sábado, 31 de enero de 2015

Los cachuditos se ahogan en el mar

Se pasaba las noches enteras y los días por los sepulcros y por los montes, gritando e hiriéndose con piedras (Mc 5, 5).
Jesús, gracias a mis padres que me bautizaron pronto he pasado mucho tiempo en gracia de Dios, pero a veces siento al cachudo que me quiere dominar, y cuando lo consigue no sólo te ofendo a Ti, sino que me hago daño a mi mismo. Cuando pierdo el tiempo en casa –casi un mes ya de clases y aún no me he puesto las pilas para estudiar todo cada día–, cuando molesto en clase, cuando navego sin parar a la hora de dormir –a veces ahogándome– y a la mañana siguiente no me puedo levantar.
¡Señor, no quiero hacerte daño, no quiero hacerme daño!
Había allí ... una gran piara de cerdos paciendo (...) y corrie­ron por la pendiente hacia el mar, donde se iban ahogando (Mc 5, 11.13).
Es verdad, Señor, a mí de vez en cuando me cuesta trabajo no hacer caso al demonio, pero más si me rodeo de gente que está lejos de Ti, que viven como animalitos: se preocupan sólo de su body y sus tonteras… y acaban tirando su vida. Quiero, Jesús, con tu gracia, no arrojarlos al mar por un precipicio, sino llevarlos al cielo como yo quiero ir: por medio del trabajo, del servicio, con los sacramentos, y con la alegría que Tú me das… así se irán los demonios, así se convertirán los cerditos en soldaditos de mi Dios.
Jesús, ¡qué pena los loquitos que se tiran por los barrancos…!

Propósito: Convertir cerditos en soldaditos.

viernes, 30 de enero de 2015

Querer de verdad ser santo

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mt 5, 6).
El único justo eres Tú, Jesús. “Nos hiciste, Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”, escribió S. Agustín, que buscó la “justicia” metiéndose a toda clase de cosas raras, porque entonces no ha­bía guerrilla… Él fue un joven rebelde, como yo. Descubrió que sólo com­portarse como hijo de Dios da la felicidad. Me dices, Señor, que quiera de verdad, no a medias; que ponga empeño como recomienda Camino: “¿Quieres como un avaro quiere su ORO, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? –¿No? –Entonces no quieres” (nº 360).
Atrévete a decirle al Señor cuánto quieres…
Bienaventurados los que padecen persecución por la justi­cia, porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt 5, 10).
Querer ser santo hasta si cuesta persecución, insulto…, o incluso la muerte. ¡Qué poco te quiero, Jesús! A veces me amisho ante una miradita, ante un comentario…, porque voy a Misa, porque no veo tal programa… Me acuerdo de aquel romano, S. Tarsicio, un patojo de 11 años que llevaba la Comunión a los cristianos presos: unos muchachos paganos lo chicotearon hasta casi matarlo para arrebatarle el “pan de los cristianos”, pero él protegió el relicario en el que Te llevaba, hasta que llegó un soldado que lo defendió. Aunque murió en sus brazos y así obtuvo Reino de los cielos.
Ojalá, Jesús, tuviera siempre el cariño y el valor de Tarsicio….

Propósito: Dar la cara por Ti, sin amisharme.

jueves, 29 de enero de 2015

Soñad y os quedaréis cortos

Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido (Mc 4, 37-38).
Jesús, estabas agotado: largas caminatas de un sitio para otro, predican­do a las multitudes, curando enfermos, cuidando de tus discípulos... Fue sentarte un momento y quedarte dormido, tan profundo, que ni el rugir de las olas te despertaban. ¿Con qué soñabas? Quizá conmigo... ¿y por qué no? Dulces sueños de cosecha madura, y de pescas milagrosas, y de te­sOROs escondidos en los que “yo” soy protagonista ¡¡Scchsss...!! ¡Que nadie le despierte! Está descansando.
Dile que quieres ser protagonista de sus sueños para hacerlos reales.
Lo despertaron, diciéndole: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:¡Silencio, cállate! (Mc 4, 38-39).
La barca de Pedro, una vez más, a punto de zozobrar, y Dios, una vez más, parece dormido. Y el grito, una vez más, de los discípulos: “¿No te importa que nos hundamos?” Jesús, que las cosas están muy “yucas”; que de ésta no salimos; que son muchos los enemigos de tu Iglesia; que se pierden muchas almas... “Él les dijo: (...) ¿Aún no tenéis fe?”. Y una vez más “el vien­to cesó y vino una gran calma”. Y la barquichuela de Pedro una vez más, sigue como siempre, navegando contra viento y marea.
Ser grumete en Su barca, aunque no vaya al Atlántico ni al Pacífico.

