lunes, 31 de agosto de 2015

La salvación

Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18).
Tu programa de gobierno realmente es ambicioso. No quieres que nin­guna de nuestras necesidades quede sin ser atendida. Lo que más me emociona es pensar que para realizar este programa cuentas conmigo. No me quieres repartiendo volantes ni llevando una camisa de propa­ganda. Me necesitas trabajando entre los necesitados. ¿Dónde están esos necesitados, que te quiero hacer caso, Jesús? Ya sé, están entre mis compañeros y amigos. Me necesitan, porque te necesitan a ti.
u Pídele a Jesús que te ayude a ver las necesidades de los que te rodean para poder ayudarles.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos (Lc 4, 28).
¡Qué mal agradecidos, Jesús! Les has hablado de todo lo que les quie­res dar y ellos se indignan. Menos mal no estaba allí, porque a veces soy bien malcriado y les hubiera dicho unas cuantas cosas. Seguramente me hubieras callado porque tu estilo no es insultar. Te soy sincero, me cuesta ayudar a la gente cuando sé que no me lo van a agradecer. Tengo que aprender a no esperar nada a cambio. Es más, debo apren­der a dar incluso cuando me pagarán mal.
u Dar a toda costa.

Propósito: saludar a alguien con el que no me lleve mucho.

domingo, 30 de agosto de 2015

Sinceridad

Se acercaron a él los fariseos y algunos escribas que habían llegado de Jerusalén, y vieron a algunos de sus discípulos que comían los panes con manos impuras, es decir, sin lavar (Mc 7, 1-2).
Los apóstoles como están a tu lado, con el alma limpia y se saben que­ridos por Tí, son espontáneos. Tienen hambre y se comen lo que en­cuentran. No se paran a tener miedo al qué-dirán, y eso que los fariseos estaban cerca para criticar. Jesús, que me preocupe sólo el qué-dirás- Tú. Quiero ser un hombre recto, sin dobleces en el alma, no quiero ser retorcido como la cola de los porcinos, no quiero ser un queda-bien.
u Para no ser torcido, ¿hay algún tema del que no le has hablado a Jesús?
Nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, pueda ha­cerlo impuro; las cosas que salen del hombre, ésas son las que hacen impuro al hombre (Mc 7, 15).
Jesús, no sé dónde leí que la palabra sincero viene del latín y que signifi­ca el que no tiene cera. Y la razón es que entre los romanos una escultura al momento de ser tallada podría agrietarse y para disimular la grieta la llenaban de cera. Pues bien, una escultura perfecta era sinónimo de sin-cera, porque no tenía grietas. Jesús, yo quiero que seas también Señor de mi vida, que Tú seas el artista y yo una escultura sincera, sin grietas.
u ¿Me acuerdo de alguna grieta a la que haya echado cera?

Propósito: confesión empezando por lo más gordo. 

sábado, 29 de agosto de 2015

Campeón nacional lavando platos

A uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. (Mt 25, 15).
¿Qué he hecho con los talentos que me has dado, mi Jesús? No me refiero sólo a mi extraordinaria capacidad de usar los controles del Xbox, sino a los otros. La verdad es que soy un comodón y no me doy cuenta de todo lo que soy capaz de dar en servicio de los demás. Hace unos días me enojé conmigo mismo porque descubrí que se me daba muy bien lavar los platos, cortar la grama, dejar ordenada la sala, y en cam­bio (pero esto es sólo aquí entre tú y yo) soy un tieso con los videojuegos, un pato para jugar FIFA, si hasta juego en nivel amateur.
u Pulir mi talento y ponerlo al servicio de los demás.
Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor: cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banque­te de tu señor (Mt 25, 21).
Así me imagino mi llegada al cielo. Me pongo de pie, y entre la alga­rabía de los presentes paso a recibir mi premio. “Nadie lavaba tan bien los platos”, dirá el ángel comentarista. “Y vaya si me costó convencerlo de que servir era lo suyo”, dirá mi custodio. Al final de la premiación ce­lestial, revisando los premios resultará que no habrá nada para expertos en Xbox, Nintendo, etc. Menos mal me cambié de categoría a tiempo, diré con una sonrisa.
u Vamos a barrer con todos los premios de la categoría “servicios”.

