lunes, 30 de abril de 2018

Soy Templo de Dios


El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él (Jn 14, 21-22).
Jesús de mi alma, que me convenza que los mandamientos no son barreras, prohibiciones: “no mires, no toques, no pienses ¡que agobio!”. Los mandamientos me marcan el mejor camino para amar mucho en la tierra y después llegar hasta el Cielo. Que aprenda a cumplirlos con alegría y si no los cumplo irme a confesar.
No acostumbrarme a saltar las señales (Mandamientos).
Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él (Jn 14, 23).
Mi alma es una casa. Está limpia cuando vivo en Gracia, lleno de la fragancia y del Amor de Dios. En ella mora Dios. ¡Soy Templo de Dios!: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios es mi huésped. Está en mí mientras no lo expulse por el pecado grave. La llave está en mi mano. La casa es pobre, pero la Santísima Trinidad la embellece con su presencia. Hoy Dios mora en mí, en la eternidad yo moraré en Dios.
Termina considerando que eres “morada”, Templo de Dios.
Propósito: soy morada de Dios.

domingo, 29 de abril de 2018

¡Saltad, gritad, vitoread!


Pedid lo que queráis y se os concederá (Jn, 15, 7).
Hay un santo que me encanta: San Pascual Bailón. Es uno de mis santos predilectos. Sobre todo por lo de “Bailón”. O ¿es qué para ser santo hay que tener la cara triste y aburrida? A los que somos “fiesteros” nos gusta el ruido y el dancing. ¿Y Jesús, bailaba…? Pues claro que sí: primero entre los brazos amorosos de su madre mientras le dormía; después, en la plaza con sus amigos Hemos tocado la flauta y no habéis bailado…; y por último, en el Vía Crucis, tambaleándose, bien agarrado a la Cruz.
Y yo, cuando bailo, ¿le dejo sitio a Dios?
En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos (Jn 15, 8).
Aquella chica que sin querer, en una encerrona de sus malas amigas, se vio metida en una pista de baile entre los brazos de un “chico pulpo”. Como este se arrimaba demasiado le dice: —Oye, ¿tú crees en Dios? —Pues, si, claro. —Pues vamos a dejarle sitio, ¿de acuerdo? Decía San Agustín que el que canta reza dos veces. ¿Y el que baila? Pues el que baila… ¡El que baila -afirmaba Juan Pablo II— reza tres veces! Pedid lo que queráis y se os concederá.
¿Cuándo me divierto, me acuerdo de Jesús?.
Propósito: No dejar tirado a Jesús en las fiestas.

sábado, 28 de abril de 2018

Dame un corazón como el tuyo


Y lo que pidáis en mi nombre eso haré (Jn 14, 13).
Hoy es sábado, el día de la Virgen ¡Qué suerte! Un día más mariano no se puede pedir. Madre mía, ¿estás contenta? Yo un montón. En el próximo mes, en Mayo, iré de fiesta en fiesta dedicada a Tí. Por eso hoy, nada más levantarme, -como todo los días-, he rezado el Oh Señora mía (…) os ofrezco en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón. Hoy sí; hoy de verdad, te doy mi corazón. ¡Ay…! ¡Perdona…! Se me había olvidado. Tendrás que compartirlo con tu Hijo. También he rezado el Jesusito de mi vida (…) y te doy mi corazón, tómalo, tuyo es y mío no. Bueno, entre los dos se lo reparten. Porque lo que pidáis en mi nombre eso haré.
“Santa Rita, Rita; lo que se da no se quita”. Sigue unos minutos.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y las hará mayores (Jn 14, 12).
Madre mía, ¡qué no puedo vivir sin corazón…! ¡Necesito urgentemente un trasplante! Hoy, que es tu día, te pido este regalo. Ya sé que es mucha caradura, pero quiero: o bien un corazón misericordioso como el de tu Hijo, o si no, un corazón inmaculado como el tuyo.
Con menos no me conformo.
Prepárate para mayo.
Propósito: tener más corazón.

viernes, 27 de abril de 2018

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida


En la casa de mi Padre hay muchas moradas (…) cuando haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí, para que, donde yo estoy, estéis también vosotros Jn 14, 2-3
Jesús mío, cuando me proponen ir de excursión o visitar algún sitio, aunque sea el lugar más bonito del mundo pregunto: ¿Y quién más va? ¿Y no va fulanito?... Pues si “él” no va, yo tampoco. Y es que no es tan importante el sitio como las personas que nos acompañan. Virgen Santa, y pensar que un día estaré contigo y con Jesús y con San José... Felicitaré a mi Ángel de la guarda, ¡Qué paciencia!, me reiré con el buen humor de San Josemaría. Siempre rodeado de personas tan queridas ¡Me muero de ganas!
Habla tú con Jesús y dile que te dé ganas de ir al cielo.
Le respondió Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” Jn 14, 6.
Se equivocaba el Poeta cuando escribió: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más / Caminante no hay camino, se hace camino al andar” ¿Cómo que no hay Camino?, ¿Y la huellas que nos ha dejado Cristo?... Son huellas profundas, porque llevaba el peso de la Cruz. Los cristianos tenemos claro el Camino lleno de Vida, de alegría, porque es Verdad. Como Sta. Catalina de Siena diremos: “el Camino que nos lleva al Cielo, ya es un Cielo”.
Dile a Jesús que quieres seguir sus “huellas” y luego terminas
Propósito: seguiré las huellas.

