lunes, 31 de marzo de 2014

Como los míos… no hay (padres) iguales

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Galilea a Judea, fue a verle, y le pedía: (…) Señor, baja antes de que se muera mi niño (Jn 4, 46-47).
Jairo te fue a buscar para que le curases a su hijita de 12 años; la mujer cananea, la de los perrillos, consiguió que sanaras a su niña; también lo logró el padre de aquel chico lunático que se tiraba al fuego; incluso la Viuda de Naim, sin pedirlo, sin palabras, sólo con su mirada, consiguió que le resucitaras a su único hijo; hoy, en el Evangelio, es el funcionario de Cafarnaún. Todos estos padres angustiados no pedían para sí mis­mos, sino para sus hijos. Jesús, muchas gracias por darme unos papás que me quieren tanto, tanto, que siempre me llevan hacia ti.
u  Hay padres normales, fenomenales, pero como los míos no hay iguales.
Sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo es­taba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: Hoy a la una le dejó la fiebre (Jn 4, 51-53).
¡Vaya cara de susto se le pondría al pobre papá cuando vio que se le acercaban sus criados! —Esperaba lo peor… Me imagino que brincó de alegría cuando recibió la noticia: batió el record de salto de altura, seguro. Jesús eres el mejor antipirético, el mejor remedio contra la fiebre.
u  Repite muchas veces: ¡Jesús, muchas gracias por mis papás! Y ahora reza una estampa a don Álvaro por tu papá y tu mamá.

Propósito: Querer a mis papás.

domingo, 30 de marzo de 2014

No soy ningún “prodigio”, quiero hacer de Hijo Pródigo

Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento (Jn 9, 1).
¡Pobre hombre! Al ser ciego de nacimiento jamás pudo ver a su mamá, ni el amanecer, ni los colores, ni el rostro de sus hijos. Ahí se pasaba el día entero, a la luz del sol, pero en medio de la oscuridad y de la indiferencia de todos. Jesús, me recuerdas otra historia: Era el primer día de primave­ra. El metro estaba a rebosar. Llegó a su parada de siempre y antes de subir las escaleras para salir, se paró ante un hombre que pedía limosna. Tenía un cartel: «Soy ciego, deme algo». Como director de Marketing de una gran empresa le pidió permiso para cambiar el texto. A partir de ese momento le llovieron las limosnas.
u  ¿No seré yo también un poco ciego para las cosas de Dios?
Escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé» (que significa Enviado). El fue, se lavó y volvió con vista (Jn 9, 6).
Por la tarde, el director de Marketing de regreso a casa, vuelve a pasar. No se sabe cómo pero el ciego le reconoció: —¿Ha sido usted, verdad? —Por favor ¿Qué es lo que ha escrito en el cartel? Pues muy sencillo: «Hoy comienza la primavera pero yo no puedo verla» (cfr Eduardo Camino, Formar líderes). Benedito XVI en la Pascua 2012 nos decía. La oscuridad amenaza verdaderamente al hombre (…) La oscuridad acer­ca de Dios y sus valores son la verdadera amenaza para nuestra existen­cia y para el mundo en general.
u  Para poder ver, tengo que limpiar los ojos del alma en la confesión.

Propósito: Evitar cuidar cerdos, cueste lo que cueste.

sábado, 29 de marzo de 2014

Humildad es andar en Verdad

El fariseo quedándose de pie, oraba para sus adentros: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como este publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo (Lc 18, 9-14).
Jesús, el fariseo de la parábola se creía muy bueno: No soy como los demás hombres. Sólo le hace falta decir: No me beso porque no me llego, que sino… Jesús, no hay cosa más fea que eso de colgarse me­dallas y hablar bien de uno mismo: Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo. Jesús, ¡ayúdame a ser humilde! ¡Que no me lo crea!
u  Santa Teresa: Humildad es andar en verdad. Tengo que ser verdadero.
Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado (Lc 18, 9-14).
De la mano de San Josemaría: Déjame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de falta de humildad: —pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás; —que­rer salirte siempre con la tuya; —disputar sin razón o —cuando la tie­nes— insistir con tozudez y de mala manera; (…) —despreciar el punto de vista de los demás; —no mirar todos tus dones y cualidades como prestados;(…) —citarte a ti mismo como ejemplo en las conversaciones; —hablar mal de ti mismo, para que formen un buen juicio de ti o te contradigan (Cfr. Surco 263).
u  Sigue leyendo por tu cuenta Surco 263. ¿No te sientes retratado…?