Propósito: ofrecerme a lavar los platos

viernes, 28 de agosto de 2015

Las tareas del colegio

Las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas» (Mt 25,8).
¡Ahora sí, verdad! Las necias, que seguramente antes se burlaron de las prudentes, ahora quieren ayuda. Imagino que las prudentes, con todo el dolor de su corazón se vieron en la necesidad de negarles la ayuda. Jesús, cuántas veces por dejar las cosas a última hora, no logro terminar mis tareas y al final las termino copiando en clase. Ni pongo atención y encima, me arriesgo que me quiten mi cuaderno y el de mi amigo por andar copiando. Pero no me quedo ahí, Jesús, la cosa va a más. Si al­guno no me quiere prestar su cuaderno, le chantajeo diciéndole que es un mal amigo y que ya va a ver cuando él esté en necesidad.
u Di no a la piratería de tareas.
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se ce­rró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco» (Mt 25, 10-12).
No quiero quedarme afuera, Jesús. Te prometo que este fin de semana voy hacer todas mis tareas, y si puedo, hasta voy a adelantar. No me gustaría que por haragán luego no me reconozcas. Dame la fortaleza para no retrasar las cosas y para terminar bien lo que comienzo.
u Mejor acabar las tareas antes y luego jugar.

Propósito: Repito: sacar 

jueves, 27 de agosto de 2015

Es cuestión de estar rezando

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa (Mt 12, 42).
Jesús, ahora venden unas alarmas espectaculares. Pones un código y la casa entera está protegida. Según yo, esto bastaba, pero me explicó mi papá que siempre hay que estar atento; porque si la alarma suena y no la oyes, de nada sirvió. Cómo me gustaría tener una alarma contra las tentaciones. Creo que la clave está en la oración. Voy a procurar te­ner encendida la alarma de pequeñas oraciones vocales: pondré rayos infrarrojos de visión sobrenatural, y sensores térmicos para que no dismi­nuya la temperatura espiritual de mi alma.
u Para encender la alarma: Ángel de la guarda, dulce compañía…
¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso…? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así (Mt 12, 45-46).
Yo también tengo encargos en mi casa, Jesús. No son gran cosa: poner la mesa, darle de comer al chucho, etc. Pero a veces, prefiero más las misiones de Call of Duty, que las que me pone mi papá. En las del video­juego salvo el mundo, pero ese mundo no existe; en las que me da mi papá, salvo el orden y la armonía de mi casa, que sí es real. Creo que me voy a tomar más en serio las misiones que me da mi papá.
u Ser más heroico en la “Call of Duty” que me hace mi papá

Propósito: Cumplir con los encargos que me dan en casa.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Orden exterior fruto del orden interior

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena aparien­cia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre (Mt 23, 27).
Aparentar, quedar bien, proyectar una buena imagen, y un sinfín de co­sas más me dijo el peluquero para consolarme porque por fin mi mamá consiguió que me cortaran las greñas que andaba. Pero no es por eso, insistió mi mamá, es por orden y limpieza. Entonces entendí, que es bue­no que mi porte exterior refleje la paz que se supone hay en mi alma. A la larga, la belleza que importa, y que perdura –habría añadido mi abuela-, es la de adentro.
u Voy a poner más atención en que mis cosas reflejen que soy una persona que procura hablar frecuentemente con Jesús.
Por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes (Mt 23, 28).
Ayer, Jesús, después de confesarme, me quedé un ratito pensando en las cosas de las que te había pedido perdón. No es gran cosa, pensé; hasta para pecar soy mediocre. Pero después me di cuenta que me estaba comenzando a creer santito. Quizá no había en mi alma grandes crímenes, pero sí un montón de pequeñas faltas que a ti te duelen y de las que ahora mismo te vuelvo a pedir perdón.
u Me voy a esforzar por no parecer sólo bien portado sino también serlo de verdad, desde dentro.

