sábado, 20 de septiembre de 2014

Sembrar en las almas

Salió el sembrador a sembrar su semilla; y al sembrar, parte cayó junto al camino (...), parte cayó sobre terreno rocoso (...) parte cayó en medio de las espinas (...) y parte cayó en la tierra buena (Lc 8, 5-8).
Jesús mío, enséñame a recibir bien tu semilla, aunque ahora ya no haya casi nadie que quiera ser agricultor, yo sí quiero serlo. Mi abuelo me cuenta cómo se cultiva la milpa, o cómo es el trabajo de la zafra (caña de azúcar)… Y cómo pasan pendientes del clima para la cose­cha… Yo he de sembrar como cristiano, con mi ejemplo, con mi pa­labra, con mi amistad…, recordando una obligación, desviando una mala plática hacia el fut y luego jalando las orejas, con cariño, al que la empezó. Pero Jesús, que lo haga siempre, aunque no encuentre respuesta, aunque no vea el fruto.
u  Examina con Jesús si eres un buen agricultor de tu alma y de las almas de tus amigos.
La que cayó en tierra buena son los que oyen la palabra con un corazón bueno y generoso, la conservan y dan fruto mediante la paciencia (Lc 8, 15).
Quiero, Jesús, ser tierra buena… soy buena tierra desde que me bau­tizaron; pero el pecado la convierte en mala, luego llegas Tú y me purificas –Penitencia– y me abonas y nutres con tu Palabra y con tu Pan –Eucaristía–. Sé que la Misa dura un rato, y la Comunión unos minutos, pero ayúdame Jesús a que la Misa sea el riego de un corazón bueno y generoso, que dé fruto sin cansarme.
u  Analiza con el Señor cómo aprovechas el riego de la gracia.

Propósito: Sembrar hoy en el alma de los amigos.