Propósito: No colgarme medallas.

viernes, 28 de marzo de 2014

El primer mandamiento es ESCUCHA

¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús res­pondió: Escucha, Israel, el Señor Dios nuestro es el único Señor (Mc 12, 28-30).
Jesús, me lo puedes decir más fuerte, pero no más claro: ¿Qué es lo primero? ¿Qué es lo más importante? Me respondes: Escucha, Israel…, escucha, Marta; escucha, Andrés; escucha Jorge, escucha….. (pon tu nombre). Jesús, al hacer cada día el 3+2, mi rato de oración, no te oigo, me cuesta conectar contigo. Quizá es que tengo que bajar el volumen de mi ruido interior, vaciar la cabeza de pájaros y ponerme a la escu­cha. ¡Qué alegría cuando sintonizo! ¡Qué maravilla cuando oigo tu voz! Jesús, estoy a la escucha. Pero, por favor, no hables tan bajito.
u  Primero sintoniza y luego escucha lo que Jesús te quiera decir.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Mc 12, 28-30).
Jesús, se ve que no te gusta compartir, ¡lo quieres todo, me quieres del todo! Eso de amarte completamente y con exclusividad me parece ¡tan difícil! Sabes, Jesús, me gusta el tenis y los perros y Harry Potter y, no te rías, Jesús, me gusta estar jugando Flappy Birds y tantas otras cosas. Jesús, qué bueno eres, porque queriéndote a ti, con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas, amo todas esas cosas que me gustan y sobre todo amo a mi prójimo.
u  Cuéntale lo que más te gusta.

Propósito: Sintonizar.

jueves, 27 de marzo de 2014

Jesús: Siempre contigo

El que no está conmigo, está contra mí (Lc 11, 23).
No caben las medias tintas. Jesús, en esto de ser cristiano no valen las gamas de grises ni las mediocridades; hay que involucrarse, implicarse, mojarse, darse color, diría un amigo mío. O contigo, o contra ti. Qué absurdo cuando oigo: Yo soy cristiano, pero no practicante. Eso sí que es lo peor: un cristiano fofo, frío, entibiado. San Pedro, con palabras inspi­radas, recrimina a los cristianos corrompidos de su tiempo –también los había–, que en ellos se cumple aquel proverbio tan acertado: el perro vuelve a su propio vómito y la cerda lavada a revolcarse en el fango (2 Pet 2, 22). ¡Qué bárbaro!
u  Jesús, ¿te he dejado alguna vez solo? Nunca más, Jesús, nunca mais.
El que no recoge conmigo, desparrama (Lc 11, 23).
Jesús, yo no quiero ser ni malo ni malote, ¡de verdad que no quiero serlo!; pero lo peor es que me conformo con ser buenecito, normal, uno más del montón. Me pasa como aquel muchacho al que su profesor le animaba a salir de la mediocridad, del montón y éste respondía: Es que debajo del montón ¡se está tan calentito…! Jesús, ahora es tiempo de héroes, de santidad: El que no recoge conmigo, desparrama. Jesús, que no me desparrame más, que me decida a ser santo ¡de verdad!
u  Anímate a pedirle a don Álvaro que te ayude a tomarte en serio la santidad.

Propósito: Salir de debajo del montón.

miércoles, 26 de marzo de 2014

que salta la valla, cae en la trampa…

No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles su plenitud. En verdad os digo que mientras no pasen el Cielo y la Tierra, no pasará de la Ley ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla (Mt 5, 17-19).
Jesús, en el ambiente noto un terror a las normas, a los mandamientos, como si fueran en contra de mi libertad. Yo creo en Dios, pero a mi ma­nera; así es más espontáneo, más natural, dicen muchos. En cambio, bien que siguen las normas de tráfico y no salen de los límites de la ca­rretera, aunque las vallas restrinjan su libertad. Que me dé cuenta, Jesús, que los mandamientos son carreteras que me señalan la buena direc­ción, el mejor modo de llegar al destino correcto, para llegar hasta Ti.
u  Un mandamiento nuevo os doy, que os améis… ¿Ya lo he estrenado?
El que los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
Jesús, ¡cuántas veces lo he comprobado!: El que salta la valla, cae en la trampa. En mi afán de probarlo todo, saberlo todo, curiosearlo todo, de verlo todo… He abierto puertas y superado barreras: ¡Qué difícil des­pués dar marcha atrás! ¡Qué amargas experiencias! ¡Qué imágenes tan sucias! ¡Buscaba más libertad y he caído en la trampa del pecado que me esclaviza! Jesús, con tu ayuda quiero cumplir tus mandatos ¡que liberan!
u  ¿En qué trampas suelo caer? ¿Qué es lo que me esclaviza?

Propósito: No caer en la trampa del pecado.

martes, 25 de marzo de 2014

La Anunciación. Ave María, llena de Gracia

En aquel tiempo fue enviado el Ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David, y el nombre de la Virgen era María. Y, habiendo entrado el Ángel donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gra­cia, el Señor es contigo (Lc 1, 26-28).
Jesús, siempre me ha parecido de mala educación y de mal gusto, eso de curiosear en la vida de los demás, pero hoy… hago una excep­ción: ¿Cómo fue la Anunciación? ¿Qué dijo tu Madre? ¿Se puso rojita? Quiero saberlo todo. A veces, también les pregunto a mis papás cómo se conocieron, quién tomó la iniciativa… Entonces se miran con ojos de complicidad y se nota que les palpita el corazón. Yo entiendo que cada Avemaría, dice San Josemaría, cada saludo a la Virgen, es un nuevo latido de un corazón enamorado (Forja, nº 615).
u  Recuerda a María el momento más feliz, cada día, al rezar el Ángelus.
María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el Ángel (Lc 1, 38).
¡La esclava del Señor! ¡La sierva de Dios! La criatura más excelsa, la más perfecta, la Santísima Virgen, hace del servicio el centro de su existencia. Esto no todo el mundo lo entiende. Hace falta tener mucha finura inte­rior, mucha delicadeza y mucha categoría humana: Sólo son capaces algunas almas privilegiadas. Y yo, ¿lo entiendo? Pues entonces…
u  Agradece a la Esclava del Señor entender, y luego poder servir.

