sábado, 30 de noviembre de 2019

Hoy San Andrés e inicio de la Novena a la Inmaculada


Pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano (Mt 4, 18).
Jesús, hoy es la fiesta de uno de tus grandes amigos: San Andrés, el hermano pequeño de Pedro. Fue a orillas del Jordán donde te hizo aquella pregunta interesada: Maestro, ¿dónde vives? (Jn 1, 38). Quizá entonces le dijiste en broma: Por tu interés te quiero Andrés, y añadiste Venid y veréis (Jn 1, 39). Estaba claro. Querían que les invitaras a merendar pan con chocolate y pastel de dátiles, especialidad de tu Madre. Y permanecieron con Él aquel día. Era como la hora décima (Jn 1, 39). Y se quedaron hasta las tantas, tan a gusto se encontraban. ¡Mira que listos eran!
Dile a Jesús que te invite a merendar… (te puede complicar la vida).
Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: –Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres (Mt 4, 18-19).
El colmo. Los pescadores fueron pescados. Todo comenzó por una merienda a orillas del río Jordán. Andrés fue tratando a Jesús, a su Madre, se fue haciendo cada vez más amigo hasta que llegó un momento en que decidió cambiar de patrón y de mar. En vez de anchoas del mar de Galilea se decidió por pescar almas y almejas (pequeñas almas) en el mar del mundo para Jesús, su nuevo Patrón.
Jesús, contigo entraré en el Cielo como los toreros: por la puerta grande.
Propósito: merendar con Jesús y María, y conversar de la Novena a la Inmaculada.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Jesús, tu Palabra es una pasada...


El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán ( Lc 21,33).
Jesús, en los últimos dos mil años por aquí ha pasado de todo: el autobús, el chatarrero, el afilador, emperadores, profetas de catástrofes, reyes, civilizaciones, imperios, liberadores, tiranos, enterradores de Dios, científicos locos, revoluciones, guerras, desastres naturales... De todo. De todo es de todo. Todo ha pasado de menos tu Palabra. Mis palabras no pasarán… Jesús tu palabra aún resuena entre los hombres. ¡Será por algo! La verdad es que da qué pensar.
Jesús, Tú tienes Palabras de Vida eterna. ¡Qué pasada!
La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14).
Jesús, quizá sea por esto. Tu Palabra, Tú mismo, Jesús, te has querido quedar con nosotros. Pero no sólo en la Eucaristía (Verbo encarnado) sino también en la Palabra, en la Sagrada Escritura (Verbo encuadernado). San Bernardo comenta: habitó, ciertamente, por la fe en nuestros corazones, habitó en nuestra memoria, habitó en nuestro pensamiento y desciende hasta la misma imaginación. Me impresionó aquel sacerdote que veía leer el Evangelio y cada poco daba besos. —¿Por qué es usted tan besucón? Le pregunte: —Doy un beso cada vez que aparece escrito Jesús (el Verbo encuadernado).
Proponte leer una página del Evangelio al día, por lo menos…
Propósito: leer más el Evangelio.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Bienvenido, Jesús


Habrá signos en el sol y en la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo (Lc 21, 23).
Jesús, cuando llegue el fin del mundo será un espectáculo impresionante. Sobre todo eso de las gentes enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. No sé si lo veré en vivo y en directo, o ya desde el Cielo, pero no me lo pienso perder. En el fondo me da un poco lo mismo, pues cuando se está contigo aquí en la tierra lo del fin del mundo no deja de ser un mero trámite. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación (Lc 21, 28). Cuando llegue, si me toma por sorpresa, levantaré la cabeza para recibirte glorioso, con la mejor de mis sonrisas: Jesús, ¡Cuánto te echamos de menos! ¡Bienvenido de nuevo, Jesús!
Sin agobios, piensa si estás bien preparado para la segunda venida de Jesús.
Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas (Ap 12, 1).
Jesús, hace dos días fue una fiesta de tu Madre la Virgen: Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. En tu segunda venida sabemos que no vendrás solo, te traerás a tu Madre, bien rodeada también de efectos especiales: sol, luna, estrellas… ¿También con rugir de olas? Me encanta..
Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que acudimos a ti.
Propósito: estar preparado para la segunda venida.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Sin que me falte un pelo


