jueves, 30 de abril de 2015

Corn Flakes

Yo sé a quiénes elegí; (…) para que se cumpla la Escritura: El que come mi pan levantó contra mí su calcañar. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda (Jn 13, 18-19).
Jesús, yo todos los días desayuno Corn Flakes en el desayuno. A veces me quejo si no hay los que yo quiero y me obligan a comer huevos estrellados. Tengo salud, dientes acorazados con braquets, papá, mamá y perrito que me ladre… ¡Tengo de todo! Y tonto de mí, pienso que me lo merezco, que es lo normal. No solo eso sino que además no me importa si por egoísmo te hago daño. Jesús, me has elegido, me has dado lo mejor y yo ¿Cómo correspondo? Qué conmigo no se cumplan también las Escrituras: El que come mi pan levantó contra mí su calcañar.
n  Dale gracias por todo lo que tienes.
En verdad, en verdad os digo: quien recibe al que yo envíe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe al que me ha enviado.” (Jn 13, 20).
Jesús, mis amigos solo pasan mandándome whatsapps ¡Me gasto la carga del celular en esto! Pero en el fondo me gusta. ¡Qué suerte que alguien se acuerde de mí! Jesús a ti también te encanta mandarme mensajitos. No son Whatsapps, son mensajes con mensajero, con enviado especial: Quien recibe al que yo envíe, a mí me recibe. Son mis papás, mis amigos, el sacerdote… ¿Les escucho?
n  Agradece a Jesús que te envíe tantos “mensajes”.

Propósito: Buscar “calcañar” en el diccionario.

miércoles, 29 de abril de 2015

No hay iglesia mejor iluminada que la que arde

Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas (Jn 12, 44).
De pequeño, a veces, me despertaba a media noche. Abría los ojos y entonces encontraba la habitación oscura y silenciosa. No podía evitar imaginar unos monstruos horribles y todo tipo de bichos rodeaban mi cama. Yo gritaba a pleno pulmón: ¡Mamá!, ¡Mamiiii…! Venía mi mamá, somnolienta y sonriente; me tranquilizaba con un beso y a mi lado dejaba una lamparita encendida. Virgen Santa, tú nos has traído a Jesús, la “Luz del Mundo”. Si estoy cerca de Jesús ya no hay tinieblas que se resistan: un poco de luz de tu Hijo disipa las tinieblas más tenebrosas.
n  ¿Qué es lo que me da miedo? A la luz de Jesús ya no hay miedo que valga.
Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, ya que no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.” (Jn 12, 45)
Jesús, un día nos contaron lo que pintaron en una pared de una iglesia: No hay iglesia mejor iluminada que la que arde. Me recordé, entonces, de la ceremonia de la Vigilia Pascual del Sábado Santo. A la entrada de la Iglesia encendieron una gran fogata con la que el sacerdote encendió un gran cirio. Según entraba en la Iglesia a oscuras cantaba: Luz de Cristo y todos respondíamos: Demos gracias. Y la ardiente luz de Cristo se extendió e iluminó toda la Iglesia y ya no hay quien la apague.
n  Dile a Jesús que quieres arder en su amor para iluminar a muchos.

Propósito: iluminar.

martes, 28 de abril de 2015

Jesús, que refleje tu rostro

Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Paseaba Jesús por el Templo, en el pórtico de Salomón (Jn 10, 22-23).
Madre mía, ¡qué bonito es ver pasear a Jesús tan elegante! paseando por el pórtico de Salomón. Como era invierno le habías tejido un bonito manto de lana bien calentito, que se ponía encima de esa túnica de lino sin costura. Tu Hijo iba siempre tan bien arreglado, muy elegante, humanamente atractivo. Por eso atraía tanto. Elegante es el que sabe elegir, el que no se hace cualquier cosa, no se cosifica. La elegancia lleva a agradar, ser atractiva, tener buen gusto, saber hablar y saber vestir.
n  ¿Imito a Jesús en su elegancia?
Entonces le rodearon los judíos y le decían: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.” (Jn 10, 24).
Sus modales, que digamos, no son muy correctos: hablan al Señor con violencia, sus intenciones no son muy rectas. La vulgaridad, la zafiedad, el mal gusto, no solo afecta al modo de vestir sino también a las conversaciones, a las palabras y expresiones groseras. María, madre mía, ayúdame a tener esa finura interior para tratar con delicadeza a todos. Quiero parecerme a tu Hijo: pásame el cepillo que me desenrede el pelo y el alma, límpiame el alma para que refleje en mi rostro y en mis actos la elegancia de Jesús.
n  ¿Soy mal hablado? Cuéntaselo a Jesús.