jueves, 26 de abril de 2018

San Isidoro. Vosotros sois la luz del mundo


Vosotros sois la luz del mundo. (…) No se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa (Mt 5, 14-15).
Jesús, a veces pienso que soy el patito feo de mi familia, de mi clase, de mis amigos. Y empiezo a darle vueltas: que si nadie me aprecia, que si nadie me quiere, que si no se me valora… y termino convenciéndome de que, en el fondo, será por algo... Y encerrado en mí mismo le doy vueltas y revueltas, tantas que acabo mareado y tristón. Hasta que un día, alguien, me hace caso, se fija en mí y de golpe me doy cuenta que no soy tan horrible. Jesús, estas cosas que me pasan son manifestaciones de encerrarme en mí mismo, de egoísmo. Jesús, líbrame de mí mismo.
Habla tú con Jesús y dile lo que te brote durante dos o tres minutos.
Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre (Jn 3,15).
Jesús, me hizo gracia. Era una Misa de Domingo al aire libre en un solar en el que algún día se construirá una nueva parroquia. Mientras un sacerdote celebraba, otro confesaba en un confesionario portátil. Cerca unos niños jugaban en un montón de arena. Un pequeñín, con la cara llena de mocos y tierra, se acercó al que en ese momento estaba confesando, para que lo limpiara. Este no lo pensó dos veces y con su limpia alba liberó al chiquitín de tanta suciedad. ¡Qué buena limpieza! Y todos se quedaron contentos.
Jesús, ¡límpiame!
Propósito: iluminar con mi sonrisa.

miércoles, 25 de abril de 2018

San Marcos. Jesús, descongela mi corazón


Se apareció Jesús a los Once y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará (Mc 16,15).
Aquel montañero poeta, un día de Pascua, se conmovió al ver despuntar, entre las rocas y la nieve el brote de una flor tierna y elegante: como un estallido de vida, cientos de estallidos, decía. El asombroso descubrimiento le acompañó hasta la cumbre mientras consideraba: El Cristianismo es mucho más que un código de comportamientos éticos, que una ideología o un mensaje filosófico. Para mí es como esa flor en la nieve: Cristo que vive, hoy y siempre. Cristo continuamente resucitando en los corazones de los hombres. Jesús, resquebraja el hielo que cubre mi vida, resucita en mi corazón (Julián Herranz, Los atajos del silencio).
Dile a Jesús que te aplique maniobras de resucitación cardiaca.
Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes (Mc 16,20).
Jesús, ayúdame a pregonar el Evangelio como hicieron los Once y después San Marcos. Que Cristo viva, ¡resucite!, en el corazón de tantos de mis amigos, de mi familia, de mis compañeros. Con tu Gracia y el fuego de mi amor provocaré el deshielo. Será una nueva primavera del Cristianismo.
Pide a Jesús un Cambio Climático que deshiele los corazones.
Propósito: facilitar el cambio climático en mi familia.

martes, 24 de abril de 2018

Jesús, que refleje tu rostro


Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Paseaba Jesús por el Templo, en el pórtico de Salomón (Jn 10, 22-23).
Madre mía, ¡me enamora ver pasear a Jesús tan elegante!, paseando por el pórtico de Salomón. Como era invierno le habías tejido un bonito manto de lana bien calentito, que se ponía encima de esa túnica de lino sin costura. Tu Hijo iba siempre tan bien arreglado, muy elegante, humanamente atractivo. Por eso atraía tanto. Elegante es el que sabe elegir, el que no se pone cualquier cosa, no se cosifica. La elegancia lleva a agradar, ser atractiva, tener buen gusto.
Jesús ser guapo se nace (esto es lo que hay), pero ir elegante se elige.
Entonces le rodearon los judíos y le decían: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. (Jn 10, 24).
Sus modales, que digamos, no son muy correctos: hablan al Señor con violencia, sus intenciones no son muy rectas. La vulgaridad, la zafiedad, el mal gusto, no solo afectan al modo de vestir sino también a las conversaciones, a las palabras y expresiones groseras. María, madre mía, ayúdame a tener esa finura interior para tratar con delicadeza a todos. Quiero parecerme a tu Hijo: pásame el cepillo para que me desenrede la lengua, límpiame el alma para que refleje en mi rostro y en mis actos la hermosura de Jesús.
El que a los suyos parece, honra mereces. Parecerme más a Jesús.
Propósito: ¡Guerra a la vulgaridad!

