muchos lugares, especialmente en África, acercó a muchísimos a Dios y ayudó a que muchos fueran fieles a Ti. Jesús, yo también quiero dar buenos frutos.
u  ¿Qué frutos buenos está esperando Jesús de ti?
El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el malo de su mal saca cosas malas: porque de la abundancia del corazón habla su boca (Lc 6, 45).
Para que el corazón sea bueno tiene que estar bien limpio. Limpio de cualquier pecado, limpio de malos sentimientos y resentimientos, limpio de envidia, limpio de enojos y de violencia. Jesús, voy a buscar un buen examen de conciencia y hoy mismo me doy una buena confesada.
u  Prepara tu confesión.

Propósito: Confesarme hoy.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Ciegos

Les dijo también una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? (Lc 6, 39).
Pues para ayudar a los otros, lo primero es estar en gracia. Jesús, me parece entender que uno no puede dar lo que no tiene. Si tengo amor a Dios, puedo ayudar a otros a que lo amen. Te quiero contar Jesús, que cuando tengo la desgracia de caer en algún “pecadote” me quedo como ciego y voy por ahí haciendo burradas y enojado con todos y conmigo mismo. Ayúdame a correr a confesarme y que me mueva el querer ayudar a los demás con una vida limpia.
u  Cuéntale a Jesús cuando te pones ciego
¿Cómo puedes decir a tu hermano: hermano, deja que quite la paja que hay en tu ojo, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad cómo sacar la paja del ojo de tu hermano (Lc 6, 42).
Pues más claro no puedes decirlo, Jesús. A mi esto que dices es como poner el dedo en la llaga, ya que eso de andar señalando los errores de los demás a mi se me da muy bien. Soy como un periodista investigador e historiador. Cuando me pongo tonto soy capaz de señalar los errores presentes y pasados de cualquiera. Jesús, ayúdame a ser humilde y a no ser tan criticón.
u  Sigue pidiéndole humildad a Jesús.

Propósito: no ser un criticón especialmente con mi familia.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Regla de oro

Pero a vosotros que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian (Lc 6, 27-28).
Lo has dicho bien, Jesús, a los que te escuchan invitas a que no sean rencorosos, ni vengativos. El problema es que a veces no te quiero escuchar, y por eso voy echando rayos y culebras con todo aquel que me parece que me ha ofendido o, al menos, tratado un poco mal. Y eso que mi Custodio me va diciendo que baje las revoluciones. Hasta oigo que me dice: cool down. Jesús quiero aprender de Ti a ser sereno, manso y humilde. ¡Que no quiero ser resentido! Y por cierto, que lo único que rezo por aquellos que me caen mal es aquello de Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, / líbrame de este animal. Para burro del año no me gana nadie.
u  Cuéntale a Jesús si tienes algún rencorcillo con alguien.
Haced a los hombres lo mismo que quisierais que ellos os hiciesen a vosotros (Lc 6, 31).
Jesús, el sacerdote del colegio nos explicó en una Misa que esto es la regla de oro del cristianismo. Y al pensarlo me doy cuenta que tratarte no es sólo para no caer en tentación, para no hacer cosas malas. Sé bien que para seguirte hay que tratar de vivir la caridad con todos. Pero esto cuesta vivirlo en la práctica. Tantas veces me quedo tan pancho y me hago el chanchito con sólo saber que no tengo pecados mortales y ni muevo un dedo para ayudar a otros.
u  Platica con Jesús si vives la regla de oro con tu familia.

