Cuando
hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo
que teníamos que hacer» (Lc 17,10).
Jesús,
Tú nos has dicho que no he venido a ser servido sino a servir (Mt 20,28).
Además eres el hijo de la Esclava del Señor, el título
más bonito que adorna a tu Madre. SERVIR, ¡Cómo me gusta esta palabra! Servir
me identifica más contigo, me hace ser Cristo. Porque servir es amar: Dime
loco ¿qué es el amor? Y el loco respondió: «amor es aquello que hace esclavos a
los libres y libres a los esclavos». Y no se sabe en qué consiste esencialmente
el amor, si en esta esclavitud o en esta libertad. Jesús, hoy por amor a
los que más quiero, serviré el agua en la mesa, pondré el pan, arreglaré mi
cuarto, recogeré la ropa...
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Dile a Jesús que quieres ser su siervo, su servidor.
No
he venido a ser servido sino a servir (Mt 20,28).
Jesús,
de entre las almas más delicadas, las que tienen mayor finura interior, has
elegido aquellas personas que harán del servicio, el centro de su
vida. Éstas son tus predilectas, tus preferidas. Trabajan en los hospitales, en
las escuelas, pero sobre todo trabajan en los hogares cristianos como lo hizo
la Santísima Virgen en el hogar de Nazaret. Su vida es su familia, y en su
familia encuentran a Dios.
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Pregunta a Jesús si quiere que tú seas una de esas
personas.
Propósito: servir.