Propósito: “Quien no se embarca, no se marea”: marearme.

miércoles, 28 de enero de 2015

Necesito tus tutorías

Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender (Mc 4, 33).
Jesús, te doy gracias porque te acomodas a mi entender, pero a veces, ¡a Ti, no hay quien te entienda! No porque sea absurdo lo que me dices, sino porque un Dios tan grande no puede caber en una macetita como la mía. ¡Qué Dios más pequeño si cupieras! “A sus discípulos se lo explicaba todo en privado” (Mc 4, 34). Jesús, a mí dame tutorías, y cuando entiendo un poco, sólo un poco, ¡qué alegría! Porque tus Misterios, Jesús, no son muros infranqueables, sino mares inabarcables en los que me interno y profundizo cada vez más.
Dile tus Misterios preferidos: Eucaristía, Trinidad, los del Rosario.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como niño. Cuando he llegado a ser hombre, me he desprendido de las cosas de niño (I Cor 13, 11).
Ya ves, Jesús, sigo siendo niño –esto sólo lo arregla el tiempo– y razono como un niño. Jesús, me recuerdas a mi mamá que sí que es ¡un misterio! Y mi papá está de acuerdo: –Papá, a mamá no hay quien la entienda... Y me responde: –Hijo mío, tu madre es un Misterio; no hay que entenderla hay que adorarla. Jesús, no sólo te quiero, sino que te “adORO”, aunque no te entienda…
Jesús, delante de Ti siempre quiero ser niño…; y terminas.

Propósito: Contar a Jesús mis “misterios”.

martes, 27 de enero de 2015

¡Ya cállate…!

El que tenga oídos para oír que oiga (Mc 4, 23).
Jesús, hace unos meses el Papa fue de peregrino a Santiago de Compostela, entonces leí en una revista lo impresionante que es eso del Camino de Santiago. Días y días caminando desde Francia de peregrinos hasta la tumba del Apóstol Santiago, donde los gallegos. Dicen que más que la espléndida vegetación de algunas regiones, lo que más impresiona son las planicies inmensas de Castilla donde se confunde en el horizonte el cielo con la tierra. Pensé en el Hijo Pródigo que solo y en el silencio, debajo de una encina, “recapacitó”. En el silencio del campo y en el del Sagrario se oye bien a Dios, porque habla Tú hablas bajito, y hay que tener bien abiertos los oídos del alma.
Mira cómo evitar la contaminación acústica –ruidos, música, tv, palabras vanas…– y escuchar más al Señor.
A la mañana, mucho antes de amanecer se levantó, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba (Mc 1, 35).
Jesús, Tú también necesitabas, como del agua y del oxígeno, de esos mo­mentos de silencio, de soledad para hablar con el Padre. A mí me pasa igual: necesito hablar contigo, platicarte sin palabras que llenen los silencios. No podemos olvidar, como escribe San Josemaría que “el silencio es como el portero de la vida interior” (Camino 281). Jesús, el silencio es un frágil te­sORO que quiero regalarte: lo guardo con cuidado para que Tú me hables, sabiendo que cualquier palabra lo puede romper.
Dar a Jesús cada día unos minutos del “frágil” tesORO de mi silencio.

Propósito: Usar “silenciador” en la moto de mi alma.

lunes, 26 de enero de 2015

Jesús, líbrame de mi mismo

Al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pá­jaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedrego­so, (...) cuando salió el sol, se abrasó. (..) Otro poco cayó entre zarzas que crecieron y lo ahogaron (Mc 4, 3-7).
Jesús, yo de plantas y flores, nada. En mi casa son todas plásticas –por eso de las alergias y los bichitos; además así no hay que regarlas–. Pero ¡qué pena de semillas!: se las comieron, se abrasaron y se ahogaron. Sospecho que estás hablando de las almas. ¿Se pueden comer las almas? ¿A qué saben? ¿Y quemar y ahogar? Parece que sí: “Viene Satanás y se lleva la palabra sembrada”(Mc 4, 15). Jesús, el demonio está muy activo; ¡no me dejes caer en la tentación!
Jesús, tentaciones tendré siempre, pero ¡que no me ponga en ocasión!
El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno (Mc 4, 8).
¡Sólo una vida!: “Que tu vida no sea una vida estéril. –Sé útil. –Deja poso. –Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de após­tol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. –Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón” (S. Josemaría, Camino 1). Y además como cantaban hace tiempo, “sólo se vive una vez… caramba”.
Dile a Jesús las “cosechas” de amor a Dios con las que sueñas.

Propósito: Dar fruto.

domingo, 25 de enero de 2015

Conversión de S. Pablo. “¿Quién eres tú…Yo soy Jesús”

Le envolvió de esplendor una luz del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: –Saulo, Saulo. ¿por qué me persi­gues? Respondió: ¿Quién eres tú, Señor? Y Él: –Yo soy Jesús, a quien tú persigues (Act 9, 3-5).
–Fue en el camino de Damasco…, diría más tarde San Pablo, –también yo fui alcanzado por Cristo. Aquel encuentro nunca se le olvidaría. Otro Apóstol y otro encuentro: el discípulo amado, también S. Juan recordaba con de­talle y cariño aquel momento: —“Era alrededor de la hora décima” (Jn 1, 39) ¿Cómo se le podía olvidar el instante más feliz de su vida? Jesús, sigues pasando y paseando entre los hombres… y sigues haciéndote el encontra­dizo. Jesús, ¡encuéntrame!, ¡porfa!
Recuerda a Jesús ese momento inolvidable en que os encontrasteis.
Saulo, hermano, me ha enviado el Señor, Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y te llenes del Espíritu Santo (Act 9, 17).
No fue un Arcángel, ni siquiera un Angelote en EPS* de la U. (*Ejercicio Profesional Supervisado). El enviado fue un viejo feo y calvo: Ananías (¡dis­culpá, mano!). “Saulo, me ha enviado el Señor…”. Jesús, y yo sigo espe­rando…. ¿Y no será, quizá, ese Padre chaparrín el que me haga recobrar la vista y me llene del Espíritu Santo?
Señor ¿busco quién me “gradúe” la vista? ¿Quiero ver?

