viernes, 31 de enero de 2014

Los cachuditos se ahogan en el mar

Se pasaba las noches enteras y los días por los sepulcros y por los montes, gritando e hiriéndose con piedras (Mc 5, 5).
Jesús, gracias a mis padres que me bautizaron pronto he pasado mucho tiempo en gracia de Dios, pero a veces siento al cachudo que me quiere dominar, y cuando lo consigue no sólo te ofendo a Ti, sino que me hago daño a mi mismo. Cuando pierdo el tiempo en casa –casi un mes ya de clases y aún no me he puesto las pilas para estudiar todo cada día–, cuando molesto en clase, cuando navego sin parar a la hora de dormir –a veces ahogándome– y a la mañana siguiente no me puedo levantar.
¡Señor, no quiero hacerte daño, no quiero hacerme daño!
Había allí ... una gran piara de cerdos paciendo (...) y corrie­ron por la pendiente hacia el mar, donde se iban ahogando (Mc 5, 11.13).
Es verdad, Señor, a mí de vez en cuando me cuesta trabajo no hacer caso al demonio, pero más si me rodeo de gente que está lejos de Ti, que viven como animalitos: se preocupan sólo de su body y sus tonteras… y acaban tirando su vida. Quiero, Jesús, con tu gracia, no arrojarlos al mar por un precipicio, sino llevarlos al cielo como yo quiero ir: por medio del trabajo, del servicio, con los sacramentos, y con la alegría que Tú me das… así se irán los demonios, así se convertirán los cerditos en soldaditos de mi Dios.
Jesús, ¡qué pena los loquitos que se tiran por los barrancos…!

Propósito: Convertir cerditos en soldaditos.

jueves, 30 de enero de 2014

Querer de verdad ser santo

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mt 5, 6).
El único justo eres Tú, Jesús. “Nos hiciste, Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti”, escribió S. Agustín, que buscó la “justicia” metiéndose a toda clase de cosas raras, porque entonces no ha­bía guerrilla… Él fue un joven rebelde, como yo. Descubrió que sólo com­portarse como hijo de Dios da la felicidad. Me dices, Señor, que quiera de verdad, no a medias; que ponga empeño como recomienda Camino: “¿Quieres como un avaro quiere su ORO, como una madre quiere a su hijo, como un ambicioso quiere los honores o como un pobrecito sensual su placer? –¿No? –Entonces no quieres” (nº 360).
Atrévete a decirle al Señor cuánto quieres…
Bienaventurados los que padecen persecución por la justi­cia, porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt 5, 10).
Querer ser santo hasta si cuesta persecución, insulto…, o incluso la muerte. ¡Qué poco te quiero, Jesús! A veces me amisho ante una miradita, ante un comentario…, porque voy a Misa, porque no veo tal programa… Me acuerdo de aquel romano, S. Tarsicio, un patojo de 11 años que llevaba la Comunión a los cristianos presos: unos muchachos paganos lo chicotearon hasta casi matarlo para arrebatarle el “pan de los cristianos”, pero él protegió el relicario en el que Te llevaba, hasta que llegó un soldado que lo defendió. Aunque murió en sus brazos y así obtuvo Reino de los cielos.
Ojalá, Jesús, tuviera siempre el cariño y el valor de Tarsicio….

Propósito: Dar la cara por Ti, sin amisharme.

