martes, 20 de enero de 2015

Que si no me perdería

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo si­guió una muchedumbre de Galilea (…) Llegados a casa, se volvió a juntar la muchedumbre que no podían ni comer» (Mc 3, 7.20).
Jesús, S. Marcos insiste en las multitudes que te asediaban, también dice: “Había en torno de Él una numerosísima muchedumbre” (Mc 4, 1). Pero luego en la Pasión Te dejaron solo. Yo me acordé de Ti al leer a aquel poeta de Chile : “Soy la multitud y estoy solo / Cantaba en la adolescencia / Solo, y definitivamente solo, / No adentro de la multitud / Sino con la multitud dentro”. Jesús, son tantos los que te siguen sólo a ratos y te dejamos solo cuando cuesta.
Jesús, ¿cuándo te dejo solo?... Ya no más.
Jesús, dando una fuerte voz, expiró (…) Viendo el centu­rión, que estaba frente a Él, de qué manera expiraba, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios (Mc 15, 37- 39).
Y es otro poeta chileno, I. Langlois, quien da respuesta: “A los buscadores del infinito por cuenta propia se les hace saber / que el objeto de sus nobles y erráticas exploraciones ha sido ya encontrado en una cruz / el viernes de Nisán en las afueras de Jerusalén”. Jesús, tonto de mí, pienso que soy yo el que te he encontrado, pero en verdad eres Tú quien llenas mi soledad.
Jesús: “no me dejes solo ni de noche ni de día, que sin Ti me perdería”.

Propósito: Nunca estoy solo.