lunes, 12 de enero de 2015

Jesús, contigo voy de perlas

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea (Mc 1, 14).
San Juan Bautista, el mayor nacido de mujer, el primo de Jesús, muere por el capricho de Herodes, un déspota lujurioso (son sinónimos). Así de incom­presibles y misteriosos son los planes de Dios. Un misterio como son las per­las: “enfermedad transformada en belleza”. Efectivamente, un granito de arena (una dificultad, un dolor) que se mete dentro de la ostra da lugar a algo tan bello como una perla. Así también la muerte del Bautista dio su fru­to: Pasando junto al lago de Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés (…) Jesús les dijo venid conmigo y os haré pescadores de hombres (Mc 1, 16). Y las perlas fueron Pedro y Andrés y Santiago y Juan… y yo también.
Jesús, contigo, se va de perlas…
El Reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra (Mt 13, 45- 46).
Jesús, ya sé que las ostras dan perlas; y ¿las almejas?... Algo darán, su­pongo. Lo digo por mí, por mi pequeña alma, almilla o “almeja”. Quizá en mi interior, siendo tan poca cosa, una almeja, encuentre una “perla fina” que Tú has puesto: una gracia, una llamada a estar contigo, como los apóstoles.
Di a Jesús, que estás dispuesto a darlo todo por conseguir La Perla.

Propósito: Ser almeja que dé perlas.