viernes, 31 de agosto de 2018

Las tareas del colegio


Las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas» (Mt 25,8).
¡Ahora sí, verdad! Las necias, que seguramente antes se burlaron de las prudentes, ahora quieren ayuda. Imagino que las prudentes, con todo el dolor de su corazón se vieron en la necesidad de negarles la ayuda. Jesús, cuántas veces por dejar las cosas a última hora, no logro terminar mis tareas y al final las termino copiando en clase. Ni pongo atención y encima, me arriesgo que me quiten mi cuaderno y el de mi amigo por andar copiando. Pero no me quedo ahí, Jesús, la cosa va a más. Si alguno no me quiere prestar su cuaderno, le chantajeo diciéndole que es un mal amigo y que ya va a ver cuando él esté en necesidad.
Di no a la piratería de tareas.
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco» (Mt 25, 10-12).
No quiero quedarme afuera, Jesús. Te prometo que este fin de semana voy hacer todas mis tareas, y si puedo, hasta voy a adelantar. No me gustaría que por haragán luego no me reconozcas. Dame la fortaleza para no retrasar las cosas y para terminar bien lo que comienzo.
Mejor acabar las tareas antes y luego jugar.
Propósito: No ser necio.

jueves, 30 de agosto de 2018

Es cuestión de estar rezando


Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa (Mt 12, 42).
Jesús, ahora venden unas alarmas espectaculares. Pones un código y la casa entera está protegida. Según yo, esto bastaba, pero me explicó mi papá que siempre hay que estar atento; porque si la alar­ma suena y no la oyes, de nada sirvió. Cómo me gustaría tener una alarma contra las tentaciones. Creo que la clave está en la oración. Voy a procurar tener encendida la alarma de pequeñas oraciones vocales: pondré rayos infrarrojos de visión sobrenatural, y sensores tér­micos para que no disminuya la temperatura espiritual de mi alma.
Para encender la alarma: Ángel de la guarda, dulce compañía…
¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso…? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así (Mt 12, 45-46).
Yo también tengo encargos en mi casa, Jesús. No son gran cosa: poner la mesa, darle de comer al chucho, etc. Pero a veces, prefiero más las misiones de Fortnite, que las que me pone mi papá. En las del videojuego sobrevivo a tormentas, francotiradores, y además me echo mi bailecito. Pero ese mundo no existe. Con lo que me pide mi papá, salvo el orden y la armonía de mi casa, que sí es real. Creo que me voy a tomar más en serio las misiones que me da mi papá.
Ser más heroico en la llamada al deber que me hace mi papá
Propósito: Cumplir con los encargos que me dan en casa.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Orden exterior fruto del orden interior


¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre (Mt 23, 27).
Aparentar, quedar bien, proyectar una buena imagen, y un sinfín de cosas más me dijo el peluquero para consolarme porque por fin mi mamá consiguió que me cortaran las greñas que andaba. Pero no es por eso, insistió mi mamá, es por orden y limpieza. Entonces entendí, que es bueno que mi porte exterior refleje la paz que se supone hay en mi alma. A la larga, la belleza que importa, y que perdura –habría añadido mi abuela-, es la de adentro.
Voy a poner más atención en que mis cosas reflejen que soy una persona que procura hablar frecuentemente con Jesús.
Por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes (Mt 23, 28).
Ayer, Jesús, después de confesarme, me quedé un ratito pensando en las cosas de las que te había pedido perdón. No es gran cosa, pensé; hasta para pecar soy mediocre. Pero después me di cuenta que me estaba comenzando a creer santito. Quizá no había en mi alma grandes crímenes, pero sí un montón de pequeñas faltas que a ti te duelen y de las que ahora mismo te vuelvo a pedir perdón.
Me voy a esforzar por no parecer sólo bien portado sino también serlo de verdad, desde dentro.
Propósito: Ordenar mi closet.