Propósito: ¡guerra a la vulgaridad!

lunes, 27 de abril de 2015

Jesús, que reconozca y escuche siempre tu voz

En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es un ladrón y un salteador (Jn 10, 1-2).
Somos Templos del Espíritu Santo. Desde el Bautismo Dios nos ha adornado con su Gracia, esperanza, alegría, amor de Dios, ¡tantas cosas buenas! Pasa el tiempo y el tesoro se va enriqueciendo: perlas, rubíes, zafiros, esmeraldas… Son las Virtudes, dones del Espíritu Santo, etc. Los ladrones conocen la existencia de esos tesoros y esperan el momento oportuno, la ventana mal cerrada para entrar, robar y destruir. Y los ladrones son: la curiosidad, querer llamar la atención, querer probarlo todo, ponerse en el límite (border-line), la conversación sucia…
n  Da gracias a Jesús por tantas cosas buenas que te ha dado.
Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. (…) Las ovejas atienden a su voz, llama a sus propias ovejas por su nombre (…) y camina delante de ellas y las ovejas le siguen, porque conocen su voz (Jn 10 3-4).
Jesús es el Buen Pastor que entra siempre por la puerta. Lo hace a través de los ratos de oración, del Evangelio, de la Eucaristía. Tengo que abrirte la puerta y entonces me llamas con tus silbidos suaves y cariñosos. Jesús es el sacerdote, los amigos buenos que me ayudan, me guían y me acompañan con su palabra, con su oración y con su ejemplo.
n  ¿Sabes silbar? Dile a Jesús que te enseñe. Es un experto en silbos.

Propósito: aprender a escuchar los silbos amorosos de Jesús.

domingo, 26 de abril de 2015

Buen Pastor, Buen Jesús

Somos su pueblo y ovejas de su rebaño (Sal 99).
Jesús, en la Misa me he fijado que el sacerdote, antes de la comunión, te eleva sobre el altar y dice: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Yo miro y miro, pero nada: ni cordero ni oveja, solo veo pan. ¿Se trata de otro de tus disfraces? Jesús, con los ojos del alma sí que te veo: eres el cordero inocente que mueres por mí. Te veo en la Sagrada Forma pero te veo también en ese niño enfermo, en el viejito olvidado, en la mujer explotada, en el drogadicto: son los nuevos corderos de Dios.
n  Jesús que te sepa ver en los necesitados, en los enfermos, en los que sufren. ¿Cuándo me apunto a una visita a pobres de la Virgen?
Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna (Jn 10,27).
Jesús, en clase con mis amigos, a veces payaseamos como somos de la sección “B”. Por eso, empezamos a balar: Beee, beee… como las ovejas. Cuando se lo cuento a mi abuela, que es una santa, me recuerda la poesía de Lope de Vega: Pastor, que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño; Tú, que hiciste cayado de ese leño en que tiendes los brazos poderosos (…) Oye, Pastor, pues por amor mueres, no te espante el rigor de mis pecados… Jesús quiero ser oveja de tu rebaño para escuchar siempre tu voz, para no perder ni uno de tus silbos amorosos.
n  ¿Le haces caso en todo a Jesús?

Propósito: Decirle que sí a Jesús.