lunes, 23 de abril de 2018

Jesús, que reconozca y escuche siempre tu voz


En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es un ladrón y un salteador (Jn 10, 1-2).
Somos Templos del Espíritu Santo. Desde el Bautismo Dios nos ha adornado con su Gracia, esperanza, alegría, amor de Dios, ¡tantas cosas buenas! Pasa el tiempo y el tesoro se va enriqueciendo: perlas, rubíes, zafiros, esmeraldas… Son las Virtudes, dones del Espíritu Santo, la Filiación divina. Los ladrones conocen la existencia de esos tesoros y esperan el momento oportuno, la ventana mal cerrada para entrar, robar y destruir. Y los ladrones son: la curiosidad, querer llamar la atención, querer probarlo todo, ponerse en el límite, la conversación sucia…
Da gracias a Jesús por tantas cosas buenas que te ha dado.
Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. (…) Las ovejas atienden a su voz, llama a sus propias ovejas por su nombre (…) y camina delante de ellas y las ovejas le siguen, porque conocen su voz (Jn 10 3-4).
Jesús es el Buen Pastor que entra siempre por la puerta. Lo hace a través de los ratos de oración, del Evangelio, de la Eucaristía. Tengo que abrirte la puerta y entonces me llamas con tus silbidos suaves y cariñosos. Jesús es el sacerdote, los amigos buenos que me ayudan, me guían y me acompañan con su palabra, con su oración y con su ejemplo.
¿Sabes silbar? Dile a Jesús que te enseñe. Es un experto en silbar.
Propósito: Aprender a escuchar los silbidos amorosos de Jesús.

domingo, 22 de abril de 2018

“Mi buen Pastor, mi buen Jesús”


Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas (…) Conozco las mías y las mías me conocen (Jn 10, 11.14).
Jesús, yo nunca he vivido en el campo. Pero si no recuerdo mal una vez vi en la tele un rebaño con su pastor al frente. Las ovejas me parecían todas iguales de tontas… pero no. El pastor las iba llamando, una a una y las guardaba en un corralillo. Jesús, Tú que eres el Buen Pastor me llamas con tus silbidos amorosos. Me conoces, sabes todo de mí. Para Jesús yo soy “único”, y me quiere tanto que ha dado su vida por mí.
Jesús ha dado su vida por mí. Y yo ¿qué más puedo hacer por Jesús?
Tengo otras ovejas que no son de este redil, a ésas también es necesario que las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño, con un solo pastor” (Jn 11, 16).
En todos los rebaños hay una oveja que le da por ser “original”. Ese soy yo ¡Me encanta llamar la atención!, hacer de oveja negra, ser el centro de las conversaciones: me da igual que se hable bien o mal, el caso es que se hable. Y de oveja paso a cabra, cabra malabarista, siempre al borde de precipicio. Hasta que un buen día, ¡Cataplum!: oveja-cabra descalabrada. Y entonces, Jesús, me levantas amorosamente y me llevas sobre tus hombros. ¡Qué bueno eres!
Dile a Jesús que no quieres ser ni cabra ni oveja negra.
Propósito: balar a Jesús: ser buena oveja.

sábado, 21 de abril de 2018

Señor, Tú tienes palabras de Vida eterna


Entonces, oyéndole muchos de sus discípulos, dijeron: Dura es esta enseñanza, ¿quién puede escucharla? (…) Desde entonces muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él (Jn 6, 60. 66).
Jesús, se van, se marchan. Son tus discípulos pero se van. ¿Adónde? ¿Por qué? Se van a sus “negocios”, a su pueblecito, a su triste y caduca felicidad. Tus palabras ¡que dan Vida! son demasiado grandes, demasiado exigentes… Como ahora, también hay cristianos que se escandalizan de la Iglesia, de Cristo: dura es esta enseñanza ¿quién puede escucharla? Quizá preferirían un cristianismo más “light ”, más aguado, más a la medida de su mediocridad.
Habla con Jesús y dile que, con su ayuda, tú nunca Le dejarás.
Entonces Jesús dijo a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos? (Jn 6, 67).
Jesús, somos pocos los que Te amamos, y además Te amamos poco. Qué doloroso se me hace oírte: También vosotros queréis marcharos. Jesús, ahora, en el momento de la prueba, de la deserción en masa de tantos católicos, es la hora de la Cruz, hora de fidelidad. Por eso te diré como San Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Jn 6,68), con la canción: Más allá de mis miedos, más allá de mi inseguridad quiero darte mi respuesta.
Jesús, que mi amor sea decirte “SI” hasta el final.
Propósito: decir a Dios en todo que Si, Si, Si, Si, Si, Si, Si, Si Sí y Sí.

viernes, 20 de abril de 2018

¡Viva Jesús Sacramentado!


Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá eternamente (Jn 6,51).
Fue en una excursión. Al comienzo todo fácil, los árboles nos daban sombra. Al dejarlos atrás, conforme subíamos un monte, se nos abría un paisaje cada vez más espléndido. Uno de los que iban, que no dejaba de mirar el celular, gritó horrorizado: ¡Nos hemos perdido! ¡No tengo señal!... Era lo peor que nos podía pasar y todos empezaron a ver su celular. Efectivamente no había ninguna antena cerca. No sé por qué, pero pensé cual sería el Sagrario más próximo. Jesús, hoy te pido: ¡Que nunca pierda tu cobertura, tu señal!
¿Tengo localizados los Sagrarios más próximos? ¿Busco buenas coberturas?
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna (Jn 6,54).
Después del pánico de la señal, nos fijamos en unas casas agrupadas en torno a su Iglesia. ¿Por qué no hacemos la Visita?, dijo uno. Como no sea a las vacas, soltó el gracioso de turno. Y a muchos kilómetros de distancia, y a muchos metros de altura, cada uno te dijo: ¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!... A Jesús le encantó.
Einstein se equivocó: La oración viaja más rápido que la luz.
Propósito: no perder cobertura.

jueves, 19 de abril de 2018

En mis ojos no ha parado de llover


Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron (Jn 6,50).
Jesús, de lo que hicieran mis padres yo no respondo, pero a mí lo que me gusta de verdad, lo que consumo con avidez es el otro Maná, el grupo de rock mejicano: Desde que te perdí / la luz se ha puesto muy mojada / mirada triste está nublada / Y en mis ojos no ha parado de llover. Te parecerá una tontería, pero me recuerda lo mal que se está sin Ti, cuando te pierdo por el pecado. Solo y ya sin ti / Me tienes como un perro herido / Me tienes como un ave sin su nido / Estoy solo como arena sin su mar.
Pregúntate: ¿En alguna ocasión pierdo a Jesús? ¿Me duele perderle?
Éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre (Jn 6,51).
Jesús, como en la canción te pregunto: Dime que faltó, dime que sobró, dime que pasó / Pero dime algo, pues me estoy muriendo. Y en la oración me respondes que me faltó valentía, me sobró egoísmo, y por eso, pasó… lo que pasó. ¡Qué mal se está sin Ti! ¡No se puede vivir sin Dios! Y vienen las lágrimas del arrepentimiento: Sigue lloviendo, le sigue lloviendo al corazón / Y en mis ojos no ha parado de llover. Bien purificado por la Penitencia me acercaré el Pan de Cielo, a la Eucaristía.
Jesús, tú en la Eucaristía, eres el mejor Maná.
Propósito: comulgar más a menudo.

miércoles, 18 de abril de 2018

Hágase tu voluntad


He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no se pierda nada de lo que me dio (Jn 6,35-40).
Jesús, mi madre cuando era pequeño me llamaba El Rey de la Casa. Tanto repetirlo que al final me lo acabé creyendo y ahora me he convertido en El Tirano de mi Familia: ¡Hay de aquel que me lleve la contraria! ¡Hay de aquella que no haga mi voluntad!... Jesús: Ayúdame a no ser tan déspota con mis hermanos, ni tan mandón con mis amigos, ni opresor de mi mascota, ni totalitario con mis papás. ¡Destrona de una vez al tirano de mi yo! Jesús: hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo, no mi voluntad.
Desenmascara al tirano opresor que hay en ti y en su lugar pon a Jesús.
Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día (Jn 6,40).
En un Santuario de la Virgen, a la entrada, había un libro de firmas donde los peregrinos ponían lo que les brotaba de su corazón. En plan curioso leí y me llamó la atención una escritura que decía: ¡Señor! No entiendo nada pero en ti confío, ¡Ayúdame!
Termina diciendo a Jesús: Hágase tu voluntad.
Propósito: considerar la posibilidad del tiranicidio de mi yo.

martes, 17 de abril de 2018

Señor, danos siempre de ese Pan


Pues el pan de Dios es el que ha bajado del Cielo y da la vida al mundo. Ellos le dijeron: Señor, danos siempre de este pan. Jesús les respondió: Yo soy el pan de vida (Jn 6, 33-34).
María, Tú eres la mejor panadera del mundo. Hoy lo tengo claro: El mejor pan es tu Hijo en la Eucaristía. Pan hecho con trigo de primera: Si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto (Jn 12, 24). Madre mía, la Eucaristía es fruto del Amor de tu Hijo en la Cruz; es fruto de tu vientre. Como los discípulos yo también pediré: Señor, danos siempre de este pan.
La mejor Panadería la encuentro en la Misa. ¿Por qué no voy más veces?
Jesús les respondió: Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí no tendrá nunca sed (Jn 6, 35).
Madre mía, lo mío es una adolescencia permanente: Nada me satisface, todo me cansa, ¡todo me aburre…! Me prometen paraísos artificiales: lo pruebo todo, lo experimento todo y luego me encuentro en infiernos terrenales. Mi corazón está inquieto, hecho para Dios y solo se satisface con Dios, con el Pan de Vida.
Piensa en el Sagrario más olvidado del mundo y dile con el corazón que le quieres.
Propósito: ir más veces al Sagrario.

