lunes, 3 de mayo de 2021
Soy Templo de Dios
domingo, 2 de mayo de 2021
¡Saltad, gritad, vitoread!
sábado, 1 de mayo de 2021
San José Artesano. ¿De dónde saca todo esto?
¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? ¿No es éste el hijo del artesano? ¿No se llama su madre María? (Mt 13, 54-55).
martes, 13 de abril de 2021
Reina del Cielo, ruega por nosotros
Si
os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara
de cosas celestiales? (Jn 3, 12).
Háblame,
Jesús, del Cielo. Muéstrame, Señor, el lugar que me has preparado. ¿Cómo es?,
¿qué haremos?, ¿dónde está?, ¿será divertido?, ¿se juega al fútbol?, Perdona
mis preguntas tan tontas. Pero ya ves, Señor, así somos los humanos. San
Josemaría nos dice: Si el Amor, aún el amor humano, da tantos consuelos aquí,
¿qué será el Amor en el Cielo? (Camino 428).
Imagínate
el Cielo y pásmate con la belleza de la Reina del Cielo: María.
Pues
nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del Hombre (Jn 3,
13).
Jesús,
Tú has bajado del Cielo. Ahí está tu Padre y tanta gente. ¿Cómo es el Cielo? El
Cielo es siempre nuevo, siempre distinto, sin cansancio y sin empalago. Es toda
la luz y el color, es la música y la dulzura, es alegría que nadie me puede
quitar. El cielo es AMOR. Un amor que no se oxida, un amor limpio que fascina,
embellece, que es siempre como la primera vez. Y sobre todo, en el Cielo estaré
contigo, Jesús de mi alma, para siempre. Allí, junto a María la Reina, toda
hermosura… en el Cielo, junto a los Ángeles, junto a millones de almas buenas,
eternamente felices… para siempre, para siempre.
Dile
a Jesús que, con su ayuda, quieres ir al Cielo y terminas.
Propósito: ir al
cielo, pero sin escalas (Purgatorio).
lunes, 12 de abril de 2021
Me esperaba quien yo sabía, en donde nadie parecía
“Había
un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche” (Jn
3, 1).
Jesús,
a Nicodemo le gustaba la noche, como a mí que soy bastan-te noctámbulo y
bastante Nicodemo… Me encanta la magia de la noche dónde todo es posible. Y
cuando a otros les da por irse de parranda, (virrée) yo, a veces voy a verte de
noche, a la Adoración Perpetua, como Nicodemo, y te adoro. ¡Desvelándome contigo
arreglando el mundo…! Nadie te interrumpe, el silencio es más profundo, me
hablas más cerca del corazón. Hay que hacer horas extras, me dices: por los que
no rezan, por los que no creen, por los que no te conocen.
Dile
que no piensas perder oportunidad de hacer Vela nocturna.
“El
viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a
dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3, 8).
San
Juan de la Cruz es otro Nicodemo y nos cuenta sus parrandas En una noche
os¬cura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡Oh dichosa ventura! / salí sin
ser notada, / estando ya mi casa sosegada. // En la noche dichosa / en secreto
que nadie veía / ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía, / sino la que en el
corazón ardía. // Esta me guiaba / más cierto que la luz del mediodía, / donde
me esperaba / quien yo bien me sabía, / en parte donde nadie parecía.
Sácale
juguillo a la poesía de San Juan. Dice mucho….
Propósito: ser
Nicodemo, y apuntarme a la próxima Vela.
domingo, 11 de abril de 2021
Domingo de la Divina Misericordia. Señor mío y Dios mío
Tomás,
uno de los Doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús (Jn 20,
19).
Jesús,
¿y dónde estaba Tomás? Siempre me ha parecido un misterio: ¿Qué estaría
haciendo? ¿Dónde se habría metido? Está claro que, en ese momento, su sitio era
estar con la Virgen Santísima y los apóstoles. Ese día se despistó, hizo su
plan: yo, a lo mío… Jesús, yo como Tomás, tantas veces a lo mío, a mis planes,
a mis gustos, a mi TV, a mi egoísmo. Jesús, rompe mi egoísmo. Que esté con los
demás. Que me sienta miembro de tu familia la Iglesia y hermano de todos los
hombres. Dame un corazón grande como el tuyo.
Concreta
cómo romper tu egoísmo… decídete a meterte en una catequesis, hacer visitas a
pobres, ayudar más en tu casa, etc.
(…)
no estaba con ellos cuando vino Jesús (Jn 20, 19).
Tomás
volvió triste, melancólico y desesperanzado. ¡Hemos visto al Señor! (Jn 20,
25). No se lo podía creer, no lo quería creer. Si no veo la señal de los
clavos…, y si no meto mi dedo en esa señal…, y mi mano en su costado, no creeré
(Jn 20, 25). ¡Qué bruto eres Tomás! Es el egoísmo y la desconfianza lo que nos
impide ver a Jesús, lo que nos lleva a criticar y a ver intenciones torcidas. A
los ocho días (…) se presentó en medio (Jn 20, 26). Tomás, el incrédulo, por
fin vuelve con los suyos. Son las heridas de Cristo lo que le convence: ¡Señor
mío y Dios mío! Y yo, ¿ya he vuelto? Me espera Jesús para que sea foco
encendido y dé mucha luz a los demás.
Repite
muchas veces: ¡Señor mío y Dios mío!
Propósito: pedirle
que me aumente la FE.
sábado, 10 de abril de 2021
Alégrate Reina del Cielo
Habiendo
resucitado, al amanecer del primer día de la semana, se apareció, en primer
lugar, a María Magdalena (Mc 16, 9).
Lo
siento Marcos, pero nos has confundido. ¡Aquí falta algo!.. Por no decirnos lo
evidente: que Jesús se apareció en primer lugar a su Santísima Madre, nos has
dejado confundidos. ¡No iba a ser de otra manera!: María, la Madre de Jesús,
esperaba el amanecer del domingo con fe, esperanza y amor. ¡Madre!, le dijo
Jesús, ten fe porque al tercer día volveré, al tercer día resucitaré. María lo
sabe y pasa toda la noche en oración.
Hoy,
acompaña también a la Virgen. Dile lo mucho que tú también quieres a Jesús.
Habiendo
resucitado, al amanecer del primer día de la semana (Mc 16, 9)
La
luna ya se ha ocultado. Un rayo de luz penetra en la habitación. Nace el nuevo
sol con más alegría que nunca: ¡Es el Domingo de Resurrección, el Día del
Señor! María está despierta, en espera. Con las primeras luces, una voz
inconfundible: —¡Madre!, —¡Hijo mío!, Jesús mío. María cae de rodillas y Jesús
la levanta y la abraza. Los Ángeles, que contemplan emocionados la escena, no
pueden contenerse ya más y cantan a pleno pulmón: Alégrate, Reina del Cielo,
aleluya / Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya / Ha resucitado,
según predijo; aleluya / Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya / Porque ha
resucitado Dios verdaderamente; aleluya.
Sigue
saboreando el Regina Coeli como si fuera un caramelo.
Propósito: rezar el
Regina Coeli.
Regina
Coeli
V. Alégrate, Reina del cielo; aleluya,
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
V. Ha resucitado, según predijo; aleluya,
R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya,
R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.
V. Oración: Oh Dios, que por la resurrección de tu
Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo,
concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el goce de la vida
eterna. Por el mismo Cristo Nuestro Señor.
R. Amén.