viernes, 31 de marzo de 2017

Jesús, que no se me arrugue el ombligo.

Entonces, algunos de Jerusalén decían: ¿No es éste el que buscan para matarle? Pues mirad cómo habla con toda liber­tad y nada le dicen (Jn 7, 25).
Jesús, te buscan para matarte; tu vida corre peligro pero no te escondes, sino que continúas con tu misión de enseñar el Evangelio a todas la gentes. En cambio yo, Jesús, cuánta cobardía tengo a veces. Veo que debería decirle algo a ese amigo, o cortar una conversación cochina, o defender a la Iglesia o al Papa ante esa crítica. Pero me quedo allí arrin­conado, escondido en mi silencio, y pierdo una oportunidad estupenda de darte a conocer.
Dile a Jesús que te dé una buena dosis de VALENTÍNA® (vía oral).
Jesús, enseñando en el Templo clamó: Me conocéis y sabéis de dónde soy (Jn 7, 28).
Jesús, quiero conocerte cada vez mejor. Quiero enterarme bien de tu vida para tratarte, quererte y luego poder transmitirla a los demás. Al re­galarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo. Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera? (Camino 382). Y cuando no entienda algo, que no me quede con la duda; lo pregun­taré en la dirección espiritual.
Di a Jesús que le quieres conocer mejor cada día y terminas.

Propósito: Tomar VALENTINA®.

jueves, 30 de marzo de 2017

No tengáis miedo. Abrid las puertas a Cristo…

Yo he venido en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniera en nombre propio, a ése lo recibiríais (Jn 5, 42).
Jesús, fíjate si soy tonto que a veces pienso que ya te conozco lo suficien­te y que me cansas. Entonces ya no te recibo. E incluso me quejo cuan­do tengo que estudiar el catecismo o asistir a una plática. —¿¡Otra vez Misa…?! ¡Vaya rollo…! Tú, que te me acercas, que quieres ser mi amigo, y yo… no te recibo. Y, en cambio, recibo a Batman, a los Simpson, o Bob Esponja. Jesús, que te reciba siempre con alegría en los sacramentos, en los medios de formación.
Jesús, te pido por los pesados que se preocupan de mi formación.
¿Cómo podéis creer vosotros, que recibís gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que procede del único Dios? (Jn 5, 43).
Jesús, me doy cuenta que la fe se robustece con el estudio y con la formación. No es lógico que vaya creciendo en mi cultura, mi ciencia, mi capacidad, y continúe con una formación religiosa de primera co­munión. Ya va siendo hora de sustituir en el alma los dientes de leche de niño por una dentadura fuerte: con mi formación y doctrina echaré el diente a cualquier chuleta que se ponga por delante. Jesús, mi inteli­gencia es un chispazo de tu Sabiduría y, por eso, nada hay más razona­ble que creer y estoy dispuesto a demostrarlo…
Dos más dos: Cuatro. Dos más Dios: Infinito (y yo soy el dos).

Propósito: Abrir la puerta.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Mi Padre sigue actuando y Yo también actúo

Dijo Jesús a los judíos: Mi Padre sigue actuando y Yo también actúo. (…) Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuen­ta nada que no vea hacer al Padre (Jn 5, 17.19).
Jesús, esto que leo El Hijo no puede hacer nada por su cuenta…, me trae recuerdos de la infancia. Cuando era pequeño, más pequeño to­davía, no te rías, un día mi padre me dijo: Hijo mío ya te estás haciendo un hombre. Ha llegado el momento de que aprendas a montar solo en bicicleta. Entonces, quitó los ruedines y agarrándome por detrás me dijo —Hijo mío, pedalea… Yo pensaba que él me sujetaba: Mi Padre sigue actuando y Yo también actúo. Y cuando quise mirar para atrás, estaba, pero lejos. Todo orgulloso me gritaba: —pedalea, pedalea… y Tú, Jesús, me dices: —Venga, no te pares, así, muy bien…
Dile que sólo quieres dar motivos para que se sienta muy orgulloso.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; (…) porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió (Jn 5, 30).
Jesús, yo soy un voluntarista; lo que se dice un voluntas. Me creo que voy a ganar el Cielo, yo solo, a fuerza de bíceps, tríceps y cuádriceps. Y, de repente: ¡Cataplum chisp úm! De buenas a primeras me vengo abajo con todo. Jesús, que no me fíe de mí; que sólo me fíe de Ti y de tu Gracia.
Termina diciendo: Jesús, hágase tu voluntad… no la mía.

