viernes, 31 de julio de 2020

Descanso a los que se lo merecen (y necesitan)

Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga (Mt 13, 54).

Hoy que es viernes, uno anda ya un tanto ansioso porque ya se acabó la semana. Mi papá decía que la gente honrada, cuando llega el viernes, se aflige un poquito porque quiere dejar el mayor número de cosas termina-das; en cambio, los haraganes, no ven las horas de que se acabe la semana para continuar con su estilo de vida sin sentido. En cambio tú, Jesús, llegamos a Viernes y apenas está comenzando a enseñar. No descansas. Tienes unas ganas tremendas de llevar tu palabra a muchos.

¿Cómo aprovechaste la semana?

Todos estaban asombrados y se preguntaban: “¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre…? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?” (Mt 13, 54-56).

Hace unos años, cuando iba a comenzar el colegio, me ponía muy contento al ver mis útiles escolares listos, mi lonchera nueva, mi mochila (de los Power Ranger). Me moría de ganas por volver a verme con mis amigos y aprender cosas nuevas. Y mis hermanos mayores me veían como las gentes que tenías tu delante, Jesús: “admirados”. Cómo quisiera continuar teniendo ese mismo ánimo de aquellos tiempos.

Tu podrías también tener la sabiduría de Jesús. Piensalo.

Propósito: El lunes, cuando regreses a clases, ve con mucha ilusión; y si estás de vacaciones, piensa ¿cómo estoy aprovechando estos días?


jueves, 30 de julio de 2020

Atento porque hoy llego a darte una mirada

Ellos le contestaron: Sí (Mt 13, 51).

Hoy es jueves. Día para pensar en la Eucaristía. Jesús, te quedas en un pedacito de pan para que yo te tenga cerca y pueda venir a visitarte las veces que quiera. A veces me da pereza. No quiero pasar al oratorio o a la capilla. Qué fácil es llegar, hacer una genuflexión bien hecha y decirte unas palabras de cariño. Pero no, a veces me pesan los pies, como si fueran de plomo, y no paso. Otras veces simplemente me da vergüenza. Es absurdo pero a veces uno reacciona ante sus amigos como si ellos fueran de saber qué religión fundamentalista y que de un momento a otro me van a cortar la cabeza por profesar mi fe públicamente.

Dile a Jesús ¡Sí!, voy a visitarte al Sagrario.

Todo maestro de la ley que se ha hecho discípulo del Reino de los cielos, es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas (Mt 13, 52).

Delante del Santísimo todo se ve diferente. Hay un no sé qué que hace que fluya la oración. A veces basta hacer como decía aquel campesino del pueblo del Cura de Ars, “Yo le miro y Él me mira”. Mirarle. Eso ya es sacar tesoros nuevos y viejos. Los tesoros viejos, de última tecnología, son los propósitos nuevos o cosas que no me había dado cuenta que puedo mejorar. Los tesoros viejos, o tesoros “retro”, son cosas ya sabidas pero que vale la pena volver a poner de moda en mi vida.

Qué tal un collage de propósitos: moderno con algo retro.

Propósito: Vivir moda pro y retro a la vez: visitar el Sagrario.


miércoles, 29 de julio de 2020

También los que no se están quietos caben en el cielo

Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados. (Mt 13, 54).

Hoy es Santa Marta. Siempre me ha caído bien esa mujer. Si algún día llego a tener una novia me gustaría que fuera como ella. Me la imagino bonita, pero más preocupada de servir a los demás que de su belleza. Aunque la regañaste un día por andar agobiada, al final te terminó queriendo tanto o más que su hermana María. A mí, mi mamá siempre me regaña porque no me estoy quieto. Lo que pasa es que por andar de un lado para otro, no hago lo importante. Creo que por eso me cae bien Marta.

Trabajador como Marta y quietecito como María

¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre? (Mt 13, 55).

Jesús, la gente de tu pueblo te conocía muy bien. Probablemente te habían visto corretear de chiquito o ayudando a José en el taller. Pero cuando  llegó el momento de salir a predicar, ya veo que no anduviste con penas o vergüenzas. ¿Puedes creer que a mí a veces me da pena portarme bien porque ya me hice la fama de molestón? A veces siento como que tengo que proteger mi imagen. Me encanta ser como Marta, la del evangelio,  pero antes de la regañada que le diste. A ver si aprendo y me aplicó a mí lo que le dijiste.

Sin pena de ser bien portado.

Propósito: Ser yo mismo (el bien portado).


martes, 28 de julio de 2020

Cara de vaca

Sus discípulos y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña del campo". (Mt 13, 36).

