Vio a otros que estaban en la plaza sin
trabajo, y les dijo: –Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido.
Ellos fueron. (Mt 19, 3-4).
Jesús, a mí también me
gustaría trabajar en tu viña. No soy muy diestro con las herramientas de campo
porque soy de ciudad. He crecido entre humo de buses y asfalto. Pero si me
enseñas, de seguro que te seré de ayuda. Sé que quizá al escuchar estos deseos
míos me digas, mi viña también es tu colegio, tu casa, tu cuarto. ¿Quieres
trabajar conmigo?, este es tu encargo: haz tus deberes, cumple con tu encargo,
ordena tu cuarto. Jesús, y si hago todo eso, ¿me pagarás, como a los
trabajadores de la parábola? Se me viene a la cabeza una partecita del
Evangelio de ayer “cien veces más y heredar la vida eterna”
Si
la viña del Señor fuera tu colegio, las uvas serían tus notas. Trabaja más tu
viña y quizás un poquito menos Fortnite.
Los últimos serán los primeros y los
primeros los últimos (Mt 19, 16).
Un día se me ocurrió
decirles eso a mis papás después de enseñarles una mala nota. Me habían dicho
que como siguiera así, iba terminar de último en la clase. Jesús, bien se ve
que tú muchas veces me hablas a través de mis papás. Me contestaron: por eso
mismo, como los últimos serán los primeros, menos videojuegos y a estudiar.
Ser
de los primeros aunque antes haya sido “último”.
Propósito: Estudiar.
Así de sencillo, sin más teorías.