José era el esposo de María, de la cual
nació Jesús (Mt 1, 16).
Jesús, ¡pobre San José! Ha sufrido un auténtico complot del silencio.
Ni San Marcos ni San Juan le citan en sus Evangelios. San Lucas y San Mateo
no registran ni una sola palabra del Patriarca. Pero su figura no ha hecho más
que crecer a lo largo de la historia. Es la grandeza de quien ha buscado
ocultarse y desaparecer para no hacer sombra ni a Jesús ni a María Santísima. Por
eso dice Sta. Teresa: San José es Padre y Señor que acompaña en su camino
terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús, mientras crecía
y se hacía hombre. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además Maestro
de vida interior: Porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con Él, a
sabernos parte de la familia de Dios (Sta. Teresa, Libro de su Vida 6, 8).
Pide
por todos los Pepes, Josés, Giuseppes, Joseph… que conozcas.
Al despertar de su sueño hizo como el
Ángel del Señor le había mandado (Mt 1, 24).
Jesús, hoy también es el día del padre y me he propuesto no
despertar a mi papá de la siesta. Quiero que todo lo que sueñe se haga realidad,
como le pasó a San José. Es lo que dice un amigo mío: Para que algo sea
realidad antes hay que soñarlo. ¿Con qué soñará mi papá? Sospecho que
conmigo, mis hermanos, mi madre: Vernos a todos muy felices, aquí en la tierra
y, después, en el Cielo: Papá: ¡Dulces sueños!
Da
gracias a Jesús por tu padre. De todos los posibles… es el mejor.
Propósito: Soñar despierto: ZZzz…