lunes, 31 de agosto de 2015

La salvación

Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18).
Tu programa de gobierno realmente es ambicioso. No quieres que nin­guna de nuestras necesidades quede sin ser atendida. Lo que más me emociona es pensar que para realizar este programa cuentas conmigo. No me quieres repartiendo volantes ni llevando una camisa de propa­ganda. Me necesitas trabajando entre los necesitados. ¿Dónde están esos necesitados, que te quiero hacer caso, Jesús? Ya sé, están entre mis compañeros y amigos. Me necesitan, porque te necesitan a ti.
u Pídele a Jesús que te ayude a ver las necesidades de los que te rodean para poder ayudarles.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos (Lc 4, 28).
¡Qué mal agradecidos, Jesús! Les has hablado de todo lo que les quie­res dar y ellos se indignan. Menos mal no estaba allí, porque a veces soy bien malcriado y les hubiera dicho unas cuantas cosas. Seguramente me hubieras callado porque tu estilo no es insultar. Te soy sincero, me cuesta ayudar a la gente cuando sé que no me lo van a agradecer. Tengo que aprender a no esperar nada a cambio. Es más, debo apren­der a dar incluso cuando me pagarán mal.
u Dar a toda costa.

Propósito: saludar a alguien con el que no me lleve mucho.