martes, 28 de agosto de 2018

Salvando el planeta


¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceri­dad! (Mt 23, 23).
No fumar, no tirar basura en la calle, no exceder la velocidad, no pararse en la grama, no consumir muchos carbohidratos; de eso sí estoy pendiente. Pero de ir a Misa, no gritarle a mis papás, estudiar duro, etc., ni me acuerdo. ¿Sera posible, Jesús, que a veces me importen más las ballenas en peligro de extinción que ayudar a mi hermanito a hacer sus tareas? No hay derecho. A ese paso, lo que de verdad estará en peligro de extinción es el cariño por los de mi casa. Voy a ser más hermano de mis hermanos y más hijo, más cariñoso, con mis papás.
Save the planet (mi familia)!
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! (Mt 23, 25).
Creo, Jesús, que un buen comienzo para vivir una caridad auténtica en mi casa es comenzar por el principio. Ya sé que suena como a “subir arriba” o “bajar a abajo”, pero para iniciar hay que irse al inicio: primero, amar a Dios sobre todas las cosas. Ha llegado el momento de una buena limpiadita por dentro con la confesión sacramental, y comulgar.
Ecología de la buena: tener siempre libre de basura el alma.
Propósito: Ser ecologista.

lunes, 27 de agosto de 2018

Vivir en verdad


¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas! (Mt 23, 13).
Jesús, ya veo que la hipocresía no te gusta. Tienes razón, a nadie le gusta que lo engañen. Me da pena decírtelo pero yo a veces también soy un poco doble cara. Me doy cuenta porque me encanta que mis papás le cuentan a las visitas que hago oración o que recibo formación espiritual, pero cuando dejo de rezar engañándome al ponerme a hacer otras cosas, me cae mal que me lo hagan ver. Más cuando me señalan que en el fondo es pereza. ¿Pereza, yo? No es pereza, me digo, es que tengo mucho qué hacer.
Ayúdame, Jesús, a no engañarme ni engañar.
¡Ay de vosotros, guías ciegos! (Mt 23, 16).
Una vez se nos ocurrió ir de excursión al campo sin saber bien el camino. Uno de los que iba con nosotros sacó a relucir sus dotes de buena orientación, y nos pidió que confiáramos en su guía. Para darnos más seguridad, sacó un GPS de su mochila. Nos llevó por un camino que terminó en un camino que no llegaba a ninguna parte. Pasamos tanto tiempo perdidos, que al final nos tuvimos que comer el almuerzo tardísimo a la orilla de la carretera, y por fin nos volvimos a casa. Varios días después nos enteramos que aquella había sido la primera excursión de nuestro “guía”. Jesús, a mí a veces me pasa algo parecido. Creo que yo solito me voy a guiar en mi vida espiritual y no me dejo aconsejar.
Usar el GPS de la dirección espiritual.
Propósito: Buscar la dirección espiritual.

domingo, 26 de agosto de 2018

Con el corazón en Roma


«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16, 15).
¿Quién digo yo que eres tú, Jesús? Me pongo delante de tu presencia y me quedo mudo de sólo imaginar que el Hijo de Dios está delante de mí. Los pobres apóstoles, al principio, a duras penas lo sospechaban. Ante tu pregunta, Jesús, Pedro no se muerde la lengua y declara sin ninguna vergüenza lo primero que se le ocurre: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Me recuerda cuando, en la clase, el profesor lanza una pregunta y todos comienzan a decir lo primero que se les ocurre, hasta que alguno, de chiripa, acierta. No sé si lo de Pedro fue o no chiripa, pero está claro que el Espíritu Santo lo ayudó. Yo sé quién eres Jesús, pero lo que sé con la cabeza, a veces no lo sigue mi corazón.
Espíritu Santo, sóplame al oído, para caer en la cuenta delante de quién estoy cuando llego al oratorio.
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará (Mt 16, 18).
Se me va la cabeza para Roma (Virgencita, que algún día pueda ir). He visto en la tele la Basílica de San Pedro. Era el día de la canonización de Juan Pablo II. Todavía me acuerdo de la alegría que se le veía en la cara al Papa Francisco. ¡Qué gusto da saber que esa es mi Iglesia! Y qué alegría me da pensar que a pesar de lo tremendo que a veces soy, aquí me tienes y me cuidas.
Gracias, Jesús, por la Iglesia y por el Papa.
Propósito: Rezar por el Papa.

