lunes, 31 de octubre de 2016

Hoy invita la casa

Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado (Lc 14, 12-13).
Jesús, a mí, lo que de verdad me cuesta, es invitar a bocadillo, sobre todo cuando es de jamón: ¡me encanta! En los recreos los de mi clase, como moscas, zumban a mi alrededor: —me das…—sólo un poco… —¡porfa…! Y yo les intento explicar que hay que ser hermanos pero no primos, pero al final siempre acabo cediendo y les invito. Jesús, ayúda­me a ser más generoso desde el principio, a ser como Tú.
¿A qué me cuesta invitar?: bocadillo, chuches, mi tiempo, mi amistad...
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos, ciegos: dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos (Lc 14, 14).
Aquel chico fue sorprendido mientras se comía el bocadillo en el orato­rio, muy cerca del Sagrario: —Pero niño, en el oratorio no se come… —Es que Jesús es mi mejor amigo… ¡es el único que no me pide! Jesús, Tú sí que eres mi mejor amigo, el gran Amigo: siempre me invitas, y te das del todo; te como a besos en cada Comunión.
Hago el propósito de invitar a mis amigos a que me acompañen a Misa.

Propósito: invitar más.

domingo, 30 de octubre de 2016

En Dios, mirar es amar

Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo (Lc 19, 2-4).
Fui a visitar a mi tía Carmelita Descalza y mientras llegaba, —ya se sabe, esperando la eternidad no se tiene prisa—, mi vista tropezó, junto al torno con una frase de la Santa: En Dios, mirar es amar, me gustó. En el locu­torio se lo comenté y en seguida me respondió de carrerilla, como quien lo tiene bien experimentado. Mira, que te mira, mira que te mira; mira que te mira, mírale... Y es que para un alma contemplativa la mirada es muy importante: Contemplar es mirar y sentirse mirado (amado).
En la oración, mírale y déjate mirar… Porque mirar es amar.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: –Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa (Lc 19, 5-6).
La mirada amorosa se Jesús… El Papa Francisco, comentando este pa­saje: Zaqueo se adelantó, buscó la altura desde donde ver mejor, y se dejó mirar por el Señor. Sí, dejarse mirar por el Señor, dejarse impactar por el dolor propio y el de los demás; dejar que la pobreza y el fracaso nos quiten los prejuicios, (…) y que —de ese modo— podamos sentir la llamada: Zaqueo, baja en seguida (…). Lo mejor es dejar que el Zaqueo que hay dentro de cada uno de nosotros se deje mirar por el Señor y acepte la invitación a bajar.
Zaqueo se dejó mirar por el Señor ¿Y yo?

Propósito: mirar, dejarme mirar y luego, bajar.

sábado, 29 de octubre de 2016

No mates a nadie, hijo. Tu padre, Dios

Proponía a los invitados una parábola, al notar cómo iban eligiendo los primeros puestos, diciéndoles: Cuando seas invitado por alguien a una boda, no te sientes en el primer puesto (Lc 14, 7-8)
Oye, Jesús, ¡qué cosas tienen las madres! Fíjate, la mía dice, que le que más le gusta es la fruta pasada, la rabadilla del pollo y la cabeza del pescado... Yo, que la conozco desde mi más tierna infancia, empiezo a sospechar. Creo que la hace, no por gusto, sino para que yo y mis hermanos comamos lo mejor. Iban eligiendo los primeros puestos… y el mejor sitio en el carro, y el sillón más cómodo y el plátano en el postre, y jugar de delantero para marcar goles… ¡Qué vergüenza!
Dile a Jesús que a la hora de elegir pensarás siempre en los demás
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Lc 14, 11)
Jesús, que lejos están de Ti los creídos, los chulos, los perdona-vidas, los violentos, los dominantes, los… Jesús, que cerca están de Ti los sencillos, los sinceros, los mansos, los humildes, los niños. Todavía me acuerdo de una vez que iba en bici con la equipación completa, gafas y todo. En la parada de una fuente se acercó un niño pequeño con su bici de pati­netes. Se me quedó mirando y pregunto: —Oye, ¿tú eres de verdad? Me dio la risa pero pensé que en el fondo tenía razón aquel niño, yo iba de fantasma. Jesús, que ya no vaya más de fantasma por la vida
Jesús, humildad es andar en Verdad. ¿Soy de verdad o doy el pego?

Propósito: no ir de fantasma.

viernes, 28 de octubre de 2016

Santos Simón y Judas. Jesús, ¡Cuanta conmigo!

