jueves, 20 de agosto de 2015

Se aburren los aburridos

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los con­vidados, pero no quisieron ir (Mt 22, 3).
Jesús, la vez pasada me regañó mi mamá porque me tardaba mucho en arreglarme y ya íbamos tarde. Me atrasé porque la verdad no quería ir. Era una fiesta de gente grande y no iba haber ningún amigo mío de mi edad. Le dije a mi mamá que iba a estar aburrido porque no conocía a nadie. Me explicó que me aburriría si sólo estaba pensando en mí y no me interesaba por los demás, aunque no los conociera. Imagino que a los de la parábola les pasó igual, se perdieron el banquete del Rey quizá porque pensaron que iba a estar aburrido. Y pensar que muchas veces el Rey que invita eres tú, Jesús.
u Que nunca salga de mi boca “¡qué aburrido!”
Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encon­tréis, convidadlos a la boda (Mt 22, 9).
Jesús, ahora voy entendiendo, la clave para no aburrirse está en pen­sar en los demás. ¿Y si no los conozco? Da igual, ya los conoceré. Si no, cómo voy a tener más amigos. Si no cambio, terminaré saliendo siempre con el mismo grupito, y a la hora de hacer apostolado, van a ser contaditos con los dedos de las manos las personas a las que podré llevar a Dios.
u Voy a dejarme de timideces egoístas y voy a conocer más gente.

Propósito: Hacer un nuevo amigo