miércoles, 29 de julio de 2020

También los que no se están quietos caben en el cielo

Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados. (Mt 13, 54).

Hoy es Santa Marta. Siempre me ha caído bien esa mujer. Si algún día llego a tener una novia me gustaría que fuera como ella. Me la imagino bonita, pero más preocupada de servir a los demás que de su belleza. Aunque la regañaste un día por andar agobiada, al final te terminó queriendo tanto o más que su hermana María. A mí, mi mamá siempre me regaña porque no me estoy quieto. Lo que pasa es que por andar de un lado para otro, no hago lo importante. Creo que por eso me cae bien Marta.

Trabajador como Marta y quietecito como María

¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre? (Mt 13, 55).

Jesús, la gente de tu pueblo te conocía muy bien. Probablemente te habían visto corretear de chiquito o ayudando a José en el taller. Pero cuando  llegó el momento de salir a predicar, ya veo que no anduviste con penas o vergüenzas. ¿Puedes creer que a mí a veces me da pena portarme bien porque ya me hice la fama de molestón? A veces siento como que tengo que proteger mi imagen. Me encanta ser como Marta, la del evangelio,  pero antes de la regañada que le diste. A ver si aprendo y me aplicó a mí lo que le dijiste.

Sin pena de ser bien portado.

Propósito: Ser yo mismo (el bien portado).