En aquellos días salió al monte a orar y pasó toda la noche en oración a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y de entre ellos eligió a doce, a los que denominó apóstoles (Lc 6, 12-13).
No eran los más guapos, ni los más inteligentes, ni los más fuertes, ni los más valientes... Eran eso, los elegidos por Jesús para ser sus amigos. Llamó a los que él quiso, (...) para que estuvieran con Él (Mc 3, 13-14). Jesús, a cada uno le llamas por su nombre y quizá también me llamas a mí.
Pregunta a Jesús si te necesita, por si acaso…
Simón, a quien también llamó Pedro, y a su hermano Andrés, a Santiago, a Juan, (…) a Santiago de Alfeo, a Simón, llama­do Zelotes, a Judas de Santiago y a Judas Iscariote, que fue el traidor Lc 6, 14-16
Hoy es la fiesta de dos de tus apóstoles Simón, llamado Zelotes, y Judas de Santiago, los últimos de la lista. Por no tener, no tienen ni fiesta propia. Son los último del colegio apostólico y los pobres deben conformarse hasta con compartir celebración. Es como cuando se hacen equipos, te dejan para el final y te meten en un lote: y esos dos para ti... No destacaron por sus condiciones: Simón el Cananeo no abrió la boca en todo el evangelio y a Judas Tadeo le tocó llevar el mismo nombre que el traidor. Eran talentos medios, muy normales, como yo. Pero el Señor al llamarlos, les transformó. Jesús, yo también soy un talento medio. Quiero ser tu apóstol.
Jesús, ¿te sirve un talento medio?

Propósito: estar atento a la llamada.

jueves, 27 de octubre de 2016

La gallina reúne a los pollitos bajo sus alas

Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte. Él contes­tó: «Id a decirle a ese zorro: Hoy y mañana seguiré curando» (Lc 13, 31).
Jesús, y ahora… Herodes. ¡Qué hombre más bruto! ¿Por qué permites que haya gente así? Por una frivolidad mandó degollar al Bautista, al ¡mayor nacido de mujer! Luego, en la Pasión se reirá de Ti, te ridiculizará vistiéndote con una túnica brillante, y toda su corte le seguirá la gracia. Es la carcajada cobarde de los miedosos. Le hizo muchas preguntas, pero Él nada le respondió (Lc 23,9). Tu silencio. Jesús, no puedes hablar ni con los frívolos, ni con los impuros, porque no pueden oírle. Antes tie­nen que limpiar su corazón.
Para escuchar a Jesús tengo que limpiar los conductos auditivos del alma.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a los pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido! (Lc 13, 34).
Jesús, ahora como entonces, te duele en el alma, te quejas, por la indiferencia de los hombres. Engendré hijos y los encumbré; ellos sin embargo me despreciaron. El Buey reconoce a su dueño; y el asno el pesebre de su amo pero Israel no me ha reconocido ni mi pueblo me ha comprendido (Isaías 1,2). Jesús, yo si quiero estar bajo tus alas, siempre contigo.
Lo que más duele es la indiferencia de los seres queridos.

Propósito: ser valiente.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Yo soy la puerta

Uno le preguntó: Señor, ¿serán pocos los que se salven? Jesús les dijo: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán (Lc 13, 22-24).
Jesús, menuda preguntita indiscreta o al menos impertinente. Al que la hizo habría que darle el premio del inoportuno y después caerle en avispas. Jesús, Tú has venido al mundo porque quieres que todos los hombres se salven (1 Tim 2,4), pero también cuentas con mi libertad: Muchos intentarán entrar y no podrán. Jesús, con tu ayuda yo quiero ser de esos que entran por la puerta estrecha.
Dile a Jesús que estás dispuesto a adelgazar para entrar por la estrecha.
Entrad por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición y son muchos los que entran por ella (Mt 7,13-14).
También nos lo cuenta San Mateo: junto a la puerta estrecha hay otra ancha que lleva a la perdición. Jesús, la única puerta que merece la pena eres Tú: Yo soy la puerta; si alguno entra a través de Mí, se sal­vará (Jn 10,9). Viviendo tu Vida en mi vida, a través de Ti, por la puerta estrecha.
Jesús, contigo entraré en el Cielo como los toreros: por la puerta grande.

Propósito: adelgazar.

martes, 25 de octubre de 2016

¿Mostaza o ketchup?

