lunes, 3 de octubre de 2016

Jesús, te quiero con todas mis fuerzas

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente (Lc 10, 27).
Jesús, se ve que no te gusta eso de compartir, ¡lo quieres todo!, ¡me quieres del todo! Eres celoso de mi amor. Pero eso de amarte completa­mente y con exclusividad me parece ¡tan difícil! Sabes, Jesús, me gusta el tenis y los perros y tantas otras cosas. Jesús, qué bueno eres, porque queriéndote, con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi men­te y con todas mis fuerzas, amo todas esas cosas que me gustan. Amar a Dios es amar todo lo bueno, bello, noble, valioso, que hay en la tierra.
Cuéntale a Jesús tu plato preferido, la película que más te ha gustado, el libro que estás leyendo, un chiste, el gol que has metido, etc.
Y a tu prójimo como a ti mismo. (Lc 10, 27).
Jesús, eso es complicado. Eso ya me cuesta más. No sabes ¡cuánto me quiero a mí mismo! Es impresionante. Si no me beso es porque no me llego, que si no... Y me dices que es así, como a mí mismo, como tengo que amar a los demás… ¡Me va a costar un montón! Pero cuento con tu ayuda porque en el prójimo te veo a Ti. Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Jn 4, 20). ¡Lógico!
Prójimo es el más próximo. Mira a quién tienes a derecha e izquierda.

Propósito: poner el corazón en lo que vale la pena (además del fútbol).