Propósito: Pedalea, que algo queda.

martes, 28 de marzo de 2017

Aquí estoy, para un cosido como para un zurcido

Había un hombre que padecía una enfermedad desde hacía treinta y ocho años. Jesús, al verlo tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dijo: ¿Quieres ser curado? (Jn 5, 3-4).
Jesús, ves a ese hombre que lleva tanto tiempo paralítico ¡treinta y ocho años! y te compadeces de él. ¿Quieres ser curado?, le preguntas. Jesús, también a mí me haces preguntas: ¿Quieres ser curado? ¿Quieres que te ayude a superar este o aquel defecto? ¿Quieres que te dé alas para volar en tu vida interior? Jesús, te parecerá mentira pero… a veces te digo que no, que no me interesa comprometerme (tener dirección espi­ritual, hacer un retiro, asistir a una charla), no sea que me complique la vida. ¡Jesús no me dejes solo con mi egoísmo (huele tan mal)!
El amor de verdad exige compromiso. ¿Me comprometo con Dios?
El enfermo le contestó: Señor, no tengo un hombre que me introduzca en la piscina cuando se mueve el agua (Jn 5, 8).
¡Cuánta gente podría decir lo mismo!: Jesús, no tengo un hombre, no tengo a nadie que me eche una mano, que me ayude, que me orien­te; nadie que me dé un buen consejo; nadie que me apoye cuando lo estoy pasando mal. Jesús, de los que están a mi alrededor, ¿puede quejarse alguno de mí? Jesús, que en el día del Juicio nadie pueda decir que no le ayudé. Tengo que abrir los ojos para que a nadie le falte mi cariño, mi ayuda, mi palabra de cristiano.
Dile a Jesús, a qué personas estás dispuesto a ayudar.

Propósito: No esperar a tener 38 años…

lunes, 27 de marzo de 2017

Como los míos… no hay (padres) iguales

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Galilea a Judea, fue a verle, y le pedía: (…) Señor, baja antes de que se muera mi niño (Jn 4, 46-47).
Jairo te fue a buscar para que le curases a su hijita de 12 años; la mujer cananea, la de los perrillos, consiguió que sanaras a su niña; también lo logró el padre de aquel chico lunático que se tiraba al fuego; incluso la Viuda de Naim, sin pedirlo, sin palabras, sólo con su mirada, consiguió que le resucitaras a su único hijo; hoy, en el Evangelio, es el funcionario de Cafarnaún. Todos estos padres angustiados no pedían para sí mis­mos, sino para sus hijos. Jesús, muchas gracias por darme unos padres que me quieren tanto, tanto, que siempre me llevan hacia ti.
Hay padres normales, fenomenales, pero como los míos no hay iguales.
Sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo es­taba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: Hoy a la una le dejó la fiebre (Jn 4, 51-53).
¡Vaya cara de susto se le pondría al pobre padre cuando vio que se le acercaban sus criados! Esperaba lo peor… ¡Menudo brinco de ale­gría cuando recibió la noticia!: Batió el record de salto de altura, seguro. Jesús eres el mejor antipirético, el mejor remedio contra la fiebre.
Repite muchas veces: ¡Jesús, muchas gracias por mis padres!

Propósito: Tratar bien a mis padres. 

domingo, 26 de marzo de 2017

Colirio ¿hecho con Barro…?

Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, y untó los con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé». Él fue, se lavó y volvió ya viendo (Jn 9,6-7).
Oye Jesús, me impresiona que por entonces hubiera tantos ciegos. Pero ahora también hay muchos ciegos, los que no te ven, no ven a Dios, les falta visión sobrenatural. Dicen que todo son imaginaciones, mitolo­gías... Otra cosa, Jesús, eso de escupir y hacer barro con saliva siempre me ha parecido una porquería. Me imagino a aquel pobre ciego cami­nando a tientas por las calles de Jerusalén, con los ojos y la cara llenas de barro, buscando la piscina: --Perdone, ¿la Piscina de Siloé…? Más de uno se reiría del ciego: ¡colirio hecho con barro, Jajaja! Pero él, llegó, se lavó y recuperó la vista. Jesús, es que a veces ¿¡pides cada cosa!?, ¿¡me pides cada cosa!?
Pide a Jesús que todos tus amigos ciegos vean lo que tú ves.
Me puse barro sobre los ojos y ahora veo (Jn 9,15).
Jesús, yo también estoy hecho de barro, de lodo de la tierra… Ya ves, ¡soy tan poca cosa, tan sucio! Pero quieres que sea colirio, medicina de Dios, para que otros vean, para abrir los ojos a tantos ciegos. Amigos, compañeros, familiares que viven como en un túnel. No te ven, o solo quizá conocen una caricatura de Dios, pero no a ti, Jesús, al Dios verda­dero. Jesús, aun siendo solo barro, seré ese colirio que les saque de las tinieblas, de la oscuridad, darles tu luz, la luz de Cristo.
A Jesús niño le gusta jugar con barro, dile que también juegue contigo