Os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel (...) por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. (...) Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá (cfr. Lc 21, 12-19).
Jesús, tu preocupación por la caída del cabello me conmueve y me tranquiliza. No porque me dé miedo quedarme calvo ¡qué tontería!, sino porque es señal de que nada pasa sin que Tú lo permitas. Jesús, se ríen de mí cuando digo que voy a Misa o que me confieso. Pero lo que más me duele es que, a veces, son precisamente los de mi familia, los que más se burlan. Se cumplen tus palabras: Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán. Jesús, aunque no lo entiendo, todo esto lo permites por un motivo: así tendréis ocasión de dar testimonio de mí. Seré tu testigo. ¡Cuenta conmigo!
Jesús necesita testigos creíbles. ¿Lo soy? ¿Soy creíble o increíble?
Yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro (Lc 21, 14-15).
Decía un ateo: mostradme el rostro de cristianos alegres y entonces creeré en el Dios de la Alegría. Jesús, será mi alegría, mi vida coherente, el perdonar, el ayudar a todos, lo que dará a gritos un testimonio silencioso de ti. Jesús, perdona, y de la caída del cabello, ¿qué es lo que lo detiene? Me miras divertido y me dices: ¡El suelo, pequeño! ¿Cómo es que no te sabías el chiste?
Dile que quieres ser santo sin que te falte un pelo
Propósito: mostrar el rostro alegre.

martes, 26 de noviembre de 2019

La Belleza es el resplandor de la Verdad


En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del Templo, por la calidad de la piedra y los exvotos (Lc 21, 5).
Jesús, hace unos años tu amigo el Papa emérito Benedicto XVI consagró en Barcelona el templo de la Sagrada Familia, que es una auténtica maravilla. Gaudí, el arquitecto, otro amigo tuyo, decía que: la Belleza es el resplandor de la Verdad. Jesús, cuando salgo por la calle aprecio mucha Belleza en las personas que me encuentro. También ellas, aunque no lo sepan, aunque no lo valoren, son Templos del Espíritu Santo que habita en sus almas. Son imágenes de Dios y su belleza manifiesta el resplandor de tu Verdad. Los discípulos ponderaban la belleza del Templo, por la calidad de la piedra. Jesús, como ni yo ni las personas que trato somos de piedra, ayúdame a respetar todos tus templos.
¿Cómo es mi mirada? ¿Quita dignidad? ¿Respeta a los demás?
Cuidado con que nadie os engañe (Lc 21, 8).
“―¡Pero si,… ahora sí que se puede…! ¡Antes no se podía pero ahora sí!... Que sí, que se lo dijo una vez un cura a una amiga mía... Porque vendrán muchos en mi nombre (Lc 21, 8). ?¡Es que no quiero ser el raro del grupo...! Si todo el mundo lo hace, además lo nuestro va en serio… nos queremos. Que nadie os engañe. Jesús, que no me engañe a mí mismo, que es de tontos.
Dile a Jesús: a veces puedo parecer malo, pero nunca tonto
Propósito: no dejarme engañar.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Dale tú lo que le puedas dar


Alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el cepillo del Templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedas pequeñas (Lc 21, 1-2).
Jesús, este pasaje del Evangelio es la segunda vez que sale en este mes. Me estás llamando a ser generoso pero de verdad. Si me ayudas estoy dispuesto a darte más de lo que yo mismo imagino.
Dile a Jesús que tú sí lo entiendes (más o menos).
Ha echado todo lo que tenía para vivir (Lc 21, 4)
La mujer del evangelio lo ha dado todo. ¿No esperarás de mí, Jesús, que también lo de todo? Mi vida, de momento, es la de un adolescente común y corriente. Bueno, eso me parece a mí ya que de momento, ni he desarrollado legados, ni me ha la salido la niña de Stranger Things, ni tengo ningún tipo de alteración mutante, al estilo de los X-Men. Pero, como dicen los profesores del colegio, soy el futuro del país, del mundo y -mientras no aparezcan los extraterrestres- del universo. Ese es el reto: dar todo lo que soy, ahora y en el futuro. Pídele que tu ánimo no dependa de la climatología interior.
Ve ensayando eso de darse del todo, dándote de a poquitos.
Propósito: Adquirir superpoderes para tener algo qué dar (por ejemplo, superayudar)

domingo, 24 de noviembre de 2019

Cristo Rey. ¡Queremos que reines sobre nosotros!