sábado, 25 de abril de 2015

San Marcos. Jesús, descongela mi corazón

Se apareció Jesús a los Once y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará (Mc 16,15).
Aquel montañero poeta, un día de Pascua, se conmovió al ver despuntar, entre las rocas y la nieve el brote de una flor tierna y elegante: como un estallido de vida, cientos de estallidos, decía. El asombroso descubrimiento le acompañó hasta la cumbre mientras consideraba: El Cristianismo es mucho más que un código de comportamientos éticos, que una ideología o un mensaje filosófico. Para mí es como esa flor en la nieve: Cristo que vive, hoy y siempre. Cristo continuamente resucitando en los corazones de los hombres. Jesús, resquebraja el hielo que cubre mi vida, resucita en mi corazón, dame el deseo de servirte (Julián Herranz, Los atajos del silencio).
n  Dile a Jesús que te aplique maniobras de resucitación cardiaca contra el egoísmo.
Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes (Mc 16,20).
Jesús, ayúdame a pregonar el Evangelio como hicieron los Once y después San Marcos. Que Cristo viva, ¡resucite!, en el corazón de tantos de mis amigos, de mi familia, de mis compañeros. Con tu Gracia y el fuego de mi amor provocaré el deshielo. Será una nueva primavera del Cristianismo. Que no sea carreta que jalan, que sea apóstol.
n  Pide a Jesús un Cambio Climático que deshiele los corazones de… (háblale de personas concretas)

Propósito: facilitar el cambio climático

viernes, 24 de abril de 2015

¡Viva Jesús Sacramentado!

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá eternamente (Jn 6,51).
Me contaron lo que pasó en una excursión. Al comienzo de la ascensión, los árboles eran muy tupidos. Al dejarlos atrás, conforme subieron, se abría un paisaje cada vez más espléndido. Uno de los excursionistas no dejaba de mirar al celular, y gritó horrorizado: ¡Nos hemos perdido! ¡No tengo cobertura! ¡No hay señal!... Era lo peor que podía pasar, no había comunicación con el mundo. Efectivamente no había ninguna antena cerca. Jesús, hoy te pido: ¡Que nunca pierda tu cobertura!
n  ¿Tengo localizados los Sagrarios más próximos? ¿Busco buenas coberturas?
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna (Jn 6,54).
Otra excursión al monte. Coronamos la cima ya a la hora de comer. Mientras comíamos como náufragos la comida que llevábamos, se podían distinguir muchos pueblos agrupados en torno a su Iglesia. ¿Por qué no hacemos la Visita? Dijo uno. Como no sea a las vacas, soltó el chistoso del grupo. Y a muchos kilómetros de distancia, y a muchos metros de altura, cada uno eligió su Sagrario: ¡Viva Jesús Sacramentado! ¡Viva y de todos sea amado!... A Jesús le encantó, estoy seguro.
n  Einstein se equivocó: La oración viaja más rápido que la luz. Pero de todos modos di despacito una Comunión espiritual.

Propósito: no perder cobertura.

jueves, 23 de abril de 2015

En mis ojos no ha parado de llover

Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron (Jn 6,50).
Jesús, de lo que hicieron mis papás yo no respondo, pero a mí lo que me gusta de verdad, lo que consumo con avidez es el otro Maná, el grupo de rock mejicano: ¡Qué bárbaros!: Desde que te perdí / la luz se ha puesto muy mojada / mirada triste está nublada / Y en mis ojos no ha parado de llover. Te parecerá una tontería, pero me recuerda lo mal que se está sin Ti, cuando te pierdo por el pecado. Solo y ya sin ti / Me tienes como un perro herido / Me tienes como un ave sin su nido / Estoy solo como arena sin su mar.
n  Pregúntate: ¿En alguna ocasión pierdo a Jesús? ¿Me duele perderle?
Éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre (Jn 6,51).
Jesús, como en la canción te pregunto: Dime que faltó, dime que sobró, dime que pasó / Pero dime algo, pues me estoy muriendo. Y en la oración me respondes que me faltó valentía, me sobró egoísmo, y por eso, pasó… lo que pasó. ¡Qué mal se está sin Ti! ¡No se puede vivir sin Dios! Y vienen las lágrimas del arrepentimiento: Sigue lloviendo, le sigue lloviendo al corazón / Y en mis ojos no ha parado de llover. Bien purificado por la Penitencia me acercaré el Pan de Cielo, a la Eucaristía.
n  ¿Cada cuánto me confieso?