Los discípulos son humildes y no tiene pena de preguntar lo que no entienden. Otro quizá hubiera puesto cara de inteligente aunque no captara nada, o como dicen, ponen “cara de vaca”: ojos como platos, mirada perdida y boca entreabierta. Cuántas cosas se pierden cuando no se es humilde. Yo no quiero perderme tus enseñanzas, Jesús. Quiero captar hasta el porqué de los detalles más pequeños. Voy a levantar más la mano cuando esté contigo, Jesús.

Más vale un instante de vergüenza que una vida de ignorancia.

El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino a todos los que fueron causa de tropiezo y a los malva-dos, y los echarán al horno de fuego. Allí llorarán y les rechinarán los dientes. (Mt 13, 41-42).

La ignorancia es atrevida, dice el refrán. Mucha gente hace el mal por ignorancia. Jesús cuando estaba en la cruz, pidió a su Padre que perdonara a los que lo crucificaban porque “no sabían lo que hacían”. Por no preguntar uno puede convertirse en causa de tropiezo. En cambio, cuando se sabe preguntar lo que no se entendió, se hace mucho bien a los demás. Quizá por eso me peleo a veces con mis papás. No pregunto el porqué de las cosas que me indican, y sólo las juzgo de injustas.

Si no entiendes, pregunta, así obedeces más rápido y mejor.

Propósito: preguntar antes de juzgar


lunes, 27 de julio de 2020

Pequeñas grandes cosas

Sucede con el Reino de los cielos lo mismo que con un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. Es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace como un árbol, hasta el punto que los pájaros del cielo pueden anidar en sus ramas (Mt 13, 31-32).

Dicen que el camino al infierno está empedrado con “buenas intenciones”; y el que va al cielo, también, pero buenas intenciones que terminaron en buenas obras. Una buena intención es algo chiquito, pero cuando termina en una buena obra se convierte en algo grande. Una ayudadita para resolver una duda de mate puede terminar en una buena nota en un examen y eso, después, en pasar de grado.

¿Cuántas de tus buenas intenciones han terminado en obras?

Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía (Mt 13, 34-35).

Jesús, nos tratas con tanto cariño. Tienes cosas tan grandes e importantes que comunicarnos, y lo haces de manera que podamos entenderte. Esas pequeñas historias explican cosas profundísimas. Poner atención a algo pequeño ayuda en lo grande. Una pequeña historia puede ayudar a llevar a cabo la gran historia de la propia vida. A veces, son cosas que ya sé, pero aun así, no termino de asimilarlas.

Pídele a Jesús no despreciar lo sencillo.

Propósito: terminar lo que te habías propuesto para hoy.


domingo, 26 de julio de 2020

La Perla

El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un cam­po: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. (Mt 13, 44).

Escucho estas palabras, Jesús, y me doy cuenta de que a veces, en vez de venderlo todo para comprar el campo, ando viendo quién me compra el campo. Ando viendo cómo me zafo de las tareas, cómo como en clase sin que me cachen, cómo duermo en el aula sin que el profesor se dé cuenta, y así un sinfín de cosas más. No me veo que soy un privilegiado por tener educación.

Piénsalo un momento, el estudio es un gran tesoro.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra. (Mt 13, 45).

¿Y yo cómo podría vivir esto que me planteas en el Evangelio, Jesús? ¿Cuál es esa perla valiosa que debo cuidar tanto? Lo único que sé de joyas es que mi mamá las suele usar para verse linda en las reuniones. Eso me hace pensar en mi familia. Hay muchas perlas de gran valor, pienso que una de ellas es mi casa: mi papá, mi mamá, mis hermanos. Pierdo mi perla cuando me encierro jugando videojuegos, cuando me salgo a la calle y no regreso sino hasta muy tarde. La pierdo cuando en vez de comer con todos, como viendo la tele en la sala.

Piensa qué más cosas haces en las que pierdes la Perla.

Propósito: comer siempre que sea posible con algún miembro de mi familia


sábado, 25 de julio de 2020

Servir es reinar

“¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos contestaron: “Sí podemos” (Mt 20, 22).

Siempre me ha gustado la respuesta de los hijos de Zebedeo. Su mamá te ha pedido que se siente uno a tu derecha y el otro a tu izquierda cuando estés en tu Reino. Con razón les entró envidia a los otros apóstoles. A mí también me gustaría estar a tu lado en tu Reino. Ya sé que me vas a hacer la misma pregunta ¿y estarías dispuesto a…? Te miro a los ojos, Jesús, y pienso: cómo no habría de estarlo si pase lo que pase Tú siempre vas a continuar a mi lado. ¡Por supuesto que estaría dispuesto a beber tu cáliz!