Propósito: ordenar mi closet.

martes, 25 de agosto de 2015

Salvando el planeta

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceri­dad! (Mt 23, 23).
No fumar, no tirar basura en la calle, no exceder la velocidad, no pa­rarse en la grama, no consumir muchos carbohidratos; de eso sí estoy pendiente. Pero de ir a Misa, no gritarle a mis papás, estudiar duro, etc., ni me acuerdo. ¿Sera posible, Jesús, que a veces me importen más las ballenas en peligro de extinción que ayudar a mi hermanito a hacer sus tareas? No hay derecho. A ese paso, lo que de verdad estará en peligro de extinción es el cariño por los de mi casa. Voy a ser más hermano de mis hermanos y más hijo, más cariñoso, con mis papás.
u Save the planet (mi familia)!
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! (Mt 23, 25).
Creo, Jesús, que un buen comienzo para vivir una caridad auténtica en mi casa es comenzar por el principio. Ya sé que suena como a “subir arriba” o “bajar a abajo”, pero para iniciar hay que irse al inicio: prime­ro, amar a Dios sobre todas las cosas. Ha llegado el momento de una buena limpiadita por dentro con la confesión sacramental, y comulgar.
u Ecología de la buena: tener siempre libre de basura el alma.

Propósito: Ser ecologista.

lunes, 24 de agosto de 2015

Vivir en verdad

¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas! (Mt 23, 13).
Jesús, ya veo que la hipocresía no te gusta. Tienes razón, a nadie le gusta que lo engañen. Me da pena decírtelo pero yo a veces también soy un poco doble cara. Me doy cuenta porque me encanta que mis papás le cuentan a las visitas que hago oración o que recibo formación espiritual, pero cuando dejo de rezar engañándome al ponerme a hacer otras cosas, me cae mal que me lo hagan ver. Más cuando me señalan que en el fondo es pereza. ¿Pereza, yo? No es pereza, me digo, es que tengo mucho qué hacer.
u Ayúdame, Jesús, a no engañarme ni engañar.
¡Ay de vosotros, guías ciegos! (Mt 23, 16).
Una vez se nos ocurrió ir de excursión al campo sin saber bien el camino. Uno de los que iba con nosotros sacó a relucir sus dotes de buena orien­tación, y nos pidió que confiáramos en su guía. Para darnos más segu­ridad, sacó un GPS de su mochila. Nos llevó por un camino que terminó en un camino que no llegaba a ninguna parte. Pasamos tanto tiempo perdido, que al final nos tuvimos que comer el almuerzo tardísimo a la orilla de la carretera, y por fin nos volvimos a casa. Varios días después nos enteramos que aquella había sido la primera excursión de nuestro “guía”. Jesús, a mí a veces me pasa algo parecido. Creo que yo solito me voy a guiar en mi vida espiritual y no me dejo aconsejar.
u Usar el GPS de la dirección espiritual.

Propósito: Buscar la dirección espiritual.

domingo, 23 de agosto de 2015

Al que se raspa, curita; y a seguir jugando

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él (Jn 6, 66).
Ten han oído hablar claro. Creyeron que seguirte sería sólo reír y sentirse bien. ¿Desde cuándo lo que vale la pena se alcanza sin esfuerzo? A mí también me da miedo el esfuerzo, Jesús. No voy a negártelo. No qui­siera soltarme nunca de tu mano, ser tu discípulo, estar en los grandes milagros siempre. ¿No le voy a tener más miedo al cansancio ni al abu­rrimiento? Y si caigo, me levantaré y seguiré junto a ti.
u ¿Te caíste? ¿No aguantaste el esfuerzo? Pídele a Jesús la fortaleza.
¿También vosotros queréis marcharos?… Señor, ¿a quién va­mos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios. (Jn 6, 67-69).
Sí, alguna vez me han dado ganas de irme, no te miento. Me invento excusas para no ir al círculo o la catequesis, para zafarme de la Misa. He sido cobarde y hasta he dicho la típica mentira de “es que no me dan permiso mis papás”. Lo peor es que yo sé que a mis papás les agrada que me forme y quiera ser mejor hijo de Dios. Tu palabra me da vida y te he oído a través de la vos de aquel que me da la formación o del padre en la meditación.
u Saca propósitos de fortaleza para no hacerte el loco.