miércoles, 29 de enero de 2014

Soñad y os quedaréis cortos

Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido (Mc 4, 37-38).
Jesús, estabas agotado: largas caminatas de un sitio para otro, predican­do a las multitudes, curando enfermos, cuidando de tus discípulos... Fue sentarte un momento y quedarte dormido, tan profundo, que ni el rugir de las olas te despertaban. ¿Con qué soñabas? Quizá conmigo... ¿y por qué no? Dulces sueños de cosecha madura, y de pescas milagrosas, y de te­sOROs escondidos en los que “yo” soy protagonista ¡¡Scchsss...!! ¡Que nadie le despierte! Está descansando.
Dile que quieres ser protagonista de sus sueños para hacerlos reales.
Lo despertaron, diciéndole: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, cállate! (Mc 4, 38-39).
La barca de Pedro, una vez más, a punto de zozobrar, y Dios, una vez más, parece dormido. Y el grito, una vez más, de los discípulos: “¿No te importa que nos hundamos?” Jesús, que las cosas están muy “yucas”; que de ésta no salimos; que son muchos los enemigos de tu Iglesia; que se pierden muchas almas... “Él les dijo: (...) ¿Aún no tenéis fe?”. Y una vez más “el vien­to cesó y vino una gran calma”. Y la barquichuela de Pedro una vez más, sigue como siempre, navegando contra viento y marea.
Ser grumete en Su barca, aunque no vaya al Atlántico ni al Pacífico.

Propósito: “Quien no se embarca, no se marea”: marearme.

martes, 28 de enero de 2014

Necesito tus tutorías

Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender (Mc 4, 33).
Jesús, te doy gracias porque te acomodas a mi entender, pero a veces, ¡a Ti, no hay quien te entienda! No porque sea absurdo lo que me dices, sino porque un Dios tan grande no puede caber en una macetita como la mía. ¡Qué Dios más pequeño si cupieras! “A sus discípulos se lo explicaba todo en privado” (Mc 4, 34). Jesús, a mí dame tutorías, y cuando entiendo un poco, sólo un poco, ¡qué alegría! Porque tus Misterios, Jesús, no son muros infranqueables, sino mares inabarcables en los que me interno y profundizo cada vez más.
Dile tus Misterios preferidos: Eucaristía, Trinidad, los del Rosario.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como niño. Cuando he llegado a ser hombre, me he desprendido de las cosas de niño (I Cor 13, 11).
Ya ves, Jesús, sigo siendo niño –esto sólo lo arregla el tiempo– y razono como un niño. Jesús, me recuerdas a mi mamá que sí que es ¡un misterio! Y mi papá está de acuerdo: –Papá, a mamá no hay quien la entienda... Y me responde: –Hijo mío, tu madre es un Misterio; no hay que entenderla hay que adorarla. Jesús, no sólo te quiero, sino que te “adORO”, aunque no te entienda…
Jesús, delante de Ti siempre quiero ser niño…; y terminas.
Propósito: Contar a Jesús mis “misterios”.

lunes, 27 de enero de 2014

¡Ya cállate…!

El que tenga oídos para oír que oiga (Mc 4, 23).
Jesús, hace unos meses el Papa fue de peregrino a Santiago de Compostela, entonces leí en una revista lo impresionante que es eso del Camino de Santiago. Días y días caminando desde Francia de peregrinos hasta la tumba del Apóstol Santiago, donde los gallegos. Dicen que más que la espléndida vegetación de algunas regiones, lo que más impresiona son las planicies inmensas de Castilla donde se confunde en el horizonte el cielo con la tierra. Pensé en el Hijo Pródigo que solo y en el silencio, debajo de una encina, “recapacitó”. En el silencio del campo y en el del Sagrario se oye bien a Dios, porque habla Tú hablas bajito, y hay que tener bien abiertos los oídos del alma.
Mira cómo evitar la contaminación acústica –ruidos, música, tv, palabras vanas…– y escuchar más al Señor.
A la mañana, mucho antes de amanecer se levantó, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba (Mc 1, 35).
Jesús, Tú también necesitabas, como del agua y del oxígeno, de esos mo­mentos de silencio, de soledad para hablar con el Padre. A mí me pasa igual: necesito hablar contigo, platicarte sin palabras que llenen los silencios. No podemos olvidar, como escribe San Josemaría que “el silencio es como el portero de la vida interior” (Camino 281). Jesús, el silencio es un frágil te­sORO que quiero regalarte: lo guardo con cuidado para que Tú me hables, sabiendo que cualquier palabra lo puede romper.
Dar a Jesús cada día unos minutos del “frágil” tesORO de mi silencio.