Me haré un bebedor empedernido, pero de la copa que bebe 

 Jesús.

El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser el primero, que sea su esclavo (Mt 20, 26-27).

Ya me hacía yo bebiendo tu cáliz y sentado tranquilamente a tu lado en el Reino. Pero no, de estar sentado nada. Para sentarse no hace falta valentía. Para servir, en cambio, si hay que andar sin cuentos. Un día alguien me dijo que en el fondo muchos son comodones por miedo. Miedo porque son tan torpes que al servir lo terminan botando todo. Miedo a que les digan “¿es que no tienes dinero para que alguien te haga las cosas?”, miedo  a tener que esforzarme.

Cara dura también para servir.

Propósito: Como con la obediencia, servir a la primera.


viernes, 24 de julio de 2020

Eran tan bello, que daba miedo

Así pues, escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. Hay quien oye el mensaje del reino, pero no lo entiende; viene el maligno y le arrebata lo sembrado en su corazón. (Mt13, 18-19).

De chiquito, llegué a medianoche asustado al cuarto de mis papás. Estaba llorando. “Estaba soñado con el Diablo”, le dije a mi mamá. “Era horrible”, completé. Entonces mi mamá me explicó que mi Ángel de la Guarda me cuidaba, y que no había que tenerle miedo a lo horrible, porque el Diablo rara vez aparece así. Ahora que ya crecí un poco más, Jesús, lo voy entendiendo. Si ver series en vez de estudiar fuera horrible, ni Netflix pagaría; y así con todo lo demás. El maligno arrebata las cosas del corazón disfrazado de belleza, de planes más bonitos, de comodidad.

Pídele ayuda a tu Ángel de la Guardia para vencer la pereza.

La semilla que cayó en terreno pedregoso es como el que oye el mensaje y lo recibe en seguida con alegría, pero no tiene raíz en sí mismo, es inconstante y, al llegar el sufrimiento o la persecución a causa del mensaje, en seguida sucumbe (Mt 13, 20-21).

La constancia es una virtud que le escucho mencionar a mis papás desde que soy pequeño. “Si se lo sirvió, ahora se lo come”, “Si lo empezó, lo termina”, y así sucesivamente. A veces, de verdad, Jesús, es que no quiero. Me siento harto. ¿Tú no te hartabas alguna vez?

Pregúntale a Jesús qué hacía cuando se sentía cansado.

Propósito: acudir más al Ángel custodio a lo largo del día


jueves, 23 de julio de 2020

¿De verdad necesitas hacerlo?

"¿Porqué les hablas por medio de parábolas?" Jesús les respondió: …porque aunque miran no ven, y aunque oyen no escuchan ni entienden (Mt 13, 10.13).

Un día, estaba mandando mensajitos cuando mi papá me arrebató el teléfono. “¡Me vas a poner atención de una vez por todas o no!”, me dijo. La verdad no sabía de qué me hablaba. Estaba en otro mundo. “Quizá hay que llevarlo a que le vean los oídos”, dijo mi mamá saliendo en mi defensa. “No está sordo de los oídos sino de los ojos”, repuso mi papá. Como vio que ni mi mamá ni yo entendimos, añadió “por tener los ojos en el teléfono es que no oye”. Ahora si ya iba entendiendo. El asunto es que se parece a lo que les pasaba a muchos cuando oían a Jesús. Estaban “chateando” en su egoísmo y por eso ni con las parábolas atendían.

Piénsalo: no gastar más tiempo hablando tonteras por chat.

Dichosos ustedes por lo que ven sus ojos y por lo que oyen sus oídos; porque les aseguro que muchos profetas y justos desea-ron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron (Mt 13, 16-17).

Un día se cayó el WhatsApp. Durante una hora no se podía mandar mensajes. Decía un tweet muy gracioso: en ese momento descubrí que tenía al lado unas personas muy simpáticas que decían ser mi familia. ¿No me estaré perdiendo el tesoro de mi familia por hablar… tonteras?

Y si buscas hablar los mismo temas del chat con los de tu casa...

Propósito: usar para cosas útiles el cel .


miércoles, 22 de julio de 2020

Santa María Magdalena: enséñame a bien llorar

Ellos dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les respondió: Se han lle­vado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” (Jn 20, 13).