Propósito: comulgar más a menudo.

miércoles, 22 de abril de 2015

Hágase tu voluntad

He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no se pierda nada de lo que me dio (Jn 6,35-40).
Jesús, mi madre cuando era pequeño me llamaba El Rey de la Casa. Tanto repetirlo que al final me lo acabé creyendo y ahora me he convertido en El Tirano de mi Familia: ¡Hay de aquel que ose llevarme la contraria! ¡Hay de aquella que no haga mi voluntad!... Les mando hacer todo aquello que me dé la real gana. Jesús: Ayúdame a no ser tan déspota con mis hermanos, ni tan mandón con mis amigos, ni opresor de mi mascota, ni totalitario con mis papás. ¡Destrona de una vez al tirano de mi yo! Jesús: hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo, no mi voluntad.
n  Sigue contándole a Jesús en qué cosas se te sale el tirano que llevas dentro.
Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día (Jn 6,40).
En un Santuario de la Virgen, a la entrada, había un libro de firmas donde los peregrinos ponían lo que les brotaba en su corazón. En plan curioso leí y me llamó la atención una escritura que decía: ¡Señor! No entiendo nada pero en ti confío, ¡Ayúdame! En este Año de la Fe, auméntame la FE para cumplir siempre tu voluntad.
n  Termina preguntándole a Jesús: ¿cuál es tu voluntad para mí?

Propósito: considerar la posibilidad del tiranicidio de mi yo.

martes, 21 de abril de 2015

Señor, danos siempre de ese Pan

Pues el pan de Dios es el que ha bajado del Cielo y da la vida al mundo. Ellos le dijeron: Señor, danos siempre de este pan. Jesús les respondió: Yo soy el pan de vida (Jn 6, 33-34).
María, Tú eres la mejor panadera del mundo. Algunas veces acompaño a mi mamá a la panadería y me gusta ver los distintos tipos de pan que hay y los quiero todos. Pero hoy lo tengo claro: El mejor pan es tu Hijo, en la Eucaristía. Pan hecho con trigo de primera: Si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto (Jn 12, 24). Madre mía, la Eucaristía es fruto del Amor de tu Hijo en la Cruz; es fruto de tu vientre. Como los discípulos yo también pediré: Señor, danos siempre de este pan.
n  La mejor Panadería la encuentro en la Misa. ¿Por qué no voy más veces?
Jesús les respondió: Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí no tendrá nunca sed (Jn 6, 35).
Madre mía, lo mío es una adolescencia permanente: Nada me satisface, todo me cansa, me enojo por cualquier cosa Me dicen los amigos que vea esto, haga esto otro, y yo de carreta voy y lo pruebo todo, lo experimento todo y luego…me encuentro en infiernos terrenales. Mi corazón está inquieto, hecho para Dios y solo se satisface con Dios, con el Pan de Vida.
n  Piensa en el Sagrario y dile con el corazón que le quieres.

Propósito: ir más veces a Misa.

lunes, 20 de abril de 2015

Quiero volver a sentir, escuchar solo tu voz

Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús (Jn 6, 22-24).
Jesús, te quieren y te buscan. Tienen que remar con esfuerzo, quizá con el viento en contra, a contra corriente, como esa canción que me gusta tanto: Quiero volver a sentir / Escuchar solo tu voz / Que me diga aquello / Que todas las mañanas repetía en sueños / A contracorriente, a contracorriente… Jesús, ser cristiano es saber ir a contracorriente del ambiente dominante, como decía Juan Pablo II: La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes que se atrevan a caminar contracorriente. Jesús, solo a los peces muertos se los lleva la corriente. Y yo no quiero ser pez, y menos muerto.
n  ¿En qué cosas o situaciones te dejas arrastrar por la corriente?
Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron: Maestro, ¿cuándo has venido aquí? (Jn 6, 25).
La corriente —con palabras de Benedito XVI— es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal. Y en mi cabeza sigue sonando la dichosa canción: Y salgo y te busco y no veo el momento / Me asusto / Te vuelvo a buscar / Corriendo a contracorriente / Sentir que no te encuentro entre tanta gente / Que viene, que corre / Y no escucha su mente. Jesús quiero escuchar solo tu voz en mi corazón que me dice: Vamos, contracorriente haz apostolado, sé ejemplar…
n  Dile a Jesús que quieres escuchar su voz.