Propósito: Usar “silenciador” en la moto de mi alma.

domingo, 26 de enero de 2014

Jesús, líbrame de mi mismo

Al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pá­jaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedrego­so, (...) cuando salió el sol, se abrasó. (..) Otro poco cayó entre zarzas que crecieron y lo ahogaron (Mc 4, 3-7).
Jesús, yo de plantas y flores, nada. En mi casa son todas plásticas –por eso de las alergias y los bichitos; además así no hay que regarlas–. Pero ¡qué pena de semillas!: se las comieron, se abrasaron y se ahogaron. Sospecho que estás hablando de las almas. ¿Se pueden comer las almas? ¿A qué saben? ¿Y quemar y ahogar? Parece que sí: “Viene Satanás y se lleva la palabra sembrada”(Mc 4, 15). Jesús, el demonio está muy activo; ¡no me dejes caer en la tentación!
Jesús, tentaciones tendré siempre, pero ¡que no me ponga en ocasión!
El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno (Mc 4, 8).
¡Sólo una vida!: “Que tu vida no sea una vida estéril. –Sé útil. –Deja poso. –Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de após­tol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. –Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón” (S. Josemaría, Camino 1). Y además como cantaban hace tiempo, “sólo se vive una vez… caramba”.
Dile a Jesús las “cosechas” de amor a Dios con las que sueñas.

Propósito: Dar fruto.

sábado, 25 de enero de 2014

Conversión de San Pablo. “¿Quién eres tú…Yo soy Jesús”

Le envolvió de esplendor una luz del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: –Saulo, Saulo. ¿por qué me persi­gues? Respondió: ¿Quién eres tú, Señor? Y Él: –Yo soy Jesús, a quien tú persigues (Act 9, 3-5).
–Fue en el camino de Damasco…, diría más tarde San Pablo, –también yo fui alcanzado por Cristo. Aquel encuentro nunca se le olvidaría. Otro Apóstol y otro encuentro: el discípulo amado, también S. Juan recordaba con de­talle y cariño aquel momento: —“Era alrededor de la hora décima” (Jn 1, 39) ¿Cómo se le podía olvidar el instante más feliz de su vida? Jesús, sigues pasando y paseando entre los hombres… y sigues haciéndote el encontra­dizo. Jesús, ¡encuéntrame!, ¡porfa!
Recuerda a Jesús ese momento inolvidable en que os encontrasteis.
Saulo, hermano, me ha enviado el Señor, Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y te llenes del Espíritu Santo (Act 9, 17).
No fue un Arcángel, ni siquiera un Angelote en EPS* de la U. (*Ejercicio Profesional Supervisado). El enviado fue un viejo feo y calvo: Ananías (¡dis­culpá, mano!). “Saulo, me ha enviado el Señor…”. Jesús, y yo sigo espe­rando…. ¿Y no será, quizá, ese Padre chaparrín el que me haga recobrar la vista y me llene del Espíritu Santo?
Señor ¿busco quién me “gradúe” la vista? ¿Quiero ver?

Propósito: Preguntar por una jornada médica de oftalmología.

viernes, 24 de enero de 2014

“Todo se les podrá perdonar a los hombres”

Todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan (Mc 3, 28).
Un matrimonio asistía a una audiencia con Juan Pablo II en Roma. Cuando el Papa pasó delante de ellos, la mujer le dijo en voz alta: –Santo Padre, dígale algo a mi marido, que hace diez años que está alejado de Dios. Juan Pablo II continuó unos pasos más, pero se detuvo un momento, y se volvió atrás, puso la mano sobre el hombro de aquel señor y le dijo con voz baja y profundo: –¡Qué mal se está lejos de Dios! Aquel hombre quedó tan impresionado que ese mismo día se confesó y volvió a la práctica cristiana.
Habla con Jesús y dale gracias por el Sacramento de la alegría.
Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor (Lc 7, 48).
Decía San Josemaría: Un Dios creador es admirable; un Dios que viene hasta la Cruz para redimirnos, es una maravilla; ¡pero un Dios que perdona, un Dios que nos purifica, que nos limpia, es algo espléndido! Jesús cada confesión es un encuentro contigo en el que me perdonas y me abrazas. Borras la caricatura en la que me he convertido por mi culpa y creas de nuevo tu imagen en mi alma. A veces me tardo en ir a pedirte perdón, porque tengo más temor, que amor: ¡Que no se me olvide lo de S. Juan: Dios es Amor (1Jn 4, 8), que si me arrepiento me perdona y me abraza, eso lo saben hasta los de Costa de Marfil.
Dile a Jesús que irás a confesarte, no una, sino 70 veces 7.