lunes, 16 de abril de 2018

Quiero volver a sentir, escuchar solo tu voz


Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
Jesús, te quieren y te buscan. Tienen que remar con esfuerzo, quizá con el viento en contra. Jesús, ser cristiano es saber ir a contracorriente del ambiente dominante, como nos decía Juan Pablo II: La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes que se atrevan a caminar contracorriente. Jesús, solo a los peces muertos se los lleva la corriente.
El ir contracorriente no se trata de llevar la contraria ni ser anti-todo.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron: Maestro, ¿cuándo has venido aquí? (Jn 6, 22-29).
La corriente —con palabras de Benedito XVI— es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal. Jesús quiero escuchar solo tu voz en mi corazón que me dice: lucha, dales buen ejemplo a los demás.
Dile a Jesús que quieres escuchar su voz.
Propósito: ser antídoto, no anti-todo.

domingo, 15 de abril de 2018

Mirad mis manos y mis pies…


Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que Yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies (Lc 24, 39-40).
Jesús, me conmueve esa insistencia, tan tuya, de enseñar siempre tus heridas. Son llagas abiertas que dicen: —¡fíjate cuanto te quiero! Me recuerdas a aquel niño pequeño que al tropezar y hacerse una herida en la rodilla, corriendo se la enseña orgulloso a todo el que pasa, para dar un poco de pena. Sí, Jesús, ¡me duelen tus heridas! Y, por eso, para consolarte, me gusta repetir: Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme.
Tienes cinco llagas para elegir escondite.
En sus llagas hemos sido curados (1 Pt 2,24.
Jesús, en el cielo, en tu cuerpo glorioso ¿siguen abiertas tus llagas? —¡Pues claro!, pero ya no te duelen. Las que si te duelen son las heridas abiertas que tienes aquí en la tierra: los enfermos, los débiles, los necesitados, los que sufren… Pero sorprendentemente: En sus llagas hemos sido curados (1 Pt 2,24). Jesús mío, que busque tus llagas aquí en la tierra, y cuando las encuentre pondré en ellas cariño, delicadeza, amor. Jesús te voy a cuidar en cada uno de sus miembros más llagados y Tú me curarás el alma.
Haz una lista, con nombres y apellidos, de las llagas que conozcas.
Propósito: Poner un beso en cada llaga de Cristo.

sábado, 14 de abril de 2018

Soy Yo, no tengáis miedo


Habían remado uno, cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago y se asustaron. Pero Él les dijo: Soy yo, no temáis (Jn 6, 20).
¡No tengáis miedo!, ¿te acuerdas? Era Juan Pablo II recién elegido Papa, asomado a la ventana de San Pedro ante miles de personas. Años más tarde, Benedicto XVI, también en la misma Plaza, añadió: —¡No tengáis miedo de Cristo! ¡Él no quita nada y lo da todo! Jesús, me pasa como a los Apóstoles en medio de la tormenta del lago de Tiberiades, cuando caminando sobre las aguas te confundieron con un fantasma. ¡Soy Yo, no tengáis miedo! Subiste a la barca y cesó la tempestad. Jesús, ¡que no te tenga miedo!, ¡qué no te tenga miedo!
Di a Jesús que con Él no tienes miedo a nada ni a nadie, sólo perderle.
Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo (Mc 6, 48).
Jesús, ese gesto tan tuyo hizo ademán de continuar adelante, me enamora. Lo hiciste con los discípulos de Emaús y ahora en medio del lago. Tantas veces, Jesús, pasas cerca de mí y no me entero. Los de Emaús le retuvieron diciéndole: Quédate con nosotros. Jesús, que te sepa descubrir y sobre todo retener: ¡Quédate conmigo! Yo nunca te dejaré.
Dile a Jesús que se quede contigo.
Propósito: deja que Jesús se quede contigo.

viernes, 13 de abril de 2018

Bocadillos de sardinas a ¡un dólar!


Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia Él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? (Jn 6, 5).
Atardece. Estamos fatigados y hambrientos. Jesús, levantas la mirada y ves a la muchedumbre. Pero no ves a la multitud, nos ves a cada uno, me ves a mí. Como nos dice el Papa: La mirada conmovida de Cristo se detiene también hoy sobre los hombres y los pueblos. Con su mirada abraza a las multitudes y a cada uno. Jesús, cómo me gusta sentir tu mirada. De un vistazo borras de mi alma cualquier rastro de preocupación, de amargura. Jesús, mírame, mírame mucho. Te lo pondré fácil porque pienso ir con frecuencia al oratorio.
Deja que Jesús te mire un rato cada vez que vayas a verle al Sagrario.
Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces (Jn 6, 7).
Andrés trae de la mano a su sobrino. El muchacho, con visión comercial, pensaba hacer negocio: venderle comida a la muchedumbre. Y ese día hizo el mejor negocio de su vida: Lo dio todo; se dio del todo. Jesús se sirvió de su generosidad para hacer un gran milagro. Jesús, yo también te doy mi todo, porque todo lo mío es tuyo y Tú, como siempre, me devuelves el ciento por uno. ¡No te dejas ganar en generosidad!
Y yo, ¿qué puedo dar a Jesús?
Propósito: darme del todo.