sábado, 25 de agosto de 2018

El goleador humilde


El primero entre vosotros será vuestro servidor (Mt 23, 11).
Jesús, como dice la canción “no hay que llegar primero sino que hay que saber llegar”. A veces quiero ser el primero en todo. Cuando tengo la pelota en los partidos. No la paso porque siento que los otros van a echar a perder el gol. Me voy solo, disparo con todas mis fuerzas y al final: no entra en la portería. Me lamento exageradamente, como los de la tele, mientras escucho a lo lejos lo de siempre ¡por qué no me la pasaste, estaba solo! ¿Por qué no la pasé? Tú lo sabes Jesús, fue por egoísta. En vez de jugar para el equipo, juego para mi lucimiento personal. Ya sé que no soy el mejor, pero a veces me engaño.
Saber servir es saber pasar la bola para que otro eche el gol.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mt 23, 12).
Tengo un amigo que no juega bien pero nunca falta a un partido. No sabe crear jugadas, pero es obediente y sigue instrucciones. Casi siempre falla los tiros a gol, pero de vez en cuando anota. Siempre me ha llamado la atención como celebra esos goles. Se alegra por el equipo, por el resultado, pero no se pone creído. Es malo jugando, lo sabe y por eso se lo pasa bien. Da gusto que venga a jugar, porque no juega con el equipo sino para el equipo. Creo que eso es humildad, saber quién eres, actuar en consecuencia y ser feliz.
Dejar jugar a todos y aprender.
Propósito: Más pases, más goles, menos egoísmo.

viernes, 24 de agosto de 2018

Poner todo el corazón


Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser» (Mt 22, 36-37).
Jesús, qué fácil es decirte te quiero. No te lo digo tan seguido porque a veces me da pena. Sobre todo después de que no me he portado muy bien que digamos. ¿Cómo voy a decirte “te quiero” si no lo muestro con la obras? Y si resulta que como te digo pocas cosas a lo largo del día, es por eso que después no me porto bien. Quizá ésta podría ser mi primera buena obra, decirte muchas veces en el día que te quiero. Me suena que a esto se le llama, tener presencia de Dios.
¡Jesús, te quiero! Ahora díselo pero de corazón.
El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 39).
Si el segundo es semejante al primero, significa que también al prójimo habrá que quererlo con “todo el corazón”. Siempre me ha llamado la atención cómo mi mamá quiere a mis hermanos. A veces, hasta me da envidia. ¿Por qué no me alegro de que los quieran? Quizá porque mi corazón me lo quiero guardar por completo para mí y no lo quiero dar a nadie. Cuando quiera de verdad a los demás, me alegrarán sus alegrías, sus éxitos…, y también me dolerán sus dolores y esto, aunque parezca contradictorio, me hará feliz.
¿Tengo envidia?
Propósito: Alegrarme de algo bueno que le pasó a otro.

jueves, 23 de agosto de 2018

Se aburren los aburridos


El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir (Mt 22, 3).
Jesús, la vez pasada me regañó mi mamá porque me tardaba mucho en arreglarme y ya íbamos tarde. Me atrasé porque la verdad no quería ir. Era una fiesta de gente grande y no iba haber ningún amigo mío de mi edad. Le dije a mi mamá que iba a estar aburrido porque no conocía a nadie. Me explicó que me aburriría si sólo estaba pensando en mí y no me interesaba por los demás, aunque no los conociera. Imagino que a los de la parábola les pasó igual, se perdieron el banquete del Rey quizá porque pensaron que iba a estar aburrido. Y pensar que muchas veces el Rey que invita eres tú, Jesús.
Que nunca salga de mi boca “¡qué aburrido!”
Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda (Mt 22, 9).
Jesús, ahora voy entendiendo, la clave para no aburrirse está en pensar en los demás. ¿Y si no los conozco? Da igual, ya los conoceré. Si no, cómo voy a tener más amigos. Si no cambio, terminaré saliendo siempre con el mismo grupito, y a la hora de hacer apostolado, van a ser contaditos con los dedos de las manos las personas a las que podré llevar a Dios.
Voy a dejarme de timideces egoístas y voy a conocer más gente.
Propósito: Hacer un nuevo amigo.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Cuidar los estudios


Vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: –Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. (Mt 19, 3-4).
Jesús, a mí también me gustaría trabajar en tu viña. No soy muy diestro con las herramientas de campo porque soy de ciudad. He crecido entre humo de buses y asfalto. Pero si me enseñas, de seguro que te seré de ayuda. Sé que quizá al escuchar estos deseos míos me digas, mi viña también es tu colegio, tu casa, tu cuarto. ¿Quieres trabajar conmigo?, este es tu encargo: haz tus deberes, cumple con tu encargo, ordena tu cuarto. Jesús, y si hago todo eso, ¿me pagarás, como a los trabajadores de la parábola? Se me viene a la cabeza una partecita del Evangelio de ayer “cien veces más y heredar la vida eterna”
Si la viña del Señor fuera tu colegio, las uvas serían tus notas. Trabaja más tu viña y quizás un poquito menos Fortnite.
Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos (Mt 19, 16).
Un día se me ocurrió decirles eso a mis papás después de enseñarles una mala nota. Me habían dicho que como siguiera así, iba terminar de último en la clase. Jesús, bien se ve que tú muchas veces me hablas a través de mis papás. Me contestaron: por eso mismo, como los últimos serán los primeros, menos videojuegos y a estudiar.
Ser de los primeros aunque antes haya sido “último”.
Propósito: Estudiar. Así de sencillo, sin más teorías.

martes, 21 de agosto de 2018

Darlo todo


Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los Cielos (Mt 19, 25).
Hace unos días vi a mi abuelita cosiendo. Me pidió que le enhebrara la aguja porque era tarde y ya no veía muy bien. No pude. Al final lo terminó haciendo ella. Ahora pienso, ¡y un camello! Ni mi abuela. No quiero ser de esos “ricos” cara-de-camello de los que habla el Evangelio, Jesús. Y aunque no tengo muchas propiedades a mi nombre, sí que llamo a muchas cosas “mías” y hay de aquel que me las agarre.
¿No podrías ser más generoso y prestar tus cosas con más facilidad?
El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna (Mt 19, 29).
Si a veces me cuesta tanto prestar las cosas, Jesús, ¿qué pasaría si tú me lo pidieras todo? Me mareo sólo de pensarlo. Tener que dejar el cel, el carro, la bici, la tele, la laptop, mi camiseta del Madrid (sí, soy del Madrid y ¿qué?), y un largo etc. Un día le comencé a preguntar a un sacerdote que si me llegaba a entregar a Dios, ir al cine, a fiestas, a… Me paró, y me preguntó: ¿por qué te aflige tanto lo que se deja por Jesús? Piensa más en lo que Él te da. “Cien veces más y la vida eterna”, ¿te parece poco a cambio de lo que dejas? No sabía que contestar.
Piénsalo bien, el Amor de Dios vale más que el amor de cualquier persona en la tierra.
Propósito: Prestar algo a alguien… o mejor aún, ¡regalar!

lunes, 20 de agosto de 2018

Generosidad generosa


Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos (Mt 19, 17).
A mí me han enseñado desde chiquito los mandamientos. Me los tuve que aprender por primera vez para hacer mi Primera Comunión. Después me los volví a aprender porque hubo examen de eso y sólo me los sabía pero en desorden. Según yo daba igual el orden, como en la suma o en la multiplicación: el orden de los factores no altera el resultado. Hasta que entendí que los mandamientos no eran reglas frías, eran toda una estrategia de amor. Creo en medio de todo, si algo me hace ilusión es quererte más cada día.
Pídele ayuda a Jesús para no sólo saber los mandamientos sino también vivirlos.
Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego vente conmigo (Mt 19, 21).
Lo primero está “regalado”, Jesús. No tengo nada, y lo que tengo está roto o desgastado porque, como dice mi mamá, no cuido mis cosas. Dinero, no tengo. Siempre me mandan lonchera (sí, incluso en bachi­llerato le hacen a uno pasar vergüenza). Aunque ahora que lo pienso, me queda mi tiempo, mis aficiones, mis gustos, mis videojuegos. En el fondo, me queda toda mi vida. Tómala, pero tómala duro porque soy mero necio y quizá te la quiera quitar de vuelta.
Entrégate a Jesús, con todo y “orejas”, como dicen los papás.
Propósito: No ser tacaño de mí mismo.