Propósito: Cuidar mi imagen y borrar la caricatura 70 veces 7 ó +.

jueves, 23 de enero de 2014

Junto a Ti, la mejor playa

Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echan­do la red en el lago, pues eran pescadores; y les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres» (Mt 4, 18).
¿Cuál es el colmo de un pescador?: —Pues que te pesquen. Eso fue exac­tamente lo que le pasó a Pedro y Andrés: Jesús los pescó ¡Menuda pesca! Pero desde el principio lo tuvieron claro: —¡Hemos salimos ganando! De pescar sardinillas en un mar de nada, pasaron a pescar hombres –y algún que otro lelo–, en el mar del mundo. Sus sueños de pescador (anchoas, arenques) se quedaron cortos.
Jesús ¿te sirve un pescado chafa? ¡Esto es lo que hay!
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan (…) Y los llamó (…) Ellos le siguie­ron (Mt 4, 21-22).
Una vez abierta la veda de pesca, —¡peces temblad!—, les llegó el turno a la competencia, a los de la otra barca. —¡A mí no me pesca!, pensaron... Y Juan y Santiago se fueron tras Jesús en busca de otro mar, tarareando una canción. Los que les oyeron recuerdan que sonaba algo así como: Tú has venido a la orilla / no has buscado ni a sabios ni a ricos / tan sólo quieres que yo te siga. / Señor, me has mirado a los ojos / sonriendo, has dicho mi nombre / en la arena he dejado mi barca / junto a Ti buscaré otro mar.
Lleva la canción a tu oración, a ver qué te dice.

Propósito: Tararear la cancioncilla esa.

miércoles, 22 de enero de 2014

¡Jesús, estás loco de… Amor!

Volvió Jesús con sus discípulos a casa y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer (Mc 3, 20).
Jesús, no te dejaban ni comer, ni dormir, ni descansar, ni nada... estabas “expropiado” de Ti mismo. Y Tú, tan contento. Yo, ¡fíjate!, sigo funcionando por la ley del gusto: –¡Es que no me gusta! ¡es que no me apetece!... Como en el chiste:“–Mamá, no me gusta el abuelito… – OK, cómete las papas, pues”. Jesús, quiero ser como Tú. Ayúdame a quitarme caprichos, a pensar siempre en las necesidades y gustos de los demás.
Jesús, exprópiame de mis gustos y de mis caprichos ¿Qué te puedo dar?
Vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales* (Mc 3, 21).
Ser cristiano, tomarse la fe en serio, con los tiempos que corren, es una lo­cura, pero siempre ha sido así; a los cristianos nos han tomado siempre por locos. Jesús, Tú también tenías fama de loco. Fama bien merecida, que nos ha llegado hasta hoy: El más grande loco que ha habido y habrá es Él. ¿Cabe mayor locura que entregarse como Él se entrega, y a quienes se entrega? (...) ―¡Divino Loco! ¿Cómo te tratan los hombres?... ¿Yo mismo? (cfr. San Josemaría, Forja 824). Jesús, te has vuelto loco ... de amor. Y amor con amor se paga y locura, con locura.
¿Qué locuras de amor hago por Jesús? Piénsalo y terminas.
Propósito: Tratar con más cariño al abuelito y … hacer locuras.