Hoy se celebra a María Magdalena y me la imagino, como otras ve­ces, llorando. Esta vez, Jesús, no llora por sus pecados, sino por-que no encuentra tu cuerpo muerto. ¡Cómo lo iba a encontrar si Tú, Jesús, ha­bías resucitado! Pero la verdad es que me da envidia; cierto que una vez, antes de confesarme, lloré por mis pecados, por haberte ofendido tanto… quisiera que me des de verdad el “don de lágrimas”, llorar por lo importante y no como mi prima que tiene –dice papá– “lá-grimas de cocodrilo viudo”, hace berrinche por cualquier capricho…

¿Por qué lloró yo, Jesús?

¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas (Jn 20, 18).

La Magdalena siguió llorando, pero de alegría, porque vio al Resucitado y habló con Él. Eso pasa siempre, Jesús, cuando resucitas en mi alma, después de un pecado gordo, y a veces estoy tan lloroso –o tan peno­so– que no me entero de lo que me dices usando la voz del Sacerdote: la Penitencia y un consejo para quererte más. Otras veces no me entero de la pura alegría del perdón, o porque me suena el celular… la cues­tión, Jesús, es que se me olvida la penitencia… y me preocupo y me pongo yo mismo mis penitencias… a ver si así acierto, porque ya me voy conociendo las penitencias que me suelen dejar. Pero, Jesús, quiero poner más cuidado y a grabar en mi alma las cosas que me dices en la Confesión.

Planea con Jesús cómo vivir los consejos de la última confesión.

Propósito: llorar de amor… y de dolor.


martes, 21 de julio de 2020

Un “selfie” con Jesús

"¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y, señalando con la manos a sus discípulos, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos" (Mt 12, 48-49).

Si hubiera estado ahí, después de oír eso, hubiera agarrado mi celular y me habría hecho una selfie con Jesús. ¡Qué nivel de foto hubiera salido! Además, podría haber puesto al publicarla “con mi familia”. Ser hijo de Dios es realmente tener a Dios como Padre y a Jesús como hermano. Más aún, es ver a los demás, como hijos del mismo Papá, y también como hermanos. ¡Qué honor, Jesús! Ahora si me siento bien VIP.

Piensa si estás tratando a la gente que te rodea como hermanos.

"Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre". (Mt 12, 50).

¿Qué tal si hubiera una app llamada “hacelavoluntadediosimetro” que bloquea las fotos en las que sale Jesús cuando uno no procura hacer su voluntad? ¿Se me habría borrado el “selfie” con Jesús? A veces eso de hacer tu voluntad, Jesús, no sale tan fácil. Sé que a ti también te costó aceptar la voluntad de tu Padre antes de la Pasión. Hasta sangre sudaste. Yo aún no he llegado a ese extremo. Además, lo más duro que me ha tocado hacer, es quedarme sin ver un partido del mundial porque tenía una tarea.

Piensa si no exageras un poco cuando hablas de cosas “difíciles”.

Propósito: no retrasar las cosas difíciles de hacer.


lunes, 20 de julio de 2020

Estar en buen plan

Los ninivitas se levantarán en el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia al escuchar la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más importante que Jonás (Mt 12, 41).

Un día me dijo el sacerdote de mi colegio: ¿qué esperas a cambiar ese defecto?, ¿que se te aparezca la Virgen? Qué bonito sería, le contesté algo maleducado. Después pensé, ¿y si se me aparece la Virgen de verdad? Seguro me va a decir lo mismo que en la dirección espiritual, porque al final, a través de aquel sacerdote me habla el Espíritu Santo. ¿Por qué a veces somos tan necios, Jesús?

Ya no le des más vuelta al asunto y corrígete.

La reina del Sur se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque ella vino del extremo de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más importante que Salomón" (Mt 12, 42).

Lleva ya varias semanas llegando a las clases de doctrina uno nuevo. Con dos o tres cosas que ha oído, ya hace un rato de oración, le ofrece a Dios su estudio, y está viendo cómo llevar a otro amigo. Yo, en cambio, aparte de la envidia, poco más he hecho en todo este tiempo. Jesús, ayúdame a aprovechar mejor las oportunidades que me das para ser bueno.

¿No te estarás acostumbrando a escuchar tanta cosa buena?

Propósito: ser interesado… en lo que me enseñan.


domingo, 19 de julio de 2020

La mala hierba al final sí se muere

Mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó (Mt 13, 25).

Es que como vea quién fue el que echó la cizaña, le doy duro. Pero, ¿y por qué tan creído? ¿Y qué tal si la cizaña soy yo? La cizaña se chupa los nutrientes del trigo. Ni come, ni deja comer. ¿No seré un poco cizañín cuando no hago nada para que mis amigos también se hagan amigos tuyos, Jesús? En la época de la parábola no existían los químicos contra las malas hierbas, sino la cizaña se hubiera ido feo. Un herbicida necesi­to yo, pero de gracia de Dios. Pero tus herbicidas, Jesús, no matan sino transforman. Convierten lo malo en bueno.