jueves, 12 de abril de 2018

Cantaré tus alabanzas, Señor


El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla (Jn 3, 31).
Jesús, y yo, ¿de qué hablo? ¿Cuál es el tema de mi conversación?, ¿con mis amigos, en clase, de qué hablo? El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla¡Qué vergüenza me da reconocerlo, Jesús!: Resulta que no es que hable de la tierra, sino del estiércol; hablo de la última cochinada de la televisión, del último chisme sin pudor de todo y de todos. Y, para no quedarme atrás, también yo echo leña al fuego... Otras veces escucho, y mi silencio me hace cómplice de tanta habladuría. Jesús, y pensar que Tú ¡lo oyes todo! Nunca más Jesús. Si no es para hablar bien, mejor calladito.
Jesús, que siempre mis comentarios y palabras sean limpios.
El que viene del Cielo está sobre todos y da testimonio de lo que ha visto y oído (Jn 3, 31).
Jesús, no quieres que esté callado, sino todo lo contrario. Prepárate boca, prepárense cuerdas vocales. Jesús, quiero hablar mucho de ti, mucho. No solo hablar, sino también cantar. Que todos mis amigos, mi familia, mis compañeros se enteren de la alegría que me llena el alma. Voy a hablar hasta quedarme afónico, como Tú, Jesús mío, que das testimonio de lo que has visto y oído (Jn 3, 31).
Hablar de Jesús hasta perder el habla y después por señas o por escrito.
Propósito: limpio para hablar y escuchar

miércoles, 11 de abril de 2018

Tanto amó Dios al mundo…


Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca sino que tenga Vida Eterna (Jn 3, 14).
San Juan de la Cruz escribió lo siguiente hablando del Padre y del Hijo: En aquel amor inmenso / que de los dos procedía, / palabras de gran regalo / el Padre al Hijo decía, / de tan profundo deleite / que nadie las entendía; / solo el Hijo lo gozaba /que es a quien pertenecía. / Pero aquello que se entiende, / desta manera decía: / Nada me contenta, Hijo, / fuera de tu compañía. / Y si algo me contenta, / en ti mismo lo quería. / El que a ti se parece, / a mí más  me satisfacía; / y el que en nada te semeja, / en mi nada hallaría.
Felicita a Jesús por tener en el Cielo una Familia tan unida: La Santísima Trinidad.
Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Jn 3,16).
Según san Juan de la Cruz el diálogo entre el Padre y el Hijo continuaba así: Al que a ti te amare, Hijo, / a mí mismo le daría, / y el amor que yo en ti pongo, / ese mismo en él pondría, / en razón de haber amado / a quien yo tanto quería.
Dile a Jesús que te quieres parecer a Él para recibir el Amor del Padre.
Propósito: parecerme a Jesús.

martes, 10 de abril de 2018

Reina del Cielo, ruega por nosotros


Si os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara de cosas celestiales? (Jn 3, 12).
Háblame, Jesús, del Cielo. Muéstrame, Señor, el lugar que me has preparado. ¿Cómo es?, ¿qué haremos?, ¿dónde está?, ¿será divertido?, ¿se juega al fútbol?, Perdona mis preguntas tan tontas. Pero ya ves, Señor, así somos los humanos. San Josemaría nos dice: Si el Amor, aún el amor humano, da tantos consuelos aquí, ¿qué será el Amor en el Cielo? (Camino 428).
Imagínate el Cielo y pásmate con la belleza de la Reina del Cielo: María.
Pues nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del Hombre (Jn 3, 13).
Jesús, Tú has bajado del Cielo. Ahí está tu Padre y tanta gente. ¿Cómo es el Cielo? El Cielo es siempre nuevo, siempre distinto, sin cansancio y sin empalago. Es toda la luz y el color, es la música y la dulzura, es alegría que nadie me puede quitar. El cielo es AMOR. Un amor que no se oxida, un amor limpio que fascina, embellece, que es siempre como la primera vez. Y sobre todo, en el Cielo estaré contigo, Jesús de mi alma, para siempre. Allí, junto a María la Reina, toda hermosura… en el Cielo, junto a los Ángeles, junto a millones de almas buenas, eternamente felices… para siempre, para siempre.
Dile a Jesús que, con su ayuda, quieres ir al Cielo y terminas.
Propósito: ir al cielo, pero sin escalas (Purgatorio).