Propósito: Preguntar por una jornada médica de oftalmología.

sábado, 24 de enero de 2015

“Todo se les podrá perdonar a los hombres”

Todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan (Mc 3, 28).
Un matrimonio asistía a una audiencia con Juan Pablo II en Roma. Cuando el Papa pasó delante de ellos, la mujer le dijo en voz alta: –Santo Padre, dígale algo a mi marido, que hace diez años que está alejado de Dios. Juan Pablo II continuó unos pasos más, pero se detuvo un momento, y se volvió atrás, puso la mano sobre el hombro de aquel señor y le dijo con voz baja y profundo: –¡Qué mal se está lejos de Dios! Aquel hombre quedó tan impresionado que ese mismo día se confesó y volvió a la práctica cristiana.
Habla con Jesús y dale gracias por el Sacramento de la alegría.
Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor (Lc 7, 48).
Decía San Josemaría: Un Dios creador es admirable; un Dios que viene hasta la Cruz para redimirnos, es una maravilla; ¡pero un Dios que perdona, un Dios que nos purifica, que nos limpia, es algo espléndido! Jesús cada confesión es un encuentro contigo en el que me perdonas y me abrazas. Borras la caricatura en la que me he convertido por mi culpa y creas de nuevo tu imagen en mi alma. A veces me tardo en ir a pedirte perdón, porque tengo más temor, que amor: ¡Que no se me olvide lo de S. Juan: Dios es Amor (1Jn 4, 8), que si me arrepiento me perdona y me abraza, eso lo saben hasta los de Costa de Marfil.
Dile a Jesús que irás a confesarte, no una, sino 70 veces 7.

Propósito: Cuidar mi imagen y borrar la caricatura 70 veces 7 ó +.

viernes, 23 de enero de 2015

Junto a Ti, la mejor playa

Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echan­do la red en el lago, pues eran pescadores; y les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres» (Mt 4, 18).
¿Cuál es el colmo de un pescador?: —Pues que te pesquen. Eso fue exac­tamente lo que le pasó a Pedro y Andrés: Jesús los pescó ¡Menuda pesca! Pero desde el principio lo tuvieron claro: —¡Hemos salimos ganando! De pescar sardinillas en un mar de nada, pasaron a pescar hombres –y algún que otro lelo–, en el mar del mundo. Sus sueños de pescador (anchoas, arenques) se quedaron cortos.
Jesús ¿te sirve un pescado chafa? ¡Esto es lo que hay!
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan (…) Y los llamó (…) Ellos le siguie­ron (Mt 4, 21-22).
Una vez abierta la veda de pesca, —¡peces temblad!—, les llegó el turno a la competencia, a los de la otra barca. —¡A mí no me pesca!, pensaron... Y Juan y Santiago se fueron tras Jesús en busca de otro mar, tarareando una canción. Los que les oyeron recuerdan que sonaba algo así como: Tú has venido a la orilla / no has buscado ni a sabios ni a ricos / tan sólo quieres que yo te siga. / Señor, me has mirado a los ojos / sonriendo, has dicho mi nombre / en la arena he dejado mi barca / junto a Ti buscaré otro mar.
Lleva la canción a tu oración, a ver qué te dice.

Propósito: Tararear la cancioncilla esa.

jueves, 22 de enero de 2015

¡Jesús, estás loco de… Amor!

Volvió Jesús con sus discípulos a casa y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer (Mc 3, 20).
Jesús, no te dejaban ni comer, ni dormir, ni descansar, ni nada... estabas “expropiado” de Ti mismo. Y Tú, tan contento. Yo, ¡fíjate!, sigo funcionando por la ley del gusto: –¡Es que no me gusta! ¡es que no me apetece!... Como en el chiste:“–Mamá, no me gusta el abuelito… – OK, cómete las papas, pues”. Jesús, quiero ser como Tú. Ayúdame a quitarme caprichos, a pensar siempre en las necesidades y gustos de los demás.
Jesús, exprópiame de mis gustos y de mis caprichos ¿Qué te puedo dar?
Vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales* (Mc 3, 21).
Ser cristiano, tomarse la fe en serio, con los tiempos que corren, es una lo­cura, pero siempre ha sido así; a los cristianos nos han tomado siempre por locos. Jesús, Tú también tenías fama de loco. Fama bien merecida, que nos ha llegado hasta hoy: El más grande loco que ha habido y habrá es Él. ¿Cabe mayor locura que entregarse como Él se entrega, y a quienes se entrega? (...) ―¡Divino Loco! ¿Cómo te tratan los hombres?... ¿Yo mismo? (cfr. San Josemaría, Forja 824). Jesús, te has vuelto loco ... de amor. Y amor con amor se paga y locura, con locura.
¿Qué locuras de amor hago por Jesús? Piénsalo y terminas.
Propósito: Tratar con más cariño al abuelito y … hacer locuras.