Pilato le dijo: – Conque, ¿tú eres rey? Jesús le contestó: – Tú lo dices: soy rey (…) Y los soldados se acercaban a Él y le decían: Salve, Rey de los judíos. Y le daban bofetadas (Jn 18, 37. 19, 2).
Jesús, quiero que Tú seas mi Rey, mi soberano. Hasta ahora el reyezuelo que te ha quitado el trono, que me tiraniza, ha sido mi pereza, el egoísmo, la impureza. Jesús, no sólo esto, sino que además esclavizo a los demás como le sucedía al personaje del Principito: —¡Ah! He aquí un súbdito, —exclamó el rey cuando vio al Principito. Y el Principito se preguntó: —¿Cómo puede reconocerme si nunca me ha visto antes? No sabía que para los reyes el mundo está muy simplificado: Todos los hombres son súbditos. Jesús, ayúdame a derrocar al tirano de mi yo. Quiero que Tú sólo seas mi REY.
Dile que liberarás a todos tus esclavos: tu madre, hermanos, amigos…
Portones, ¡alzad los dinteles! Que se alcen las puertas eternas, va a entrar el Rey de la Gloria (Salmo 23).
Jesús, ¡quiero que reines en mi vida, en mis pensamientos, en mi corazón! ¿Quieres ser mi Rey? Pero de verdad, no como los reyes de la baraja... Y me respondes: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo (Jn 18, 37). En la fiesta de hoy Cristo Rey, Jesús: ¿En qué lugar de mi vida todavía no te dejo reinar? Jesús, yo sí quiero que seas: mi Rey, mi Alma, mi Dios, mi Único, mi Todo...
Coronar a Cristo en mi alma.
Propósito: no ser republicano (en la vida interior).

sábado, 23 de noviembre de 2019

Porque para Él todos están vivos


No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él todos están vivos (Lc 20, 38).
Mis buenas amigas las Ánimas Benditas del Purgatorio están vivitas y coleando, “porque para Él todos están vivos”. Este mes tienen que estar bien contentas porque llevo un montón de sufragios ofrecidos: Misas, Rosarios, el Vía Crucis... Si cada día saco por lo menos una del “pozo” y llevamos ya 19 días, si las matemáticas no me fallan ya he rescatado ¡19 ánimas! No está nada mal para un tío negado como yo. Pero lo mejor es que van como cohetes directamente al Cielo. Ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios (Lc 20,36). Y desde allá arriba recibiré alguna ayudita. Por lo menos eso espero ¿No?
Piensa en los difuntos de tu familia que pueden necesitar tus oraciones.
Y no se atrevían a hacerle más preguntas (Lc 20,40).
De pequeño era famoso por las preguntas tan impertinentes que hacía. Mi abuela se ría mucho y decía que cuando creciera iba a ser detective. ¡Lo quería saber todo!: —¿Y por qué…? Bueno, Jesús, yo no soy como los atontados de tus discípulos. Prepárate que te voy a fusilar a preguntas: ¿Por qué es tan guapa tu Madre? ¿Por qué me quieres tanto? ¿Por qué matan a los niños antes de nacer? ¿Por qué hay guerras? ¿Por qué soy tan “bicho”? ¿Por qué no saco más almas del Purgatorio? ¿Por qué no dejo de preguntarte?
Termina el tiempo de oración haciendo preguntas impertinentes a Jesús. Cuanto más impertinentes, mejor.
Propósito: sacar cada día un alma del purgatorio hasta vaciarlo.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Mi casa es casa de oración


Entró Jesús en el Templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración y vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones (Lc 19, 45-46).
Jesús, entras en el Templo de Jerusalén, y te lo encuentras todo lleno de suciedad, de animales y vendedores. Han convertido la casa de tu Padre en una cueva peor que la de Alí Babá y los Cuarenta ladrones. Esta escena me recuerda que mi alma en gracia es Templo del Espíritu Santo y, por tanto, es también Casa del Padre y tuya. ¿Cómo cuido mi alma? ¿Está llena de animales, de vicios, de suciedad? Jesús, cada vez que comulgo, cada vez que entras en el templo de mi alma, ¡qué vergüenza y qué pena, si no está lo suficientemente limpia! ¡Ayúdame!
Dile a Jesús que no quieres que tu alma sea una cueva de ladrones.
El celo de tu casa me consume (Jn 13, 16).
Jesús, entras con el látigo. El celo de tu casa me consume. A veces yo también tengo que entrar en mi alma, que es tu templo, con el látigo a lo Indiana Jones. He de cortar por lo sano con modos de vivir, con vicios adquiridos, con la impureza, con algún ambiente… He de entrar con el látigo contra la tibieza, que me hace flojo en la lucha por ser santo, y decir ¡basta! Quiero hacer de mi alma un lugar en el que estés a gusto: limpio, generoso, lleno de cariño y de amor.
Hacer de Indiana Jones en mi alma.
Propósito: Echar a Alí Babá y llamar a Indiana Jones (sí, el de las películas que ve mi papá).