En aquel tiempo, Jesús decía: ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mosta­za que un hombre toma (Lc 13, 18)
Jesús, eso del grano de mostaza me suena a hamburguesa con mos­taza, pepinillo y mucho ketchup. Ya sabes lo mucho que me gustan las hamburguesas, sobre todo la Whooper con patatas fritas ¡Me vuelven loco! El reino de Dios (...) Se parece a un grano de mostaza… Jesús yo me imagino el Cielo como una gran Burger o un Mc Donald’s, pero baratísimo, rodeado de las personas a las que más quiero: mis padres, mis amigos y sobre todo, contigo. ¡Qué bien se está contigo! ¡Qué nun­ca te deje!
Imagínate como es el Cielo. Quizá prefieras imaginarte una pizzería.
Y añadió: –¿A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta (Lc13, 21).
Y en el Cielo, además, me encontraré con tu Madre santísima, la Virgen Santísima. Como es una gran repostera nos preparará postres exquisitos. Pedirá la colaboración de los bienaventurados para hacer huesitos de santos, y a los ángeles para elaborar pasteles de cabello de ángel... Jesús, ¡Qué bien se estará contigo en el Cielo! Jesús, ¡Qué bien se está contigo en la tierra!
Pide a Jesús que tu vivir en la tierra sea ya un anticipo de lo que te encontrarás en el cielo

Propósito: ir al cielo.

lunes, 24 de octubre de 2016

Los limpios de corazón verán a Dios

Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar (Lc13,11).
¡Pobre mujer! ¡18 años así, sin poder mirar hacia arriba, sin poder mirar a Dios, al Cielo! Jesús, que pena. Yo también encuentro gente, amigos, compañeros, que son como los cerditos, van siempre con la vista ga­cha mirando cochinadas, buscando porquerías en la tele, en revistas, en internet... Andan encorvados sin poder enderezarse. Quieren pero no pueden. Pobrecitos. Aunque lo intentan no son capaces de mirar arriba, son esclavos de sus vicios, de sus desórdenes, quizá desde hace años.
Pide la virtud de la Sta Pureza para ti y para las personas queridas
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: –Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Le impuso las manos, y enseguida se puso de­recha.
Ella sola no podía. No lograba enderezarse. Necesitaba de la ayuda de Jesús, de su gracia. La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad (Camino 118). Jesús, cuando soy humilde, cuando me dejo ayudar, cuando acudo a la confesión siempre que haga falta, es cuan­do me enderezo. Es entonces cuando ya puedo mirar arriba y verte: Bienaventurados los limpios de corazón porque verán a Dios... Le im­puso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.
Repite muchas veces: Dame, Señor, la Sta Pureza.

Propósito: no ser cerdito

domingo, 23 de octubre de 2016

Negociad mientras vuelvo…

Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguir­se el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez talentos (Lc 19, 12-13).
Jesús, me recuerdas a mi mamá, que es un poco pesada, pero en el fondo es una santa. La pobre no hace más que repetirme aquello de los talentos, sobre todo cuando llegan las notas: —que si no me esfuer­zo lo suficiente, —que si yo quisiera, —que si los sacrificios que hacen para que no me falte de nada... Lo peor es que tiene toda la razón del mundo: ¡Tengo talento! Jesús, me has dado tantos talentos: simpatía, inteligencia, regate, buen humor… ¡algo tendré que hacer! ¿No?
Habla con Jesús. Dile que pones todo tu talento a su servicio.
Repartió diez talentos, diciéndoles: Negociad mientras vuelvo (Lc19,13)
El Negociad mientras vuelvo me suena al cartel que a veces pone el peluquero en la puerta: Enseguida vuelvo; estoy almorzando. Jesús, me has dado un tiempo limitado. No sé cuánto durará mi vida: 100 años, 2 meses, un día más… Si sé que un día regresarás y te pondrás muy con­tento por el buen negocio que has hecho conmigo y me dirás: Muy bien siervo bueno y fiel… (Lc 19,17).
Me esforzaré a tope para rentabilizar mis talentos.

Propósito: esforzarme a tope

sábado, 22 de octubre de 2016

Un Dios que no se entiende, porque sabe más

Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofre­cían. Jesús les contestó: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque acabaron así? (…) Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé (Lc 13, 1-2.4).
Jesús, me da alegría comprobar que estabas al día. Aquello de la torre y lo de los galileos asesinados era el tema de conversación de todos los corrillos. No estabas al margen de los acontecimientos de tus contem­poráneos, como ahora tampoco estás al margen de lo que sucede: la liga del fútbol, la moda…
Comenta con Jesús la noticia del día, lo que más te haya impresionado; también puede ser de fútbol.
¿Pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no (Lc 13, 4).
Jesús, ¿por qué existe el mal? ¿Por qué mueren niños inocentes? Si eres todopoderoso, ¿por qué no nos ahorras tanto sufrimiento, tanto dolor?... Es un misterio. La explicación debe ser parecida, digo yo, a cuando lle­vamos a mi hermano al pediatra. Nada más ver la bata blanca se pone a llorar pues sabe lo que le espera: ¡otra vacuna! Por mucho que se le diga que el médico es bueno, no lo entiende. No lo puede entender. ¿No será, Jesús, que de vez en cuando me pones una vacuna?
Jesús, que no te eche la culpa de todo lo malo que pasa.