*en sus cabales = cuerdo, lo contrario de loco.

miércoles, 21 de enero de 2015

“¿A ti qué? Tú sígueme…”

Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba (…) «Señor, y éste ¿qué?» (Jn 21, 20-21).
Jesús, ¡cómo me gusta verte pasear tranquilamente con San Pedro! Seguro que le dabas las últimas instrucciones antes de tu Ascensión. Le dirías algo así como: – Santiago Boanerges (Hijo del Trueno), como es bien bravo, que sea el apóstol de Hispania, los entenderá bien; a mi Madre cuídamela mucho; dentro de poco me la llevaré conmigo en cuerpo y alma al Cielo; ¡Ah! Y, por favor, ¡no me pierdas las llaves que no tengo copia! Pero Pedro, curiosón no pudo evitar preguntar por el otro Hijo del Trueno. Señor, y éste ¿qué? Jesús, es lo que mismo que me pasa a mí: me encanta el shuteo, meterme en la vida de los demás, saberlo todo de todos.
Pídele que te conceda una alergia universal al chisme.
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que Yo ven­ga, ¿a ti qué? Tú sígueme»” (Jn 21, 22).
Y Pedro metiche salió escaldado: Jesús le contesta: «¿A ti qué? Tú, sígue­me». Y en el fondo de mi corazón, Jesús de mi alma, me dices que no me fije tanto en lo que hace o dejan de hacer los demás ¿A ti qué?... Incluso aunque los que me deberían ser modelos (el sacerdote, profesores, mis padres, hermanos mayores) no me den buen ejemplo. ¿A ti qué?... Tú, sígueme.
Jesús, yo te sigo aunque flaqueen los que van delante de mí.

Propósito: No ser metiche.

martes, 20 de enero de 2015

Que si no me perdería

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo si­guió una muchedumbre de Galilea (…) Llegados a casa, se volvió a juntar la muchedumbre que no podían ni comer» (Mc 3, 7.20).
Jesús, S. Marcos insiste en las multitudes que te asediaban, también dice: “Había en torno de Él una numerosísima muchedumbre” (Mc 4, 1). Pero luego en la Pasión Te dejaron solo. Yo me acordé de Ti al leer a aquel poeta de Chile : “Soy la multitud y estoy solo / Cantaba en la adolescencia / Solo, y definitivamente solo, / No adentro de la multitud / Sino con la multitud dentro”. Jesús, son tantos los que te siguen sólo a ratos y te dejamos solo cuando cuesta.
Jesús, ¿cuándo te dejo solo?... Ya no más.
Jesús, dando una fuerte voz, expiró (…) Viendo el centu­rión, que estaba frente a Él, de qué manera expiraba, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios (Mc 15, 37- 39).
Y es otro poeta chileno, I. Langlois, quien da respuesta: “A los buscadores del infinito por cuenta propia se les hace saber / que el objeto de sus nobles y erráticas exploraciones ha sido ya encontrado en una cruz / el viernes de Nisán en las afueras de Jerusalén”. Jesús, tonto de mí, pienso que soy yo el que te he encontrado, pero en verdad eres Tú quien llenas mi soledad.
Jesús: “no me dejes solo ni de noche ni de día, que sin Ti me perdería”.

Propósito: Nunca estoy solo.

lunes, 19 de enero de 2015

Jesús, sin prejuicios

Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusar­lo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «levántate y ponte ahí en medio». Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?: ¿hacer lo bueno o lo malo? ¿Salvar la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados (Mc 3, 2-4).
Jesús, pretenden cacharte. Eran prisioneros de sus prejuicios y sin preocu­parles para nada aquel hombre enfermo. Sólo les interesaba acusarte. Bien les citaste a Isaías: “Mirando, no vean; oyendo, no entiendan”. Jesús, ¿no me pasará a mí algo parecido? Quizá yo también estoy “al acecho”: juzgo con dureza a la Iglesia o a sus miembros y no quiero ver tanto heroísmo y santidad en sus misioneros, amas de casa, fontaneros, bomberos, profeso­res…O me quedo callado, y mi silencio me hace cómplice.
Jesús, que no me calle y sepa dar la cara. Que te defienda.
Entristecido por la dureza de su corazón le dijo al hombre «extiende el brazo». Lo extendió y quedó restablecido (Mc 3, 5).
Jesús, fuiste mirando uno a uno. Te asomaste a sus ojos –la mirada es el espejo del alma– y viste corazones duros, acorazados, insensibles. Jesús, me miras a los ojos y quiero que encuentres un corazón sin prejuicios, libre para amarte.
¿Qué es lo que encuentras Jesús en mi mirada?

Propósito: Ser menos retorcido.