domingo, 19 de agosto de 2018

Arrancar milagros, versión 4.0


Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él diciendo: ¡Señor, ayúdame! (Mt 15, 25).
Vuelve a aparecer este evangelio, Jesús, en este mes. Y te vuelvo a pedir la fortaleza para poder arrancarte milagros para mi familia, para mis amigos, para esta sociedad. Pero el primer milagro que te quiero pedir es para mí. Ayúdame a tener una cabeza de hielo, un corazón de fuego y unos brazos de hierro. Que no sea una gelatina que al primer desánimo o tropiezo tire la toalla.
Sigue hablando por tu cuenta pero como el que quiere arrancarle un milagro a Jesús.
Pero ella dijo: Es verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos. Entonces Jesús le respondió: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sana su hija en aquel instante. (Mt 15, 27-28).
Ya te lo dije hace unos días, Jesús, pero vuelvo a repetirlo: ¡Qué bárbara esta mujer! Yo quiero una fe así que empape mi cabeza, mi corazón y mis brazos. Una fe que me fortalezca. Pero no lo quiero sólo para ser mejor o sentirme a gusto conmigo mismo. Quiero una fe fuerte para poder ayudar a los demás y arrancarte los milagros para otros. Para llegar al cielo, volando muy alto, cargado de muchos corazones que te amen.
Cuéntale a Jesús los milagros que le quieres arrancar.
Propósito: es evidente: rezar.

sábado, 18 de agosto de 2018

Oasis


Entonces le presentaron unos niños, para que les impusiera las manos y orase… (Mt 19, 13).
Tan atrayente es tu persona, Jesús, que las mamás querían que les impusieras las manos y les dieras una bendición a sus niños. Me ha contado el sacerdote del colegio que el Papa Benedicto escribió que los que se encuentran junto a Ti son como un oasis, un lugar donde hay agua y descanso en medio del desierto de este mundo. Y es que los buenos atraen y los malos repelen. Yo quiero estar muy cerca de Ti y atraer muchas almas que luego te amen. ¡Qué envidia, Jesús, me dan estos güiros! Aunque, pensándolo bien, más cerca que en la Comunión, imposible. Ayúdame a ser fuerte para no apartarme de Tí.
Habla con Jesús sobre cómo puedes unirte más a Él.
Y después de imponerles las manos, se marchó de allí (Mt 19, 15).
Jesús, lo que te interesa es unir a la gente con Dios Padre. Una vez que les impones las manos y rezas por ellos, sigues adelante en tu camino. Lo que quieres es que amen a Dios Padre como le amas Tú. Y yo, como te lo he contado tantas veces, cada vez que hago algo bueno quiero reconocimiento y agradecimiento. Me pongo hasta inflado de orgullo y placer de saber que he hecho algo bueno. Jesús, quiero ser un oasis para los demás, pero por puro amor a Ti.
¿Qué puedo hacer para unir a los demás con Dios? HOY.
Propósito: Ser un oasis o al menos un pozo de agua fresca…

viernes, 17 de agosto de 2018

Cabeza dura


Él les respondió: Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres a causa de la dureza de vuestro corazón; pero al principio no fue así (Mt 19, 8).
Esos fariseos eran unos necios. Pero yo no soy quien para criticarlos. A mi, Jesús, cuando se me atraviesa algo entre ceja y ceja me pongo como disco rayado: quiero ir a Mc, quiero ir a Mc, quiero ir a Mc… Hasta que terminamos yendo. Por eso dice mi mamá que si alguna vez me peleo, que use la cabeza, no para pensar, si para repartir ca­bezazos porque es lo más duro que tengo. Yo no quiero ser un necio contigo Jesús y volverme duro de corazón. Quiero saber escucharte en la oración, en los consejos de la confesión y especialmente al momento de comulgar.
¿En qué tipo de situaciones te pones necio?
Quien sea capaz de entender, que entienda (Mt 19, 12).
Más claro, sólo el agua embotellada. Jesús, entiendo que si uno lucha por no ser necio, acaba comprendiéndote. Por eso el refrán: no hay peor sordo que el que no quiere oír. Jesús, te lo vuelvo a pedir, que no me haga el sordo con lo que me vas pidiendo en la oración. Y que sepa preguntar aquello que no entiendo, que no sea como el avestruz, que cuentan que cuando ve un peligro esconde la cabeza en un hoyo en la tierra. Que aprenda a volar en tu Amor y le enseñe a otros a volar.
Platícale a Jesús si te estás haciendo el sordo con alguna cosa.
Propósito: Lavarme bien las orejas para oír a Dios.