*en sus cabales = cuerdo, lo contrario de loco.

martes, 21 de enero de 2014

“¿A ti qué? Tú sígueme…”

Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba (…) «Señor, y éste ¿qué?» (Jn 21, 20-21).
Jesús, ¡cómo me gusta verte pasear tranquilamente con San Pedro! Seguro que le dabas las últimas instrucciones antes de tu Ascensión. Le dirías algo así como: – Santiago Boanerges (Hijo del Trueno), como es bien bravo, que sea el apóstol de Hispania, los entenderá bien; a mi Madre cuídamela mucho; dentro de poco me la llevaré conmigo en cuerpo y alma al Cielo; ¡Ah! Y, por favor, ¡no me pierdas las llaves que no tengo copia! Pero Pedro, curiosón no pudo evitar preguntar por el otro Hijo del Trueno. Señor, y éste ¿qué? Jesús, es lo que mismo que me pasa a mí: me encanta el shuteo, meterme en la vida de los demás, saberlo todo de todos.
Pídele que te conceda una alergia universal al chisme.
Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que Yo ven­ga, ¿a ti qué? Tú sígueme»” (Jn 21, 22).
Y Pedro metiche salió escaldado: Jesús le contesta: «¿A ti qué? Tú, sígue­me». Y en el fondo de mi corazón, Jesús de mi alma, me dices que no me fije tanto en lo que hace o dejan de hacer los demás ¿A ti qué?... Incluso aunque los que me deberían ser modelos (el sacerdote, profesores, mis padres, hermanos mayores) no me den buen ejemplo. ¿A ti qué?... Tú, sígueme.
Jesús, yo te sigo aunque flaqueen los que van delante de mí.

Propósito: No ser metiche.

lunes, 20 de enero de 2014

Que si no me perdería

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo si­guió una muchedumbre de Galilea (…) Llegados a casa, se volvió a juntar la muchedumbre que no podían ni comer» (Mc 3, 7.20).
Jesús, S. Marcos insiste en las multitudes que te asediaban, también dice: “Había en torno de Él una numerosísima muchedumbre” (Mc 4, 1). Pero luego en la Pasión Te dejaron solo. Yo me acordé de Ti al leer a aquel poeta de Chile : “Soy la multitud y estoy solo / Cantaba en la adolescencia / Solo, y definitivamente solo, / No adentro de la multitud / Sino con la multitud dentro”. Jesús, son tantos los que te siguen sólo a ratos y te dejamos solo cuando cuesta.
Jesús, ¿cuándo te dejo solo?... Ya no más.
Jesús, dando una fuerte voz, expiró (…) Viendo el centu­rión, que estaba frente a Él, de qué manera expiraba, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios (Mc 15, 37- 39).
Y es otro poeta chileno, I. Langlois, quien da respuesta: “A los buscadores del infinito por cuenta propia se les hace saber / que el objeto de sus nobles y erráticas exploraciones ha sido ya encontrado en una cruz / el viernes de Nisán en las afueras de Jerusalén”. Jesús, tonto de mí, pienso que soy yo el que te he encontrado, pero en verdad eres Tú quien llenas mi soledad.
Jesús: “no me dejes solo ni de noche ni de día, que sin Ti me perdería”.

Propósito: Nunca estoy solo.

domingo, 19 de enero de 2014

Jesús, sin prejuicios

Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusar­lo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «levántate y ponte ahí en medio». Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?: ¿hacer lo bueno o lo malo? ¿Salvar la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados (Mc 3, 2-4).
Jesús, pretenden cacharte. Eran prisioneros de sus prejuicios y sin preocu­parles para nada aquel hombre enfermo. Sólo les interesaba acusarte. Bien les citaste a Isaías: “Mirando, no vean; oyendo, no entiendan”. Jesús, ¿no me pasará a mí algo parecido? Quizá yo también estoy “al acecho”: juzgo con dureza a la Iglesia o a sus miembros y no quiero ver tanto heroísmo y santidad en sus misioneros, amas de casa, fontaneros, bomberos, profeso­res…O me quedo callado, y mi silencio me hace cómplice.
Jesús, que no me calle y sepa dar la cara. Que te defienda.
Entristecido por la dureza de su corazón le dijo al hombre «extiende el brazo». Lo extendió y quedó restablecido (Mc 3, 5).
Jesús, fuiste mirando uno a uno. Te asomaste a sus ojos –la mirada es el espejo del alma– y viste corazones duros, acorazados, insensibles. Jesús, me miras a los ojos y quiero que encuentres un corazón sin prejuicios, libre para amarte.
¿Qué es lo que encuentras Jesús en mi mirada?