Propósito: Si no lo entiendo, pedir a San Gabriel que me lo explique. 

lunes, 24 de marzo de 2014

Jesús, quiero hacer “extraordinario” lo ordinario

En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria (Lc 4, 24).
Jesús, estás en la sinagoga de Nazaret hablando a los de tu pueblo. Allí están tus amigos y amigas de infancia con los que jugaste, cantaste, te reíste. Ahí están también muchos conocidos a los que San José les arregló una puerta o reparó unas goteras. No te reconocen. Jesús, tu in­fancia y juventud habían sido tan normales que ahora no pueden acep­tar que eres el Mesías y necesitan milagros como prueba. Yo también busco milagros, cosas extraordinarias para creer. Jesús, que te sepa ver en lo ordinario, en las cosas de cada día.
u  Los que ya han llegado al Cielo te pueden ayudar a vivir santamente lo ordinario. Reza una estampa a don Álvaro y pídele.
Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira, y se levantaron, le echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cima del monte para despeñarle (Lc 4, 28-29).
Jesús, Tú no quieres hacer la exhibición, el milagrito que te pedían. Prefieres la naturalidad. Jesús, que mi infancia y juventud sean como la tuya, luchando en las típicas batallas de cada día: el minuto heroico, esas horas de estudio bien aprovechadas, ordenar las sillas, recoger la mesa, dejar a otro el mejor sitio, no comerme el plátano más rico. Quiero vivir tu vida oculta en Nazaret, llenando el día de amor a Dios y a los demás.
u  Sigue hablando y rézale otra vez a don Álvaro.

Propósito: Vivir santamente la vida ordinaria.

domingo, 23 de marzo de 2014

Vergüenza solo para pecar

Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siem­pre con vosotros, el Espíritu de la Verdad (Jn 14, 16).
Siendo niño, Karol Wojtyla, recuerda que: un día, mi padre me dio un libro de oraciones en el que se encontraba la Oración al Espíritu Santo. Me dijo que la rezara cada día. Por eso, desde aquel momento, procuro hacerlo. Entonces comprendí por primera vez qué significan las pala­bras de Cristo a la samaritana sobre los verdaderos adoradores de Dios, sobre los que Lo adoran en Espíritu y verdad (Jn 4,23). Como el Beato Juan Pablo II, yo también, puedo repetir: ¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría. Espíritu de entendimiento y de consejo. Espíritu de gozo y de paz! Quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras.
u  Convertirme en un verdadero adorador de Dios en Espíritu y Verdad.
Como el Padre me envió así os envío yo. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 21-22).
Hacía tan solo dos días que aquel niño de 9 años había sido intervenido de un tumor. Su mamá le acompañaba en el hospital. Por la medica­ción, la pobre criatura, padecía picazón por todo el cuerpo. El niño de­cía a su madre: mamá sóplame en los párpados, sóplame en la oreja... Era lo único que le aliviaba. Me acordé del evangelio cuando Cristo se apareció a sus discípulos y sopló sobre ellos Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Efecto medicinal, curativo, salvífico, del soplo.
u  Rézale al Espíritu Santo.

Propósito: dile al Espíritu Santo que te sople.

sábado, 22 de marzo de 2014

Se le echó al cuello y lo cubrió de besos

Un hombre tenía dos hijos: el más joven de ellos…(Lc 15, 11).
Una antigua leyenda hebrea cuenta la historia de: “Dos hermanos amantísimos que recibieron la herencia paterna. Al mayor le correspon­dió el campo más difícil y al menor el campo mejor. Su padre antes de morir les dijo que recordaran siempre que serían sus hijos, y que entre ellos siempre serian hermanos. Con la primera cosecha el mayor deci­dió llevarle parte de su trigo en secreto al granero de su hermano por la noche. Y al menor se le ocurrió lo mismo. Los dos se durmieron aquel día muy contentos”.
u  Jesús, no merezco tantas cosas buenas. Y lo mejor de todo: mis herman@s. Quiero darte gracias por ellos.
Y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos (Lc, 15, 20)
Sigue la historia: “Al día siguiente comprobaron que seguían teniendo mucho trigo y ambos decidieron repetir la operación pero añadiendo además dos jarras llenas de aceitunas. Se cruzaron en la oscuridad sin verse y lo dejaron todo en el granero del otro. La tercera mañana se sor­prendieron porque no menguaban sus bienes. Aquella noche, con una espléndida luna llena, cada uno cargó su burro con un odre de vino y salió camino del granero del otro. Se encontraron a mitad del camino y se abra­zaron llorando de emoción recordando a su padre y alabando a Dios”.
u  Jesús, que me dé cuenta que ser Hijo de Dios es querer mucho a mis hermanos.