jueves, 16 de agosto de 2018

Telenovelas


Entonces, acercándose Pedro, le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mt 18, 21).
Pedro pregunta esto no de manera teórica. Lo más seguro es que se había enojado con alguno. Como te he contado antes, Jesús, muchas veces perdono sólo de los dientes para afuera. Porque después ando dando vueltas al pleito, me imagino lo que pude haber contestado, lo que le diría si se me vuelve acercar, la carita que le pondría si me pide perdón, etc. En fin, que digo que perdono pero no olvido y luego produzco y dirijo una telenovela digna de ser emitida a una gran audiencia. Jesús, dame un corazón limpio que sepa amar y perdonar.
¿Guardas rencor contra alguien? Cuéntaselo a Jesús.
¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti? (Mt 18, 33).
Jesús, he estado haciendo números: si me confieso al menos una vez por semana, al año son 52 veces que me perdonas de las mismas barrabasadas. ¡Eso es un montón! Y lo que me sorprende es que ni Tú ni el sacerdote parecen cansarse de perdonar. Quiero agradecerte la confesión y llevarte a muchos amigos para que no andemos de protagonistas de telenovelas. Y que nunca falten sacerdotes con tiempo para perdonar como Tú hacías en Galilea.
Prepara muy bien tu próxima confesión.
Propósito: No ser ni actor ni productor de telenovelas.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Asunción de la Virgen “Ha hecho en mí cosas grandes”


María exclamó: Glorifica mi alma al Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador (Lc 1, 46).
Hoy celebramos que María llegó al cielo, y como el Evangelio sólo nos narra la vida terrena tuya, Jesús, no se nos cuenta ese gran día. Oímos en Misa el encuentro de María y su prima Santa Isabel. Tú, Señor, no lo viste, porque ibas en el seno purísimo de tu Madre. Pero si ese día fue alegre, infinitamente más lo fue el día que la recibiste en el Cielo, con su cuerpo y con su alma. ¡Cómo ibas a permitir que, al acabar su vida enterraran su cuerpo, el cuerpo que te había llevado! Por eso te alegra tanto que queramos a la Virgen y que tengamos alguna imagen que nos recuerde de Ella, y que quememos cohetes…
Lo que más alegra a Jesús es que tengamos el alma como la tiene María, es decir limpísima. ¿Estoy bien confesado?
Porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo. (…) Derribó a los poderosos de su trono y ensalzó a los humildes (Lc 1, 49.52).
Madre de Jesús y Madre nuestra, tú eres la más humilde y por eso Dios te escogió y te llevó a lo más alto del Cielo. Allí estás esperándonos. ¡Qué mala es la soberbia! Lo que pasa es que tantas veces no me doy cuenta de que tengo un “ego” inmenso, y pienso que todo lo hago bien, que soy yo el que siempre lleva la razón.
Dile a la Virgen que te enseñe a ser humilde.
Propósito: Alma limpia y humilde. Y llevarle una flor a la Virgen.