Necesito urgentemente un herbicida: la Confesión y la Comunión.

Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero (Mt 13, 30).

Ya se ve que siempre entre los hierba mala hay gente buena. Es cuestión de tener paciencia. Pero de entrada, lo mejor es no juzgar. Con el paso del tiempo resulta que el más molestón de la clase al cabo de veinte años termina siendo el padre que dice la Misa del domingo en la parro­quia de la esquina. Mientras tanto, con los “hierba mala”, a rezar por ellos para que se conviertan. Jesús, que sea apostólico.

¿Soy yo hierba mala?

Propósito: usar el herbicida de la oración a diario.


sábado, 18 de julio de 2020

Peor que una bomba atómica

Se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. (Mt 12, 14).

Por qué los fariseos odian a Jesús. Ha curado enfermedades, ha dado la vida a muertos, y aun así, lo quieren matar. ¿Cómo perdieron la ca­pacidad de ver todo el bien que Jesús hace? A lo mejor, su amor pro­pio. Jesús, cuando nos ponemos a pensar sólo en nuestro beneficio, en cómo salir ganando, terminamos ciegos. No vemos lo bueno de los demás, sólo lo malo. Nos volvemos criticones. Nadie es perfecto.

¿Has criticado a alguien últimamente?, ¿no tendrá también algo bueno esa persona?

No discutirá ni gritará; no se oirá en las plazas su voz. No rom­perá la caña resquebrajada ni apagará la mecha que ape­nas arde, hasta que haga triunfar la justicia. En él pondrán las naciones su esperanza (Mt 19, 21).

Decía un experto en cine que algunas películas recientes abusan de los efectos especiales. Como si nada se destruyen ciudades enteras. Cuando uno critica pasa igual: un comentario, un gesto, hace grandes destrozos, aunque vaya bien intencionado. Jesús, tu ni siquiera rompes la caña resquebrajada. Con razón dice el Papa Francisco que construir la paz es algo artesanal, que se logra poquito a poquito.

Como dice san Josemaría “Si no puedes alabar, cállate”

Propósito: pensar bien de los demás siempre


viernes, 17 de julio de 2020

Decoración de interiores

Yo les digo que aquí hay alguien más importante que el templo (Mt 12,6).

Mi abuelita regresó de un tour por Europa. Le tomó foto a todo. Un día que fui a visitarla, y me enseñó las fotos. Había imágenes del ala del avión, de un perrito cursi que vio por la calle, comida, tiendas, y muchas fotos de iglesias espectaculares que se ve hay por toda Europa. “Ahí sí dan ganas de rezar”, le dije a mi abuelita. Ella resopló, y me dijo que aunque las iglesias sean bellas, eso no es lo más importante. Nadie hubiera hecho construcciones tan hermosas, si no hubieran tenido fe en la presencia de Jesús en la Eucaristía.

Cuando entres a una iglesia, vete directo a saludar a Jesús en el Sagrario.

Si supieran lo que significa: quiero amor y no sacrificios, no condenarían a los inocentes (Mt 12, 7).

Creo que entendí lo que decía mi abuelita. Las iglesias hermosas que fotografió, eran como regalos para Jesús Sacramentado. Realmente no habían sido hechas para ser fotografiadas, sino para que Jesús se pusiera contento estando en un lugar tan bonito. Jesús, ¿te parece mi corazón un lugar bonito para estar? Voy a procurar embellecerlo para ti con buenas obras y sacrificio por los demás. Me van a tener envidia los arquitectos del renacimiento.

Piensa en qué vas a hacer para embellecer tu corazón.

Propósito: Decorar el interior de mi corazón.


jueves, 16 de julio de 2020

Nuestra Señora del Carmen: Besar mi escapulario

¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? (…) Todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los Cielos (Mt 12, 48.50).

Jesús, Tú amas a tu madre como el mejor de los hijos, pero aún la amas más porque es la “llena de gracia” (Lc 1, 28). Por eso, en el fondo, lo que estás haciendo es elogiar a María. Ella es la criatura más querida por Dios no sólo por ser tu madre, sino porque ha sabido hacer en cada mo­mento “la voluntad de mi Padre que está en los Cielos”, empezando por aceptar generosamente la vocación que le encomendaste, haciéndo­se “la esclava del Señor”. Santa María con quince añitos no dudo en entregarse a Dios, y nunca se arrepintió de su decisión.