Propósito: ser colirio de Dios.

sábado, 25 de marzo de 2017

La Encarnación. Ave María, llena de Gracia

En aquel tiempo fue enviado el Ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David, y el nombre de la Virgen era María. Y, habiendo entrado el Ángel donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gra­cia, el Señor es contigo (Lc 1, 26-28).
Jesús, siempre me ha parecido de mala educación y de mal gusto, eso de curiosear en la vida de los demás, pero hoy… hago una excepción: ¿Cómo fue la Anunciación? ¿Qué dijo tu Madre? ¿Se puso colorada? Quiero saberlo todo. A veces, también les pregunto a mis papás cómo se conocieron, quién tomó la iniciativa… Entonces se miran con ojos de complicidad y se nota que les palpita el corazón. Yo entiendo que cada Avemaría, dice San Josemaría, cada saludo a la Virgen, es un nuevo latido de un corazón enamorado (Forja, nº 615).
Recuerda a María el momento más feliz, cada día, al rezar el Ángelus.
María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el Ángel (Lc 1, 38).
¡La esclava del Señor! ¡La sierva de Dios! La criatura más excelsa, la más perfecta, la Santísima Virgen, hace del servicio el centro de su existencia. Esto no todo el mundo lo entiende. Hace falta tener mucha finura inte­rior, mucha delicadeza y mucha categoría humana: Sólo son capaces algunas almas privilegiadas. Y yo, ¿lo entiendo? Pues entonces…
Agradece a la Esclava del Señor entender, y luego poder servir.

Propósito: Si no lo entiendo, pedir a San Gabriel que me lo explique. 

viernes, 24 de marzo de 2017

El primer mandamiento es ESCUCHA

¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús res­pondió: Escucha, Israel, el Señor Dios nuestro es el único Señor (Mc 12, 28-30).
Jesús, me lo puedes decir más fuerte, pero no más claro: ¿Qué es lo primero? ¿Qué es lo más importante? Me respondes: Escucha, Israel…, escucha, Marta; escucha, Andrés; escucha Nacho, escucha….. (pon tu nombre). Jesús, al hacer cada día el 3+2, mi rato de oración, no te oigo, me cuesta conectar contigo. Quizá es que tengo que bajar el volumen de mi ruido interior, vaciar la cabeza de pájaros y ponerme a la escu­cha. ¡Qué alegría cuando sintonizo! ¡Qué maravilla cuando oigo tu voz! Jesús, estoy a la escucha. Pero, por favor, no hables tan bajito.
Primero sintoniza y luego escucha lo que Jesús te quiera decir.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Mc 12, 28-30).
Jesús, se ve que no te gusta compartir, ¡lo quieres todo, me quieres del todo! Eso de amarte completamente y con exclusividad me parece ¡tan difícil! Sabes, Jesús, me gusta el tenis y los perros y Harry Potter y, no te rías, Jesús, la hamburguesa sin cebolla y Ketchup, y tantas otras cosas. Jesús, qué bueno eres, porque queriéndote a ti, con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas, amo todas esas cosas que me gustan y sobre todo amo a mi prójimo.
Cuéntale lo que más te gusta.

Propósito: Querer a Jesús de verdad.

jueves, 23 de marzo de 2017

Jesús: Siempre contigo

El que no está conmigo, está contra mí (Lc 11, 23).
No caben las medias tintas. Jesús, en esto de ser cristiano no valen las gamas de grises ni las mediocridades; hay que involucrarse, implicarse, darse color diría mi amigo. O contigo, o contra ti. Qué absurdo cuando oigo: Yo soy cristiano, pero no practicante. Eso sí que es lo peor: un cris­tiano fofo, frío, entibiado. San Pedro, con palabras inspiradas, recrimina a los cristianos corrompidos de su tiempo, también los había, que en ellos se cumple aquel proverbio tan acertado: el perro vuelve a su propio vómito y la cerda lavada a revolcarse en el fango (2 Pet 2, 22). ¡Qué fuerte!
Jesús, ¿te he dejado alguna vez solo? Nunca más, Jesús, nunca mas.
El que no recoge conmigo, desparrama (Lc 11, 23).
Jesús, yo no quiero ser ni malo ni malote, ¡de verdad que no quiero serlo!; pero lo peor es que me conformo con ser buenecito, normal, uno más del montón. Me pasa como aquel chico al que su profesor le animaba a salir de la mediocridad, del montón y éste respondía: Es que debajo del montón ¡se está tan calentito…! Jesús, ahora es tiempo de héroes, de santidad: El que no recoge conmigo, desparrama. Jesús, que no me desparrame más, que me decida a ser santo ¡de verdad!
Jesús: ¡No más desparrame! Me recojo en ti.