lunes, 9 de abril de 2018

La Anunciación. Ave María, llena de Gracia


En aquel tiempo fue enviado el Ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David, y el nombre de la Virgen era María. Y, habiendo entrado el Ángel donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo (Lc 1, 26-28).
Jesús, siempre me ha parecido de mala educación y de mal gusto, eso de curiosear en la vida de los demás, pero hoy… hago una excepción: ¿Cómo fue la Anunciación? ¿Qué dijo tu Madre? ¿Se puso colorada? Quiero saberlo todo. A veces, también les pregunto a mis papás cómo se conocieron, quién tomó la iniciativa… Entonces se miran con ojos de complicidad y se nota que les palpita el corazón. Yo entiendo que cada Avemaría, dice San Josemaría, cada saludo a la Virgen, es un nuevo latido de un corazón enamorado (Forja, nº 615).
Reza un Avemaría despacio.
María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el Ángel (Lc 1, 38).
¡La esclava del Señor! ¡La sierva de Dios! La criatura más excelsa, la más perfecta, la Santísima Virgen, hace del servicio el centro de su existencia. Esto no todo el mundo lo entiende. Hace falta tener mucha finura interior, mucha delicadeza y mucha categoría humana: Sólo son capaces algunas almas privilegiadas. Y yo, ¿lo entiendo? Pues entonces…
Agradece a la Esclava del Señor entender, y luego poder servir.
Propósito: Si no lo entiendo, pedir a San Gabriel que me lo explique.

domingo, 8 de abril de 2018

Domingo de la Divina Misericordia. Señor mío y Dios mío


Tomás, uno de los Doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús (Jn 20, 19).
Jesús, ¿y dónde estaba Tomás? Siempre me ha parecido un misterio: ¿Qué estaría haciendo? ¿Dónde se habría ido? Está claro que, en ese momento, su sitio era estar con la Virgen Santísima y los Doce. Ese día se despistó, hizo su plan. Jesús, yo como Tomás, tantas veces a lo mío, a mis planes, a mis gustos, a mi TV, a mi egoísmo. Jesús, rompe mi egoísmo. Que esté con los demás. Que me sienta miembro de tu familia la Iglesia y hermano de todos los hombres. Dame un corazón grande como el tuyo.
Pregúntate: Cuando no pienso en Dios y en los demás, ¿en qué pienso?
¡Hemos visto al Señor! (Jn 20, 25).
Tomás no se lo podía creer, no lo quería creer. Si no veo la señal de los clavos…, y si no meto mi dedo en esa señal…, y mi mano en su costado, no creeré (Jn 20, 25). ¡Qué terco es Tomás! Es el egoísmo y la desconfianza lo que nos impide ver a Jesús, lo que todo lo critica, lo que ve las cosas retorcidas, al revés. A los ocho días (…) se presentó en medio (Jn 20, 26). Tomás, el incrédulo, por fin vuelve con los suyos. Son las heridas de Cristo lo que le convence: ¡Señor mío y Dios mío! Y yo, ¿ya he vuelto?
Repite muchas veces: ¡Señor mío y Dios mío!, y luego terminas.
Propósito: creer y volver

sábado, 7 de abril de 2018

Sábado de Pascua. Alégrate Reina del Cielo


Habiendo resucitado, al amanecer del primer día de la semana, se apareció, en primer lugar, a María Magdalena (Mc 16, 9).
¡Aquí falta algo!.. Por no decir lo evidente: que Jesús se apareció en primer lugar a su Santísima Madre. ¡No iba a ser de otra manera!: María, la Madre de Jesús, esperaba el amanecer del domingo con fe, esperanza y amor. ¡Madre!, le dijo Jesús, ten fe porque al tercer día volveré, al tercer día resucitaré. María lo sabe y pasa toda la noche en oración.
Hoy, acompaña también a la Virgen. Dile lo mucho que tú también quieres a Jesús.
La luna ya se ha ocultado. Un rayo de luz penetra en la habitación. Nace el nuevo sol con más alegría que nunca: ¡Es el Domingo de Resurrección, el Día del Señor! María está despierta, en espera. Con las primeras luces, una voz inconfundible: —¡Madre!, —¡Hijo mío!, Jesús mío. María cae de rodillas y Jesús la levanta y la abraza. Los Ángeles, que contemplan emocionados la escena, no pueden contenerse ya más y cantan a pleno pulmón: Alégrate, Reina del Cielo, aleluya / Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya / Ha resucitado, según predijo; aleluya / Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya / Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.
Sigue saboreando el Regina Coeli como si fuera un caramelo.
Propósito: rezar el Regina Coeli.

viernes, 6 de abril de 2018

Viernes de Pascua. El amor no es ciego, dilata las pupilas


Les dijo Jesús: Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Le contestaron: No. (…) Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan. (…) Jesús les dijo: Venid y comed (Jn 21, 5.9).
Jesús, lo tuyo sí que es espíritu de servicio. Sabías que a Pedro y a Juan les volvían locos las barbacoas de pescado. No te lo dijeron, sino que Tú, con ojos de madre, enseguida te diste cuenta: Cuando la Virgen y las otras santas mujeres preparaban el almuerzo –pescado frito- veías brillar los ojillos de tus Apóstoles. Conocías sus gustos, sus platos preferidos y quisiste darles una sorpresa. Jesús, que yo también tenga ojos y corazón de madre para con los demás, que sepa adelantarme en los detalles de servicio.
¿Conozco los gustos de los demás?
Aquel discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: ¡Es el Señor!
Jesús, Juan tenía una vista de lince. La barca estaba bastante lejos, pero bien que te reconoció. Dicen que el amor es ciego, pero resulta que es al contrario: El amor dilata las pupilas. Cuando uno quiere amar, uno se fija.
¿Me fijo en qué cosas puedo alegrar la vida de mi familia?
Propósito: ser fijado.