jueves, 21 de noviembre de 2019

Y tanto como a Lázaro, te quiere a ti


Y cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella (Lc 19, 41).
Jesús, pero cómo, ¿Tú también lloras?; ¿Cómo es posible? ¡Si eres Dios! Sin embargo, me parece que no es la primera vez ¿eres reincidente?, también lloraste por tu gran amigo Lázaro. Jesús se estremeció en su interior, se conmovió y (…) comenzó a llorar. Decían entonces los judíos: Mirad cómo le amaba (Jn 11, 33-35). San Josemaría nos recuerda: Jesús es tu amigo. El Amigo. —Con corazón de carne, como el tuyo. —Con ojos, de mirar amabilísimo, que lloraron por Lázaro... Y tanto como a Lázaro, te quiere a ti (Camino 422).
Dile a Jesús que por nada del mundo quieres hacerle llorar.
Lloró sobre ella, diciendo: ¡Si conocieras también tú en este día lo que te lleva a la paz!; sin embargo, ahora está oculto a tus ojos (…) porque no has conocido el tiempo de la visita que se te ha hecho (Lc 12, 20).
Jesús, lo que más te duele de los hombres, de mí, lo que más te hace llorar es la ingratitud, la ceguera. Jesús, quieres traer la paz, la alegría a mi corazón y yo me empeño en no verte, en hacerme el longuis, como que no te veo. Jesús, visitas mi alma en la Comunión, en la Confesión, cuando hago un rato de oración. Jesús, quítame las gafas de madera. ¡Que te sepa reconocer!
Termina diciendo que sólo le vas a hacer llorar de risa, de alegría.
Propósito: hacer llorar a Jesús… pero de risa.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Negociad mientras vuelvo


Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez talentos (Lc 19, 12-13).
Jesús, me recuerdas a mi madre, que es un poco pesada, pero en el fondo es una santa. La pobre no hace más que repetirme aquello de los talentos, sobre todo cuando llegan las notas: que si no me esfuerzo lo suficiente, que si yo quisiera, que si los sacrificios que hacen para que no me falte de nada... Lo peor es que tiene toda la razón del mundo: ¡Tengo talento! Jesús, me has dado tantos talentos: simpatía, inteligencia, regate, buen humor… ¡Algo tendré que hacer! ¿No?
Habla con Jesús. Dile que pones todo tu talento a su servicio.
Repartió diez talentos, diciéndoles: Negociad mientras vuelvo (Lc19,13).
El Negociad mientras vuelvo me suena al cartel que a veces pone el peluquero en la puerta: —Enseguida vuelvo; estoy en el Bar. Jesús, me has dado un tiempo limitado. No sé cuánto durará mi vida: 100 años, 2 meses, un día más… Sí sé, que un día regresarás y te pondrás muy contento por el buen negocio que has hecho conmigo y me dirás Muy bien siervo bueno y fiel… (Lc 19, 17).
Hago el propósito de esforzarme a tope para rentabilizar mis talentos.
Propósito: ser rentable.

martes, 19 de noviembre de 2019

Hoy tengo que alojarme en tu casa


Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo (Lc 19, 2-4).
Zaqueo era menudo y fibroso. Vivía en Jericó, el oasis de Judea. Con el paso de los años, y algún que otro turbio engaño, se había hecho sospechosamente rico. Quizá, su amigo y colega Mateo, le había prevenido: Ten cuidado con el Nazareno que es un liante. Ya será menos, pensó. Con una agilidad felina, lleno de curiosidad, trepó a lo alto de un árbol para ver sin ser visto. Jesús, a veces yo también soy un poco Zaqueo. No sólo por mi pequeño tamaño, sino porque también mantengo las distancias, me subo a la parra para que no me veas.
¿Me dejo ver por Jesús? ¿Me pongo a tiro para que me hable?
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: –Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa (Lc 19, 5-6).
Viendo la higuera con Zaqueo encaramado, quizá Jesús pensó: ? ¡Qué higo tan raro!; pero anda..., si es mi amigo Zaqueo. Y dijo: –Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Como fruta madura Zaqueo se bajó del árbol Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Jesús, me ves, te ríes y dices que quieres alojarte en mi alma; eso sí, cuando me baje del árbol…
Jesús, ¿hasta cuándo te haré esperar?
Propósito: no subirme a la parra…

lunes, 18 de noviembre de 2019

¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!