Propósito: leer el periódico.

viernes, 21 de octubre de 2016

Al mal tiempo, buena cara

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: «Chaparrón te­nemos», y así sucede. Cuando sopla el sur decís: «Va a hacer bochorno», y lo hace (Lc 12, 54-55).
Jesús, eres un experto, lo haces mejor que el hombre del tiempo de la tele… Jesús, también en mi alma la climatología es variable y según los días me encuentro con chaparrones, tormentas, a veces huracanes, otras veces tiempos de bochorno, de aridez... ¡tengo de todo! Los cha­parrones son las lluvias de gracia que habitualmente me concedes: la paz, la alegría de saberme hijo de Dios, sentir tu cercanía. Pero cuando llegan las tormentas de las tentaciones o se desatan los huracanes de mis pasiones me asusto. ¿Por qué lo permites? ¿No me arrastrará la fuerza del viento? ¿No me perderé? Tampoco me gustan nada los tiempos de sequía y de aridez. Son momentos en los que mi alma está más seca y pienso que eso de rezar no vale para nada.
Dile: al mal tiempo buena cara y al buen tiempo, mejor cara.
Si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? (Lc 12, 56).
Jesús, perfecto Dios y perfecto Hombre. Eres el Hombre del tiempo, pero sobre todo también Dios del tiempo y en cada momento envías a mi alma lo que más le conviene, aunque yo no lo entienda.
Pídele que tu ánimo no dependa de la climatología interior.

Propósito: siempre de buen humor

jueves, 20 de octubre de 2016

¡Fuego he venido a traer a la tierra!

Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda? (Lc 12, 49-53).
San Josemaría al meditar estas palabras escribía: Aún resuena en el mundo aquel grito divino: «Fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que se encienda?» -Y ya ves: casi todo está apagado... ¿No te animas a propagar el incendio? (Camino 801). Jesús, qué pena. Sitios, familias, personas, donde antes ardía el Fuego de tu Amor... ahora están apagados, fríos o, lo que es peor, templaditos, entibiados. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Y así, porque eres tibio, y no caliente ni frío, voy a vo­mitarte de mi boca (Apoc 3, 16-17). Jesús que me entere de una vez: ser cristiano supone amar ardientemente a Dios y a los demás, supone propagar el incendio.
¿Estoy tibio?... Consulta Camino 331.
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres. (...) Se dividirán el padre contra el hijo.
Jesús, nunca pensé que esto del 3+2 o 2+3 fuera tan evangélico. Tres contra dos y dos contra tres... Ahora, ya sin bromas, te pido, Jesús, por mi familia. Cuando me entero de familias que se rompen sufro mucho y pienso en la mía. Jesús, que en mi familia nunca haya divisiones; que mis padres se quieran de verdad; que se sepan perdonar; que yo sea buen hijo, buen hermano; que también sepa perdonar.
Rezar a diario por mi familia.
Propósito: consultar nº 311 de Camino, por si acaso.

¡La guerra! —La guerra tiene una finalidad sobrenatural —me dices— desconocida para el mundo: la guerra ha sido para nosotros...
—La guerra es el obstáculo máximo del camino fácil. —Pero tendremos, al final, que amarla, como el religioso debe amar sus disciplinas.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Soy Templo del Espíritu Santo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete (Lc 12, 39-48).
Mi alma es una casa, pero no es una casa cualquiera, es el Templo del Espíritu Santo. Jesús, que además de habitante eres el arquitecto y el de­corador; has enriquecido mi alma con la Fe, con preciosas colecciones de virtudes, con los dones del Espíritu Santo... Los ladrones, que lo saben, merodean por los alrededores buscando por dónde entrar. Lo intentan a través de los ojos por medio de imágenes sucias; a través de los oídos cuando admito críticas o marujeos; a través de la boca cuando hablo mal de alguien. Lo intentan pero no lo consiguen, porque el dueño de la casa está vigilante. Jesús, nunca robarán lo que te pertenece.
La mejor compañía de seguridad: la ayuda de tu Ángel Custodio.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá (Lc 12,48).
Vida, salud, familia, Mp3, abuelos, colegio, play station, dos piernas, amigos, regate, mi perro, simpatía, tu Madre Santísima... tantas cosas. Jesús, me has dado tantas cosas solo por mi cara bonita, hasta la cara bonita. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá. Y yo ¿Qué te doy?: mi ratito de oración, mi tiempo de estudio, mi ayuda en casa... ¿Qué más, Jesús? ¿Qué más te puedo dar?
Pregunta a Jesús que más le puedes dar…

Propósito: mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón.