Atrévete a decirle varios piropos a María.

Tu madre y tus hermanos están fuera intentando hablarte (Mt 12, 47).

Jesús, la Virgen te extrañaba y se va a buscarte; también te buscaban tus primos y familiares cercanos –para los que en hebreo se usa la mis­ma palabra que para los hermanos–. Ahora de seguro que está bien contenta de tenerte a su lado siempre. Allí, te dice un montón de cosas bonitas de las personas para que les atiendas sus necesidades. Virgen María, acuérdate de hablar cosas lindas de mí junto a Jesús. Dile que lo quiero, y que sin Él no puedo nada.

Dale muchas gracias a María por haberse inventado el escapulario.

Propósito: Besar mi escapulario y llevarlo siempre.


miércoles, 15 de julio de 2020

Buscar el rostro de Cristo

Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has dado a conocer a los sencillos. (Mt 11, 25).

Dicen que hay personas que no saben escuchar. Hablan y hablan, explican sus teorías, dan opinión de todo, pero no oyen a los demás. A veces dicen cosas muy inteligentes, pero cuando dicen todo eso, comenten un pequeño error: no cuentan con la posibilidad de que podrían equivocarse. Jesús, quiero aprender a escuchar. Estoy seguro que así, aprenderé mucho más.

¿Cuándo fue la última vez que únicamente escuchaste la opinión de los demás, sin estar queriendo que oigan la tuya?

Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y al Padre sólo lo conoce el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar (Mt 11, 26-27).

Jesús, nos enseñas a encontrarte en los demás. Si estamos atentos podemos ver tu rostro en el prójimo. No sólo en los que parecen más necesitados, sino también en cada uno de los que nos rodea. Al final, todos somos necesitados de algo. Yo también necesito de los demás. Los necesito porque servirles, ayudarles, escucharles, le da sentido a mi vida. Ellos son el porqué de mi existencia. Estoy en este mundo para amar, para servir a los demás.

Necesitas a los demás porque los demás te necesitan.

Propósito: prestar un servicio en la casa: poner la mesa, servir, algo así...


martes, 14 de julio de 2020

Al paso de Dios

Entonces se puso a reprochar a las ciudades donde se habían realiza-do la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido (Mt 11, 20).

Esos habitantes de esas ciudades se lo ganaron. Mira, Jesús, vieron tanto milagro tuyo, oído tus enseñanzas y ni así se convirtieron. Yo al menos voy dando pasitos, aunque pasitos de bebé gordito y mimado, y miedoso. Pero los voy dando. Jesús, que no me contente con dar pasitos, que dé zancadas, y corra detrás de ti.

¿Qué pasos, zancadas o corrida te está pidiendo Jesús?

¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que han sido hechos en vosotras, hace tiempo que habrían hecho penitencia en saco y ceniza (Mt 11, 21).

Ay. Ay. Ay. Jesús, que yo nunca te saque estos lamentos. Quiero ser de los que te dan alegrías y no tristezas. Quiero ir al paso de Dios y no arrastrado, quejándome, chillando y de mala cara. Quiero ir al paso de Dios sonriendo, silbando y cantando. Y dar mucho fruto de apostolado, de trabajo santificado, de sembrar paz y alegría en mi familia. Que me saque los miedos que me hacen ir a mi paso. Que aprenda a confiar en Ti y a obedecerte.

Del dicho al hecho hay mucho trecho. Concreta con Jesús lo que te pida.

Propósito: ir al paso de Dios.


lunes, 13 de julio de 2020

Coordenadas del viaje: felicidad

No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino discordia. (Mt 10, 34).

Una vez vi a dos discutiendo. Hablaban de que si algo era pecado o no. Uno decía que daba igual, que uno con su vida puede hacer lo que quiera, y el otro explicaba por qué no. Qué intolerante este último, pensé en mis adentros. Al poco, era yo el que estaba discutiendo. Hablábamos de unos fichajes de Real Madrid. ¡Qué intolerante!, escuché a uno decir. Ahí caí en la cuenta de lo absurdo de mi discusión, y de lo importante de la acla-ración que hacía mi amigo sobre la doctrina de la Iglesia. Esa es la “discordia” que tú esperas, Jesús. Ese es el “lío” que espera el Papa Francisco que montemos.

No tengas miedo de defender tu fe. Al final, les haces un favor, les muestras el camino a la felicidad.

El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que quiera conservar la vida, la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará. (Mt 10, 38-39).