Propósito: ayudar a mis herman@s.

viernes, 21 de marzo de 2014

No estar perdido

Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entreca­vó, la descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y espero que diese uvas (Is 5. 1-2).
Jesús, hoy las lecturas de la Misa me recuerdan una bonita historia: Se decía de un hombre que entre sus posesiones y fincas tenía escondido un tesoro riquísimo, pero que nadie sabía dónde. Cuando le llegó el momento de encontrase con su Creador, antes de fallecer, reveló a sus hijos el lugar del famoso tesoro. Resulta que se encontraba en una leja­na viña que por mucho tiempo había estado descuidada. Allá fueron los hijos y empezaron con azadillas a peinar toda la viña. Después de quitar la maleza y cavarla toda entera no encontraron nada. Desanimados, desistieron, pero al poco tiempo descubrieron que esa viña daba unas uvas muy buenas y de ellas sacaron un vino excelente. ¡Este era el te­soro… la viña!
u  Jesús, ayúdame a descubrir los tesoros con los que me enriqueces.
Llegado el tiempo de la vendimia envío sus criados a los labra­dores para recibir los frutos que les correspondían Mt (21, 34).
Jesús, una cosa es el tiempo de vendimia y otra muy distinta es estar a por uvas, es decir perdido. Ya sabes lo despistado que soy. Vienes a mí en busca de frutos. ¿Qué te podré dar? ¿Lechugas? ¡No…! Mis frutos serán el estudio ofrecido, mi deporte, mi alegría, mi ayudar en casa, mi simpatía, mi apostolado. ¿Qué más?
u  Ofrécele a Jesús varias horas de estudio llenas de 60 minutos.

Propósito: dar fruto, y no estar perdido.

jueves, 20 de marzo de 2014

quien mucho se le da, mucho se le pedirá

Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo (Lc 16,19).
Jesús, aquel hombre sería todo lo rico que quisiera pero ¡qué mal gusto! O bien le fallaba su asesor de imagen o bien era daltónico. El caso es que vestía mal o se quería a parecer a Justin Bieber y andar de morado. Se ve que el buen gusto no es patrimonio de todos. Quizá el diseñador de moda de aquellos tiempos le hacía creer que iba a la “última de Babilonia” y le engañaba. Jesús, yo también me dejo engañar con las marcas, modas, etiquetas, lo que se lleva o lo que se llevará… y ade­más digo —es que ¡no tengo nada que ponerme…!
u  Con toda la ropa que guardo en el armario podría vestir un colegio… ¿Ya ordenaste tu closet?
Cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro, yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico (Lc 16, 20-21).
Jesús, uno de mis hermanos, el más pequeño, cuando mi mamá nos prepara filetes de carne “hace bolita”. El condenado mastica pero no traga: ¡mamá tengo bolita! grita. Entonces mi papá, muy serio, le explica la cantidad de gente que se muere de hambre en el mundo. Jesús, yo bola no hago pero si estoy lleno de caprichos: que si el queso, que si el arroz, que si las verduras me dan alergia... Jesús ayúdame, en esta cuaresma a quitarme tanta tontería. Que coma de todo sin remilgos.
u  Cuenta a Jesús tus caprichos para que te ayude a no ser caprichoso

Propósito: no hacer “bola” en el alma.

miércoles, 19 de marzo de 2014

San José. Hizo como el Ángel del Señor le había mandado

José era el esposo de María, de la cual nació Jesús (Mt 1, 16).
Jesús, ¡pobre San José! Ha sufrido un auténtico complot del silencio. Ni San Marcos ni San Juan le citan en sus Evangelios. San Lucas y San Mateo no registran ni una sola palabra de San José. Pero su figura no ha hecho más que crecer a lo largo de la historia. Es la grandeza de quien ha buscado ocultarse y desaparecer para no hacer sombra ni a Jesús ni a María Santísima. Por eso dice Santa Teresa: San José es Padre y Señor que acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús, mientras crecía y se hacía hombre. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además Maestro de vida interior: Porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con Él, a sabernos parte de la familia de Dios (Sta. Teresa, Libro de su Vida 6, 8).
u  Pide por todos los Pepes, Josés, Giuseppes, Joseph… que conozcas.
Al despertar de su sueño hizo como el Ángel del Señor le ha­bía mandado (Mt 1, 24).
Jesús, hoy también es el día del padre y me he propuesto no molestarlo mucho. Es más me propongo rezar por él, y lo que voy a hacer es rezar una estampa a don Álvaro para pedirle que lo haga un hombre trabaj­dor, sereno, sonriente y sobre todo SANTO.
u  Reza esa estampa a don Álvaro por tu papá.