Propósito: no ser carreta.

domingo, 19 de abril de 2015

Mirad mis manos y mis pies…

Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que Yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies (Lc 24, 39-40).
Jesús, me conmueve esa insistencia, tan tuya, de enseñar siempre tus heridas. Son llagas abiertas por amor que hablan: —¡fíjate cuanto te quiero! Me recuerdas a aquel niño pequeño que al tropezar y hacerse una herida en la rodilla, corriendo se la enseña orgulloso a todo el que pasa, para dar un poco de pena. Sí, Jesús, ¡me duelen tus heridas! Y, por eso, para consolarte, me gusta repetir: Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme.
n  Tienes cinco llagas para elegir escondite.
En sus llagas hemos sido curados (1 Pt 2,24.
Jesús, en el cielo, en tu cuerpo glorioso ¿siguen abiertas tus llagas? —¡Pues claro!, pero ya no te duelen. Las que si te duelen son las heri­das abiertas que tienes aquí en la tierra: los enfermos, los débiles, los necesitados, los que sufren… Pero sorprendentemente: En sus llagas hemos sido curados (1 Pt 2,24). Jesús mío, que busque tus llagas aquí en la tierra, y cuando las encuentre pondré en ellas cariño, deli­cadeza, amor. …Y la madre besó cada una de las heridas de su hijo ¿A que ya no te duelen, hijo mío? ¿Verdad? ¿A que ya no te duelen? Jesús te voy a cuidar en cada uno de sus miembros más llagados y Tú me curarás el alma.
n  Haz una lista, con nombres y apellidos, de las llagas que conozcas.

Propósito: Poner un beso en cada llaga de Cristo.

sábado, 18 de abril de 2015

Soy Yo, no tengáis miedo

Habían remado uno, cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago y se asustaron. Pero Él les dijo: Soy yo, no temáis (Jn 6, 20).
¡No tengáis miedo!, ¿te acuerdas? Era Juan Pablo II recién elegido Papa, asomado a la ventana de San Pedro ante miles de personas. Años más tarde, Benedicto XVI, también en la misma Plaza, añadió: —¡No tengáis miedo de Cristo! ¡Él no quita nada y lo da todo! Jesús, me pasa como a los Apóstoles en medio de la tormenta del lago de Tiberiades, cuando caminando sobre las aguas te confundieron con un fantasma. ¡Soy Yo, no tengáis miedo! Subiste a la barca y se terminó la tempestad. Jesús, ¡que no te tenga miedo!, ¡qué no te tenga miedo! Pídeme lo que quieras.
n  Di a Jesús que con Él no tienes miedo a nada ni a nadie, sólo tienes miedo de perderle.
Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo (Mc 6, 48).
Jesús, ese gesto tan tuyo hizo ademán de continuar adelante, me encanta. Lo hiciste con los discípulos de Emaús y ahora en medio del lago. Tantas veces, Jesús, pasas cerca de mí y no me entero. Los de Emaús le retuvieron diciéndole: Quédate con nosotros. Jesús, que te sepa descubrir y sobre todo retener: ¡Quédate conmigo! Yo nunca te dejaré.
n  Dile a Jesús que te pida lo que quiera. Sé muy valiente.

Propósito: decirle que sí a Jesús.

viernes, 17 de abril de 2015

Dejarse mirar por Jesús

Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia Él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? (Jn 6, 5).
Jesús, levantas la mirada y ves a la muchedumbre. Pero no ves a la multitud, nos ves a cada uno, me ves a mí. Como nos dice el Papa: La mirada conmovida de Cristo se detiene también hoy sobre los hombres y los pueblos. Con su mirada abraza a las multitudes y a cada uno. Jesús, cómo me gusta sentir tu mirada. De un vistazo borras de mi alma cualquier preocupación inútil, de amargura. Jesús, mírame, mírame mucho. Y es que cuando me miras y te miro, sé muy bien que me vas a pedir algo grande… como dar de comer a una multitud.
n  Deja que Jesús te mire un rato cada vez que vayas a verle al Sagrario.
Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces (Jn 6, 7).
Jesús, este muchacho me da envidia. Yo en su lugar me hubiera hecho el loco al oírte decir a los apóstoles que buscaran comida para dársela a la muchedumbre. Tal vez lo miraste a ese muchacho, y él comprendió que esa mirada valía la pena darlo todo. Apuesto lo que quieras que tu mirada es muy parecida a la mirada de la Virgen. Y así no vale. Porque tanto Tú como María con una mirada son capaces de derretir los corazones más duros para que se den del todo. Ni Superman tiene una mirada así.
n  Y yo, ¿qué puedo dar a Jesús?