Propósito: Esta vez sí va en serio: no faltar nunca a mi círculo.

sábado, 22 de agosto de 2015

El goleador humilde

El primero entre vosotros será vuestro servidor (Mt 23, 11).
Jesús, como dice la canción “no hay que llegar primero sino que hay que saber llegar”. A veces quiero ser el primero en todo. Cuando tengo la pelota en los partidos. No la paso porque siento que los otros van a echar a perder el gol. Me voy solo, disparo con todas mis fuerzas y al final: no entra en la portería. Me lamento exageradamente, como los de la tele, mientras escucho a lo lejos lo de siempre ¡por qué no me la pasaste, estaba solo! ¿Por qué no la pasé? Tú lo sabes Jesús, fue por egoísta. En vez de jugar para el equipo, juego para mi lucimiento perso­nal. Ya sé que no soy el mejor, pero a veces me engaño.
u Saber servir es saber pasar la bola para que otro eche el gol.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mt 23, 12).
Tengo un amigo que no juega bien pero nunca falta a un partido. No sabe crear jugadas, pero es obediente y sigue instrucciones. Casi siem­pre falla los tiros a gol, pero de vez en cuando anota. Siempre me ha llamado la atención como celebra esos goles. Se alegra por el equipo, por el resultado, pero no se pone creído. Es malo jugando, lo sabe y por eso se lo pasa bien. Da gusto que venga a jugar, porque no juega con el equipo sino para el equipo. Creo que eso es humildad, saber quién eres, actuar en consecuencia y ser feliz.
u Dejar jugar a todos y aprender.

Propósito: Más pases, más goles, menos egoísmo.

viernes, 21 de agosto de 2015

Poner todo el corazón

Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser» (Mt 22, 36-37).
Jesús, qué fácil es decirte te quiero. No te lo digo tan seguido porque a veces me da pena. Sobre todo después de que no me he portado muy bien que digamos. ¿Cómo voy a decirte “te quiero” si no lo muestro con la obras? Y si resulta que como te digo pocas cosas a lo largo del día, es por eso que después no me porto bien. Quizá ésta podría ser mi primera buena obra, decirte muchas veces en el día que te quiero. Me suena que a esto se le llama, tener presencia de Dios.
u ¡Jesús, te quiero! Ahora díselo pero de corazón.
El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 39).
Si el segundo es semejante al primero, significa que también al prójimo habrá que quererlo con “todo el corazón”. Siempre me ha llamado la atención cómo mi mamá quiere a mis hermanos. A veces, hasta me da envidia. ¿Por qué no me alegro de que los quieran? Quizá porque mi corazón me lo quiero guardar por completo para mí y no lo quiero dar a nadie. Cuando quiera de verdad a los demás, me alegrarán sus alegrías, sus éxitos…, y también me dolerán sus dolores y esto, aunque parezca contradictorio, me hará feliz.
u ¿Tengo envidia?

Propósito: Alegrarme de algo bueno que le pasó a otro.

jueves, 20 de agosto de 2015

Se aburren los aburridos

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los con­vidados, pero no quisieron ir (Mt 22, 3).
Jesús, la vez pasada me regañó mi mamá porque me tardaba mucho en arreglarme y ya íbamos tarde. Me atrasé porque la verdad no quería ir. Era una fiesta de gente grande y no iba haber ningún amigo mío de mi edad. Le dije a mi mamá que iba a estar aburrido porque no conocía a nadie. Me explicó que me aburriría si sólo estaba pensando en mí y no me interesaba por los demás, aunque no los conociera. Imagino que a los de la parábola les pasó igual, se perdieron el banquete del Rey quizá porque pensaron que iba a estar aburrido. Y pensar que muchas veces el Rey que invita eres tú, Jesús.
u Que nunca salga de mi boca “¡qué aburrido!”
Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encon­tréis, convidadlos a la boda (Mt 22, 9).
Jesús, ahora voy entendiendo, la clave para no aburrirse está en pen­sar en los demás. ¿Y si no los conozco? Da igual, ya los conoceré. Si no, cómo voy a tener más amigos. Si no cambio, terminaré saliendo siempre con el mismo grupito, y a la hora de hacer apostolado, van a ser contaditos con los dedos de las manos las personas a las que podré llevar a Dios.
u Voy a dejarme de timideces egoístas y voy a conocer más gente.