Propósito: Felicitar a San José y a mi papá.

martes, 18 de marzo de 2014

El que no “sirve”… no sirve para nada

El que se ensalce a sí mismo será humillado, y el que se humi­lle a sí mismo será ensalzado (Mt 23,12).
Jesús, algunas veces he jugado contigo al escondite ¡eres un campeón! ¡Qué bien te escondes!: en el sagrario, en los enfermos, en los sencillos, en los ancianos. Pero hoy quiero jugar contigo este juego tuyo el de la ruleta que siempre gana: todo el que pierde, gana: el mayor es el más pequeño, y el que quiera perder su vida la ganará. Es un juego sólo apto para niños porque los mayores siempre están hablando de dinero, quien manda más, quien gana más, quien gasta más... ¡Qué aburrimiento! ¿Cuándo se darán cuenta, de una vez por todas, que el que pierde gana?
u  ¿Qué es lo que estoy dispuesto a perder: honra, prestigio, la vida… para ganarlo todo?
El mayor entre vosotros sea vuestro servidor (Mt 23,11).
Jesús, para ser como Tú tengo que servir, ayudar más en casa, orde­nar el cuarto, poner la mesa, contar cuentos a mis hermanos pequeños para que se duerman... Cuando llego a casa por las tardes, encuentro a mamá sonriente, pero me doy cuenta que está cansada. La pobre no para de la mañana a la noche cuidándonos a todos. El propósito de este rato de oración va a ser ayudar más en casa, servir, para pare­cerme más a Ti
u  Concretar cómo vas a servir.

Propósito: Servir.

lunes, 17 de marzo de 2014

Las “palabras” las carga el diablo

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis con­denados, Perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará (Lc 6, 36-37).
Jesús, qué fácil es criticar, murmurar, tijeretear, despellejar vivo a alguien, sin conocer los verdaderos motivos por los que hacen las cosas y que sólo Tú conoces. Es muy fácil criticar, pero es muy difícil valorar el daño que puedo causar con mis críticas. Las palabras pueden dar vida o matar. Su manejo debe ser tan delicado como el de los explosivos, el material radioactivo, los venenos y las medicinas, que se dosifican en fracciones de miligramos. Las palabras, una vez pronunciadas o escri­tas, están vivas y tienen una libertad imprevisible. Van de acá para allá, haciendo mucho daño.
u  Jesús, si no es para hablar bien de alguien mejor es que me quede calladito.
Dad y se os dará (Lc 6,37).
Jesús, a veces soy muy tacaño con mis cosas, con mi tiempo, con mis ambiciones. No se dar, no se darme. Me doy cuenta de que esta actitud me empequeñece el corazón y, por eso, me hace incapaz de recibir tus dones. Hoy quiero aprender de Ti a ser generoso, y darte todo lo que me pidas: mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón;… tómalo, tuyo es y mío no (Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita…)
u  Ahora que le has donado tu corazón, pídele un corazón como el Suyo.

Propósito: No criticar.

domingo, 16 de marzo de 2014

No hay montaña alta cuando un amigo te espera

Tomó Jesús consigo a Pedro, Santiago y a Juan su hermano, y los llevo a ellos solos a un monte alto, y se transfiguró ante ellos, de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestidos blancos como la luz (Mt 17, 1-3).
Jesús ¡Llévame contigo! Yo también quiero ser de tus amigos íntimos. Reconozco que soy poco montañero, la altura me da vértigo, pero haré contigo cordada, seguiré tus pasos, pondré mis pies en las huellas que dejes sobre la nieve hasta la cima –bueno aquí no hay nieve pero ya me entiendes-. Jesús, a veces la oración se me hace cuesta arriba y me canso… Pero una vez que me pongo te encuentro a Ti en la cima y desde arriba ¡qué claras se ven las cosas! ¡Qué bien se está contigo! Ayúdame, a tener en mi vida miras altas, amplios horizontes.
u  Cuéntale a Jesús la última montaña (espiritual) que hayas subido.
Todavía estaba hablando cuando una nube resplandeciente los cubrió y un voz desde la nube dijo: Este es mi Hijo, el ama­do, en quien me he complacido, escuchadle (Mt, 17, 5).
Jesús, ¡vaya susto se llevarían tus discípulos! Yo también quiero oír del Padre esas palabras tan bonitas: ser el Hijo, el amado, en quien me he complacido. Quiero que mi vida sea para muchos y para Ti fuente de alegría y de consuelo. Ahora que hay tantos que se no se saben hijos de Dios, darte sólo alegrías, muchas alegrías.
u  Dios habla bajito, pero también altito, eso sí, para el que quiere oír.

Propósito: subir más montañas. Ser montañero.

sábado, 15 de marzo de 2014

Setenta veces siete: cuatrocientas noventa

Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestro enemigos y rezad por los que os persigan (Mt 5, 43-44).
Un sacerdote recuerda que después de una guerra fratricida fue a verle una persona muy conocida, a quien habían asesinado muchos parien­tes en el cruce de un camino rural. Aquella persona quería levantar una cruz grande, precisamente en aquel lugar, como recuerdo de sus caí­dos. Yo le dije: —No debes hacerlo porque lo que te mueve es el odio hacia los asesinos y aquella cruz te sirve sólo para perpetuar el odio: no será la Cruz de Cristo, sino la cruz del diablo. La cruz no se hizo. Mi interlocutor supo perdonar.
u  Jesús, que aprenda a perdonar y a pedir perdón.
Pedro le preguntó —Señor, ¿cuántas veces tengo que per­donar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mt 18, 21).
Jesús a San Pedro siete veces le parecía el máximo imaginable. Sin embargo Jesús contestó: No siete, sino setenta veces siete. Es decir, siempre. Pero perdonar no es olvidar. Me puede pasar como la historia: ¿Por qué sigues echándome en cara mis antiguos pecados? —le dijo el marido a su mujer—; yo creía que los habías perdonado y olvidado. La mujer le replicó: Es cierto, pero quiero que tú no te olvides que yo te he perdonado y olvidado. Tal vez no sea posible olvidar, pero hay que hacer todo lo posible.
u  Jesús concédeme el don de la mala memoria para los agravios.