martes, 18 de octubre de 2016

San Lucas. María guardaba estas cosas en su corazón

Ya que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, si­guiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fue­ron testigos oculares (Lc 1,1-3).
Jesús, San Lucas es un ¡crack! Es un hombre concienzudo, acostum­brado a ir hasta el fondo de las cuestiones. No en vano es médico, el Médico amado le llama cariñosamente San Pablo. Sus historias clínicas debían ser exhaustivas: ¿Alergias? ¿Pasó la rubeola?... Pero sobre todo Lucas es el Evangelista de la infancia de Jesús. Seguro que pasó largas horas escuchando a la mejor testigo ocular, María: —¿Y cómo fue lo del Ángel?... ¿Y entonces qué te dijo tu prima?... ¿Y lo de los Magos?... ¿Y qué es lo que guardabas en tu corazón?…
Como Lucas haz tú una entrevista a María: ¡cuéntaselo todo!
Yo también, después de comprobarlo todo exactamente des­de el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido (Lc 5,20).
Venga Pe-Lucas, le diría la Virgen, deja de comprobarlo todo exacta­mente y com-prueba lo rico que me ha salido este pan. A ver, ¿qué te ha inspirado hoy el Espíritu Santo? Y el listo de Lucas leyó: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo… (Lc 1,28). Y Ella se volvió a turbar al oír esas palabras.
Recuerda a María los momentos bonitos de su vida y terminas.

Propósito: contratar al Dr. Lucas como médico de mi familia.

lunes, 17 de octubre de 2016

Dónde está tu tesoro, allí estará tu corazón

Un hombre rico tuvo una gran cosecha. (...) Y se dijo a sí mis­mo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida» (Lc 12, 16.19).
Jesús, el papá de mi amigo tiene un carrazo, un BMW último modelo. Cuando lo lava, utiliza botellas de agua mineral para, dice él, no rayar la pintura. Creo que se pasa un pelín. Lo que en el fondo le pasa es que en él se cumple aquello de Donde está tu tesoro allí estará tu corazón. Por eso me recuerda al hombre de la parábola. Se ha hecho esclavo de sus bienes y aunque se diga túmbate, come, bebe y date buena vida, no es capaz, pues siempre querrá tener más y más y más… ¡Qué agobio!
No dejarme esclavizar por los videojuegos, internet, móvil y demás.
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?» Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios (Lc 12,20).
Como aquella señora sorda que preguntó en el funeral si el difunto había dejado mucho... —Todo, señora; lo ha dejado todo. Y entonces ¿de qué sirve acumular tantas riquezas? Jesús, solo merece la pena invertir en Bonos del Tesoro, pero del Tesoro en el Reino de los Cielos Amontonad en cambio tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre co­rroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón (Mt 6, 20-21). ¡Merece la pena!
Jesús, te nombro mi asesor financiero. ¡Máxima rentabilidad!

Propósito: no ser tan angustias.

domingo, 16 de octubre de 2016

sábado, 15 de octubre de 2016

Sta. Teresa. Determinada determinación

Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has es­condido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla (Mt, 11,25-26).
Jesús, hoy celebramos a una gran Santa: Teresa de Ti, Tu Teresa; Sta Teresa de Ávila o mejor, Sta Teresa de Jesús, que me gusta más. Es por aquella aparición que tuvo al pie de las escaleras del Convento de la Encarnación en Ávila. Bajaba la Santa y se encontró con un niño que le pregunta: ¿Tú quién eres? Yo Teresa de Jesús; ¿Y tú? Yo Jesús de Teresa.
Dile a Jesús que tú también, como Sta. Teresa, quieres ser suyo.
Sí, Padre, así te ha parecido mejor (Mt, 11,26).
De la boca de los niños y de los santos salen grandes verdades; Sta. Teresa tenía una boca grande: Importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, ven­ga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría» (Camino de per­fección, cap. 21, 2).
Pide a Jesús una determinada determinación de no parar hasta llegar.

Propósito: hacerme amigo de los amigos de Jesús, de Sta. Teresa.