martes, 14 de agosto de 2018

Volver a las andadas


En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le pre­guntaron: ¿Quién juzgas que es el mayor en el Reino de los Cielos? Entonces, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: En verdad os digo: si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18, 1-3).
Vuelve, Jesús, a salir esto de saber confiar en Tí. A los apóstoles les dices que para llegar al cielo hay que ser como un niño: amar confiadamente como un niño, obedecer como un niño, preguntar lo que no se sabe como un niño y pedir ayuda como un niño. Y para hacer todas estas cosas como un niño se necesita fortaleza: ser fuerte para pedir con perseverancia, fuerte para amar, fuerte para hacer caso y obedecer, y fuerte para quedar mal y pedir ayuda. Ay, Jesús, y yo que soy gelatina.
Sigue por tu cuenta sacando conclusiones de lo que significa ser como un niño.
Del mismo modo, no es voluntad de vuestro Padre que está en los Cielos que se pierda ni uno solo de estos pequeños (Mt 18, 14).
Una vez, Jesús, escuché esta frase: Dios está empeñado en ayudarnos, pero nosotros tenemos que dejar ayudarnos. Y a mi me parece que no me dejo ayudar cuando dejo tirado mi rato de oración, cuando retraso una confesión o me hago el loco para ir a Misa cuando bien puedo ir. Jesús, ayúdame aunque yo no me deje mucho ayudar.
Cuéntale sobre otras maneras que tienes para NO dejarte ayudar.
Propósito: Dejarme ayudar.

lunes, 13 de agosto de 2018

Tristeza


Cuando estaban en Galilea les dijo Jesús: El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los hombres, que lo ma­tarán, pero al tercer día resucitará. Y se pusieron muy tristes (Mt 17, 22-23).
Los apóstoles se ponen tristes porque no pueden entender que para salvarnos tienes, Jesús, que entregar tu vida. La tristeza es porque te quieren mucho. Pero hay otros tipos de tristezas, como la que viene después de un pecado grave. Jesús, yo no quiero perderte y andar metido en tristezas, quiero ser fuerte para amarte y apartarme de las ocasiones de pecado. Quiero estar alegre, con la alegría del que es fuerte al momento de luchar.
Cuéntale a Jesús tus tristezas. Te consolará.
Llegados a Cafarnaún, se acercaron a Pedro los recaudado­res del tributo y le dijeron: ¿No va a pagar vuestro Maestro la didracma? (Mt 17, 24).
Jesús, aquellos cobradores no perdonan ni una. Te pasas el día haciendo el bien: curando enfermos, expulsando demonios, enseñándole a la gente a que se comporte correctamente, etc. Y encima de todo al nomás verte se te lanzan a cobrar los impuestos. Y lo sorprendente es que pagas inmediatamente. Jesús, me parece que me dices con este pasaje que no busque ser excepción, que por muy bien que me esté portando, que cumpla con todas las obligaciones.
¿En qué casos busco ser la excepción?
Propósito: Siempre alegre.

domingo, 12 de agosto de 2018

Obediencia


Inmediatamente después Jesús mandó a los discípulos que subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente (Mt 14, 22).
Jesús, hoy me he fijado en que los apóstoles son obedientes. Les mandas que se suban a la barca y que se adelanten. Y te hacen caso sin andar preguntando mucho. A mí me pasa que cuando me manda algo mi mamá le hago mil preguntas, no para hacer correctamente lo que me pide sino porque no tengo ganas de hacerlo y así gano algo de tiempo. Esto de aprender a obedecer cuesta. Pero pienso que si aprendo a ser obediente a mis papás, aprenderé a ser obediente a Ti.
Sigue hablando con Jesús de cómo obedeces.
Al punto Jesús, extendiendo su mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Y cuando subie­ron a la barca cesó el viento. (Mt 14, 31-32).
Al principio Pedro caminaba sobre el agua porque Tú se lo mandaste, pero luego se hundió. Y Tú, Jesús, le dices que se ha hundido porque no ha tenido fe. Me parece que nos quieres enseñar que para obedecer se necesita fe, para no terminar dudando de si es justo que me manden esto, o a sospechar que están abusando de mí con eso que mandan. Se necesita de la fe para darse cuenta que te gusta que sepamos obedecer, y obedecer con buena cara.
Pídele a Jesús que te aumente la Fe.
Propósito: Obedecer a la primera.