Propósito: perdonar y olvidar. ¿El qué?

viernes, 14 de marzo de 2014

Jesús, menos ganso y más manso

Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que se llene de ira contra su hermano será reo de juicio; y el que llame a su hermano necio será reo ante el Sanedrín (Mt 5, 21-22).
Jesús, cuando me enojo con mis hermanos o con mis amigos no es que les llame necio, sino insultos terribles: cucaracha, rata de cloaca, sabandija, sanguijuela o cosas peores que no me atrevo a decirte… Luego, después, me arrepiento y lo paso mal. Jesús, ¿por qué tendré la lengua tan afilada? ¿Por qué hago tanto daño a los que más quiero? Jesús, contigo también se metían y te insultaban: Muchos de ellos de­cía: —Está endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis? (Jn 10, 20), y les perdonabas siempre. Jesús, quiero ser como tú: Manso y humilde de corazón (Mt 11,29).
u  Jesús ¿existen ejercicios de mansedumbre? Ayúdame para ser como Tú.
Ve primero a reconciliarte con tu hermano (Mt 5, 24).
Mira, Jesús ¡Cómo me cuesta pedir perdón! Porque cuando me enojo, siempre creo que es el otro el que debe pedirme perdón a mí. Incluso llego a la tontera de no hablar con una persona durante un tiempo, porque me ha hecho esto y lo otro; y hasta que no me pide perdón… Sin embargo Tú has perdonado incluso a los que te crucificaban. Padre, perdónales porque no saben lo que hacen. Que aprenda de Ti a per­donar, a adelantarme, a pedir perdón de la parte de culpa que tenga.
u  Piensa con quien tienes que hacer las paces, y pedir perdón.

Propósito: buscarle y hacer las paces.

jueves, 13 de marzo de 2014

Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo

No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. (Mt 7, 21).
El paciente preguntó —Doctor, Doctor, ¿Qué tal me encuentra? — Estamos en las manos de Dios, respondió el médico… —Pero ¿tan mal estoy? Jesús, eso de aceptar y cumplir tu voluntad no lo entiendo. A veces pienso —perdóname la tontería—, que te gusta hacernos sufrir un poco, solo por puro gusto. Que eso de cumplir tu voluntad es algo doloroso y triste que hay que aceptar con resignación cristiana. Jesús, que me dé cuenta de una vez por todas, que ni resignación ni cuentos chinos. Lo mejor que me puede pasar es cumplir siempre tu voluntad, que solo quieres lo mejor para mi, hacerme muy feliz, más que nadie.
u  La tierra es un “Cielo” cuando busco cumplir la voluntad de Dios. ¿La estoy cumpliendo?
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad (Sal 39,2).
Había una señora que no podía rezar el Padrenuestro. Cuando llegaba a aquello de Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo (Mt 6, 12), se bloqueaba pues no estaba dispuesta a que un hijo suyo se entregara a Dios. Un sacerdote amigo le animó a que entonces rezara Avemarías, que es una oración de menos compromiso. Resultó, pues, que al cabo de unos días ya aceptaba la voluntad de Dios y pudo volver a rezar el Padrenuestro sin problemas.
u  La Virgen ayuda al que le pide y también los que ya están en el cielo. Pídele a María y a don Álvaro que te ayuden a cumplir la voluntad de Dios.

Propósito: no ir de resignado por la vida.

miércoles, 12 de marzo de 2014

perdidos al río… al retiro

Habiéndose reunido una gran muchedumbre, comenzó a de­cir: Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás (Lc 11, 29-32).
Jesús, que bonita la historia de tu gran amigo Jonás. Era lo que ahora llamamos un profeta menor, no por la altura, ni por peso, sino porque escribió poco. El caso es que escapando de cumplir la voluntad de Dios, como yo a veces, fue tragado por un pez enorme. Allí dentro, en un sitio calentito, tranquilo, silencioso, hizo su curso de retiro de 3 días. Se dio cuenta de lo mucho que Dios le quería. Volvió cambiado, irreconocible, feliz. Se puso a hacer apostolado y convirtió a toda la ciudad: Nínive. Jesús, ¡qué buenos son los retiros! ¡Cómo me ayudan!
u  ¿He hecho ya este año mi curso de retiro? Apúntate a uno YA.
La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hom­bres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los extremos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón (Lc 11, 29-32).
La Reina de Saba y Salomón y los Reyes Magos y Moisés y los once her­manos de José, y la Burra de Balaám, y Noé y la hija de Jairo y Abrahám y Jonás y la Magdalena, y… tantos personajes bíblicos, me tienen envi­dia por poder recibir a Jesús cada día en la Eucaristía. ¿Me doy cuenta? ¿Lo aprovecho? ¿Lo valoro? El día del Juicio, si no lo aprovecho, me lo echaran en cara ¡Qué vergüenza, entonces!
u  Dile a Jesús que le día del Juicio no quieres hacer el ridículo.

