domingo, 2 de agosto de 2015

Alimento de los fuertes

Jesús les contestó: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre (6, 26-27).
A veces, algunas de las palabras que te escuchamos, Jesús, parecen duras. Pero en realidad son verdades del tamaño de una montaña. Ahora pienso en la cantidad de veces en que te busco, ya no por ver milagros, como dice el texto del evangelio de hoy, sino por puro interés por las cosas materiales. Mi papá me ha enseñado que no debo de es­tudiar sólo por las notas, sino para aprender. Y mi mamá siempre añade, que es para aprender y así poder servir mejor a los demás.
u Cuando vuelvas al colegio, piensa para qué estudias.
Ellos le dijeron: “¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?” Respondió Jesús: “La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado” (Jn 6, 28-29).
Para ser fuertes hay que comer. Hasta el tigre Tony (el de Zucaritas) lo aconseja (y esto lo sé porque en el desayuno me da por leer la caja de Corn Flakes). Jesús, te has quedado en la Eucaristía para te comamos y seamos cada vez más fuertes. Te pido hoy que me ayudes a tener un gran amor a la comunión para crecer en fortaleza y dejar de ser gelatina.
u Has pensado el valor que tiene ante Dios este ratito de oración.

Propósito: llenar de minutos de oración el día.