Pero a vosotros que
me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian
(Lc 6, 27-28).
Lo has dicho bien, Jesús, a los que te escuchan invitas a que no
sean rencorosos, ni vengativos. El problema es que a veces no te quiero
escuchar, y por eso voy echando rayos y culebras con todo aquel que me parece
que me ha ofendido o, al menos, tratado un poco mal. Y eso que mi Custodio me
va diciendo que baje las revoluciones. Hasta oigo que me dice: cool down. Jesús
quiero aprender de Ti a ser sereno, manso y humilde. ¡Que no quiero ser
resentido! Y por cierto, que lo único que rezo por aquellos que me caen mal es
aquello de Dios santo, Dios fuerte, Dios inmortal, / líbrame de este animal.
Para burro del año no me gana nadie.
Cuéntale
a Jesús si tienes algún rencorcillo con alguien.
Haced a los hombres
lo mismo que quisierais que ellos os hiciesen a vosotros (Lc 6, 31).
Jesús, el sacerdote del colegio nos explicó en una Misa que esto
es la regla de oro del cristianismo. Y al pensarlo me doy cuenta que tratarte
no es sólo para no caer en tentación, para no hacer cosas malas. Sé bien que
para seguirte hay que tratar de vivir la caridad con todos. Pero esto cuesta
vivirlo en la práctica. Tantas veces me quedo tan pancho y me hago el chanchito
con sólo saber que no tengo pecados mortales y ni muevo un dedo para ayudar a
otros.
Platica
con Jesús si vives la regla de oro con tu familia.
Propósito: No
estafar a nadie, con todos regla de oro.