Propósito: Hacer un nuevo amigo

miércoles, 19 de agosto de 2015

Cuidar los estudios

Vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: –Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fue­ron. (Mt 19, 3-4).
Jesús, a mí también me gustaría trabajar en tu viña. No soy muy diestro con las herramientas de campo porque soy de ciudad. He crecido entre humo de buses y asfalto. Pero si me enseñas, de seguro que te seré de ayuda. Sé que quizá al escuchar estos deseos míos me digas, mi viña también es tu colegio, tu casa, tu cuarto. ¿Quieres trabajar conmigo?, este es tu encargo: haz tus deberes, cumple con tu encargo, ordena tu cuarto. Jesús, y si hago todo eso, ¿me pagarás, como a los trabajadores de la parábola? Se me viene a la cabeza una partecita del Evangelio de ayer “cien veces más y heredar la vida eterna”
u Si la viña del Señor fuera mi colegio, seguro que las uvas tendrían que ser mis notas. Voy a trabajar bien esta viña.
Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos (Mt 19, 16).
Un día se me ocurrió decirles eso a mis papás después de enseñarles una mala nota. Me habían dicho que como siguiera así, iba terminar de último en la clase. Jesús, bien se ve que tú muchas veces me hablas a través de mis papás. Me contestaron: por eso mismo, como los últimos serán los primeros, menos videojuegos y a estudiar.
Ser de los primeros aunque antes haya sido “último”.

Propósito: Estudiar. Así de sencillo, sin más teorías.

martes, 18 de agosto de 2015

Darlo todo

Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los Cielos (Mt 19, 25).
Hace unos días vi a mi abuelita cosiendo. Me pidió que le enhebrara la aguja porque era tarde y ya no veía muy bien. No pude. Al final lo termi­nó haciendo ella. Ahora pienso, ¡y un camello! Ni mi abuela. No quiero ser de esos “ricos” cara-de-camello de los que habla el Evangelio, Jesús. Y aunque no tengo muchas propiedades a mi nombre, sí que llamo a muchas cosas “mías” y hay de aquel que me las agarre.
u ¿No podría ser más generoso y prestar mis cosas con más facilidad?
El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o ma­dre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna (Mt 19, 29).
Si a veces me cuesta tanto prestar las cosas, Jesús, ¿qué pasaría si tú me lo pidieras todo? Me mareo sólo de pensarlo. Tener que dejar el iPod, el carro, la bici, la tele, la laptop, mi camiseta del Madrid (sí soy del Madrid y ¿qué?), y un largo etc. Un día le comencé a preguntar a un sacerdote si podía él ir al cine, si podía ir a bailar a fiestas, si podía ir a… Me paró, y me preguntó: ¿por qué te aflige tanto lo que se deja por Jesús? Piensa más en lo que Él te da. “Cien veces más y la vida eterna”, ¿te parece poco a cambio de lo que dejas? No sabía que contestar.
u Tengo que pensar más en lo que gano que en lo que dejo a la hora de seguir a Jesús.

Propósito: prestar algo a alguien… o mejor aún, ¡regalar!

