sábado, 3 de abril de 2021

Jesús, prometo nunca más dejarte

 

José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque ocul­tamente por temor a los judíos, rogó a Pilato que le dejaran retirar el cuerpo de Jesús. Y Pilato se lo permitió. Vino, des­pués, y retiró su cuerpo. Nicodemo, el que había ido antes a Jesús de noche

Jesús, mi buen Jesús, ¿qué te han hecho? ¡Cuánto te echo en falta! Tengo un nudo en la garganta. No puedo vivir sin tu mirada, ni tu son­risa, sin oír tu voz ni tu risa. Hoy seré valiente e iré con Nicodemo y con José de Arimatea a pedir tu cuerpo muerto a Pilato. Me pasaré, junto a tu Madre, el día velándote, contemplando y besando tus heridas. En la hora de la soledad, del abandono total y del desprecio. Jesús, que sea valiente, que siempre dé la cara por ti.

Ante el cuerpo muerto de Jesús promete que nunca le dejarás.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos, con los aromas, como es costumbre sepultar entre los judíos (Jn 19).

Con San Josemaría: Yo subiré con ellos al pie de la Cruz, me apre­taré al Cuerpo frío, cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor..., lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones..., lo envolveré con el lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de donde nadie me lo podrá arrancar, ¡y ahí, Señor, descansad! Cuando todo el mundo os abandone y desprecie..., serviam!, os ser­viré, Señor.

Hoy no dejes sola a la Virgen. Espera con ella la Resurrección…

Propósito: Cumplir mis promesas.