viernes, 14 de octubre de 2016

No tengáis miedo

A vosotros, amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer nada más (Lc 12, 4).
Jesús, a mí, lo que más miedo me da, son las arañas, los tiburones, los perros grandes y la oscuridad. Me pasa como aquel niño pequeño al que preguntan: —¿Ya rezas?; —Sí, por la noche. —¿Y por la mañana no? —No; por la mañana no tengo miedo... También me da miedo perder a los amigos, aplazarme… Soy un miedoso. ¿Sabes lo que hago cuando tengo miedo?: me agarro fuerte de la mano de mis papás y se me pasa. Jesús, esto lo he aprendido de Ti: cuando en el Huerto de los Olivos sen­tías aquella angustia, aquel miedo tan terrible, entonces acudiste a tu Padre: ¡Abba, Padre! Le llamabas papá, papaíto y se te pasó el miedo.
Y a ti ¿qué te da miedo? Díselo a Jesús. Es el mejor quitamiedos.
¡Soy yo, no tengáis miedo! (Mc 6, 46).
Jesús, perdona la tontería, pero a veces… te tengo miedo. Me pasa como a los apóstoles en medio de la tormenta del lago cuando anda­bas sobre las aguas. Te confundieron con un fantasma y se pusieron a gritar. Por eso nos decia el Papa Benedito XVI: —¡No tengáis de miedo de Cristo! ¡Él no quita nada y lo da todo! ¿Te imaginas un hambriento con miedo a comer, o un sediento con miedo a beber, o un enfermo con miedo a tomar la medicina? Pues eso. Deja que Jesús suba a tu bar­ca y no hay tempestad que se le resista. Jesús, ¡que no tenga miedo!, ¡qué solo tenga miedo a perderte!
Dile a Jesús que te quite el miedo.

Propósito: ser más valiente. 

jueves, 13 de octubre de 2016

Las llaves del saber

¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas, después que vuestros padres los mataron! (Lc 11, 47).
Jesús, vaya lindezas les decías a tus contemporáneos. No te dejabas llevar por lo políticamente correcto. Me recuerda aquella vez en que San Juan Pablo II, al poco de ser elegido Papa, viajó a París. Tenía previsto recibir a un grupo multitudinario de jóvenes. Allí estaban también obis­pos, cardenales, etc. Después de los aplausos iniciales, el Papa empezó un discurso, con la voz que tenía entonces… En un momento dado, sin venir a cuento los jóvenes le interrumpieron con voces y aplausos: —¡Viva el Papa! El Santo Padre les cortó con fuerza: —¡Basta! ¡Callaos! Se hizo un silencio increíble. En voz baja un obispo murmuró: —Esto es el fin. Después, todos, rompieron en una carcajada imponente, una carca­jada liberadora, a la que siguieron nuevos aplausos. Desde 1968 nadie había osado, ni en privado ni en público, decir no, hacer callar a los jóvenes. Aquellos chicos se percataron que el Papa nada tenía que ver con la superficialidad a la que estaban acostumbrados.
Jesús, ayúdame a ser políticamente incorrecto y a dejarme exigir.
¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con las llaves del saber! (Lc 11, 52).
De broma, uno comenzó a tararear: ♫ Dónde están las llaves, matarile rile rile…♫ Y todos miraron con sospecha a San Pedro. —¡Que no os en­teráis de nada! gruñó Simón Pedro. —Son otras llaves, no la de los Cielos, sino las llaves del saber. Pero acaso ¿no son las mismas?
Jesús te pido por los catequistas, profesores ¡Qué responsabilidad!

Propósito: conseguir copia de esas llaves.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Virgen del Pilar, ruega por nosotros

El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.
Cuando los Apóstoles se repartieron el mundo entonces conocido, al Apóstol Santiago le tocó en suerte el sitio más lejano, el fin del mundo: Finis Terrae. El pobre Apóstol, desanimado, lloroso, repetía a orillas del Ebro: —¡Qué brutos son los hispanos, pero qué brutos…! No hay manera; si lo sé, no vengo. Y en esto, recibe la visita de la Virgen, que desde lo alto de un pilar, de una columna —la Virgen del Pilar—, le anima: —Hijo del Trueno, sigue, no te canses de mis hijos hispanos; que lo que tienen de brutos lo tienen de buenos. —Bien, seguiré solo un poco más, dijo Santiago el Mayor. Y por eso estamos aquí tú y yo, muy brutos, pero en el fondo muy buenos...
Dale las gracias al Apóstol y proponte ser algo menos bruto.
Pero Él replicó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 27-28).
Hoy es la fiesta de la Virgen del Pilar. Se ha organizado un concurso Open de piropos a nuestra Madre. El 1º participante es el mismísimo Arcángel San Gabriel: Llena eres de Gracia, el Señor es contigo (Bastante bien). Sta. Isabel: Bendita Tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vien­tre (Muy bien). Pero el ganador es Jesús: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan.
Participa en el Open por el 2º premio con tus piropos preferidos.