sábado, 11 de agosto de 2018

Los que van, ya lo saben


Al llegar donde la multitud, se acercó a él un hombre y, pues­to de rodillas, le suplicó: Señor, ten compasión de mi hijo, porque está lunático y sufre mucho; muchas veces se cae al fuego y otras al agua. Lo he traído a tus discípulos y no lo han podido curar (Mt 17, 14-16).
Jesús, tus apóstoles no pudieron curar a aquel muchacho. Y la razón de que no pudieron es que les faltó FE. Yo te pido que me ayudes a creer y que con aquello que no entiendo sepa confiar en Ti. Jesús, que no intente entenderlo todo o hacer que todo sea como yo digo que tiene que ser, que aprenda a confiar y sobre todo aprender a ser fuerte para quererte en las buenas y en las malas.
Prueba pedir más fe cuando comulgues, ya verás...
¿Por qué nosotros no hemos podido expulsarlo? El les respon­dió: Por vuestra poca fe. Porque os digo que si tuviérais fe como un granito de mostaza, podríais decir a este monte: Trasládate de aquí a allá, y se trasladaría, y nada os sería imposible (Mt 17, 19-20).
¿Qué es esta fe que nos pides? Una vez un amigo decía, hay jugadores que les falta convicción, le tienen miedo a la pelota. No porque la pelota duela, sino porque no están seguros de que serán capaces de anotar. ¿Jesús, cómo se me ocurre dudar a mí si estoy jugando en tu equipo?
¿Estarás realmente en el equipo de Jesús?
Propósito: Anota un gol, sin miedo.

viernes, 10 de agosto de 2018

Poner Buena Cara


En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no mue­re al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto (Jn 12, 24).
Jesús, hoy ya fui a Misa. Y se me ha quedado grabado lo que escu­ché de la Primera Lectura: Al que da de buena gana lo ama Dios. Entiendo que es hacer las cosas con buena cara. Y se me ha queda­do grabado porque yo hago cosas buenas o favores que me piden pero muchas veces con mala cara. Me falta, Jesús, la fortaleza para sonreír. Me falta poner buena cara incluso cuando me da una gripita o pierdo un partido. Me falta fortaleza: ¡Jesús, ayúdame!
¿En qué otras ocasiones será que deberías poner buena cara?.
Si alguien me sirve que me siga, y donde yo estoy allí estará también mi servidor; si alguien me sirve, el Padre le honrará (Jn 12, 26).
Pues más claro no lo puedes decir, Jesús. Seguirte está conectado de alguna manera con el servicio. A Ti, lo que te gusta, es que sirvamos, y sirvamos con gusto. Pero para servir se necesita fortaleza para vencer la pereza y derrotar a la soberbia de pensar: “¿Por qué yo tengo que hacerlo? Mejor que lo haga otro.” ¡Qué importante es ser fuerte y no ser un aguado que se queda con buenas intenciones!
Cuéntale a Jesús qué es lo que te detiene al momento de servir a los demás.
Propósito: Servir con buena cara.

jueves, 9 de agosto de 2018

Una buena platicada


“¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le res­pondieron (…) Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”(Mt 16, 13-15).
Me encantaría preguntar eso por los pasillos de mi colegio: ¿Y vos quién decís que es Jesús? No sé qué dirían, pero me da la impresión, Jesús, de que la gente habla de ti como de un personaje de la farán­dula, del que se ha oído algo que dijo o hizo, pero al final, no se le co­noce. No te han hablado, ni contado sus cosas, y ni te tienen cariño. Hace meses, vi en la tele una entrevista. Le preguntaban a un niñito ¿para ti, quién es tu mamá? El niño, se extrañó de la pregunta tan obvia, y contestó: mi mamá es… mi mamá. Jesús, se tú… mi Jesús.
A la gente se le conoce a medida que se le trata con frecuencia. Si no le hablas a Jesús seguido, no es verdad que le conozcas.
Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 17).
Una cosa es andar con alguien y hablarle con confianza, y otra es saber realmente con quién andas. En ese momento uno valora la confianza que le dan, y se siente orgulloso de ser amigo de esa persona. Jesús, sólo estando a tu lado, hablándote diariamente, he caído en la cuenta de qué significa que seas mi Mesías, mi salvador.
¿Ya descubriste cómo Jesús te salva? Te salva de tu egoísmo, de tu pereza, de su falta de obediencia, de tantas cosas más.
Propósito: Déjate salvar.