Propósito: Ser menos retorcido.

sábado, 18 de enero de 2014

Sigue teniendo hambre

Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras an­daban los discípulos iban arrancando espigas» (Mc 2, 23).
Jesús, hay que tener bastante hambre para comerse crudos los granos de tri­go... ¿Tanta hambre pasabas Tú y tus discípulos? “Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer” (Mc 6, 30-32). Jesús, no quieres que yo pase hambre —estás en pleno crecimiento, me di­ces— pero si alguna vez llega, me acordaré de Ti: “Bienaventurados los ham­brientos porque quedarán saciados” (Mt 5, 6). Ahora que he vuelto al colegio y que ir a Misa es tan fácil, quiero tener hambre de Ti, que no se me pase la hora… sé que te necesito, eres el Alimento que da la Vida Eterna; y como soy tan débil necesito alimentarme a diario.
Jesús, dame hambre de Ti y sáciame en la Eucaristía.
Muy de mañana, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre. Viendo una higuera junto al camino se acercó (Mt 21, 18-19).
Jesús, Tú también tienes hambre, y te acercas a mí, buscas en qué te puedo ayudar y me pides… Lo que pasa es que yo soy una higuera muy especial, soy una higuera escurridiza, con pies, que sale corriendo… porque sé que poner­me cerca de Ti tiene sus riesgos… Por eso se me da muy bien el pedirte –en la Comunión, al hacerTe la Visita, cuando Te saludo o me despido de Ti al llegar al Colegio–; y tantas veces noto que te acercas a mí, que buscas algo de mí, que me necesitas para ayudarTe… y entonces me entran las prisas: perdóname, Jesús, porque no sacio tu hambre.
Jesús, que “higos” necesitas de mí.

Propósito: Dejar que Jesús me pida en la Comunión.

viernes, 17 de enero de 2014

Hoy ayuno de enfados

Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan ¿Por qué los tu­yos no? (Mc 2, 18).
Jesús, Tú le das al ayuno su verdadero sentido. No me vaya a pasar como aquel fariseo que decía orgulloso: “Ayuno dos veces por semana” (Lc 18, 12). Además hay también un ayuno estético (para mantener la línea), ayuno políti­co (huelga de hambre), ayuno enfermizo (anorexia) o el ayuno por necesidad de los millones que pasan hambre. ¿Qué sentido tiene el ayuno (también de chucherías, tv, internet, música)?: me ayuda a tener dominio de mí y encon­trarme contigo, Jesús. No podemos olvidar que hay “demonios modernos” que no se vencen más que con el ayuno y la oración.
Comprométete a ayunar: peleas, haraganería, enojos…
¿Por qué no hemos podido expulsar ese demonio? Esta raza, les dijo, no puede ser expulsada por ningún medio, sino por la oración (Lc 9, 29).
Contaba una madre el afán de su hija pequeña para que viviera el ayuno. Al llegar a casa un Miércoles de Ceniza le dijo: Mamá hoy en clase nos han explicado que los mayores tienen que hacer ayuno, es decir, no comer. Mamá ¿tú haces ayuno verdad? – Si claro, hija, sí. La niña se pasó toda la tarde persiguiendo a su madre para asegurarse que no comía. Cuando llegó su padre a casa: – Papá ¿hoy has comido? – Pues claro, hija…
Ayuna por la cuenta que te trae…

Propósito: Ayunar de facebook (p.ej.)

jueves, 16 de enero de 2014

“Este es el Cordero de Dios”