Propósito: darme del todo

jueves, 16 de abril de 2015

Cantaré tus alabanzas, Señor

El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla (Jn 3, 31).
Jesús, y yo, ¿de qué hablo? ¿Cuál es el tema de mi conversación?, ¿con mis amigos, en clase? ¿De qué hablo? El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla. ¡Qué vergüenza me da reconocerlo, Jesús!: Resulta que no es que hable de la tierra, sino que me presto hablar de la mugre, hablo de la última cochinada de la televisión, del último chisme, chisme sin pudor de todo y de todos. Y, para no quedarme atrás, también yo echo leña al fuego... Otras veces escucho, y mi silencio me hace cómplice de tanto chisme. Jesús, y pensar que Tú ¡lo oyes todo! Nunca más Jesús. Si no es para hablar bien, mejor calladito.
n  Jesús, que siempre mis comentarios y palabras sean limpios.
El que viene del Cielo está sobre todos y da testimonio de lo que ha visto y oído (Jn 3, 31).
Jesús, no quieres que esté callado, sino todo lo contrario. Prepárate boca, prepárense cuerdas vocales, porque allá vamos. Jesús, quiero hablar mucho de ti, mucho. No solo hablar, sino también cantar. Que todos mis amigos, mi familia, mis compañeros se enteren de la alegría que me llena el alma. Voy hablar hasta quedarme afónico, como Tú, Jesús mío, que das testimonio de lo que has visto y oído (Jn 3, 31).
n  Hablar de Jesús hasta perder el habla y después por señas o por escrito.

Propósito: no ser chismoso. 

miércoles, 15 de abril de 2015

Tanto amó Dios al mundo…

Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca sino que tenga Vida Eterna (Jn 3, 16).
Si leo despacito esa frase del Evangelio, Jesús, me quedo patidifuso, pasmado, atontado, lelo, tarado, etc. Tan grande es el amor de Dios Padre por nosotros los hombres, por mí, que nos da lo mejor que tiene, es decir a su Hijo Unigénito. Jesús, ¡qué grande es tu Padre, mi Padre Dios! Ante este amor que se desborda en generosidad me pongo colorado de pensar lo egoísta, agarrado y codo que soy con Dios. En vez de darle a Dios algo, lo único que hago es pedir, pedir y pedir. ¡Ayúdame, Jesús, a ser generoso!
n  ¿En qué cosas no eres generoso con Dios? Háblalo con Jesús.
Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Jn 3,17).
Jesús, tu si que eres el mejor amigo. Ahora me explico esa amistad tan buena y fuerte que había entre don Pedro y San Josemaría. Como los dos eran muy amigos tuyos se sabían querer de verdad entre los dos. Yo sigo con lo mismo de ayer y te vuelvo a pedir que me ayudes a querer bien a los demás, que sepa rezar por mi familia y mis amigos, que los lleve a Ti y les hable de la Confesión y de la Eucaristía.
n  Platícale a Jesús sobre tu familia y tus amigos. Concreta cómo ayudarles y quererles mejor.

Propósito: Querer bien a los demás, hacer apostolado.

martes, 14 de abril de 2015

Amigos

Si os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara de cosas celestiales? (Jn 3, 12).
Jesús, hoy nos han contado una historia buenísima en el colegio. San Josemaría tenía un amigo, que era sacerdote, llamado Pedro Poveda. Eran muy amigos y antes de que estallara la guerra civil española, tanto don Pedro como San Josemaría había hablado sobre la posibilidad de que los podían matar en esa guerra. Acordaron los dos que si alguno moría, desde el cielo seguirían ayudando al que se quedara en la tierra. La cosa es que a don Pedro lo mataron, y San Josemaría estaba seguro que su amigo desde el cielo le seguiría ayudando.
n  Habla con Jesús sobre tus amigos. ¿Tienes una amistad así de fuerte como la de don Pedro y San Josemaría?
Pues nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del Hombre (Jn 3, 13).
Pero la historia no acaba, Jesús. Dicen que cuando San Josemaría se enteró de que su amigo Pedro había sido asesinado, lloró durante un buen rato. Pero que después se encontraba sereno y contento porque estaba convencido que sigue queriéndonos desde el cielo. A mi Jesús, esta historia me hace pensar que te tengo que pedir que me ayudes a querer bien a la gente, querer de verdad a mi familia y a mis amigos. Que por cualquier cosita me peleo con ellos, o lo peor que hay días que no rezo por ellos.
n  Sigue hablando con Jesús sobre la forma de querer mejor a tus amigos.

