lunes, 3 de mayo de 2021

Soy Templo de Dios

 

El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él (Jn 14, 21-22).
Jesús de mi alma, que me convenza que los mandamientos no son barreras, prohibiciones: “no mires, no toques, no pienses ¡que agobio!”. Los mandamientos me marcan el mejor camino para amar mucho en la tierra y después llegar hasta el Cielo. Que aprenda a cumplirlos con alegría y si no los cumplo irme a confesar.
No acostumbrarme a saltar las señales (Mandamientos).
Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él (Jn 14, 23).
Mi alma es una casa. Está limpia cuando vivo en Gracia, lleno de la fragancia y del Amor de Dios. En ella mora Dios. ¡Soy Templo de Dios!: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios es mi huésped. Está en mí mientras no lo expulse por el pecado grave. La llave está en mi mano. La casa es pobre, pero la Santísima Trinidad la embellece con su presencia. Hoy Dios mora en mí, en la eterni-dad yo moraré en Dios.
Termina considerando que eres “morada”, Templo de Dios.
Propósito: soy morada de Dios.

domingo, 2 de mayo de 2021

¡Saltad, gritad, vitoread!

 

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?» Él le contestó: «Si, Señor, tu sabes que te quiero» (Jn 21, 15-17).
Hace unos días la Iglesia celebró a San Pascual Bailón. Es uno de mis santos predilectos. Sobre todo por lo de Bailón. O ¿es qué para ser santo hay que tener la cara triste y aburrida? ¿Y Jesús, bailaba…? Pues claro que sí: primero entre los brazos amorosos de su madre mientras le dormía; después, en la plaza con sus amigos. Hemos tocado la flauta y no habéis bailado… y por último, en el Vía Crucis, tambaleándose, bien agarrado a la Cruz.
► Y yo, cuando bailo, ¿le dejo sitio a Dios?
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» (Jn 21, 19).
Aquella chica que sin buscarlo, en una encerrona de sus malas amigas, se vio metida en una pista de baile entre los brazos de un chico pulpo. Como este se arrimaba demasiado le dice: —Oye, ¿tú crees en Dios? —Pues, si, claro. —Pues vamos a dejarle sitio, ¿vale? Decía San Agustín que el que canta reza dos veces. ¿Y el que baila? Pues el que baila… ¡El que baila –afirmaba Juan Pablo II– reza tres veces! Pedid lo que queráis y se os concederá.
► ¿Me divierto dejándole siempre sitio a Jesús?
Propósito: bailar al Niño Jesús.

sábado, 1 de mayo de 2021

San José Artesano. ¿De dónde saca todo esto?

 ¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? ¿No es éste el hijo del artesano? ¿No se llama su madre María? (Mt 13, 54-55).

Jesús, hoy comienza el mes de mayo, el mes de tu Madre, el mes de María. Si te parece bien, Jesús mío, durante estos treinta días en mis ratos de oración me dirigiré a Ti por medio de María Santísima. Y le quiero pedir a la Virgen que me enseñe y me ayude a tratar bien aJesús. Que este mes de mayo, la Virgen me ayude a ser verdaderamente amigo de Jesús.
Una excelente manera de ganar en amistad con Jesús es por medio del Rosario. ¿Lo rezas?
Se quedaron asombrados de su doctrina (Mc 1, 22).
Jesús, quiero preguntarte: ¿Quién te enseñó a caminar? ¿Y a comer? —La Virgen María. ¿Quién te enseñó a nadar? ¿Quién te enseñó a montar en burro? —San José. ¿Quién te enseñó a leer? ¿Y a escribir? ¿Y a sumar y a restar? —El Rabino. De acuerdo, pero aquí hay algo más… También San Mateo se dio cuenta: La gente decía admira- da: —¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? (…) Entonces, ¿de dónde saca todo eso? (Mt 13, 54). La pregunta del millón Jesús, ¿de dónde sacabas toda eso, toda esa sabiduría? —De mi Padre Amado. Jesús, del amor al Padre te venía no solo la Sabiduría, sino también el Amor y la Misericordia y el Perdón y tantas otras cosas más...
Intenta hablar un rato con Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo.
Propósito: aprender a rezar el Rosario.

martes, 13 de abril de 2021

Reina del Cielo, ruega por nosotros

 

Si os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara de cosas celestiales? (Jn 3, 12).

Háblame, Jesús, del Cielo. Muéstrame, Señor, el lugar que me has pre­parado. ¿Cómo es?, ¿qué haremos?, ¿dónde está?, ¿será divertido?, ¿se juega al fútbol?, Perdona mis preguntas tan tontas. Pero ya ves, Señor, así somos los humanos. San Josemaría nos dice: Si el Amor, aún el amor humano, da tantos consuelos aquí, ¿qué será el Amor en el Cielo? (Camino 428).

Imagínate el Cielo y pásmate con la belleza de la Reina del Cielo: María.

Pues nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del Hombre (Jn 3, 13).

Jesús, Tú has bajado del Cielo. Ahí está tu Padre y tanta gente. ¿Cómo es el Cielo? El Cielo es siempre nuevo, siempre distinto, sin cansancio y sin empalago. Es toda la luz y el color, es la música y la dulzura, es alegría que nadie me puede quitar. El cielo es AMOR. Un amor que no se oxida, un amor limpio que fascina, embellece, que es siempre como la primera vez. Y sobre todo, en el Cielo estaré contigo, Jesús de mi alma, para siempre. Allí, junto a María la Reina, toda hermosura… en el Cielo, junto a los Ángeles, junto a millones de almas buenas, eternamente felices… para siempre, para siempre.