Calculador, esa es la palabra que San Josemaría usaba para definir al que no hay modo que se anime a hacer algo. El calculador, incluso cuando ya se decidió, lo hace con miedo. El calculador no tiene bien claras las coordenadas hacia las que se dirige: la felicidad. Jesús, dame un empujón cuando me pare a pensar mucho en mi camino hacia ti; e ilumíname bien la meta, para que no dude.

Eso en lo que te habías propuesto cambiar hace rato… ya, ¡dale!

Propósito: buscar las imágenes de la Virgen de mi casa y saludarlas.


domingo, 12 de julio de 2020

¿Olvidó su contraseña?

A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron al borde del camino (Mt 13, 19).

Muchos están en las clases de formación en colegios, clubs, grupos ju­veniles, etc., pero no todos responden igual a la semilla que siembras, Jesús. En mi caso, creo que la semilla a veces se queda en el camino porque dejo cerrada la compuerta que da a mi corazón. Tiene password, y se me olvidó. Jesús, pon junto a la puerta de mi corazón un letrerito que diga “si olvido su contraseña, siega este enlace”. Y voy a intentar de nuevo abrir y dejar que la semilla caiga donde debe caer.

Intenta marcar la contraseña a base de buenas obras y otras acciones que muestren tu amor a Dios.

Lo sembrado entre espinos representa a aquél que oye la pa­labra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto (Mt 13, 23).

Cuando veo a la gente mayor con sus preocupaciones, doy gracias por todavía ser pequeño. Lo que no entiendo es porque, si no tengo grandes cosas de que preocuparme, ando a veces agobiado. Creo que a mí también me seducen y sofocan las riquezas. No las que tengo, sino las que quisiera tener.

Vive tu realidad. Disfruta de tu familia, de tu estudio, de tus amigos, de tus mascotas.

Propósito: poner nuevo password en mi vida: “Servir” (con mayúscula)


sábado, 11 de julio de 2020

Con menos peso se vuela mejor

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo. (Mt 10, 28).

El miedo paraliza. A mí me ha pasado muchas veces. Hubiera querido una especie de traje a lo Stars Wars o una de campo de fuerza que me protegiera de la vergüenza y la pena de no ser como los demás. Una vez, estando con unos amigos que también procuran estar cerca de Dios, me dio pena decirles que rezáramos el Ángelus. ¡Qué bajo he caído!, pensé. Nunca me ha amenazado de muerte por mi fe, ni me han puesto una espada en la garganta para que me calle. Mis amigos son católicos como yo, y aun así, no termino de animarme.

Quizá estás queriendo actuar con tu valentía y no la de Dios.

En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo; porque ustedes va­len mucho más que todos los pájaros del mundo. (Mt 10, 30- 31).

Quizá la vergüenza y la pena de dar la cara por Jesús, viene por tener la cabeza todo el día pensado en mí mismo, mi ombligo y en un sinfín de cosas materiales. A veces me la paso pensando: si tuviera una iPad Air 2, unos audífonos Bits, aquellos zapatos, la camiseta original de mí equipo, etc. etc. y más etc. Si hasta los cabellos de mi cabeza están contados, ¿cuál es el estrés?

Por qué no hablas más seguido con Jesús, en lugar de chatear o jugar videojuegos.

Propósito: No más hablar de lo que te gustaría comprar.


viernes, 10 de julio de 2020

Hablar sin pena

"Yo los envío como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, astutos como serpientes y sencillos como palomas (Mt 10, 16).

Un amigo tuvo un sueño. Entraba en la clase, se subía en un banquito, en medio de todos, y comenzaba gritar diciendo: “¡Cambien de vida!”. Todos se reían de él. Entonces, entró un futbolista al salón, de esos del mundial. Su pelota se llamaba “conversión”. Los alumnos se levantaron para atajarlo. El futbolista driblo al primero, después a otro, y así, hasta que dribló a todos y anotó en una gran portería que apareció de la nada al final del aula. Después de anotar, el futbolista se acercó a mi amigo y le dijo: “Si quieres convertirlos a todos, debes ir driblandolos uno a uno”.

Cuando hables de Dios, busca hacerlo uno a uno.

Dios mismo les sugerirá en ese momento lo que tienen que decir, pues no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu del Padre hablará a través de ustedes (Mt 10, 20).

Jesús, quiero acercar a todos mis amigos a ti. A veces no sé cómo. Son buenos, cada uno con sus defectos como todo mundo. Cuando estoy con ellos, no se me ocurre como empezar; o me imagino que lo que me van a contestar y al final me desanimo. Creo que debo fiarme más de ti. Hablar sin pena, y pensar que no importa qué diga, si lo hago en tu nombre, el Espíritu Santo va a actuar a través de mis palabras.

