Jesús les contestó: “Yo les aseguro que
ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber
comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se
acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo
del hombre (6, 26-27).
A veces, algunas de las palabras que te escuchamos, Jesús, parecen
duras. Pero en realidad son verdades del tamaño de una montaña. Ahora pienso en
la cantidad de veces en que te busco, ya no por ver milagros, como dice el
texto del evangelio de hoy, sino por puro interés por las cosas materiales. Mi
papá me ha enseñado que no debo de estudiar sólo por las notas, sino para
aprender. Y mi mamá siempre añade, que es para aprender y así poder servir
mejor a los demás.
u Cuando
vuelvas al colegio, piensa para qué estudias.
Ellos le dijeron: “¿Qué necesitamos para
llevar a cabo las obras de Dios?” Respondió Jesús: “La obra de Dios consiste en
que crean en aquel a quien él ha enviado” (Jn 6, 28-29).
Para ser fuertes hay que comer. Hasta el tigre Tony (el de
Zucaritas) lo aconseja (y esto lo sé porque en el desayuno me da por leer la
caja de Corn Flakes). Jesús, te has quedado en la Eucaristía para te comamos y
seamos cada vez más fuertes. Te pido hoy que me ayudes a tener un gran amor a
la comunión para crecer en fortaleza y dejar de ser gelatina.
u Has
pensado el valor que tiene ante Dios este ratito de oración.
Propósito: llenar de minutos de oración
el día.