Propósito: como Jonás dentro de la ballena, Jesús en mi alma.

martes, 11 de marzo de 2014

Padre mío que estás en el cielo y en la tierra

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre (Mt 6, 10).
Hoy, Jesús, nació hace 100 años Álvaro del Portillo, don Álvaro, que será beatificado el 27 de septiembre. Con su vida, nos ha enseñado don Álvaro lo que es ser un buen hijo de Dios: fiel, trabajador, sereno y siempre son­riente. Don Álvaro durante un tiempo se refugió en Madrid en el Consulado de Honduras durante la Guerra Civil Española. Por eso estoy seguro que a todos los hondureños y, también a los chapines y salvadoreños, nos mira con cariño desde el cielo.
u  Pídele a don Álvaro que te ayude a ser un buen hijo de Dios. Reza su estampa.
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo (Mt 6, 12).
Del Padrenuestro, los santos han sacado mucho provecho. Santa Teresa de Jesús escribió: En tan pocas palabras está toda la contemplación y perfección encerrada, que parece que no hemos menester otro libro sino estudiar en este. Porque aquí nos ha enseñado el Señor todo el modo de hacer oración y de alta contemplación, desde los principiantes a la ora­ción mental, y de quietud y de unión que a ser yo para saberlo decir, se pudiera hacer un gran libro de oración sobre tan verdadero fundamento (Camino de Perfección). Y San Josemaría: Tenía por costumbre, no pocas veces, cuando era joven, no emplear ningún libro para la meditación. Recitaba paladeando, una a una las palabras del Padrenuestro, y me detenía –saboreando– cuando Dios era mi Padre, que me debía sentir hermano de Jesucristo y hermano de todos los hombres. No salía de mi asombro, contemplando que era ¡hijo de Dios!
u  Reza “saboreando” el Padrenuestro, pero despacito.

Propósito: rezar más Padrenuestros.

lunes, 10 de marzo de 2014

A-mí-me-lo-hicisteis

Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino pre­parado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis (Mt 25, 34-35).
Jesús, a veces te veo por la calle y, perdóname, miro para otro lado. Te veo disfrazado en ese niño enfermo, en ese anciano abandonado, en ese hombre tirado en la calle, y yo no te quiero reconocer. Voy por la vida con mis anteojos oscuros: ojos que no ven, corazón que no siente. Jesús, ayúdame a mirarte a los ojos también cuando voy a verte al Sagrario—, a pinchar mi burbuja de bienestar. ¡Estás ahí, como lo estás en el Sagrario!
u  Cuéntale a Jesús de las personas pobres que más te han impresionado.
Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mi más humildes hermanos, conmigo lo hicisteis (Mt 25,45).
La Madre Teresa de Calcuta solía utilizar los cinco dedos de la mano para explicar la esencia del Evangelio: la identificación de Jesús con nuestros hermanos más pobres de entre los pobres. Al hablar del Juicio Final el mismo Jesús dice: Cuanto hicisteis a uno de estos mis herma­nos más pequeños a mí me lo hicisteis (Mt 25,40). Mientras decía esto, cogía la mano de un niño y le iba moviendo los dedos uno tras otro: A-mí-me-lo-hicisteis. A continuación hacía que todos los niños lo repitie­ran: A mí me lo hicisteis.
u  Mírate los dedos de la mano y muévelos: A-mí-me-lo-hicisteis.

Propósito: sacar provecho de la catequesis “digital”.

sábado, 8 de marzo de 2014

Ángel de mi guarda, interceded por mí

El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás (Mc 1,12).
Pero Jesús, —¡¡Cómos es posible!! — ¡¿Tú también sufriste tentaciones?! Pues yo, ya ves, también: se me ocurren cosas tremendas y, en ocasio­nes los malos pensamientos de cosas impuras no me dejan en paz. Sé, que, si lo permites es para fortalecerme, porque por muy grande que sea la tentación siempre será mayor tu gracia. También sé que una cosa es sentir y otra consentir, y si en algún momento tengo dudas se lo pre­gunto al sacerdote, que de eso sabe un montón. Jesús, que me quede tranquilo: una cosa es tener tentaciones y otra distinta es pecar.
u  En el Padrenuestro pedimos, no tener tentaciones sino el no caer en ellas. Rézalo despacio.
Entonces el diablo le dejó, llegaron ángeles y le servían (Mt 4,11).
Jesús, ¡qué contento estoy con mi ángel de la guarda! ¡Un auténtico campeón! Ya me ha sacado de muchos problemas. Tendrás que as­cenderle en la jerarquía angélica porque lo hace muy bien. La verdad es que a veces se lo pongo difícil y tiene que hacer horas extras: esa serie de televisión que me hace daño, aquella amistad que no me con­viene, esos caprichos, esa comodidad... Le voy a pedir a mi ángel que no me deje hacer el tonto, que huya de las ocasiones de pecar, y sobre todo que no me quiera hacer el valiente.
u  Habla con tu ángel, dándole las gracias y pidiéndole ayuda.