Propósito: querer de verdad a los amigos.

lunes, 13 de abril de 2015

Me esperaba...

Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche (Jn 3,1).
Jesús, a Nicodemo le gustaba la noche para poder preguntarte todo lo que no acababa de entender. Nicodemo aunque era un intelectual es humilde y te busca para aclararse y así darle una mejor respuesta a Dios. Jesús, a mi me cuesta preguntar lo que no entiendo porque pienso que todo lo entiendo. Jesús ayúdame a ser humilde.
n  Dile a Jesús que no piensas perder oportunidad de preguntarle todo en la oración.
El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3,8).
Jesús, la verdad es que no sé escucharte en la oración. Aquel consejo que le dieron a San Josemaría de que no te hablara sino que te escuchara, me vendría muy bien. Quiero aprender a escucharte Jesús y a tomarme en serio lo que me digas en esta Pascua.
n  ¿Qué te está diciendo Jesús?

Propósito: hablar y escuchar en la oración.

domingo, 12 de abril de 2015

Domingo Divina Misericordia. Señor mío y Dios mío

Tomás, uno de los Doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús (Jn 20, 19).
Jesús, ¿y dónde estaba Tomás? Siempre me ha parecido un misterio: ¿Qué estaría haciendo? ¿Dónde se habría metido? Está claro que, en ese momento, su sitio era estar con la Virgen Santísima y los apóstoles. Ese día se despistó, hizo su plan: yo, a lo mío… Jesús, yo como Tomás, tantas veces a lo mío, a mis planes, a mis gustos, a mi TV, a mi egoísmo. Jesús, rompe mi egoísmo. Que esté con los demás. Que me sienta miembro de tu familia la Iglesia y hermano de todos los hombres. Dame un corazón grande como el tuyo.
n  Concreta cómo romper tu egoísmo… decídete a meterte en una catequesis, hacer visitas a pobres, ayudar más en tu casa, etc.
(…) no estaba con ellos cuando vino Jesús (Jn 20, 19).
Tomás volvió triste, melancólico y desesperanzado. ¡Hemos visto al Señor! (Jn 20, 25). No se lo podía creer, no lo quería creer. Si no veo la señal de los clavos…, y si no meto mi dedo en esa señal…, y mi mano en su costado, no creeré (Jn 20, 25). ¡Qué bruto eres Tomás! Es el egoísmo y la desconfianza lo que nos impide ver a Jesús, lo que nos lleva a criticar y a ver intenciones torcidas. A los ocho días (…) se presentó en medio (Jn 20, 26). Tomás, el incrédulo, por fin vuelve con los suyos. Son las heridas de Cristo lo que le convence: ¡Señor mío y Dios mío! Y yo, ¿ya he vuelto? Me espera Jesús para que sea foco encendido y dé mucha luz a los demás.
n  Repite muchas veces: ¡Señor mío y Dios mío!

Propósito: Matar mi egoísmo.

sábado, 11 de abril de 2015

Sábado de Pascua. Alégrate Reina del Cielo

Habiendo resucitado, al amanecer del primer día de la semana, se apareció, en primer lugar, a María Magdalena (Mc 16, 9).
Una cosa que no me gusta de Marcos, el evangelista, es que no nos cuenta lo evidente. ¡Aquí falta algo! No nos dice lo evidente: que Jesús se apareció en primer lugar a su Santísima Madre, nos has dejado como novia de pueblo, vestida y esperando en el altar. ¡No iba a ser de otra manera!: María, la Madre de Jesús, esperaba el amanecer del domingo con fe, esperanza y amor. ¡Madre!, le dijo Jesús, ten fe porque al tercer día volveré, al tercer día resucitaré. María lo sabe y pasa toda la noche en oración.
n  Hoy sábado acompaña a la Virgen. Dile lo mucho que tú también quieres a Jesús.
Habiendo resucitado, al amanecer del primer día (Mc 16, 9).
La luna ya se ha ocultado. Un rayo de luz penetra en la habitación. Nace el nuevo sol con más alegría que nunca: ¡Es el Domingo de Resurrección, el Día del Señor! Santa María está despierta, en espera. Con las primeras luces, una voz inconfundible: —¡Madre!, ¡Hijo mío!, Jesús mío. María cae de rodillas y Jesús la levanta y la abraza. Los Ángeles que contemplan emocionados la escena no pueden contenerse ya más y cantan a pleno pulmón (uno que otro habrá desafinado por la emoción, como me pasa a mí): Alégrate, Reina del Cielo, aleluya / Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya / Ha resucitado, según predijo; aleluya / Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya / Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.
n  Sigue saboreando el Regina Coeli como si fuera un caramelo.