Propósito: Decirle piropos a la Virgen

martes, 11 de octubre de 2016

Tú eres el Hijo de Dios

Cierto fariseo le rogó que comiera en su casa. El fariseo se que­dó extrañado al ver que Jesús no se había lavado (Lc 11,38)
Aquel hombre, el fariseo no podía ser amigo de Jesús. Se dejó llevar por las apariencias, por las primeras impresiones, por la crítica. Pero lo peor era que juzgaba las intenciones, era falso. El apóstol Bartolomé alias Natanael, al principio también se dejó llevar por las primeras im­presiones: —¿De Nazaret puede salir algo bueno? (Jn 1,46). Pero no era retorcido, complicado interiormente. Reconoció su error y se ganó los elogios de Jesús: —Aquí tenéis un verdadero israelita en quien no hay doblez (Jn 1, 47). Jesús ¿Cómo soy yo por dentro? ¿Tengo doblez? ¿Por qué juzgo tanto? Ayúdame a no ser falso, hipócrita, murmurador, y a saber rectificar cuando meta la pata.
Jesús, dame tus ojos para saber mirar.
El Señor le dijo: Así que vosotros, los fariseos, purificáis por fue­ra la copa y el plato, pero vuestro interior está lleno de rapiña y maldad”. (Lc 11,39)
Jesús, que bien conoces los corazones, no te quedas con los hechos, con las puras apariencias. Le contestó Natanael: —¿De qué me cono­ces? —Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi (Jn 1,48). Me ves y te llenas de alegría porque encuentras un corazón limpio, sin maldad. Un corazón con ventrículos y sobre todo con aurículas, para oírte mejor en estéreo (aurícula derecha e izquierda).
Invita a Jesús a conocer tu corazón y que te hable por las aurículas.

Propósito: Martes y 13 ni te cases ni te embarques.

lunes, 10 de octubre de 2016

De perdidos al río… al retiro

Habiéndose reunido una gran muchedumbre, comenzó a de­cir: Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás (Lc 11, 29-32).
Jesús, que bonita la historia de tu gran amigo Jonás. Era lo que ahora llamamos un profeta menor, no por la altura, ni por peso, sino porque escribió poco. El caso es que escapando de cumplir la voluntad de Dios, —como yo, a veces— fue engullido por un pez enorme. Allí dentro, un sitio calentito, tranquilo, silencioso hizo su curso de retiro de 3 días. Se dio cuenta de lo mucho que Dios le quería. Volvió cambiado, irreconocible, feliz. Se puso a hacer apostolado y convirtió a toda la ciudad: Nínive. Jesús, ¡qué estupendos son los retiros! ¡Cómo me ayudan!
Repasa los propósitos del último retiro ¿Cuándo haré mi retiro este año?
La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hom­bres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los extremos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón (Lc 11, 29-32).
La Reina de Saba y Salomón y los Reyes Magos y Moisés y los once her­manos de José, y la Burra de Balaám, y Noé y la hija de Jairo y Abrahám y Jonás y la Magdalena, y… tantos personajes bíblicos, me tienen en­vidia ¿Por qué? Por poderte recibir en la Eucaristía Jesús mío. ¿Me doy cuenta? ¿Lo aprovecho? ¿Lo valoro? Pide ayuda a San José.
Reza la oración: ¡Oh feliz varón, bienaventurado José, a quien le fue concedido no sólo ver y oír al Dios, a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo!
V. Ruega por nosotros, bienaventurado José.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oración: Oh Dios, que nos concediste el sacerdocio real; te pedimos que, así como san José mereció tratar y llevar en sus brazos con cariño a tu Hijo unigénito, nacido de la Virgen María, hagas que nosotros te sirvamos con corazón limpio y buenas obras, de modo que hoy recibamos dignamente el sacrosanto cuerpo y sangre de tu Hijo, y en la vida futura merezcamos alcanzar el premio eterno. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Propósito: Apuntarme al próximo curso de retiro…

domingo, 9 de octubre de 2016

Id a los sacerdotes

Vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: –Jesús, maestro, ten compasión (Lc 17, 11-13).
Hoy apenas hay lepra y además es una enfermedad que se cura. Pero entonces era algo terrible que desfiguraba el rostro: se quedaban, poco a poco, sin nariz, sin orejas, sin labios, sin párpados... La gente, al ver leprosos huían asqueados. Pero Jesús no. Jesús, Tú les acoges, les to­cas: Al verlos, les dijo: –Id a presentaros a los sacerdotes. Jesús, los pecados, mis pecados son como lepra en el alma. La imagen de Dios que llevo dentro se va desfigurando. Id a los sacerdotes, me dices y es ahí donde te encuentro y me limpias: Y mientras iban de camino, quedaron limpios.
¿Tengo concretado un día y una hora fija a la semana para confesarme?
Uno de ellos, (...) se volvió alabando a Dios. (…) ¿No han queda­do limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están? (Lc 17, 15-17)
Jesús, echas en falta el agradecimiento de los otros nueve. Por eso: Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. —Porque te da esto y lo otro. —Porque te han despreciado. —Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. —Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta (…). Dale gracias por todo, porque todo es bueno (Camino, n. 268).
Como el refrán: Es de buen nacidos ser agradecidos.