Propósito: Salir de debajo del montón.

miércoles, 22 de marzo de 2017

El que salta la valla, cae en la trampa…

No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles su plenitud. En verdad os digo que mientras no pasen el Cielo y la Tierra, no pasará de la Ley ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla (Mt 5, 17-19).
Jesús, en el ambiente noto un terror a las normas, a los mandamientos, como si fueran en contra de mi libertad. Yo creo en Dios, pero a mi ma­nera; así es más espontáneo, más natural, dicen muchos. En cambio, bien que siguen las normas de tráfico y no salen de los límites de la auto­pista, aunque las vallas restrinjan su libertad. Que me dé cuenta, Jesús, que los mandamientos son carreteras que me señalan la buena direc­ción, el mejor modo de llegar al destino correcto, para llegar hasta Ti.
Un mandamiento nuevo os doy, que os améis… ¿Ya lo he estrenado?
El que los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
Jesús, ¡cuántas veces lo he comprobado!: El que salta la valla, cae en la trampa. En mi afán de probarlo todo, saberlo todo, curiosearlo todo, de verlo todo… He abierto puertas y superado barreras: ¡Qué difícil después dar marcha atrás! ¡Qué amargas experiencias! ¡Qué imágenes tan sucias! ¡Buscaba más libertad y he caído en la trampa del pecado que me esclaviza! Jesús, con tu ayuda quiero cumplir tus mandatos ¡que liberan!
¿En qué trampas suelo caer? ¿Qué es lo que me esclaviza?

Propósito: No caer en la trampa del pecado.

martes, 21 de marzo de 2017

Mi mayor talento será ganar crédito con Jesús

Le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no te­nía con que pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones y que pagara así (Mt 18, 24-25).
Jesús, ¡pobre hombre! Se había metido en un lío fenomenal, ¡debía 10.000 talentos! He investigado en Wikipedia debía algo así como 2 mil millones de euros, ¡una barbaridad! Aquel hombre jamás podría pagar su deuda… Supongo que se arruinaría jugando en los Casinos, o qué se yo. Pero lo que no entiendo es que para pagar su deuda tuvieran que vender también a su mujer e hijos… ¡Qué culpa tienen! Jesús, ya sé que se trata de una parábola, no soy tan tonto. Me dices: todo lo que hago o dejo de hacer influye en mi familia, en mis amigos… para bien o para mal, yo soy ¡el culpable!
Jesús, que con mi vida sea culpable del “buen ejemplo”.
Arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”. El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda (Mt 18, 26-27).
Una vez, el Beato Álvaro del Portillo, leyó en los periódicos el problema de países pobres, que no logran hacer frente a sus deudas. Al recibir prés­tamos no pueden pagar los intereses y entonces se les cierra el grifo de los créditos. Así cada vez son más pobres. Don Álvaro contaba entonces que nuestra deuda con Dios es infinita, ¡nunca podremos pagarla!; pero que cada vez que nos confesamos, Dios nos la perdona del todo, y además siempre nos da crédito, se fía de nosotros.
Jesús, mi mayor Talento será perdonar como tú me perdonas.

Propósito: Confesarme cada semana y ganar más crédito con Jesús.

lunes, 20 de marzo de 2017

S José. Hizo como el Ángel del Señor le había mandado

José era el esposo de María, de la cual nació Jesús (Mt 1, 16).
Jesús, ¡pobre San José! Ha sufrido un auténtico complot del silencio. Ni San Marcos ni San Juan le citan en sus Evangelios. San Lucas y San Mateo no registran ni una sola palabra del Patriarca. Pero su figura no ha hecho más que crecer a lo largo de la historia. Es la grandeza de quien ha buscado ocultarse y desaparecer para no hacer sombra ni a Jesús ni a María Santísima. Por eso dice Sta. Teresa: San José es Padre y Señor que acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús, mientras crecía y se hacía hombre. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además Maestro de vida interior: Porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con Él, a sabernos parte de la familia de Dios (Sta. Teresa, Libro de su Vida 6, 8).
Pide por todos los Pepes, Josés, Giuseppes, Joseph… que conozcas.
Al despertar de su sueño hizo como el Ángel del Señor le ha­bía mandado (Mt 1, 24).
Jesús, hoy también es el día del padre y me he propuesto no despertar a mi papá de la siesta. Quiero que todo lo que sueñe se haga reali­dad, como le pasó a San José. Es lo que dice un amigo mío: Para que algo sea realidad antes hay que soñarlo. ¿Con qué soñará mi papá? Sospecho que conmigo, mis hermanos, mi madre: Vernos a todos muy felices, aquí en la tierra y, después, en el Cielo: Papá: ¡Dulces sueños!
Da gracias a Jesús por tu padre. De todos los posibles… es el mejor.

