miércoles, 7 de abril de 2021

Jesús, quédate conmigo

 

Quédate con nosotros, Señor, porque atardece y el día va de caída.

Fue en Madrid, en la Universidad Autónoma. Juan Pablo II fue recibi­do por las autoridades académicas. Fuera, estábamos los entusias­mados, gritones y bulliciosos estudiantes. Fue asomarse al balcón del rectorado y estalló en todas las gargantas: ¡Quédate con nosotros! ¡Quédate con nosotros! Y el Papa se quedó con nosotros, tan a gus­to, a rezar el Ángelus. Jesús Quédate con nosotros, te suplicaron, y Tú aceptaste. Cuando los discípulos de Emaús te pidieron que te que­daras «con» ellos, Tú, Jesús les contestaste con un don mucho mayor. Mediante el sacramento de la Eucaristía encontraste el modo de que­darse «en» ellos recibir la Eucaristía es entrar en profunda comunión con Jesús. Permaneced en mí, y yo en vosotros (Jn 15,4). (cfr. JP II Mane Nobiscum)

Agradece a Jesús que se haya querido quedar.

¿No es verdad que ardía nuestro corazón dentro de noso­tros, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc 24,35).

Una vez que las mentes están iluminadas y los corazones enfervoriza­dos, los signos «hablan». El divino Caminante sigue haciéndose nues­tro compañero. Cristo cumple a la perfección su promesa de estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cf. Mt 28,20).

Cuando Jesús se haga el encontradizo reconocerle y no dejarle nunca más.

Propósito: Quedarme con Jesús.