Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo «Os aseguro: el criado no es más que su amo» (Jn 13,16).
Jesús, al lavar los pies a los apóstoles les estás grabando a fuego la clave de tu paso por la tierra: ser Dios es ser servidor de los demás. No basta
saberlo, hace falta ponerlo en práctica cada día. Y ahí estaban los pies de Judas, el traidor. ¡Qué cariño pondrías! Seguro que te esmeraste.
Jesús, quiero ser como Tú, con un corazón grande, que sepa querer a todos, lavar los pies hasta de los que me machucan, de los que me ponen zancadilla.►Pregúntate a quién puedes lavar los pies...
Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado (Jn 13,20). Jesús, aquel día no había forma de hacer callar a mi hermana pequeña recién nacida. Mi mamá tuvo que salir un momento y la criatura no dejaba
de llorar. Intentamos de todo… hasta que, mi hermana mayor fue al armario de mi mamá, se roció generosamente con su perfume, y, fue mano
de santo: al tomar a la niña, la criatura reconoció el olor de su mamá y engañada se calmó al instante. Pensé en lo que escribió San pablo sobre
el Buen olor de Cristo. Jesús, que siempre lleve tu buen olor allá donde quieras enviarme.
►Habla con Santa María y pídele que te ayude a ser como Ella generosa en el servicio a los demás.
Propósito: perfumar el ambiente.
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