Propósito: confesarme seguido.

sábado, 8 de octubre de 2016

Habla, Señor. Tu siervo escucha

Pero Él replicó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 28).
Jesús, me hace gracia cuando en la radio ahora dicen eso de radio-escuchantes y ya no usan el término radio-oyentes. Quizá se han dado cuenta de que una cosa es escuchar, poner atención, y otra oír, que es más pasivo: por un oído me entra y por otro me sale. Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios. Y, yo, Jesús en la ora­ción ¿qué hago? ¿Te oigo o te escucho?. Tú, Jesús, me dices las cosas claras, a veces muy claras, clarísimas, demasiado claras, pero… no me doy por enterado. No hay peor sordo que el que no quiere escuchar. ¡Abuelo el audífono! Voy a ponerme un audífono en el alma para escu­charte siempre.
Dile a Jesús que quieres ser su escuchante: Jesús, estoy a la escucha.
María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su co­razón (Lc 2,19).
Tras encontrar al Niño perdido tres días en el Templo de Jerusalén, Su Madre guardaba todas estas cosas en su corazón (Lc 11, 51). Nuestra Madre no sólo escucha la palabra de Dios, sino que también la ateso­raba, la guardaba: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan (Lc 11, 28). Escuchar, guardar, ateso­rar, acaudalar, considerar, custodiar, meditar, rumiar, masticar…lo que Jesús me diga.
Dile también a Jesús que quieres enriquecerte, atesorar sus palabras.

Propósito: estar a la escucha.

viernes, 7 de octubre de 2016

Nª Sra Rosario. Más que Tú, solo Dios

Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1, 48).
Miguel de Unamuno, en 1929, durante su destierro en Hendaya (Francia) iba cada día a orillas del mar: leía el evangelio de San Juan y contem­plaba nostálgico la costa de su añorada España. Las olas que, incansa­bles, irrumpían en la playa, le recordaban el paso lento de las cuentas de un “Rosario”: un rosario cósmico rezado por el mar. Y es que el Rosario es como el eco de una ola que choca contra la orilla, la orilla de Dios… y otra ola que viene de Dios: Dios te salve María…, una ola viene; Santa María… otra ola va.
Jesús: hago el propósito de rezar cada día con más cariño el Rosario.
Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava (…) ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso (Lc 1, 48-49).
¿Quién se ha cansado jamás de ver y oír el mar? La vuelta monótona de las olas rompiéndose en espuma blanca en la orilla es una melodía que nunca cansa. El rezo diario del Rosario, la repetida repetición de palabras de amor a nuestra Madre, nunca cansa: Dios te salve, María / las olas vienen; / Santa María, / las olas van. // Dios te salve, María, / rezan las olas; / Santa María, reza la mar. // Dios te salve, María, / es el Rosario, / Santa María, / sin acabar. // Gloria al Padre; un punto / sonríe el Padre, / y reza el mundo, /Amén, / y Dios también (Unamuno, Cancionero. Diario Poético).
Dale gracias a Jesús por su Madre.

Propósito: rezar el Rosario

jueves, 6 de octubre de 2016

Quien no se ríe de sí mismo nunca será una persona seria

¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará un piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? (Lc 11, 5-13).
Jesús, me encanta y divierte tu buen humor. Sabías des-dramatizar y reír­te de las situaciones, ¡no de las personas! Usabas imágenes graciosas, como aquella otra al entrar en Jerusalén: Si estos callaran, las piedras darían voces… (Lc 19,40). ¿Contabas chistes? ¿Sabías imitar? Seguro que sí, para hacer reír a alguno de tus apóstoles que a veces se lo to­maban todo muy en serio, o es que quizá estaban un poco cansados…
Jesús ¿Quieres que te cuente un chiste? Aunque es malo, no te importa ¿verdad?
Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo (Act 1,11)
¿Y los ángeles, tienen buen humor? Aunque son solo espirituales, parece que sí: después de la Ascensión, unos ángeles burlones fueron a espabi­lar a los apóstoles que se habían quedado con cara de haba. Hombres de Galilea, ¿Qué hacéis mirando el Cielo ¿Y los santos? También tienen buen humor (condición sine qua non): Un santo triste es un triste santo (San Fco de Sales); Dame, Señor, el sentido del humor; dame el saber reírme de un chiste (Sto Tomás Moro); Solo contaba con 26 años, gracia de Dios y buen humor… (San Josemaría).
Jesús: dame buen humor, que no me tome demasiado en serio.

Propósito: contar chistes a Jesús (intentar que sean buenos).