lunes, 17 de agosto de 2015

Generosidad generosa

Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos (Mt 19, 17).
A mí me han enseñado desde chiquito los mandamientos. Me los tuve que aprender por primera vez para hacer mi primera comunión. Después me los volví a aprender porque hubo examen de eso y sólo me los sabía pero en desorden. Según yo daba igual el orden, como en la suma o en la multiplicación: el orden de los factores no altera el resulta­do. Hasta que entendí que los mandamientos no eran reglas frías, eran toda una estrategia de amor. Creo en medio de todo, si algo me hace ilusión es quererte más cada día.
u Pídele ayuda a Jesús para no sólo saber los mandamientos sino también vivirlos.
Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el di­nero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego vente conmigo (Mt 19, 21).
Lo primero está “regalado”, Jesús. No tengo nada, y lo que tengo está roto o desgastado porque, como dice mi mamá, no cuido mis cosas. Dinero, no tengo. Siempre me mandan lonchera. Aunque ahora que lo pienso, me queda mi tiempo, mis aficiones, mis gustos, mis videojuegos. En el fondo, me queda toda mi vida. Tómala, pero tómala duro porque soy mero necio y quizá te la quiera quitar de vuelta.
u Me entrego a ti, con todo y “orejas”, como dice mi papá.

Propósito: No ser tacaño de mí mismo.

domingo, 16 de agosto de 2015

Embriagado de Dios

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma el que coma de este pan vivirá para siempre. (Jn 6, 51)
Un día mi mamá me dijo que no iría al colegio porque al día siguiente nos iríamos de viaje a una boda. En esos años no me gustaba mu­cho andar en fiestas. El mero día, todo fue prepararse para la Misa y la cena que fueron por la noche. Toda esa preparación para una cena de bodas. Cuando pienso en lo que dice el sacerdote en Misa “Dichosos los invitados a la cena del Señor”, entiendo por qué también tengo que prepararme bien para la Misa. Voy a un banquete muy es­pecial, en el que me darán de comer un pan que me da vida eterna. El pan de los fuertes.
u Voy a estar listo para que no lleguemos tarde a Misa.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera be­bida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él (Jn 6, 55-56).
Llega la hora de comer y allí están. Llega la hora del deber (estudiar, hacer los encargos de la casa) y nada. Cómo me gustaría ponerme a estudiar o a cumplir con mis encargos y tareas con la ilusión con la que me siento a la mesa. Alimentándome de Ti, sé que lo lograré, dejaré de ser una gelatina para volverme fuerte como un buen hijo de Dios.
u Pídele a Jesús que te dé hambre de Él.

Propósito: estar siempre preparado para comulgar.

sábado, 15 de agosto de 2015

Asunción de la Virgen “Ha hecho en mí cosas grandes”

María exclamó: Glorifica mi alma al Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador (Lc 1, 46).
Hoy celebramos que María llegó al cielo, y como el Evangelio sólo nos narra la vida terrena tuya, Jesús, no se nos cuenta ese gran día. Oímos en Misa el encuentro de María y su prima Santa Isabel. Tú, Señor, no lo viste, porque ibas en el seno purísimo de tu Madre. Pero si ese día fue alegre, infinitamente más lo fue el día que la recibiste en el Cielo, con su cuerpo y con su alma. ¡Cómo ibas a permitir que, al acabar su vida enterraran su cuerpo, el cuerpo que te había llevado! Por eso te alegra tanto que queramos a la Virgen y que tengamos alguna imagen que nos recuerde de Ella, y que quememos cohetes…
u Lo que más alegra a Jesús es que tengamos el alma como la tiene María, es decir limpísima. ¿Estoy bien confesado?
Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo. (…) Derribó a los poderosos de su trono y ensalzó a los humildes (Lc 1, 49.52).
Madre de Jesús y Madre nuestra, tú eres la más humilde y por eso Dios te escogió y te llevó a lo más alto del Cielo. Allí estás esperándonos. ¡Qué mala es la soberbia! Lo que pasa es que tantas veces no me doy cuenta de que tengo un “ego” inmenso, y pienso que todo lo hago bien, que soy yo el que siempre lleva la razón.
u Dile a la Virgen que te enseñe a ser humilde.

