Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la
sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados. (Mt 13, 54).
Hoy
es Santa Marta. Siempre me ha caído bien esa mujer. Si algún día llego a tener
una novia me gustaría que fuera como ella. Me la imagino bonita, pero más
preocupada de servir a los demás que de su belleza. Aunque la regañaste un día
por andar agobiada, al final te terminó queriendo tanto o más que su hermana
María. A mí, mi mamá siempre me regaña porque no me estoy quieto. Lo que pasa
es que por andar de un lado para otro, no hago lo importante. Creo que por eso
me cae bien Marta.
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Trabajador como Marta y quietecito como María
¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su
madre? (Mt 13, 55).
Jesús,
la gente de tu pueblo te conocía muy bien. Probablemente te habían visto
corretear de chiquito o ayudando a José en el taller. Pero cuando llegó el momento de salir a predicar, ya veo
que no anduviste con penas o vergüenzas. ¿Puedes creer que a mí a veces me da
pena portarme bien porque ya me hice la fama de molestón? A veces siento como
que tengo que proteger mi imagen. Me encanta ser como Marta, la del
evangelio, pero antes de la regañada que
le diste. A ver si aprendo y me aplicó a mí lo que le dijiste.
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Sin pena de ser bien portado.
Propósito: Ser yo
mismo (el bien portado).