Ellas partieron al instante del sepulcro con temor y gran alegría,
y corrieron a dar la noticia a los discípulos (Mt 28, 8).
Estar alegre. Eso es lo que
saco al leer este pasaje del Evangelio. Jesús, pero una alegría que no es por
haber comido bien, haberme divertido, por estar sano… Una alegría porque está
vivo y me quieres, y soy hijo de Dios. Jesús, que aprenda a estar alegre en las
buenas y en las malas porque estás vivo.
¿Pierdo la alegría?
De pronto Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas
se acercaron, abrazaron sus pies y le adoraron (Mt 28, 9).
Y ahora apareces y su alegría
se vuelve gozo. Jesús, yo conozco esta alegría. Es la alegría cuando me
confieso y lo digo todo claro y completo, es la alegría de saber vencer esos
defectos que me has pedido que quite de mi vida, es la alegría de decirte que
sí a lo que me pidas.
En mi casa, ¿se nota que estoy alegre?
Propósito: sonreír siempre.