Pasa Jesús Nazareno. Entonces gritó: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte (Lc 18, 38-39).
Jesús, oigo voces. Como el ciego de Jericó, en mi oscuridad oigo voces a mi alrededor. Unas voces, las de los que se dicen mis amigos —pero en el fondo sólo buscan cómplices, compinches—, quieren que no hable de Dios (lo llaman supersticiones). Quieren que me calle y me regañan: Muchos lo regañaban para que se callara. Otras voces, las de mis amigos de verdad, los que me quieren, me ponen delante de ti: Ánimo, levántate, que te llama. ¿A quiénes hago caso?
Jesús, a mí no me calla ni mi abuela (que, por cierto, es una santa).
Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: –¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: –Maestro, que pueda ver (Mc 10, 49-52).
El ciego Soltó el manto. Siempre me he preguntado: ¿Cómo sería ese manto? ¿Qué tendría de especial? Me imagino un capote pesado y sucio, multiuso, lleno de lamparones, de color indefinido y olor a humedad. Un manto asqueroso, pero era suyo, estaba apegado. El ciego Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Para acercarse a Jesús, para poder dar el salto y ver, hay que estar dispuesto a tirar el manto, y tirar de la manta, estar desprendido de lo material.
Tiras de mi manto y ¿qué sale?: mi celular… ¡Mi teessssoro…!
Propósito: soltar el manto…

domingo, 17 de noviembre de 2019

Seréis mis testigos


Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre (Lc 21, 12-13).
Juan el Bautista fue el primero. Pero después, más adelante vino Santo Tomás Moro, San Edmund Champión… y así una larga lista. Jesús, son los que perdieron la cabeza por amor a ti. Perdieron, la cabeza, si, —se la cortaron— pero al final salieron ganando. Así lo hacía entender uno de ellos, Tomás Moro, a su hija Meg: «No te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad mejor».
¿Estoy dispuesto a “perder la cabeza” por amor Cristo? No hace falta que te la corten…
No preocuparos por lo que habéis de responder, pues yo os daré tal elocuencia y sabiduría que no la podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios (Lc 21, 14-15).
Prisionero en la lúgubre Torre de Londres Santo Tomás Moro escribía a su hija: «Creo que los que me han colocado aquí piensan haberme hecho gran daño (…) Gracias a Dios, Meg, no existen motivos para pensar que me hallo en peor situación que en mi propia casa; porque creo que Dios ha hecho de mí un niño mimado, y me pone en su regazo y me mece».
Ser hijo de Dios, es lo más grande que me ha podido pasar.
Propósito: ejercer de hijo de Dios.

sábado, 16 de noviembre de 2019

Sin idolillos, santamente tozudo


Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres (Lc 18, 2).
Jesús, ese pobre hombre, mucho juez y todo lo que quieras, pero era un tremendo egoísta. No le importaba nada ni nadie, solo su bienestar. Su religión era su estómago o pasárselo bien. Y es que cuando se vacía el Cielo de Dios, se llena la tierra de ídolos: dinero, salud, sexo, éxito. En plan “nerd” tendría teorías para justificar su ateísmo y rebatir mitologías cristianas. Y el pobre, al alejarse de Dios, poco a poco, quizá sin darse cuenta, también se fue alejando de los hombres. Jesús, para poder amar de verdad a todos tengo que estar cerca de Ti, quiéreles como Tú les quieres, con tu corazón.
Di a Jesús que no quieres ídolos, que le quieres a Él, y con Él a los demás.
Ya que esta viuda está molestándome, le haré justicia, para que no siga viniendo a importunarme (Lc 18, 2).
Jesús, con esta parábola me dices que te gustan los tipos que como yo te dan la lata, que insisten en sus peticiones. La primera condición de la oración es la perseverancia; la segunda, la humildad. —Sé santamente tozudo, con confianza. Piensa que el Señor, cuando le pedimos algo importante, quizá quiere la súplica de muchos años. ¡Insiste!..., pero insiste siempre con más confianza (Forja 535).
Aprende de los niños a ser tozudo, a dar la lata.
Propósito: dar la lata (en la oración).