Propósito: rezar el Regina Coeli y aprendérmelo de memoria.

viernes, 10 de abril de 2015

Viernes de Pascua. El amor no es ciego, dilata las pupilas

Les dijo Jesús: Muchachos, ¿tenéis algo de comer? Le contestaron: No. (…) Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan. (…) Jesús les dijo: Venid y comed (Jn 21, 5.9).
Jesús, les demuestras con muchos detalles a los apóstoles lo mucho que les quieres. Sabes que han estado trabajando, Tú tienes que decirles y enseñarles cosas muy importantes, pero lo primero es que te preocupas de que coman. Y no te limitas a decirles que busquen comida, si no que Tú mismo les cocinas. Jesús, quiero aprender a servir y a querer a los demás como Tú les quieres y sirves. Que no me vuelva una persona que se limita a dar buenos consejos (por ejemplo: ¿estás cansado? Descansa; ¿Tenés hambre? Busca qué comer), si no que sirva a los demás.
n  ¿Conozco los gustos de los demás? ¿Me adelanto a servir, especialmente en mi familia?
Aquel discípulo a quien amaba Jesús dijo a Pedro: ¡Es el Señor! (Jn 21,7).
Jesús, Juan tenía una vista de lince, de aguila. La barca estaba bastante lejos, pero bien que te reconoció. Dicen que el amor es ciego, pero resulta que es al contrario: El amor dilata las pupilas. Pero hay algo que no me parece bien: Jesús, ¡menuda caradura la de San Juan! ¿¡Cómo si yo no te amara, tanto o más…!?. Que San Juan me perdone, pero eso de decir que él es el discípulo amado no me parece bien. Y en el fondo de mi corazón oigo que me dices: obras son amores y no buenas razones.
n  Compite con San Juan en el amor a Jesús. A ver quién gana.

Propósito: ganarle a San Juan.

jueves, 9 de abril de 2015

Jueves de Pascua. Jesús, que no te tenga miedo.

Jesús se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Se quedaron aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. (…) Mirad mis manos y mis pies: Soy yo mismo. Palpadme y comprended (Lc 24, 36.39).
Jesús, tus apóstoles eran unos miedosos: Se quedaron aterrados y llenos de miedo. ¡Te confundían con un fantasma, y eras Tú! Seguro que les querías dar un buen susto y te morías de risa viéndoles así todos espantados. Jesús, tengo que reconocer que, a veces, también me pasa lo mismo: En la oración te tengo delante, te miro con cariño, te hablo y… ¡me das miedo! Pienso que me vas a pedir demasiado, que me vas a complicar la vida. Jesús, si me ves con cara de susto, ríete un poco de mí. Fíjate que hasta para confesarme me da un poco de miedo.
n  Atrévete a decirle a Jesús que te enseñe sus llagas. Comprobarás lo mucho que te quiere.
Como no acabasen de creer por la alegría y estuvieran llenos de admiración, les dijo: ¿Tenéis aquí algo que comer? Entonces ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Y tomándolo comió delante de ellos (Lc 24, 41-43).
Jesús, lo que no termino de entender es que, queriéndote tanto, tus discípulos te dieron para comer pescado... ¡Qué horror! Tengo que reconocer que a mí el pescado no me gusta mucho. Ya ves, estoy lleno de tonterías. Jesús, ayúdame a detectar y superar tantos remilgos y caprichos. Y sobre todo a no tener miedo a que me pidas lo que sea.
n  Para no ser miedoso y ganar en fortaleza y generosidad, haz una pequeña lista de caprichos que te vas a quitar.

Propósito: repetir pescado y no ser tan miedoso.