domingo, 18 de enero de 2015

Sigue teniendo hambre

Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras an­daban los discípulos iban arrancando espigas» (Mc 2, 23).
Jesús, hay que tener bastante hambre para comerse crudos los granos de tri­go... ¿Tanta hambre pasabas Tú y tus discípulos? “Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer” (Mc 6, 30-32). Jesús, no quieres que yo pase hambre —estás en pleno crecimiento, me di­ces— pero si alguna vez llega, me acordaré de Ti: “Bienaventurados los ham­brientos porque quedarán saciados” (Mt 5, 6). Ahora que he vuelto al colegio y que ir a Misa es tan fácil, quiero tener hambre de Ti, que no se me pase la hora… sé que te necesito, eres el Alimento que da la Vida Eterna; y como soy tan débil necesito alimentarme a diario.
Jesús, dame hambre de Ti y sáciame en la Eucaristía.
Muy de mañana, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre. Viendo una higuera junto al camino se acercó (Mt 21, 18-19).
Jesús, Tú también tienes hambre, y te acercas a mí, buscas en qué te puedo ayudar y me pides… Lo que pasa es que yo soy una higuera muy especial, soy una higuera escurridiza, con pies, que sale corriendo… porque sé que poner­me cerca de Ti tiene sus riesgos… Por eso se me da muy bien el pedirte –en la Comunión, al hacerTe la Visita, cuando Te saludo o me despido de Ti al llegar al Colegio–; y tantas veces noto que te acercas a mí, que buscas algo de mí, que me necesitas para ayudarTe… y entonces me entran las prisas: perdóname, Jesús, porque no sacio tu hambre.
Jesús, que “higos” necesitas de mí.

Propósito: Dejar que Jesús me pida en la Comunión.

sábado, 17 de enero de 2015

Hoy ayuno de enfados

Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan ¿Por qué los tu­yos no? (Mc 2, 18).
Jesús, Tú le das al ayuno su verdadero sentido. No me vaya a pasar como aquel fariseo que decía orgulloso: “Ayuno dos veces por semana” (Lc 18, 12). Además hay también un ayuno estético (para mantener la línea), ayuno políti­co (huelga de hambre), ayuno enfermizo (anorexia) o el ayuno por necesidad de los millones que pasan hambre. ¿Qué sentido tiene el ayuno (también de chucherías, tv, internet, música)?: me ayuda a tener dominio de mí y encon­trarme contigo, Jesús. No podemos olvidar que hay “demonios modernos” que no se vencen más que con el ayuno y la oración.
Comprométete a ayunar: peleas, haraganería, enojos…
¿Por qué no hemos podido expulsar ese demonio? Esta raza, les dijo, no puede ser expulsada por ningún medio, sino por la oración (Lc 9, 29).
Contaba una madre el afán de su hija pequeña para que viviera el ayuno. Al llegar a casa un Miércoles de Ceniza le dijo: Mamá hoy en clase nos han explicado que los mayores tienen que hacer ayuno, es decir, no comer. Mamá ¿tú haces ayuno verdad? – Si claro, hija, sí. La niña se pasó toda la tarde persiguiendo a su madre para asegurarse que no comía. Cuando llegó su padre a casa: – Papá ¿hoy has comido? – Pues claro, hija…
Ayuna por la cuenta que te trae…

Propósito: Ayunar de facebook (p.ej.)

viernes, 16 de enero de 2015

“Hijo, tus pecados están perdonados”

Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de don­de estaba Jesús (Mc 2, 3).
Jesús, lo del paralítico me recuerda la historia de una niña peruana que caminaba cerro arriba cargada con su hermanito pequeño a la espalda. El sacerdote, que presenciaba la penosa ascensión, le preguntó: —¿No te pesa? ¿No te cansas?; a lo que la niña respondió sin pestañear: ―¡Es que es mi hermano! Jesús, me pones cerca familiares, amigos que son…unos pesados, o que quizá tienen parálisis en el alma. Pero ¡son mis hermanos! ¿Cómo no voy a tomarlos, cargármelos a cuestas y ponerlos delate de Ti…?
Di a Jesús: más pesado soy yo —“un peso pesado”— y bien que me aguantas.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados están perdonados» (Mc 2, 5).
Jesús, enseguida te diste cuenta: aquel paralítico lo que tenía, sobre todo, era un gran peso en el alma. Por fin pudo escuchar la absolución: “Hombre, tus pecados están perdonados”, y, ¡qué gran alivio sintió! Sus amigos “camilleros”, no entendían nada: —¡Pero si lo hemos traído para que lo cure…! Y se fue a su casa glorificando a Dios”, ¡menudo peso se había quitado de encima!
La confesión es un “quita-pesos”; gracias, Jesús, por perdonarme siempre.

Propósito: Hacer de camillero con amigos “pesados”.

jueves, 15 de enero de 2015

CRISTO DE ESQUIPULAS Levantado en la Cruz por mí

Pues nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del Hombre (Jn 3, 13).
Jesús, Tú bajaste del Cielo para salvarme en una Cruz. ¿Cómo es el Cielo?: El Cielo es siempre nuevo, siempre distinto, sin cansancio y sin empalago. Es toda la luz y el color, es la música y la dulzura, es alegría que nadie puede ya quitar. El cielo es AMOR. Un amor que no se oxida, un amor lim­pio que fascina, embellece, que es siempre como la primera vez. Y sobre todo, en el Cielo estaré Contigo, Jesús de mi alma, para siempre. Allí, junto a María la Reina, toda hermosura… en el Cielo, junto a los Ángeles, junto a millones de almas buenas, eternamente felices… para siempre, para siempre.
Dale a Jesús las gracias por haberte abierto el cielo con su Cruz.
Es preciso que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él. (Jn 3, 14-15)
Eres lo único que me interesa de Esquipulas: ni el viaje, ni las cocadas, ni las calcomanías para el carro, ni los sombreritos… ni nada, salvo Tú. Verte, Jesús, en la Cruz y ver a tu Madre –mi Madre– de los Dolores haciéndome palpar lo mucho que me quieres, y lo que te ha costado el amarme y abrirme el Cielo. Quiero creer cada día más en Ti, que ni la tele, ni la Red, ni los que no van a Misa me la hagan perder la fe… Por eso necesito también llenar de mi cabeza con tu doctrina: la catequesis, la formación… nunca la dejaré.
Jesús, en mi cabeza, Tú; si no, tendré un puro sombrerito.