viernes, 15 de noviembre de 2019

Donde está el cuerpo se reunirán las águilas


Ellos le preguntaron: –¿Dónde, Señor? Él contestó: –Donde está el cuerpo se reunirán las águilas (Lc 17, 37).
No era precisamente un águila, ni mucho menos. El petirrojo se posó ahí, descaradamente, frente a la ventana, sobre la barandilla. Desde allí miraba altivamente, de reojo, primero con un ojo y luego con el otro. Sentado delante de la cumpuadora, sorprendido, bajo la mirada escrutadora de aquel pajarillo no se atrevía a mover ni un músculo, no se atrevía a romper la magia del momento. ¿Lo mismo aquel pájaro quería decir algo?
Un pájaro, un comentario suelto, un tropezón, una brizna de hierba, una frase del Evangelio… es así como me habla Dios.
Contemplad los lirios, cómo crecen; no se fatigan ni hilan, y Yo os digo que ni Salomón en toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos (Lc, 12, 27).
En su ingenuidad, pensaba: —quizá Dios me quiere decir algo. —¡Qué pretencioso!, se dijo a sí mismo. Sin embargo, el pajarito, como si le hubiera leído el pensamiento volvió a mirarle, echó una cagarruta y se marchó volando, dejando su firma en la barandilla. Se acordó, entonces, del episodio de Sta. Teresa y el sapo aquel, tan asqueroso, y enseguida le vino a la cabeza que era miércoles, el día y la hora de su confesión semanal. Apagó el ordenador, agradeció la moción al Espíritu Santo y se fue a confesar. Esa noche soñó con petirrojos y ruiseñores.
Pide a Jesús saber entender el lenguaje que Dios utiliza contigo.
Propósito: agradecer al Espíritu Santo su paciencia.

jueves, 14 de noviembre de 2019

El Reino de Dios está dentro de vosotros


Le preguntaban cuándo iba a llegar el Reino de Dios, Jesús les contestó: (…) El Reino de Dios está dentro de vosotros (Lc 17, 20-21).
Jesús, cada día al rezar el Padrenuestro digo: Venga a nosotros tu Reino, y ahora me dices que el Reino de Dios está dentro de vosotros. Jesús, algo me sospechaba. Si no, ¿por qué siempre estoy contento?, ¿por qué encuentro tanta paz y tanta alegría dentro de mí? En mi alma en gracia te encuentro a ti. Algunos de mis amigos, sorprendidos, me preguntan: ¿pero tron… qué pasa contigo? ¿Es que a ti nunca te duelen las muelas? ¿No tienes problemas? Y yo pienso ¿Por qué voy a estar triste si tengo a Dios en mi alma, si soy hijo del Todopoderoso, hijo de Dios?
Dile a Jesús que quieres vivir con la alegría del que se sabe hijo de Dios.
Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día (Lc 17, 24).
Jesús, este verano vi con mis hermanos una gran tormenta. Era de noche, desde la ventana, con las luces apagadas llenos de miedo, veíamos caer los rayos cada vez más cerca. Con cada relámpago se iluminaba toda la habitación como si fuera de día. Jesús, con el fulgor de tu luz ya no hay oscuridad en mi vida.
Jesús, sabes calmar tempestades del alma. Llena de calma mi alma.
Propósito: alma calma.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Id a los sacerdotes


Vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: –Jesús, maestro, ten compasión (Lc 17, 11-13).
Hoy apenas hay lepra y además es una enfermedad que se cura. Pero entonces era algo terrible que desfiguraba el rostro: se quedaban, poco a poco, sin nariz, sin orejas, sin labios, sin párpados... La gente, al ver leprosos huían horrorizados. Pero Jesús no. Jesús, Tú les acoges, les tocas: Al verlos, les dijo: –Id a presentaros a los sacerdotes. Jesús, los pecados, mis pecados son como lepra en el alma. La imagen de Dios que llevo dentro se va desfigurando. Id a los sacerdotes, me dices y es ahí donde te encuentro y me limpias: Y mientras iban de camino, quedaron limpios.
¿Tengo concretado un día y una hora fija a la semana para confesarme?
Uno de ellos, (...) se volvió alabando a Dios. (…) ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están? (Lc 17, 15-17)
Jesús, echas en falta el agradecimiento de los otros nueve. Por eso: Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. Porque te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta (…). Dale gracias por todo, porque todo es bueno (Camino 268).
Como dice el refrán: Es de bien nacidos ser agradecidos.
Propósito: Ser agradecido con Dios.

