viernes, 30 de enero de 2015

Querer de verdad ser santo

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mt 5, 6).
El único justo eres Tú, Jesús. “Nos hiciste, Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”, escribió S. Agustín, que buscó la “justicia” metiéndose a toda clase de cosas raras, porque entonces no ha­bía guerrilla… Él fue un joven rebelde, como yo. Descubrió que sólo com­portarse como hijo de Dios da la felicidad. Me dices, Señor, que quiera de verdad, no a medias; que ponga empeño como recomienda Camino: “¿Quieres como un avaro quiere su ORO, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? –¿No? –Entonces no quieres” (nº 360).
Atrévete a decirle al Señor cuánto quieres…
Bienaventurados los que padecen persecución por la justi­cia, porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt 5, 10).
Querer ser santo hasta si cuesta persecución, insulto…, o incluso la muerte. ¡Qué poco te quiero, Jesús! A veces me amisho ante una miradita, ante un comentario…, porque voy a Misa, porque no veo tal programa… Me acuerdo de aquel romano, S. Tarsicio, un patojo de 11 años que llevaba la Comunión a los cristianos presos: unos muchachos paganos lo chicotearon hasta casi matarlo para arrebatarle el “pan de los cristianos”, pero él protegió el relicario en el que Te llevaba, hasta que llegó un soldado que lo defendió. Aunque murió en sus brazos y así obtuvo Reino de los cielos.
Ojalá, Jesús, tuviera siempre el cariño y el valor de Tarsicio….

Propósito: Dar la cara por Ti, sin amisharme.