Maestro, ¿cuál es el mandamiento
principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con todo tu ser» (Mt 22, 36-37).
Jesús, qué fácil es
decirte te quiero. No te lo digo tan seguido porque a veces me da pena. Sobre
todo después de que no me he portado muy bien que digamos. ¿Cómo voy a decirte
“te quiero” si no lo muestro con la obras? Y si resulta que como te digo pocas
cosas a lo largo del día, es por eso que después no me porto bien. Quizá ésta
podría ser mi primera buena obra, decirte muchas veces en el día que te quiero.
Me suena que a esto se le llama, tener presencia de Dios.
¡Jesús,
te quiero! Ahora díselo pero de corazón.
El segundo es semejante a él: «Amarás a
tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22, 39).
Si el segundo es
semejante al primero, significa que también al prójimo habrá que quererlo con
“todo el corazón”. Siempre me ha llamado la atención cómo mi mamá quiere a mis
hermanos. A veces, hasta me da envidia. ¿Por qué no me alegro de que los
quieran? Quizá porque mi corazón me lo quiero guardar por completo para mí y no
lo quiero dar a nadie. Cuando quiera de verdad a los demás, me alegrarán sus
alegrías, sus éxitos…, y también me dolerán sus dolores y esto, aunque parezca
contradictorio, me hará feliz.
¿Tengo
envidia?
Propósito: Alegrarme
de algo bueno que le pasó a otro.