Los judíos, entonces, murmuraban de él
porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del Cielo. Y decían: ¿No es
éste Jesús, el hijo de José, de quien conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo
ahora dice: He bajado del Cielo? (Jn 6, 41-42).
Jesús, hablas de la Eucaristía, de ese gran regalo que es tu
Cuerpo y Sangre, y aquellos hombres en vez de estar agradecidos empiezan a
murmurar. Hoy pasa algo más o menos parecido, en vez de agradecerte este
alimento para fortalecernos, a veces decimos que no tenemos tiempo para ir a
Misa o que no tenemos ganas. Jesús, que sepa agradecerte la Eucaristía
comulgando con el alma limpia varias veces en la semana.
u Sigue
dándole gracias y repite la Comunión Espiritual despacito.
Yo soy el pan vivo que he bajado del
Cielo. Si alguno come de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo daré es
mi carne para la vida del mundo (Jn 6, 51).
Escribió en una ocasión San Josemaría: Ahí lo tienes: es Rey de
Reyes y Señor de Señores. –Está escondido en el Pan. Se humilló hasta esos
extremos por amor a ti (Camino n. 538). Jesús, por amor a mí, por a mor a
todos, te quedas en la Eucaristía para fortalecernos, para hacernos crecer como
buenos hijos de Dios, para que seamos sanos en el alma. Auméntame la caridad
para tratarte cada vez mejor.
u ¿Qué
detalles puedes cuidar para comulgar con más cariño?
Propósito: Amar la eucaristía.