Reza más y ofrece un pequeño sacrificio por tus amigos antes de hablarles.

Propósito: entrenar con la pelota “conversión”.


jueves, 9 de julio de 2020

Combustible invencible

No lleven oro ni plata ni dinero en el bolsillo; ni morral para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón (Mt 10, 9).

Jesús envía a sus discípulos a predicar. Los envía sin nada material. Les quiere enseñar así que para extender el Reino de Dios lo importante no son las cosas materiales, sino estar firmemente convencido de la misión que se va a llevar a cabo, y no olvidar que Dios está con uno. Ahora que lo pienso, los apóstoles no van sin nada. Van más apertrechados que nunca. Van con Dios. No está solos, incluso si les llega a faltar hasta lo más elemental.

¿Por qué sigues apegado a tus cosas materiales?

Al entrar en la casa, saluden, y si lo merecen, la paz de su saludo permanecerá con ellos; si no, regresará a ustedes. (Mt 10, 12).

Muchos que quieren obrar el bien a veces se desilusionan porque parece que los que les escuchan no les hacen caso. ¿Qué sería de mí si mis papás pensaran igual cuando les desobedezco? En cambio, perseveran. La nave en la que se viaja para el apostolado tiene un combustible perfectamente reciclable. Es más, hay veces que el combustible no sólo disminuye sino que se multiplica, y alcanza para otras naves que por averías lo han perdido. El combustible es la gracia de Dios, que nunca se pierde.

No te desilusiones si de pronto, algún amigo tuyo, se aleja al verte cerca de Dios. Ya volverá. Ya verás.

Propósito: ser “necio” (perseverante)


miércoles, 8 de julio de 2020

Los que van, ya lo saben

Los nombres de los doce apóstoles son: primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; luego Santiago, el hijo de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo entregó. (Mt 10, 2-4).

Qué pasaría si escuchara mi nombre mencionado entre los nombres los apóstoles. A lo mejor pensaría, “ve, que casualidad, uno que se llama como yo”. Pero, ¿y si viniera con mi apellido, y algo que claramente indica que se refiere a mí? A lo mejor miraría a los lados, pensaría que se trata de un error. ¿Yo, un apóstol? Pues resulta que aunque no salga mi nombre, Jesús cuenta conmigo. También a mí se me da ese poder.

Estas en la lista, ¿cuándo piensas comenzar a trabajar?

A estos doce los envió Jesús con las siguientes instrucciones: "No transiten por regiones de paganos ni entren en los pueblos de Samaria. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que está llegando el Reino de los cielos" (Mt 10, 5-6).

Pensándolo bien, ni los Jedi tienen misiones tan arriesgadas como las de un apóstol. Ni las espaditas laser, o el combatir el poder del lado oscuro es tan emocionante como experimentar el poder de ser apóstol. El poder de ser uno que realmente puede salvar a los demás.

Déjate ya de fantasías. Hay mucha gente necesitándote.

Propósito: usa tus poderes: rezar, entre otros.


martes, 7 de julio de 2020

Choco necio sin querer hablar

Presentaron a Jesús un hombre mudo poseído por un demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo comenzó a hablar. Y la gente decía maravillada: "Jamás se ha visto nada igual en Israel" (Mt 9, 32-33).

Un día, llevé a Choco al veterinario. El doctor batalló un rato hasta que descubrió la causa de los males de mi perro. Se había comido una bolsa plástica. Qué fácil habría sido todo si Choco hubiera podido hablar. Ahora pienso en la dificultad que ha de encontrar el sacerdote para ayudarme en la dirección espiritual si yo no hablo con sencillez de lo que me pasa. A veces uno calla por vergüenza, otras por no ver que hay cosas que hacen daño y que es bueno conversarlas.

Dile a Jesús de corazón que te ayude a hablar en la dirección espiritual justamente de eso que necesitas cambiar o mejorar.

Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen por tanto al dueño de la cosecha que envíe obreros a recogerla" (Mt 9, 36-37).

Hay mucha gente a la que hay que curar. Algunos aún están como mi pobre Choco, no saben decir lo que les pasa, pero claramente algo no va bien en sus vidas. Es bonito pensar que hay gente que lo ha dejado todo para estar a nuestra disposición y ayudarnos. Gracias Jesús, por esas personas que lo dejan todo para ayudar a gente como yo.

¿No serás tú uno de esos obreros que Jesús espera en sus campos?

Propósito: no llevar una vida de perro.