viernes, 24 de julio de 2020

Eran tan bello, que daba miedo

Así pues, escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. Hay quien oye el mensaje del reino, pero no lo entiende; viene el maligno y le arrebata lo sembrado en su corazón. (Mt13, 18-19).

De chiquito, llegué a medianoche asustado al cuarto de mis papás. Estaba llorando. “Estaba soñado con el Diablo”, le dije a mi mamá. “Era horrible”, completé. Entonces mi mamá me explicó que mi Ángel de la Guarda me cuidaba, y que no había que tenerle miedo a lo horrible, porque el Diablo rara vez aparece así. Ahora que ya crecí un poco más, Jesús, lo voy entendiendo. Si ver series en vez de estudiar fuera horrible, ni Netflix pagaría; y así con todo lo demás. El maligno arrebata las cosas del corazón disfrazado de belleza, de planes más bonitos, de comodidad.

Pídele ayuda a tu Ángel de la Guardia para vencer la pereza.

La semilla que cayó en terreno pedregoso es como el que oye el mensaje y lo recibe en seguida con alegría, pero no tiene raíz en sí mismo, es inconstante y, al llegar el sufrimiento o la persecución a causa del mensaje, en seguida sucumbe (Mt 13, 20-21).

La constancia es una virtud que le escucho mencionar a mis papás desde que soy pequeño. “Si se lo sirvió, ahora se lo come”, “Si lo empezó, lo termina”, y así sucesivamente. A veces, de verdad, Jesús, es que no quiero. Me siento harto. ¿Tú no te hartabas alguna vez?

Pregúntale a Jesús qué hacía cuando se sentía cansado.

Propósito: acudir más al Ángel custodio a lo largo del día