Yo le pediré al Padre que os dé otro
Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la Verdad (Jn 14, 16).
Siendo niño, Karol Wojtyla, recuerda que: un día, mi padre me dio
un libro de oraciones en el que se encontraba la Oración al Espíritu Santo.
Me dijo que la rezara cada día. Por eso, desde aquel momento, procuro hacerlo.
Entonces comprendí por primera vez qué significan las palabras de Cristo a la
samaritana sobre los verdaderos adoradores de Dios, sobre los que Lo adoran
en Espíritu y verdad (Jn 4,23). Como San Juan Pablo II, yo también, puedo
repetir: ¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría. Espíritu de
entendimiento y de consejo. Espíritu de gozo y de paz! Quiero lo que quieras,
quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras.
Convertirme
en un verdadero adorador de Dios en Espíritu y Verdad.
Como el Padre me envió así os envío yo.
Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo (Jn 20,
21-22).
Hacía tan solo dos días que aquel niño de 9 años había sido
intervenido de un tumor. Su madre le acompañaba en la Unidad de Cuidados
Intensivos. Por la medicación, la pobre criatura, padecía picores por todo el
cuerpo. El niño decía a su madre: mamá sóplame en los párpados, sóplame en
la oreja... Era lo único que le aliviaba. Me acordé del evangelio cuando
Cristo se apareció a sus discípulos y sopló sobre ellos Dicho esto sopló
sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Efecto medicinal,
curativo, salvífico del soplo.
Ven
Espíritu Santo, descanso en la fatiga, brisa en el estío.
Propósito: dile al Espíritu Santo que te sople.