jueves, 5 de abril de 2018

Jueves de Pascua. Jesús, que no te tenga miedo


Jesús se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Se quedaron aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. (…) Mirad mis manos y mis pies: Soy yo mismo. Palpadme y comprended (Lc 24, 36.39).
Jesús, ¡vaya susto les diste a tus discípulos!: Se quedaron aterrados y llenos de miedo. ¡Te confundían con un fantasma, y eras Tú! Seguro que les querías dar un susto y te morías de risa viéndoles así. Jesús, tengo que reconocer que, a veces, también me pasa lo mismo: en la oración te tengo delante, te miro con cariño, te hablo y… ¡me das miedo! Pienso que me vas a pedir demasiado, que me vas a complicar la vida. Jesús, si me ves con cara de susto, ríete un poco de mí.
Dile que te enseñe sus llagas. Comprobarás lo mucho que te quiere.
Como no acabasen de creer por la alegría y estuvieran llenos de admiración, les dijo: ¿Tenéis aquí algo que comer? Entonces ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Y tomándolo comió delante de ellos (Lc 24, 41-43).
Jesús, lo que no termino de entender es que, queriéndote tanto, tus discípulos te dieron para comer pescado... ¡Qué horror! Tengo que reconocer que a mí el pescado no me gusta nada. Ya ves, estoy lleno de tonterías. Jesús, ayúdame a detectar y superar tantos remilgos y caprichos.
Haz una lista de pequeños sacrificios para combatir los caprichos.
Propósito: no ser melindroso

miércoles, 4 de abril de 2018

Miércoles de Pascua. Jesús, quédate conmigo


Quédate con nosotros, Señor, porque atardece y el día va de caída.
Fue en Madrid, en la Autónoma. No te acuerdas porque todavía no habías nacido. Juan Pablo II fue recibido por las barbudas autoridades académicas. Fuera de los edificios estaban los imberbes, gritones, entusiasmados y bulliciosos estudiantes. Al asomarse el Papa al balcón del rectorado estalló en todas las gargantas un: ¡Quédate con nosotros! ¡Quédate con nosotros! Y el Papa se quedó con ellos, tan a gusto, a rezar el Ángelus. Jesús, quédate con nosotros, te suplicaron, y Tú aceptaste. Cuando los discípulos de Emaús te pidieron que te quedaras con ellos, Tú, Jesús, les contestaste con un don mucho mayor. Mediante el sacramento de la Eucaristía encontraste el modo de quedarte en ellos. Recibir la Eucaristía es entrar en profunda comunión con Jesús.
Agradécele que se haya quedado en la Eucaristía.
¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Una vez que las mentes están iluminadas y los corazones enfervorizados, los signos hablan. El Divino Caminante (Jesús) sigue haciéndose nuestro compañero. Cristo cumple a la perfección su promesa de estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cf. Mt 28,20).
Cuando se te haga el encontradizo reconócele y no le dejes irse solo.
Propósito: quedarme con Jesús.

martes, 3 de abril de 2018

Martes de Pascua. Jesús, hágase tu Voluntad, no la mía


Se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dijo Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré (Jn 20, 14-15).
Jesús, pobre Magdalena, estaba trastornada de tanto llorar. Necesitada y sedienta de su Jesús. Por cierto, Jesús, me encantan las magdalenas, ¿no te lo he dicho? Sobre todo, por las mañanas, mojarlas en el desayuno. Pero las muy tragonas, cuando las meto en la leche, se hinchan tanto, tanto, que se beben casi toda la leche. Entonces las miro, tan gorditas, tan apetitosas, y riendo me las como. ¡Qué se habrán creído! Así quiero ser yo contigo, como una magdalena sedienta de mi Jesús, como María Magdalena buscando a su Jesús.
Considera en el desayuno, si eres capaz, la lección de las magdalenas.
Jesús le dijo: ¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: ¡Rabbuni!, que quiere decir Maestro (Jn 20, 16).
¡Lloras más que una Magdalena! Me dicen a veces para hacerme enojar. Jesús, no es que yo sea llorón, pero es que a veces bien merece la pena llorar. Sobre todo sabiendo que eres Tú el que me vas a consolar: Bienaventurados los que lloran porque serán consolados... Tanto lloró la Magdalena que se encontró con el mejor consuelo, con Jesús.
Cuéntale a Jesús que es lo que llevas en el corazón que te pesa tanto.
Propósito: aprender de las magdalenas.