Dile a Jesús que, con su ayuda, quieres ir al Cielo y terminas.

Propósito: ir al cielo, pero sin escalas (Purgatorio).

lunes, 12 de abril de 2021

Me esperaba quien yo sabía, en donde nadie parecía

 

“Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche” (Jn 3, 1).

Jesús, a Nicodemo le gustaba la noche, como a mí que soy bastan-te noctámbulo y bastante Nicodemo… Me encanta la magia de la noche dónde todo es posible. Y cuando a otros les da por irse de parranda, (virrée) yo, a veces voy a verte de noche, a la Adoración Perpetua, como Nicodemo, y te adoro. ¡Desvelándome contigo arre­glando el mundo…! Nadie te interrumpe, el silencio es más profundo, me hablas más cerca del corazón. Hay que hacer horas extras, me dices: por los que no rezan, por los que no creen, por los que no te conocen.

Dile que no piensas perder oportunidad de hacer Vela nocturna.

“El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3, 8).

San Juan de la Cruz es otro Nicodemo y nos cuenta sus parrandas En una noche os¬cura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡Oh dichosa ventura! / salí sin ser notada, / estando ya mi casa sosegada. // En la noche dichosa / en secreto que nadie veía / ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía, / sino la que en el corazón ardía. // Esta me guiaba / más cierto que la luz del mediodía, / donde me esperaba / quien yo bien me sabía, / en parte donde nadie parecía.

Sácale juguillo a la poesía de San Juan. Dice mucho….

Propósito: ser Nicodemo, y apuntarme a la próxima Vela.

domingo, 11 de abril de 2021

Domingo de la Divina Misericordia. Señor mío y Dios mío

 

Tomás, uno de los Doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús (Jn 20, 19).

Jesús, ¿y dónde estaba Tomás? Siempre me ha parecido un misterio: ¿Qué estaría haciendo? ¿Dónde se habría metido? Está claro que, en ese momento, su sitio era estar con la Virgen Santísima y los apóstoles. Ese día se despistó, hizo su plan: yo, a lo mío… Jesús, yo como Tomás, tantas veces a lo mío, a mis planes, a mis gustos, a mi TV, a mi egoís­mo. Jesús, rompe mi egoísmo. Que esté con los demás. Que me sienta miembro de tu familia la Iglesia y hermano de todos los hombres. Dame un corazón grande como el tuyo.

Concreta cómo romper tu egoísmo… decídete a meterte en una catequesis, hacer visitas a pobres, ayudar más en tu casa, etc.

(…) no estaba con ellos cuando vino Jesús (Jn 20, 19).

Tomás volvió triste, melancólico y desesperanzado. ¡Hemos visto al Señor! (Jn 20, 25). No se lo podía creer, no lo quería creer. Si no veo la señal de los clavos…, y si no meto mi dedo en esa señal…, y mi mano en su costado, no creeré (Jn 20, 25). ¡Qué bruto eres Tomás! Es el egoís­mo y la desconfianza lo que nos impide ver a Jesús, lo que nos lleva a criticar y a ver intenciones torcidas. A los ocho días (…) se presentó en medio (Jn 20, 26). Tomás, el incrédulo, por fin vuelve con los suyos. Son las heridas de Cristo lo que le convence: ¡Señor mío y Dios mío! Y yo, ¿ya he vuelto? Me espera Jesús para que sea foco encendido y dé mucha luz a los demás.

Repite muchas veces: ¡Señor mío y Dios mío!

Propósito: pedirle que me aumente la FE.

sábado, 10 de abril de 2021

Alégrate Reina del Cielo

 

Habiendo resucitado, al amanecer del primer día de la sema­na, se apareció, en primer lugar, a María Magdalena (Mc 16, 9).

Lo siento Marcos, pero nos has confundido. ¡Aquí falta algo!.. Por no de­cirnos lo evidente: que Jesús se apareció en primer lugar a su Santísima Madre, nos has dejado confundidos. ¡No iba a ser de otra manera!: María, la Madre de Jesús, esperaba el amanecer del domingo con fe, esperanza y amor. ¡Madre!, le dijo Jesús, ten fe porque al tercer día vol­veré, al tercer día resucitaré. María lo sabe y pasa toda la noche en oración.

Hoy, acompaña también a la Virgen. Dile lo mucho que tú también quieres a Jesús.

Habiendo resucitado, al amanecer del primer día de la sema­na (Mc 16, 9)

La luna ya se ha ocultado. Un rayo de luz penetra en la habitación. Nace el nuevo sol con más alegría que nunca: ¡Es el Domingo de Resurrección, el Día del Señor! María está despierta, en espera. Con las primeras luces, una voz inconfundible: —¡Madre!, —¡Hijo mío!, Jesús mío. María cae de rodillas y Jesús la levanta y la abraza. Los Ángeles, que contemplan emo­cionados la escena, no pueden contenerse ya más y cantan a pleno pulmón: Alégrate, Reina del Cielo, aleluya / Porque el que merecis­te llevar en tu seno; aleluya / Ha resucitado, según predijo; aleluya / Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya / Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

Sigue saboreando el Regina Coeli como si fuera un caramelo.

Propósito: rezar el Regina Coeli.

Regina Coeli

V. Alégrate, Reina del cielo; aleluya,

R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

V. Ha resucitado, según predijo; aleluya,

R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya.

V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya,

R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

V. Oración: Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el goce de la vida eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.

R. Amén.