Propósito: Ir a Esquipulas… y al final al cielo.

miércoles, 14 de enero de 2015

Padre, no como yo quiera, sino como Tú

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo di­jeron. Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los en­fermos (Mc 1, 29-31).
Jesús mío, es que no te dejaban tranquilo ni a sol ni a sombra, ni siquiera al anochecer: te pasaste toda la noche atendiendo enfermos. San Pedro se­guro que alegaba y con su vozarrón de pescador gritaba desde la puerta: ¡Qué esto no es el IGSS! ¡Pero porfa, no sean abusivos y dejen descansar al Maestro! Y desde fuera la gente le contestaba: –¡Claro! ¡Cómo a usted ya le curó a su suegra…! ¿Y quién me cura a mi hijo? ¿O a la criadita? Y quizá incluso alguno también llevaba un cachorrito o un pájaro “alirroto”. Y Pedro, todo apenado, no supo qué decir. Les respondió la mirada sonriente de Jesús.
¿A quién puedes llevar para que te lo cure? Jesús ¿arreglas carros?
Se levantó de madrugada se marchó al descampado y allí se puso a orar (Mc 1, 35).
Jesús, ¿pero de qué hablabas tan temprano con tu Padre? —De qué iba a ser sino de aquella niña enferma: “Padre, te doy gracias por haberme escuchado” (Jn 11, 42). O de aquel otro que no pudo salvar: “Padre, no como yo quiero, sino como Tú” (Mt 26,39). Y también de ti y de mí… ¿De qué iba a hablar sino?
Jesús, que de mi sólo puedas contar cosas buenas.

Propósito: Dar de qué hablar a Jesús.

martes, 13 de enero de 2015

Sólo el Amor es digno de fe

Cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad (Mc 1, 21-22).
Aquella monjita había dedicado toda su larga vida a la docencia en dis­tintos colegios, con fama de buenísima profesora. Llevaba ya unos años jubilada cuando inesperadamente sufrió un derrame cerebral. El sacerdote que le administró la Unción de Enfermos quiso saber el secreto de su éxito: —¿Por qué siempre te han querido tanto tus alumnas? (era una realidad constatable). Respuesta —Porque yo las quiero mucho. —¿Y con las más rebeldes? (su especialidad eran las adolescentes indómitas). Respuesta: —A esas las quiero mucho más. Es la autoridad que da el Amor, porque, no lo podemos olvidar: sólo el Amor es digno de Fe.
Pide a Jesús un corazón tamaño camioneta, donde quepa mucha gente.
Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Este ense­ñar con autoridad es nuevo (Mc 1, 27).
Jesús, Tú enseñabas con la autoridad del que sabe amar. Puede más el cariño que dos horas de pelea, “porque —como decía San Juan de la Cruz— donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”. Y es que, Señor, cuando creo que tengo razón y añado la fuerza, pierdo la razón…
Pregunta a Jesús: ¿Dónde tengo que poner más amor? y terminas.

Propósito: Sin ser empalagoso, querer querer.

lunes, 12 de enero de 2015

Jesús, contigo voy de perlas

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea (Mc 1, 14).
San Juan Bautista, el mayor nacido de mujer, el primo de Jesús, muere por el capricho de Herodes, un déspota lujurioso (son sinónimos). Así de incom­presibles y misteriosos son los planes de Dios. Un misterio como son las per­las: “enfermedad transformada en belleza”. Efectivamente, un granito de arena (una dificultad, un dolor) que se mete dentro de la ostra da lugar a algo tan bello como una perla. Así también la muerte del Bautista dio su fru­to: Pasando junto al lago de Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés (…) Jesús les dijo venid conmigo y os haré pescadores de hombres (Mc 1, 16). Y las perlas fueron Pedro y Andrés y Santiago y Juan… y yo también.
Jesús, contigo, se va de perlas…
El Reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra (Mt 13, 45- 46).
Jesús, ya sé que las ostras dan perlas; y ¿las almejas?... Algo darán, su­pongo. Lo digo por mí, por mi pequeña alma, almilla o “almeja”. Quizá en mi interior, siendo tan poca cosa, una almeja, encuentre una “perla fina” que Tú has puesto: una gracia, una llamada a estar contigo, como los apóstoles.
Di a Jesús, que estás dispuesto a darlo todo por conseguir La Perla.

