Vio a otros que
estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: –Id también vosotros a mi viña y
os pagaré lo debido. Ellos fueron. (Mt 20, 3-4).
Jesús, a mí también me gustaría trabajar en tu viña. No soy muy
diestro con las herramientas de campo porque soy de ciudad. He crecido entre
humo de buses y asfalto. Pero si me enseñas, de seguro que te seré de ayuda. Sé
que quizá al escuchar estos deseos míos me digas, mi viña también es tu
colegio, tu casa, tu cuarto. ¿Quieres trabajar conmigo?, este es tu encargo:
haz tus deberes, cumple con tu encargo, ordena tu cuarto. Jesús, y si hago todo
eso, ¿me pagarás, como a los trabajadores de la parábola? Se me viene a la
cabeza una partecita del Evangelio de ayer “cien veces más y heredar la vida
eterna”
Si la viña del Señor fuera tu
colegio, las uvas serían tus notas. Trabaja más tu viña y quizás un poquito
menos Fortnite.
Los últimos serán los
primeros y los primeros los últimos (Mt 19, 16).
Un día se me ocurrió decirles eso a mis papás después de
enseñarles una mala nota. Me habían dicho que como siguiera así, iba terminar
de último en la clase. Jesús, bien se ve que tú muchas veces me hablas a través
de mis papás. Me contestaron: por eso mismo, como los últimos serán los
primeros, menos videojuegos y a estudiar.
Ser de los primeros aunque antes haya
sido “último”.
Propósito: Estudiar. Así de sencillo, sin más teorías.