Propósito: No estafar a nadie, con todos regla de oro.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Que no me arrastre la corriente

Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien (…) por causa del Hijo del Hombre (Lc 6, 22).
Esto lo entiendo muy bien, Jesús. Y lo entiendo porque si uno se porta bien automáticamente le caes mal a otros. Jesús, dame la gracia para ser valiente y no esconder que te quiero. Que no sea miedoso, que aprenda a dar la cara por el Papa o la Iglesia. Que no me importe ese tan famoso miedo al qué dirán. Que viva aquel consejo que escribió San Josemaría: Busca sólo la gloria de Dios y, amando a todos, no te preocupe que otros no te entiendan (Forja, n. 255).
u  ¿En qué tipo de situación me pongo miedoso?
¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! (Lc 6, 25).
Jesús, hablas bien clarito. Si por miedo no defiendo lo que se refiere a Dios y más bien me pongo a reírme de las tonteras que dice la gente por ahí, luego me voy a arrepentir. Dame la valentía de cortar a los que dicen chistes en contra de Dios, el Papa o la Iglesia. Dame la valentía de cortar a los que hacen comentarios impuros. No dejes que me arrastre el ambiente, que sea capaz de imponer yo el ambiente. Que me decida, Jesús, a lanzarme al apostolado.
u  Dice el refrán: camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Sigue pidiendo a Jesús valentía.

Propósito: No dejarme que me arrastre la corriente.

martes, 9 de septiembre de 2014

El 1, 2, 3 del apostolado

Sucedió en aquellos días que salió al monte a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios (Lc 6, 12).
¡Qué bárbaro, Jesús! ¡Toda la noche en oración! ¿Cómo lo lograste? ¿Tomaste café y comías chocolates para mantenerte despierto? ¿No te distraías? ¿De qué hablabas tanto con Dios Padre? Te lo pregunto porque a mí hacer 15 minutos de oración sin distraerme y sin dar una cabeceada me parece una hazaña. Por cierto, es una hazaña que aún no he logrado. Si te contara que a cada rato me pongo a ver el reloj, y hasta con el vuelo de un zancudo me distraigo. Yo hoy te quiero pedir que me enseñes hacer oración, a perseverar, a tener tema para hablar con Dios Padre sin distracciones.
u  Cuéntale a Jesús cuáles son las distracciones en tu oración.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió a doce entre ellos, a los que denominó Apóstoles (Lc 6, 13).
Ahora entiendo, Jesús, pasaste toda la noche haciendo oración para llamar a los que serían los apóstoles. Antes de actuar –de llamarlos– hiciste oración por ellos y ofreciste el sacrificio de perseverar toda la noche rezando. Comprendo lo que decía San Josemaría en Camino que primero oración, después mortificación y en tercer lugar acción (n. 82). Jesús, que antes de hablarle a alguien sobre Ti –apostolado– siga estos pasos.
u  Concreta con Jesús la oración, sacrificio y acción por 5 amigos.

Propósito: Aprenderme el 1, 2 y 3 del apostolado, y lanzarme.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Cumpleaños de la Virgen

Estando desposada su madre María con José, antes de que conviviesen, se encontró que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo (Mt 1, 18).
“Happy Birthday to you, Happy Birthday, Madre mía”. Hoy celebramos el cumpleaños de Santa María, y lo quiero celebrar a lo grande. Me imagino que a Ti, Virgen Inmaculada, no te pasaba como a mí. Yo, cuando llega mi cumple, estoy pendiente de que me feliciten y de los regalos que me harán. Tú, como estabas bien acostumbrada a dar más que a recibir, probablemente para esta fecha organizabas una buena comida o cena y te esmerabas en que los otros se la pasaran muy bien. Pero también me imagino que José y Jesús siempre acababan sorprendiéndote con algo. ¡Qué me acostumbre también a sorprenderte!
u  Pregúntale a San José qué regalo ilusionaría a María
José (…) no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo (Mt 1, 20).
San José, sigo hablando contigo. Me gustaría saber cómo era tu vida diaria. ¿Cómo cuidabas de María y Jesús? Seguro que no había jamás gritos ni pleitos en tu casa, que todos eran muy amables y cariñosos. A mí me gustaría que también me recibieras en esa casa y que me educaras en los buenos modales y en la caridad, porque a veces soy un poco bruto en la mía o me hago el loco.
u  Prepara junto a San José el regalo

Propósito: Cantarle “las mañanitas” a la Virgen y ofrecerle un regalo.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Domingo XXIII: Querer a los demás

Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígele a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano (Mt 18, 15).
Jesús, nos llamas a cada uno de los cristianos a cuidar de los demás. A no hacernos los locos cuando vemos que otro anda en malos pasos. A veces prefiero mirar para otro lado o hacerme el que no me entero de lo que está pasando o contentarme con pensar que yo vivo bien. Jesús, ayúdame a querer a los demás y saber hablarles, no para regañarlos, si no para moverlos a que te quieran y vivan como buenos hijos de Dios.
u  Piensa: ¿a quién puedes ayudar con una buena conversación?
Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran pedir, mi Padre que está en los Cielos se lo concederá (Mt 18, 19).
No sé si te había contado Jesús de que por estas tierras de Centro América vino el Prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, y en un momento dado decía que tenemos que rezar por aquellos que nos parece que están en el error y quererlos. Hoy voy a hacer el propósito de rezar por todos los que conozco cuando vaya a la Misa: por los que me caen bien, por los que me caen más o menos y los que me caen no tan bien.
u  Sigue hablando con Jesús sobre las personas que conoces.

Propósito: Rezar por todos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Miedo al qué dirán

Sucedió un sábado que, al atravesar los sembrados, sus discí­pulos arrancaban espigas y, desgranándolas con las manos, las comían (Lc 6, 1).
Los apóstoles como están contigo Jesús, no se preocupan si los demás les critican o hablan bien de ellos. No tienen miedo al qué dirán. Muchas veces, Jesús, me doy cuenta que para caerles bien a los demás miento o no digo lo que realmente pienso que es bueno. Me da miedo que piensen que me tomo demasiado en serio a Dios. Jesús, yo no quiero ser un carreta o un mentiroso. Ayúdame a ser coherente siempre.
u  Pregúntate: ¿digo mentiras por quedar bien?
Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor del sábado (Lc 6, 5).
Me parece entender Jesús, que si me doy cuenta de que Tú estás por encima de todo y de todos, lo que me debe importar es lo que digas y pienses de mí. Así seré siempre coherente y fiel a Ti. Dentro de 20 días beatificarán a don Álvaro y se cuenta de él que era un hombre muy fiel y por eso siempre estaba sereno y alegre. Y entiendo que estuviera sereno y alegre porque vivía sólo para darte alegrías a Ti sin la preocupación de buscar gloria humana.
u  Pregúntate otra vez: ¿digo mentiras por quedar bien?

Propósito: No decir mentiras.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Velas

Nadie pone a un vestido viejo una pieza cortándola de un vestido nuevo, porque entonces, además de romper el nue­vo, la pieza del vestido nuevo no le iría bien al viejo (Lc 5, 36).
Me parece entender, Jesús, que no es bueno tener en el alma cosas viejas –malos hábitos– junto a cosas nuevas –buenos hábitos–. Porque tarde o temprano lo nuevo acaba rompiéndose y todo se echa a perder. Lo cierto es que lo entiendo. Desde que he empezado a tratarte más, he ido incorporando nuevos hábitos a mi vida –hacer un rato de oración, confesarme y comulgar con frecuencia– pero todavía persisten cosas malas. En pocas palabras me parece que en mi alma tengo una vela encendida a Ti (buenos hábitos) y otra al cachudo (malos hábitos). ¡Quiero tener encendida sólo tu vela!
u  Habla con Jesús sobre las dos velas.
Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; pues en­tonces el vino nuevo reventará los odres, y se derramará (Lc 5, 37).
Jesús, siguiendo con lo de las velas, me doy cuenta que tener encendida una vela al diablo es dejarme llevar por el malhumor, la pereza, el desenfreno en las fiestas, andar borderline en la web, hacerme el loco cuando un amigo hace una burrada, etc. Y por eso no acabo de lanzarme hacer apostolado, como hablábamos ayer. Y en otros momentos me reviento, es decir caigo ruidosamente en pecados. Y el vino nuevo de la gracia lo pierdo.
u  Concreta cómo apagar la vela del Mr Darkness.

Propósito: Apagar la vela del diablo.