Cuando le vieron los discípulos caminando
sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma; y llenos de miedo empezaron
a gritar. Pero al instante Jesús comenzó a decirles: Tened confianza, soy yo,
no temáis (Mt 14, 26-27).
Qué fácil es tener miedo cuando Tú no estás. Jesús, esos pobres
apóstoles se llevaron un buen susto, pero por gusto. Mi abuela le gusta decir
que el que nada debe nada teme. A mí también me algo similar cuando ando un
pecado atravesado en el alma. Me creo cualquier cuento o superstición, hasta
evito pasar por debajo de una escalera o cruzarme con un gato negro. Y me muero
de miedo de lo que me pueda decir el sacerdote en la confesión. Y de que me
miren que voy a confesarme y de que la gente hable de mí…
u Para
confesarse, siempre valiente.
Y cuando subieron a la barca cesó el
viento. Los que estaban en la barca le adoraron diciendo: Verdaderamente eres
Hijo de Dios (Mt 14, 32-33).
¡Qué paz da la confesión! Es realmente como si vinieras a ponerte
en medio de mi vida y dijeras, de pie y con fortaleza, que se calme el alboroto
que causa el amor propio; y viene la calma. Lo que pasa es que siempre da algo
de miedito. Pero como dice el Papa, eso es señal que reconocemos que no estuvo
bien lo que se hizo.
u Pídele
a Jesús aprender a tener dolor de amor y no miedo.
Propósito: una obra buena para reparar
por los pecados.