Propósito: Soñar despierto: ZZzz…

domingo, 19 de marzo de 2017

Vergüenza solo para pecar

Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siem­pre con vosotros, el Espíritu de la Verdad (Jn 14, 16).
Siendo niño, Karol Wojtyla, recuerda que: un día, mi padre me dio un libro de oraciones en el que se encontraba la Oración al Espíritu Santo. Me dijo que la rezara cada día. Por eso, desde aquel momento, pro­curo hacerlo. Entonces comprendí por primera vez qué significan las palabras de Cristo a la samaritana sobre los verdaderos adoradores de Dios, sobre los que Lo adoran en Espíritu y verdad (Jn 4,23). Como San Juan Pablo II, yo también, puedo repetir: ¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría. Espíritu de entendimiento y de consejo. Espíritu de gozo y de paz! Quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras.
Convertirme en un verdadero adorador de Dios en Espíritu y Verdad.
Como el Padre me envió así os envío yo. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 21-22).
Hacía tan solo dos días que aquel niño de 9 años había sido interveni­do de un tumor. Su madre le acompañaba en la Unidad de Cuidados Intensivos. Por la medicación, la pobre criatura, padecía picores por todo el cuerpo. El niño decía a su madre: mamá sóplame en los párpa­dos, sóplame en la oreja... Era lo único que le aliviaba. Me acordé del evangelio cuando Cristo se apareció a sus discípulos y sopló sobre ellos Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Efecto medicinal, curativo, salvífico del soplo.
Ven Espíritu Santo, descanso en la fatiga, brisa en el estío.

Propósito: dile al Espíritu Santo que te sople.

sábado, 18 de marzo de 2017

Se le echó al cuello y lo cubrió de besos

Un hombre tenía dos hijos: el más joven de ellos… (Lc 15, 11).
Una antigua leyenda hebrea cuenta la historia de: Dos hermanos aman­tísimos que recibieron la herencia paterna. Al mayor le correspondió el campo más difícil y al menor el campo mejor. Su padre antes de morir les dijo que recordaran siempre que serían sus hijos, y que entre ellos siempre serían hermanos. Con la primera cosecha el mayor decidió lle­varle parte de su trigo en secreto al granero de su hermano por la noche. Y al menor se le ocurrió lo mismo. Los dos se fueron a la cama la mar de felices…
Jesús, no merezco tantas cosas buenas. Y lo mejor de todo: mis herman@s.
Y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos (Lc, 15, 20).
Jesús, y yo, tantas veces, me peleo con mi hermano... Sigue la historia: Al día siguiente comprobaron que seguían teniendo mucho trigo y ambos decidieron repetir la operación pero añadiendo además dos jarras lle­nas de aceitunas. Se cruzaron en la oscuridad sin verse y lo dejaron todo en el granero del otro. La tercera mañana se sorprendieron porque no menguaban sus bienes. Aquella noche, con una espléndida luna llena, cada uno cargó su burro con un odre de vino y salió camino del granero del otro. Se encontraron a mitad del camino y se abrazaron llorando de emoción recordando a su padre y alabando a Dios.
Jesús, que me dé cuenta que ser Hijo de Dios es tener muchos hermanos.

Propósito: ayudar a mis herman@s.

viernes, 17 de marzo de 2017

No estar a por uvas

Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas (Is 5. 1-2).
Jesús, hoy las lecturas me recuerdan una bonita historia: Se decía de un hombre que entre sus posesiones y fincas tenía escondido un tesoro riquísimo, pero que nadie sabía dónde. Cuando le llegó el momento de encontrase con su Creador, antes de fallecer, reveló a sus hijos el lugar del famoso tesoro. Resulta que se encontraba en una lejana viña que por mucho tiempo había estado descuidada. Allá fueron los hijos y empezaron con azadones a peinar toda la viña. Después de quitar la maleza y cavarla toda entera no encontraron nada. Desanimados, desistieron, pero al poco tiempo descubrieron que esa viña daba unas uvas colosales y de ellas sacaron un vino excelente. ¡Este era el tesoro… la viña!
Jesús, ayúdame a descubrir los tesoros con los que me enriqueces.
Llegado el tiempo de la vendimia envió sus criados a los labra­dores para recibir los frutos que les correspondían Mt (21, 34).
Jesús, una cosa es el tiempo de vendimia y otra muy distinta es estar a por uvas. Ya sabes lo despistado que soy. Vienes a mí en busca de frutos. ¿Qué te podré dar? ¿Calabazas? ¡No…! Mis frutos serán el estudio ofreci­do, mi deporte, mi alegría, mi ayudar en casa, mi simpatía. ¿Qué más?
Ofrécele a Jesús varias horas de estudio llenas de 60 minutos.