Propósito: Hablar con mi ángel y recomendarle para un ascenso.

¡Llamadas perdidas de Dios!

Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme» (Lc 5, 27).
Bueno, Jesús, que ya te voy conociendo. Pasabas por ahí, quizá hacién­dote el despistado, como el que no quiere la cosa. Pero en el fondo querías practicar tu deporte favorito: la pesca. Y ahí, encadenado, bajo el peso del montón de dinero, estaba tu amigo Mateo, un pez gordo. Al pobre no le cuadraban las cuentas: aquí me falta algo…, decía; efectivamente tenía un agujero, un vacío interior que no había forma de llenar: ¡Me falta algo, pero no sé lo que es! Mateo alzó la vista y se encontró con tu mirada. Y le dijo: «Sígueme» Y el gran vacío se le llenó de golpe, y al instante, dejándolo todo, Te siguió. ¡Qué alivio! ¡El mejor negocio de su vida!
u  Esos vacíos que no llenan mi vida, ¿no los podría llenar Jesús?
Él, dejándolo todo se levantó y lo siguió (Lc 5, 27).
Jesús, a veces miro el celular y me lo encuentro lleno de llamadas per­didas, de SMS, Whatsapps. Son mis amigos, que me aprecian y quieren hablar conmigo, contarme sus cosas. En cuanto puedo me pongo en contacto con ellos. Tú también, Jesús, me sigues llamando continua­mente en los aconteceres de cada día. Quieres decirme algo, hacerme presente tu cariño. Y le dijo: «Sígueme» ¿Soy consciente de esas llama­das que me haces? Qué triste si se quedan como llamadas perdidas.
u  Jesús, que no pierda ninguna de tus llamadas.

Propósito: llenar vacíos y responder llamadas.

viernes, 7 de marzo de 2014

Jesús, es que te comería a besos

Se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio tus discípulos no ayunan? (Mt 9,14).
Jesús, yo siempre tengo hambre, como los discípulos de Juan. Mi mamá me llama el hambriento. No como, devoro. Pero no es solo hambre de pizza, papas fritas y de hamburguesas, sino también hambre de Ti. Jesús, ¡qué ganas tengo de comerte! ¡Con que ilusión estoy preparando la próxima comunión! Tenemos un montón de cosas de qué hablar. ¿Te acuerdas de aquella vez en que me decías…? ¿O cuando pensaba que estaba solo y te buscaba…?
u  Recita despacio, por dentro, saboreándola, la Comunión Espiritual.
Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? (Mt 9,15).
Recordaba aquella niña que cuando tenía solo 5 ó 6 años, el sacerdote del Colegio les explicó la presencia real de Jesús en el sagrario. Se le quedaron grabadas las palabras: Este es el Pan Vivo. Quien come de este pan vivirá para siempre. Por eso, cada día, en el desayuno, se fijaba en sus papás. Lo veía y controlaba todo. No se quedaba tranquila hasta que les veía comer pan. —¡Ah! Han comido pan, menos mal. Entonces mis papás no morirán, vivirán para siempre. En su sencillez de niña pensaba que Jesús estaba presente en todos los trozos de pan: Pan Vivo, que da la Vida. Jesús, pero el hambre que tengo es de Eucaristía, que ganas tengo de comerte…
u  Jesús, aunque hoy sea abstinencia, te comería a besos.

Propósito: No perder nunca el hambre… de Eucaristía.

jueves, 6 de marzo de 2014

Pero ¿dónde se esconde la Cruz escondida?

Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pier­da su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su alma? (Lc 9, 24-25).
¡Pobre Jesús!... ¡Siempre con la Cruz a cuestas!... Oye, Jesús, ¿y no des­cansas? Ya va siendo hora de que descanses un poco. Hoy quiero ser yo quien lleve tu cruz, la cruz de cada día; hoy voy a ser tu Cireneo. Por eso mi cruz será no responder ante las burlas, tratar con cariño al pesado de mi hermano, ayudar a la cursi de mi hermana mayor, no protestar, ponerme de portero en el futbol, ayudar en casa todo lo que pueda…
u  Pregúntale a Jesús que más quiere.
El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y venga conmigo (Lc 9, 23).
¡Ya está! Lo he entendido: el que busca la Cruz se encuentra contigo, con Cristo. Jesús, esto me recuerda la historia de Carlitos. Aquel domingo fue a Misa con su abuela. Al entrar en la Parroquia se encontró, presidiendo el altar, un Crucificado de gran tamaño. El pobre Carlitos, asustado, se escondió detrás de la abuela y preguntó: —Abuela, ese, ¿Quién es? La abuela le explicó que era Jesús… —¿Y quién lo ha puesto ahí? Unos hombres malos le crucificaron. —Abuela, preguntó más asustado: ¿Esos hombres malos siguen por aquí? Efectivamente, por aquí seguimos al­gunos, pero tranquilo, que también hay cireneos.
u  ¿Estoy dispuesto a ayudar a cargar la Cruz?

Propósito: llevar la cruz.