viernes, 10 de agosto de 2018

Poner Buena Cara


En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no mue­re al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto (Jn 12, 24).
Jesús, hoy ya fui a Misa. Y se me ha quedado grabado lo que escu­ché de la Primera Lectura: Al que da de buena gana lo ama Dios. Entiendo que es hacer las cosas con buena cara. Y se me ha queda­do grabado porque yo hago cosas buenas o favores que me piden pero muchas veces con mala cara. Me falta, Jesús, la fortaleza para sonreír. Me falta poner buena cara incluso cuando me da una gripita o pierdo un partido. Me falta fortaleza: ¡Jesús, ayúdame!
¿En qué otras ocasiones será que deberías poner buena cara?.
Si alguien me sirve que me siga, y donde yo estoy allí estará también mi servidor; si alguien me sirve, el Padre le honrará (Jn 12, 26).
Pues más claro no lo puedes decir, Jesús. Seguirte está conectado de alguna manera con el servicio. A Ti, lo que te gusta, es que sirvamos, y sirvamos con gusto. Pero para servir se necesita fortaleza para vencer la pereza y derrotar a la soberbia de pensar: “¿Por qué yo tengo que hacerlo? Mejor que lo haga otro.” ¡Qué importante es ser fuerte y no ser un aguado que se queda con buenas intenciones!
Cuéntale a Jesús qué es lo que te detiene al momento de servir a los demás.
Propósito: Servir con buena cara.