Propósito: Ser almeja que dé perlas.

domingo, 11 de enero de 2015

Bautismo del Señor . “Este es mi hijo amado”

Entonces vino Jesús al Jordán desde Galilea, para ser bauti­zado por Juan (Mt 3, 13)
Cuando el san Juan Pablo II, siendo Papa visitó Polonia, fue a su ciudad natal Wadowiche. Lo primero que hizo fue ponerse de rodillas y pasar un largo rato de oración delante de la pila bautismal. Allí, en ese preciso lugar, fue donde sus padres, por el Bautismo, lo “revistieron de Cristo”. También, aun­que no lo pidió, le vacunaron, le llevaron al pediatra, etc. Jesús, hoy, en la fiesta de tu Bautismo, te pido por todos esos niños de familias cristianas no bautizados y por sus padres. ¡Qué gran responsabilidad ante Dios!
►Ni apellido ni patrimonio ni nada. Lo mejor es haber recibido la FE
Jesús salió del agua; y he aquí que se le abrieron los Cielos, y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz del Cielo que decía: “Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido” (Mt 3, 16-17)
Jesús, voy a enterarme de la fecha de mi Bautizo para también celebrarlo. No me acuerdo de nada, pero ahí estuvieron mis padres, padrinos, tíos. Jesús mío, tampoco quiso perderse tu Bautizo tu “Familia del Cielo”: acudió en pleno la Santísima Trinidad; y el Padre se emocionó tanto que no pudo callar y me dijo: “Tú eres mi Hijo, el Amado, en ti me he complacido”.
Agradece a Jesús ser también el hijo amado, el predilecto

Propósito: Celebrar la fecha de mi bautismo.

sábado, 10 de enero de 2015

Que Él crezca y yo disminuya

Respondió Juan (Bautista…): Es necesario que él crezca y que yo disminuya (Jn 3, 30)
A veces, Jesús, pretendo que se me reconozca el mérito: –¡Qué patojo más chispudo! ¡Pero qué bien lo haces todo! Y se me viene la soberbia cuando tengo un 99 en Mates. Pero entonces, Jesús, como el Bautista diré: Es necesario que Él crezca y que yo disminuya. Jesús, todas las medallas para Ti, porque: siervos inútiles somos, lo que teníamos que hacer lo hici­mos, cuando me esfuerzo, cuando me porto bien, no hago otra cosa que desarrollar lo que Tú me has dado, con las gracias que Tú me das.
► Jesús, que ponga a mis amigos delante de Ti y yo me quite de en medio.
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él (Jn 3, 28)
Jesús, sé que con mis buenas obras tengo que llevar gente a ti, mostrar a mis amigos cómo Tú quieres que trabajemos, que nos ayudemos, y hasta que juguemos al baloncesto sabiendo ganar… y perder. A veces, alguno daba las gracias a San Josemaría, él decía entonces, con humildad, que era el sobre y que lo importante era la carta, el contenido, lo que Dios dice a cada alma a través de otros. Una vez abierto el sobre se lee la carta y el sobre se tira al basurero. Jesús, pues yo soy el “sobre que sobra”.
► Dale gracias a Jesús por ser sobre. ¿Yo? Sobro.

Propósito: No ponerme medallas.

viernes, 9 de enero de 2015

Cumpleaños de san Josemaría

Un hombre cubierto de lepra, al ver a Jesús, se postró delan­te y le suplicó diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme (Lc 5, 12)
Jesús, Tú haces milagros a quien los pide, y para pedirlos a veces me falta humildad para hincarme ante Ti y reconocer que tengo lepra y mostrarla. A veces pesco la lepra por descuido, pero otras me la busco a mala idea, y luego estoy mal y hago sentir mal a los demás. Pero a quien más daño hace la lepra del pecado es a Ti, causó tu muerte, pero es ella la que borra mis pecados, si los reconozco y te pido perdón… sin pena, que te doy una alegría cuando me confieso. Y cuando uno conoce un buen médico lo recomienda, voy a hacerlo con mis amigos.
► Que admita mi lepra… y que me deje curar.
Y extendiendo Jesús la mano le tocó diciendo: Quiero, que­da limpio. Y al instante desapareció de él la lepra (Lc 5, 12)
Podías haberlo hecho de mil maneras, pero quisiste, Señor, que nos que­dara constancia al oír que quedamos limpios: Yo te perdono en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo… Vete en paz. Te doy gracias, Jesús, por este Sacramento que me cura, además me fortalece, me pone guapa el alma. A mi edad a veces puede haber enfermedades graves como la lepra, pero lo normal son las espinillas o los puntos negros… Quien puede lo más, puede lo menos: la confesión es la mejor crema para las enferme­dades del alma, se aplica a necesidad, se recomienda al menos una vez por semana.
► ¡Señor, quiero tu pomada para mi alma!

Propósito: ir al dermatólogo del alma.

jueves, 8 de enero de 2015

Inventos buenos

Llegó a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en la sinagoga el sábado, y se levantó para leer (Lc 4, 16)
Jesús, yo sé por qué cambió el día de ir al Templo, porque Tú resucitaste el domingo –aunque se puede ir a Misa desde la tarde del sábado–: allí leen las Escrituras, al final el sacerdote lee el Evangelio, lo lee sólo él porque en Misa te presta su cuerpo y voz. Yo y los demás nos paramos para oír el Evangelio porque es tu vida y tu palabra. En Misa primero me alimenta tu Palabra y luego tu Pan, ambos me llenan el alma; y me sienta tan bien y me sirve tanto que no me conformo con aquello de la canción mexicana –“de domingo a domingo te vengo a ver, / cuándo será domingo, Cielito Lindo, para volver”– y consigo ir entre semana.
► Quiero no distraerme y escuchar con el alma parada el Evangelio
Y enrollando el libro se lo devolvió al ministro, y se sentó. Todos en la sinagoga tenían fijos en él los ojos (Lc 4, 22-21)
Guttemberg nació muchos siglos después de esto, gracias a su invento ahora tenemos libros que se guardan muy bien. En casa tenemos una Biblia que leo a veces, pero yo tengo mi librito manejable del Nuevo Testamento, –¡qué bueno sería si consigo leerlo a diario cinco minutos!– fijar los ojos en él, leerlo es mirarte a Ti, mi Señor. Me contaron que un santo cuando lo leía besaba el libro cada vez que salía tu nombre, Jesús; yo al menos voy a besarlo cada día cuando acaben mis cinco minutos mirándote, leyéndote… aunque me ponga colorado.
► Señor, quiero inventar cosas para que te puedan conocer muchos

