martes, 14 de marzo de 2017

El que no sirve… no sirve para nada

El que se ensalce a sí mismo será humillado, y el que se humi­lle a sí mismo será ensalzado (Mt 23,12).
Jesús, algunas veces he jugado contigo al escondite, ¡eres un cam­peón! ¡Qué bien te escondes!: en el sagrario, en los enfermos, en los sencillos, en los ancianos. Pero hoy quiero jugar contigo a la ruleta que siempre gana: todo el que pierde, gana: el mayor es el más pequeño, y el que quiera perder su vida la ganará. Es un juego sólo apto para niños porque los mayores siempre están hablando de dinero, quién manda más, quién gana más, quién gasta más... ¡Qué aburrimiento! ¿Cuándo se darán cuenta, de una vez por todas, que el que pierde gana?
¿Qué es lo que estoy dispuesto a perder: honra, prestigio, la vida… para ganarlo todo?
El mayor entre vosotros sea vuestro servidor (Mt 23,11).
Jesús, para ser como Tú tengo que servir, ayudar más en casa, recoger la habitación, sacar la basura, contar cuentos a mis hermanos peque­ños para que se duerman... Cuando llego a casa por las tardes, encuen­tro a mamá sonriente, pero me doy cuenta que está cansada. La pobre no para de la mañana a la noche cuidándonos a todos. El propósito de este rato de oración va a ser ayudar más en casa, servir, para parecer­me más a Ti.
Dile a Jesús en qué vas a servir

Propósito: servir