martes, 12 de marzo de 2019

Padre mío que estás en el cielo y en la tierra


Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre (Mt 6, 10).
Padre nuestro que estás en el Cielo… y en la tierra, en el Sagrario y en el autobús, en la cocina y en mi cuarto, en la piscina y en la montaña, y en la copa de un pino. Danos el pan de cada día... y la leche, y chocolates, y pizza y un carro nuevo para papá, y salud para mi abuela, y dinero para pagar la hipoteca, y que me salga el sudoku, y que siempre sonría, y que no mueran más niños antes de nacer, y que se acaben las guerras, y …
Y tú, ¿qué le puedes pedir al Padre de parte de su Hijo Jesús?
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo (Mt 6,12).
Del Padrenuestro, los santos han sacado mucho provecho. Santa Teresa de Jesús escribió: En tan pocas palabras está toda la contem­plación y perfección encerrada, que parece que no hemos menester otro libro sino estudiar en este. Porque aquí nos ha enseñado el Señor todo el modo de hacer oración y de alta contemplación, desde los principiantes a la oración mental, y de quietud y de unión que a ser yo para saberlo decir, se pudiera hacer un gran libro de oración sobre tan verdadero fundamento (Camino de Perfección). Y San Josemaría: Tenía por costumbre, no pocas veces, cuando era joven, no emplear ningún libro para la meditación. Recitaba paladeando, una a una las palabras del Padrenuestro, y me detenía, saboreando, cuando Dios era mi Padre, que me debía sentir hermano de Jesucristo y hermano de todos los hombres. No salía de mi asombro, contemplando que era ¡hijo de Dios!
Reza “paladeando”, “saboreando” el Padrenuestro, pero despacito.
Propósito: rezar más Padrenuestros.