Propósito: dar fruto, pero sin estar a por uvas.

jueves, 16 de marzo de 2017

A quien mucho se le da, mucho se le pedirá

Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo (Lc 16,19).
Jesús, aquel hombre sería todo lo rico que quisiera pero, ¡qué mal gusto! O bien le fallaba su asesor de imagen o bien era daltónico. El caso es que vestía muy mal. Se ve que el buen gusto no es patrimonio de todos. Quizá el diseñador de moda de aquellos tiempos le hacía creer que iba a la “última de Roma” y le engañaba. Jesús, yo también me dejo engañar con las marcas, modas, etiquetas, lo que se lleva o lo que se llevará… y además digo: Es que, ¡no tengo nada que ponerme…!
Con toda la ropa que guardo en el armario podría vestir un colegio…
Cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro, yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico (Lc 16, 20-21).
Jesús, uno de mis hermanos, el más pequeño, cuando mi madre nos prepara filetes “hace bola”. El condenado mastica pero no traga: ¡Mamá tengo bola!, grita. Entonces mi papá, muy serio, le explica la cantidad de gente que se muere de hambre en el mundo. Jesús, yo bola no hago pero si estoy lleno de caprichos: que si el queso, que si el arroz, que las verduras... Jesús ayúdame, en esta cuaresma a quitarme tanta tontería. Que coma de todo sin remilgos.
Cuenta a Jesús tus caprichos para que te ayude a no ser caprichoso.

Propósito: no hacer “bola” en el alma.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Sentarme cerca de Jesús

Entonces se acercó a él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: ¿Qué quieres? (Mt 20, 20-21).
Jesús, ¡qué mujer! ¡Qué poderío!, como me recuerda a mi mamá. Si a los hijos de Zebedeo se les llama también hijos de trueno está claro que el trueno es su madre. Y si les preguntas a mis padres —¿Qué queréis?, como son padres cristianos, seguro que te dirán: —Que cada uno de mis hijos estén muy cerca de Ti. Por eso desde pequeñito me han ense­ñado a rezar, y me llevan a visitarte, y a confesarme. Jesús, ahora quiero darte gracias por unos padres tan buenos, aunque a veces mi madre sea un poco “trueno”.
Habla ahora tú un rato y agradece a Jesús una familia tan estupenda.
Ella le dijo: Di que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda (Mt 20, 21-22).
Jesús ¿Que qué quiero? Pues muy sencillo, como la madre de los hijos de Zebedeo: que las personas a las que amo estén muy cerca de Ti. Por eso, me he propuesto rezar cada día por los de mi familia; y cuando alguno tiene exámenes o está con fiebre le encomiendo más. Me he dado cuenta que para que estén muy cerca de Ti, tengo que comenzar por mí: si yo soy buen hijo tuyo entonces Tú adoptas a toda mi familia. Qué bueno eres Jesús.
¿Cómo se llama el padre de los hijos de Zebedeo? (Trueno es la madre, Salomé para las amigas).

Propósito: sentarme cerquita de Jesús. 

martes, 14 de marzo de 2017

El que no sirve… no sirve para nada

El que se ensalce a sí mismo será humillado, y el que se humi­lle a sí mismo será ensalzado (Mt 23,12).
Jesús, algunas veces he jugado contigo al escondite, ¡eres un cam­peón! ¡Qué bien te escondes!: en el sagrario, en los enfermos, en los sencillos, en los ancianos. Pero hoy quiero jugar contigo a la ruleta que siempre gana: todo el que pierde, gana: el mayor es el más pequeño, y el que quiera perder su vida la ganará. Es un juego sólo apto para niños porque los mayores siempre están hablando de dinero, quién manda más, quién gana más, quién gasta más... ¡Qué aburrimiento! ¿Cuándo se darán cuenta, de una vez por todas, que el que pierde gana?
¿Qué es lo que estoy dispuesto a perder: honra, prestigio, la vida… para ganarlo todo?
El mayor entre vosotros sea vuestro servidor (Mt 23,11).
Jesús, para ser como Tú tengo que servir, ayudar más en casa, recoger la habitación, sacar la basura, contar cuentos a mis hermanos peque­ños para que se duerman... Cuando llego a casa por las tardes, encuen­tro a mamá sonriente, pero me doy cuenta que está cansada. La pobre no para de la mañana a la noche cuidándonos a todos. El propósito de este rato de oración va a ser ayudar más en casa, servir, para parecer­me más a Ti.
Dile a Jesús en qué vas a servir