martes, 12 de noviembre de 2019

He aquí la Esclava del Señor


Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer (Lc 17,10).
Jesús, Tú nos has dicho que no he venido a ser servido sino a servir (Mt 20,28). Además, eres el Hijo de la Esclava del Señor, el título más bonito que adorna a tu Madre. SERVIR, ¡Cómo me gusta esta palabra: servir, me identifica más contigo, me hace ser Cristo. Porque servir es amar: Dime loco ¿qué es el amor? Y el loco respondió: Amor es aquello que hace esclavos a los libres y libres a los esclavos. Y no se sabe en qué consiste esencialmente el amor, si en esta esclavitud o en esta libertad. Jesús, hoy por amor a los que más quiero serviré el agua en la mesa, pondré el pan, ordenaré la habitación, recogeré el lavaplatos...
Dile a Jesús que quieres ser su siervo, su servidor.
No he venido a ser servido sino a servir (Mt 20,28).
Jesús, de entre las almas más delicadas, las que tienen mayor finura interior, has elegido aquellas personas que harán del servicio, el centro de su vida. Estas son tus predilectas, tus preferidas. Trabajan en los hospitales, en las escuelas, pero sobre todo trabajan en los hogares cristianos como lo hizo la Santísima Virgen en el hogar de Nazaret. Su vida es su familia, y en su familia encuentran a Dios.
Pregunta a Jesús si quiere que tú seas una de esas personas.
Propósito: servir en la mesa y poner el agua.

lunes, 11 de noviembre de 2019

El que no está conmigo, está contra Mí


Al que escandaliza a uno de esos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar (Lc 17,2).
Jesús, las personas mayores piensan que ser niño es ser tonto. Que los niños no se enteran de nada, que no ven, ni oyen, ni escuchan… ¡Qué ingenuos, los mayores! Te dicen: —niño, vete a la cama que esta película es para mayores… o —vamos a la playa, pero no mires mucho… Y yo, que lo veo todo y lo juzgo todo, me escandalizo y pienso: lo que mancha a un viejo, mancha a un niño. Al que escandaliza a uno de esos pequeños, más le valdría… Jesús, que tremendo es el pecado de escandalizar a un niño.
Explica a alguno lo difícil que es nadar en el mar con una piedra de molino encajada en el cuello.
Si no os convertís y os hacéis como los niños no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18.3).
Jesús, hay gente que ridiculiza la sencillez y la inocencia propia de los niños. Como si ser niño fuera ser tonto. Por eso no me gusta nada la canción: Antes muerta que sencilla. Quieren robar a los niños su infancia, que son, quizá, los años más bonitos de su vida. Y desde pequeños se empeñan en hacerles mayores, a toda costa: —Pero, como ¿aún no tienes novia? —Ay hija, que aburrida vas; ponte más sexy… Jesús, todo llegará… a su debido tiempo.
Jesús, que dejen a los niños disfrutar tranquilamente de su infancia.
Propósito: por dentro ser niño, aunque me muera de viejo.

domingo, 10 de noviembre de 2019

No es Dios de muertos, sino de vivos


¿De cuál de ellos será la mujer? Porque los siete (hermanos) han estado casados con ella (Lc 20, 36).
Jesús, me encanta y divierte tu buen humor. Sabías des-dramatizar Jesús, hay una película super-cursi que le encanta a mi mamá. Se llama: Siete novias para siete hermanos. Cada vez que la vemos en casa, la pobre se echa a llorar de emoción. Pero siete hermanos para una sola novia, como te preguntan, me parece un poco exagerado. Jesús, creo que el que te preguntaba no buscaba la verdad, sino meterte en un lío. Ahora también hay gente así que se te acerca buscando tres pies al gato: que si Galileo, la Inquisición, la momia de Tutankamon, que si lo dice Nat Geo…
¿Busco la verdad? ¿Siempre?
Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos (Lc 20, 38).
Y Dios de Francisco de Asís, Dios de Ignacio de Loyola, Dios de Juan Pablo II. Y Dios de Josemaría, y Dios de Teresa de Calcuta, y Dios de los niños no nacidos… No es Dios de muertos, sino de vivos. Jesús, eres un Dios de vivos, te gusta la Vida. Contigo están en el Cielo tantos y tantos santos, unos anónimos, otros no. Tantos seres queridos, también mi abuela. Jesús, a mí también me gusta la vida, primero la vida aquí en la tierra y luego con tu gracia la Vida contigo en el Cielo.
Repasa a tus seres queridos que ya han pasado de la vida a la Vida.
Propósito: buscar la verdad y la Vida.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Basílica de Letrán. Jesús, mi alma es tu mejor Templo


Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados (Jn 2, 13).
Jesús, entras en el Templo de Jerusalén, la Casa de tu Padre y te lo encuentras todo sucio, lleno de inmundicia, animales y de cambistas. Han convertido la casa de tu Padre en un mercado sucio donde es muy difícil rezar. Esta escena me recuerda que mi alma en gracia es también templo tuyo, Templo del Espíritu Santo y, por tanto, es también Casa del Padre y tuya. ¿Cómo cuido mi alma? ¿Puede ser que, a veces, esté llena de animales: de vicios, de suciedad, de pecados?
Dice el refrán: cerdo limpio nunca engorda… Como no soy un cerdito, siempre limpio.
Y haciendo un látigo de cuerdas arrojó a todos del Templo, con las ovejas y los bueyes; tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas (Jn 2, 14).
Jesús, entras con el látigo. El celo de tu casa me consume (Jn, 13, 16). A veces, yo también he de entrar con el látigo: he de cortar por lo sano con modos de vivir, con vicios adquiridos, con alguna amistad, con algún ambiente… He de entrar con el látigo contra la tibieza, que me hace flojo en la lucha por ser santo, y decir ¡basta! Quiero hacer de mi alma un lugar en el que estés a gusto, un sitio limpio, generoso, lleno de amor.
Dile a Jesús que quieres que tu alma sea su mejor Templo.
Propósito: alma limpia.

viernes, 8 de noviembre de 2019

¿Joven y calculador?: viejo prematuro


Un hombre tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: «¿Qué es lo que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión» (Lc 16, 1-2).
Jesús, ¡qué fácil es gastar! Sobre todo cuando no se sabe lo que es ganarse el pan. De broma dice mi papá que somos unos señoritos y que nos quema el dinero. Es verdad; los domingos, cuando nos da dinero, la “quemadura” dura el tiempo que tardamos en correr a gastarlo, pensando que es mío y que me lo he ganado. Luego, cuando voy a Misa y veo al pobre en la puerta de la iglesia, lo que me “quema” es el alma porque ya no tengo nada que darle. En casa, ¿con quién me peleo? ¿Sé pedir perdón y perdonar?
Habla con Jesús de cómo andas en el tema de la generosidad.
El administrador se puso a echar cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza (Lc 16,3).
Jesús, pues yo también echo mis cálculos: hasta dónde estoy dispuesto a dar de mi dinero, de mi tiempo, de mi vida... ¡Me horroriza comprometerme! Efectivamente soy “calculador”. El punto 30 de Camino me viene como anillo al dedo: Eres calculador. —No me digas que eres joven. La juventud da todo lo que puede: se da ella misma sin tasa.
¿Pongo límites a Dios? El que es calculador, envejece prematuramente.
Propósito: no ser “calculador”

jueves, 7 de noviembre de 2019

¡Alégrense conmigo!


Solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos»” (Lc 15,1).
Jesús, eres amigo de pecadores, eres mi amigo ¡Cómo me consuela! Son tantas mis debilidades… Y vienen a mi cabeza esos bonitos versos de Lope de Vega: Pastor que con tus silbos amorosos / me despertaste del profundo sueño, / Tú que hiciste cayado de ese leño, / en que tiendes los brazos poderosos, / (…) Oye, pastor, pues por amores mueres, / no te espante el rigor de mis pecados, / pues tan amigo de rendidos eres.
Dile a Jesús que te perdone tus pecados y que te incluya en su lista de amigos.
Y cuando la encuentra se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: «¡Felicitadme! he encontrado la oveja que se me había perdido» (Lc 15,5-6).
Jesús, mis amigos, más que ovejas, están como cabras, o peor, como cabritos. Lo malo es que, a veces, les da por ejercer de cabras, o de cabritos y cuando se juntan en rebaño hacen cosas terribles. Jesús, que no me olvide que yo también he sido cabra/ito. No hiciste ascos de mis heridas y me llevaste sobre tus hombros. Jesús, ayúdame a ayudar a mis amigos/as-cabras/itos/itas…
Dile a Jesús que le vas a llevar el rebaño de tus amigos perdidillos.
Propósito: aprender como Jesús a silbar “silbos amorosos”