Propósito: Alma limpia y humilde. Y llevarle una flor a la Virgen.

viernes, 14 de agosto de 2015

Niño

En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le pre­guntaron: ¿Quién juzgas que es el mayor en el Reino de los Cielos? Entonces, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18, 1-3).
Vuelve, Jesús, a salir esto de saber confiar en Tí. A los apóstoles les dices que para llegar al cielo hay que ser como un niño: amar confiadamente como un niño, obedecer como un niño, preguntar lo que no se sabe como un niño y pedir ayuda como un niño. Y para hacer todas estas co­sas como un niño se necesita fortaleza: ser fuerte para pedir con perse­verancia, fuerte para amar, fuerte para hacer caso y obedecer, y fuerte para quedar mal y pedir ayuda. Ay, Jesús, y yo que soy gelatina.
u Sigue por tu cuenta sacando conclusiones de lo que significa ser como un niño.
Del mismo modo, no es voluntad de vuestro Padre que está en los Cielos que se pierda ni uno solo de estos pequeños (Mt 18, 14).
Una vez, Jesús, escuché esta frase: Dios está empeñado en ayudarnos, pero nosotros tenemos que dejar ayudarnos. Y a mi me parece que no me dejo ayudar como cuando dejo tirado mi rato de oración, cuando retraso una confesión o me hago el loco para ir a Misa cuando bien puedo ir. Jesús, ayúdame aunque yo no me deje mucho ayudar.
u Cuéntale sobre otras maneras que tienes para NO dejarte ayudar.

Propósito: Dejarme ayudar

jueves, 13 de agosto de 2015

Telenovelas

Entonces, acercándose Pedro, le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mt 18, 21).
Pedro pregunta esto no de manera teórica. Lo más seguro es que se había enojado con alguno. Como te he contado antes, Jesús, muchas veces perdono sólo de los dientes para afuera. Porque después ando dando vueltas al pleito, me imagino lo que pude haber contestado, lo que le diría si se me vuelve acercar, la carita que le pondría si me pide perdón, etc. En fin, que digo que perdono pero no olvido y luego pro­duzco y dirijo una telenovela digna de ser emitida a una gran audiencia. Jesús, dame un corazón limpio que sepa amar y perdonar.
u ¿Guardas rencor contra alguien? Cuéntaselo a Jesús.
¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti? (Mt 18, 33).
Jesús, he estado haciendo números: si me confieso al menos una vez por semana, al año son 52 veces que me perdonas de las mismas ba­rrabasadas. ¡Eso es un montón! Y lo que me sorprende es que ni Tú ni el sacerdote parecen cansarse de perdonar. Quiero agradecerte la confe­sión y llevarte a muchos amigos para que no andemos de protagonistas de telenovelas. Y que nunca falten sacerdotes con tiempo para perdo­nar como Tú hacías en Galilea.
u Prepara muy bien tu próxima confesión.

Propósito: No ser ni actor ni productor de telenovelas.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Buenos frutos

En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no mue­re al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto (Jn 12, 24).
Para dar fruto, Jesús, hay que morir. Estas palabras son muy fuertes y dan un poco de miedo. ¿Qué sentirá la semilla cuando la entierran? A lo mejor tiene miedo al principio, pero luego cuando ve cómo le salen los brotes, un ramita asoma por encima de la tierra, se ha de poner feliz. No digamos cuando ve que de ser un granito enterrado pasa a ser un puñado de espigas llenas de granos. No podría yo enterrar mi tiempo de videojuego o de tele para que dé fruto de servicio en la casa.
u ¿Qué más cosas podrías ofrecer a Jesús para que dé fruto?
Si alguien me sirve que me siga, y donde yo estoy allí estará también mi servidor (Jn 12, 26).
Esto es bonito, Jesús. Prometes que estarás con aquel que te sirva. Yo quiero servirte y dar buenos frutos. San Josemaría escribió en Camino: “Acostúmbrate a decir que no”, y me doy cuenta que se refiere a de­cir no a la comodidad y a la soberbia para dar buenos frutos. Porque para que haya fruto es necesario esfuerzo: arar, sembrar, regar… Y a mí muchas veces se me viene la tentación de pensar para qué me voy a complicar la vida si, total, nadie vive más que para su propio interés.
u ¿Qué buenos frutos puedo dar hoy, en esta semana?