Propósito: servir

lunes, 13 de marzo de 2017

Las “palabras” las carga el diablo

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis con­denados, Perdonad y seréis perdonados; dad y se os dará (Lc 6, 36-37).
Jesús, qué fácil es criticar, murmurar, chismear, despellejar vivo a al­guien, sin conocer los verdaderos motivos por los que hacen las cosas y que sólo Tú conoces. Es muy fácil criticar, pero es muy difícil valorar el daño que puedo causar con mis críticas. Las palabras pueden dar vida o matar. Su manejo debe ser tan delicado como el de los explosivos, el material radioactivo, los venenos y las medicinas, que se dosifican en fracciones de miligramos. Las palabras, una vez pronunciadas o escritas, toman vuelo y una libertad imprevisible. Van de acá para allá, haciendo mucho daño.
Jesús, si no es para hablar bien de alguien mejor es que me quede calladito.
Dad y se os dará (Lc 6,37).
Jesús, a veces soy muy tacaño con mis cosas, con mi tiempo, con mis ambiciones. No sé dar, no sé darme. Me doy cuenta de que esta actitud me empequeñece el corazón y, por eso, me hace incapaz de recibir tus dones. Hoy quiero aprender de Ti a ser generoso, y darte todo lo que me pidas: mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón;… tómalo, tuyo es y mío no (Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita…).
Ahora que le has donado tu corazón, pídele un corazón como el suyo.

Propósito: En boca cerrada…

sábado, 11 de marzo de 2017

No hay montaña alta cuando un amigo te espera

Tomó Jesús consigo a Pedro, Santiago y a Juan su hermano, y los llevo a ellos solos a un monte alto, y se transfiguró ante ellos, de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestidos blancos como la luz (Mt 17, 1-3).
Jesús ¡Llévame contigo! Yo también quiero ser de tus amigos íntimos. Reconozco que soy poco aventurero, la altura me da vértigo, pero me uniré a ti por medio de una cuerda, seguiré tus pasos, pondré mis pies en las huellas que dejes hasta llegar a la cima. Jesús, a veces la oración se me hace cuesta arriba y me canso… Pero una vez que me pongo, te encuentro a Ti en la cima y desde arriba: ¡Qué claras se ven las cosas! ¡Qué bien se está contigo! Ayúdame, a tener en mi vida miras altas, amplios horizontes.
Cuéntale a Jesús la última montaña que hayas subido.
Todavía estaba hablando cuando una nube resplandeciente los cubrió y un voz desde la nube dijo: Este es mi Hijo, el ama­do, en quien me he complacido, escuchadle (Mt, 17, 5).
Jesús, ¡vaya susto se llevarían tus discípulos! Yo también quiero oír del Padre esas palabras tan bonitas: ser el Hijo, el amado, en quien me he complacido. Quiero que mi vida sea para muchos y para Ti fuente de alegría y de consuelo. Ahora que hay tantos que se no se saben hijos de Dios, darte sólo alegrías, muchas alegrías.
Dios habla bajito, pero también altito, eso sí, para el que quiere oír.

Propósito: subir más montañas. 

Setenta veces siete son… 490 veces

Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan (Mt 5, 43-44).
Un sacerdote recuerda que después de una guerra fratricida fue a ver­le una persona muy conocida, a quien habían asesinado muchos pa­rientes en el cruce de un camino rural. Aquella persona quería levantar una cruz grande, precisamente en aquel lugar, como recuerdo de sus caídos. Yo le dije: No debes hacerlo porque lo que te mueve es el odio hacia los asesinos y aquella cruz te sirve sólo para perpetuar el odio: no será la Cruz de Cristo, sino la cruz del diablo. La cruz no se hizo. Mi interlocutor supo perdonar.
Jesús, te pido por el que me hizo un “daño”…
Pedro le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mt 18, 21).
Jesús, a San Pedro siete veces le parecía el máximo imaginable. Sin embargo Jesús contestó: No siete, sino setenta veces siete. Es decir, siempre. Pero perdonar no es olvidar. Me puede pasar como la historia: ¿Por qué sigues echándome en cara mis antiguos pecados?, le dijo el marido a su mujer; yo creía que los habías perdonado y olvidado. La mujer le replicó: Es cierto, pero quiero que tú no te olvides que yo te he perdonado y olvidado. Tal vez no sea posible olvidar, pero hay que hacer todo lo posible.
Jesús concédeme el don de la mala memoria para los agravios.

