“Había
un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche” (Jn
3, 1).
Jesús,
a Nicodemo le gustaba la noche, como a mí que soy bastan-te noctámbulo y
bastante Nicodemo… Me encanta la magia de la noche dónde todo es posible. Y
cuando a otros les da por irse de parranda, (virrée) yo, a veces voy a verte de
noche, a la Adoración Perpetua, como Nicodemo, y te adoro. ¡Desvelándome contigo
arreglando el mundo…! Nadie te interrumpe, el silencio es más profundo, me
hablas más cerca del corazón. Hay que hacer horas extras, me dices: por los que
no rezan, por los que no creen, por los que no te conocen.
Dile
que no piensas perder oportunidad de hacer Vela nocturna.
“El
viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a
dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3, 8).
San
Juan de la Cruz es otro Nicodemo y nos cuenta sus parrandas En una noche
os¬cura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡Oh dichosa ventura! / salí sin
ser notada, / estando ya mi casa sosegada. // En la noche dichosa / en secreto
que nadie veía / ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía, / sino la que en el
corazón ardía. // Esta me guiaba / más cierto que la luz del mediodía, / donde
me esperaba / quien yo bien me sabía, / en parte donde nadie parecía.
Sácale
juguillo a la poesía de San Juan. Dice mucho….
Propósito: ser
Nicodemo, y apuntarme a la próxima Vela.