Propósito: fructificar ayudando en la casa

martes, 11 de agosto de 2015

Niño

En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Quién juzgas que es el mayor en el Reino de los Cielos? Entonces, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18, 1-3).
Vuelve, Jesús, a salir esto de saber confiar en Tí. A los apóstoles les dices que para llegar al cielo hay que ser como un niño: amar confiadamente como un niño, obedecer como un niño, preguntar lo que no se sabe como un niño y pedir ayuda como un niño. Y para hacer todas estas co­sas como un niño se necesita fortaleza: ser fuerte para pedir con perse­verancia, fuerte para amar, fuerte para hacer caso y obedecer, y fuerte para quedar mal y pedir ayuda. Ay, Jesús, y yo que soy gelatina.
u Sigue por tu cuenta sacando conclusiones de lo que significa ser como un niño.
Del mismo modo, no es voluntad de vuestro Padre que está en los Cielos que se pierda ni uno solo de estos pequeños (Mt 18, 14).
Una vez, Jesús, escuché esta frase: Dios está empeñado en ayudarnos, pero nosotros tenemos que dejar ayudarnos. Y a mi me parece que no me dejo ayudar como cuando dejo tirado mi rato de oración, cuando retraso una confesión o me hago el loco para ir a Misa cuando bien puedo ir. Jesús, ayúdame aunque yo no me deje mucho ayudar.
u Cuéntale sobre otras maneras que tienes para NO dejarte ayudar.

Propósito: Dejarme ayudar.

lunes, 10 de agosto de 2015

Tristeza

Cuando estaban en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los hombres, que lo ma­tarán, pero al tercer día resucitará. Y se pusieron muy tristes (Mt 17, 22-23).
Los apóstoles se ponen tristes porque no pueden entender que para sal­varnos tienes, Jesús, que entregar tu vida. La tristeza es porque te quieren mucho. Pero hay otros tipos de tristezas, como la que viene después de un pecado grave. Jesús, yo no quiero perderte y andar metido en tristezas, quiero ser fuerte para amarte y apartarme de las ocasiones de pecado. Quiero estar alegre, con la alegría del que es fuerte al momen­to de luchar.
u Cuéntale a Jesús tus tristezas. Te consolará.
Llegados a Cafarnaún, se acercaron a Pedro los recaudado­res del tributo y le dijeron: ¿No va a pagar vuestro Maestro la didracma? (Mt 17, 24).
Jesús, aquellos cobradores no perdonan ni una. Te pasas el día hacien­do el bien: curando enfermos, expulsando demonios, enseñándole a la gente a que se comporte correctamente, etc. Y encima de todo al no más verte se te lanzan a cobrar los impuestos. Y lo sorprendente es que pagas inmediatamente. Jesús, me parece que me dices con este pasaje que no busque ser excepción, que por muy bien que me esté portando, que cumpla con todas las obligaciones.
u ¿En qué casos busco ser la excepción?

Propósito: Siempre alegre.

domingo, 9 de agosto de 2015

Pan de vida

Los judíos, entonces, murmuraban de él porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del Cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, de quien conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo ahora dice: He bajado del Cielo? (Jn 6, 41-42).
Jesús, hablas de la Eucaristía, de ese gran regalo que es tu Cuerpo y Sangre, y aquellos hombres en vez de estar agradecidos empiezan a murmurar. Hoy pasa algo más o menos parecido, en vez de agradecer­te este alimento para fortalecernos, a veces decimos que no tenemos tiempo para ir a Misa o que no tenemos ganas. Jesús, que sepa agra­decerte la Eucaristía comulgando con el alma limpia varias veces en la semana.
u Sigue dándole gracias y repite la Comunión Espiritual despacito.
Yo soy el pan vivo que he bajado del Cielo. Si alguno come de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo (Jn 6, 51).
Escribió en una ocasión San Josemaría: Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. –Está escondido en el Pan. Se humilló hasta esos extremos por amor a ti (Camino n. 538). Jesús, por amor a mí, por a mor a todos, te quedas en la Eucaristía para fortalecernos, para hacernos crecer como buenos hijos de Dios, para que seamos sanos en el alma. Auméntame la caridad para tratarte cada vez mejor.
u ¿Qué detalles puedes cuidar para comulgar con más cariño?

Propósito: Amar la eucaristía.