Propósito: perdonar y olvidar. ¿El qué?

viernes, 10 de marzo de 2017

Jesús, menos ganso y más manso

Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que se llene de ira contra su hermano será reo de juicio; y el que llame a su hermano necio será reo ante el Sanedrín (Mt 5, 21-22).
Jesús, cuando me enojo con mis hermanos o con mis amigos no es que les llame necios, sino insultos terribles: cucaracha, rata de cloaca, sa­bandija, sanguijuela o cosas peores que no me atrevo a decir… Luego, después, me arrepiento y lo paso mal. Jesús, ¿por qué tendré la lengua tan afilada? ¿Por qué hago tanto daño a los que más quiero? Jesús, contigo también se metían y te insultaban: Muchos de ellos decían: Está endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis? (Jn 10, 20), y les perdonabas siempre. Jesús, quiero ser como Tú: Manso y humilde de corazón (Mt 11,29).
Jesús, ¿existen ejercicios de mansedumbre? Ayúdame para ser como Tú.
Ve primero a reconciliarte con tu hermano (Mt 5, 24).
Oye, Jesús ¡cómo me cuesta pedir perdón! Porque cuando me enojo, siempre creo que es el otro el que debe pedirme perdón a mí. Incluso llego a la tontería de no hablar con una persona durante un tiempo, porque me ha hecho esto y lo otro; y hasta que no me pide perdón… Sin embargo Tú has perdonado incluso a los que te crucificaban. Padre, perdónales porque no saben lo que hacen. Que aprenda de Ti a per­donar, a adelantarme, a pedir perdón de la parte de culpa que tenga.
Piensa con quien tienes que hacer las paces, pedir perdón.

Propósito: buscarle y hacer las paces.

jueves, 9 de marzo de 2017

Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo

No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. (Mt 7, 21).
El paciente preguntó —Doctor, Doctor, ¿Qué tal me encuentra? — Estamos en las manos de Dios, respondió el médico… —Pero, ¿tan mal estoy? Jesús, eso de aceptar y cumplir tu voluntad no lo entiendo. A veces pienso, perdóname la tontería, que te gusta hacernos sufrir un poco, solo por puro capricho. Que cumplir tu voluntad es algo doloroso y triste que hay que aceptar con resignación cristiana. Jesús, que me dé cuenta de una vez por todas, que ni resignación ni cuento chino. Lo me­jor que me puede pasar es cumplir siempre tu voluntad, que solo quieres lo mejor para mí, hacerme muy feliz, más que nadie.
La tierra es un “Cielo” cuando busco cumplir la voluntad de Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad (Sal 39,2).
Había una señora que no podía rezar el Padrenuestro. Cuando llegaba a aquello de Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo (Mt 6, 12), se bloqueaba pues no estaba dispuesta a que un hijo suyo se entregara a Dios. Un sacerdote amigo le animó a que entonces rezara Avemarías, que es una oración de menos compromiso. Resultó, pues, que al cabo de unos días ya aceptaba la voluntad de Dios y pudo volver a rezar el Padrenuestro sin problemas.
Jesús, tantas veces ni sé lo que quiero. Tú siempre aciertas.

Propósito: no ir de resignado por la vida.

miércoles, 8 de marzo de 2017

De perdidos al río… al retiro

Habiéndose reunido una gran muchedumbre, comenzó a de­cir: Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás (Lc 11, 29-32).
Jesús, que bonita la historia de tu gran amigo Jonás. Era lo que ahora llamamos un profeta menor, no por la altura, ni por peso, sino porque escribió poco. El caso es que escapando de cumplir la voluntad de Dios, -como yo, a veces- fue engullido por un pez enorme. Allí dentro, un sitio calentito, tranquilo, silencioso hizo su curso de retiro de 3 días. Se dio cuenta de lo mucho que Dios le quería. Volvió cambiado, irreconocible, feliz. Se puso a hacer apostolado y convirtió a toda la ciudad: Nínive. Jesús, ¡qué estupendos son los retiros! ¡Cómo me ayudan!
¿He hecho ya este año mi curso de retiro?
La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los extremos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón (Lc 11, 29-32).
La Reina de Saba y Salomón y los Reyes Magos y Moisés y los once her­manos de José, y la Burra de Balaám, y Noé y la hija de Jairo y Abrahám y Jonás y la Magdalena, y… tantos personajes bíblicos, me tienen envi­dia por poder recibir a Jesús cada día en la Eucaristía. ¿Me doy cuenta? ¿Lo aprovecho? ¿Lo valoro? El día del Juicio, si no lo aprovecho, me lo echaran en cara ¡Qué vergüenza, entonces!
Dile a Jesús que el día del Juicio no quieres hacer el ridículo.

Propósito: como Jonás dentro de la ballena, Jesús en mi alma.