Propósito: leer un ratito el evangelio y fijarme en lo que haces.

miércoles, 7 de enero de 2015

Siempre llegas a tiempo

Y viéndoles remar con gran fatiga, pues el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche viene a ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo (Mc 6, 48)
A veces no te entiendo, Jesús, cuando estoy en un peligro no me “salvas” enseguida. Me acuerdo del poema que leí en la puerta de una ermita de la Virgen del Carmen, en un puerto de pescadores: “Quien no sepa rezar / que navegue en alta mar / allí solo aprenderá”. Quieres que ponga de mi parte, no me das nada que pueda conseguir yo remando, y además Tú te apareces y si te llamo acudes. A veces son buenos los problemas, para que no me crea ni Superman, ni la Mamá de Tarzán. Yo sólo no puedo, tengo que acudir a Ti.
► Jesús, que no me crea Superman, que siempre cuente contigo.
El habló en seguida con ellos, y les dijo: Tened confianza, soy yo, no temáis. Y subió con ellos a la barca y cesó el viento (Mc 6, 50-51)
Nunca he estado en Galilea, pero estuve una vez en el mar. ¡Cómo me gustaría ir en una barca contigo y mis amigos! ¡Cuántas cosas te preguntaría! ¿Por qué el cielo es azul, y por qué disfruto pescando pero no me gusta comer pescado? ¿Por qué aunque no lo parezca, ya quiero que empiecen ya las clases? Jesús, te gusta la pesca; acompañarte, me encanta; pero dejarme pescar, ¿por qué no me gusta? ¿Acaso no estaré en buenas manos, si me dejo “agarrar” por ti?
► Señor, en tu barca ¿pescador o pescadito?

Propósito: ser pececillo.

martes, 6 de enero de 2015

Alma, calma

Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como oveja sin pastor, y se puso a enseñarles con calma (Mc 6, 34).
Jesús, ¡ay que depre! Vaya bajón esta mañana al despertarme, pensar en que sólo me quedan unos diez días más de vacaciones. Si alguna vez me pongo triste, sé cuál es el remedio: acudir a ti. Jesús vio una multitud y le dio lástima. Me viste, nos viste y comenzó la fiesta: Hicieron recostar a la gente sobre la hierba en grupos y nos diste de comer. Partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Por eso la Misa y el Sagrario son mi quitapenas. Quiero alimentarme del Pan de Vida y después, cuando te tenga dentro, te daré gracias por lo bien que me lo he pasado esta Navidades. 
► ¿El mejor antidepresivo?: La comunión frecuente. Hoy lo necesito…
Y se puso a enseñarles con calma (Mc 6, 34).
Esto va por los profesores. Es que ¿nunca han sido alumnos? ¿Tan lejos les queda su infancia? Nada de exámenes de nivelación a la vuelta… Eso es de mal gusto y va contra los derechos humanos (los alumnos también somos humanos). Fue lo que hizo Jesús: enseñarles con calma, con calma, con calma, con mucha calma. ¡A ver quiénes me tocan este año! Ayúdales, Señor, porque a veces la culpa es mía y de mis aleros molestando.
► Agradece a Jesús por los profesores tan buenos que tendrás.

Propósito: Empezar a rezar ya por un buen regreso a clases.

lunes, 5 de enero de 2015

De todas las zonas

Y dejando Nazaret se fue a vivir a Cafarnaún (…) para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: el pueblo que yacía en tinieblas ha visto una gran luz. (Mt 4, 13-16)
Jesús, pronto voy a dejar mi casa cada mañana para volver al colegio, me queda poco tiempo de vacaciones. ¡Ojalá sea mi casa como la tuya de Nazaret! En parte depende de mí, de no ser un servido. Voy a aprovechar los días que me quedan para ayudar mucho a mis papás, seguro que puedo arreglar más de un closet, recoger y ordenar cosas de estos días… ¡ah! y preparar muy bien todo mi material y el de mis hermanos para el colegio.
► Jesús, que no se me apague tu Luz cuando empiece el colegio.
Y le seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán (Mt 4, 25)
Estos días pasados mucha gente se ha acordado de Ti, mi Jesús, pero te pido para que no haya sido sólo por un día. Una prima mía fue a Orlando y me contó que las calles estaban bien bonitas y que en la iglesia supo seguir la Misa muy bien aunque era en inglés y que había dos chinos y bastantes negros. ¡Qué alegría que tanta gente te siga, todos tan distintos y todos tan iguales! Quiero ser hermano de todos, también de los nuevos en el colegio y de aquellos que no me caen tan bien.
► Te siguen canches, cheles, chaparros, negritos,… yo no discrimino, soy cristiano.

Propósito: no ser racista.