Al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29).
Jesús, estas palabras me suenan ¿No es lo que dice el sacerdote en la Misa mientras eleva y muestra la Sagrada Forma? Siempre me han intrigado… Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Yo, venga a mirar, venga a mirar y nada. Ni cordero ni nada. Sólo veo lo que aparentemente es solo pan. Menos mal que mi abuela, que además de santa es sabia, me ha explicado que aunque no lo vea, estás ahí verdadera, real y sustancialmente y que al Evangelista San Juan le encanta llamarte Cordero de Dios. ¿Serán caprichos o complicidades del Discípulo Amado?
Jesús, como te gusta, yo también te llamaré Cordero de Dios.
Al día siguiente estaba de nuevo Juan allí con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba dijo: «He aquí el Cordero de Dios» (Jn 1, 35-36).
Y sigue la molestadera… ¡Otra vez el Cordero! Tu primo es reincidente. Para empezar, los corderos no es que sean muy poderosos, no tienen cuernos, ni veneno, ni dan miedo… ¿No hubiera sido mejor decir: “Este es el León de la tribu de Judá” (Ap 5, 5) o “Este es el Señor de señores y Rey de re­yes” (Ap 17, 14)? Si tu Primo te llama Cordero de Dios es porque te conocía bien: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Jesús, tu fuerza es la del Amor, el Amor del que se da del todo en la Cruz.
Jesús, este es tu estilo: nunca te impones, sólo propones tu Amor.

Propósito: Llamar a Jesús Cordero de Dios y aprender de Él.

miércoles, 15 de enero de 2014

CRISTO DE ESQUIPULAS Levantado en la Cruz por mí

Pues nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del Hombre (Jn 3, 13).
Jesús, Tú bajaste del Cielo para salvarme en una Cruz. ¿Cómo es el Cielo?: El Cielo es siempre nuevo, siempre distinto, sin cansancio y sin empalago. Es toda la luz y el color, es la música y la dulzura, es alegría que nadie puede ya quitar. El cielo es AMOR. Un amor que no se oxida, un amor lim­pio que fascina, embellece, que es siempre como la primera vez. Y sobre todo, en el Cielo estaré Contigo, Jesús de mi alma, para siempre. Allí, junto a María la Reina, toda hermosura… en el Cielo, junto a los Ángeles, junto a millones de almas buenas, eternamente felices… para siempre, para siempre.
Dale a Jesús las gracias por haberte abierto el cielo con su Cruz.
Es preciso que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él. (Jn 3, 14-15)
Eres lo único que me interesa de Esquipulas: ni el viaje, ni las cocadas, ni las calcomanías para el carro, ni los sombreritos… ni nada, salvo Tú. Verte, Jesús, en la Cruz y ver a tu Madre –mi Madre– de los Dolores haciéndome palpar lo mucho que me quieres, y lo que te ha costado el amarme y abrirme el Cielo. Quiero creer cada día más en Ti, que ni la tele, ni la Red, ni los que no van a Misa me la hagan perder la fe… Por eso necesito también llenar de mi cabeza con tu doctrina: la catequesis, la formación… nunca la dejaré.
Jesús, en mi cabeza, Tú; si no, tendré un puro sombrerito.

Propósito: Ir a Esquipulas… y al final al cielo.

lunes, 13 de enero de 2014

“Hijo, tus pecados están perdonados”

Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de don­de estaba Jesús (Mc 2, 3).
Jesús, lo del paralítico me recuerda la historia de una niña peruana que caminaba cerro arriba cargada con su hermanito pequeño a la espalda. El sacerdote, que presenciaba la penosa ascensión, le preguntó: —¿No te pesa? ¿No te cansas?; a lo que la niña respondió sin pestañear: ―¡Es que es mi hermano! Jesús, me pones cerca familiares, amigos que son…unos pesados, o que quizá tienen parálisis en el alma. Pero ¡son mis hermanos! ¿Cómo no voy a tomarlos, cargármelos a cuestas y ponerlos delate de Ti…?
Di a Jesús: más pesado soy yo —“un peso pesado”— y bien que me aguantas.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados están perdonados» (Mc 2, 5).
Jesús, enseguida te diste cuenta: aquel paralítico lo que tenía, sobre todo, era un gran peso en el alma. Por fin pudo escuchar la absolución: “Hombre, tus pecados están perdonados”, y, ¡qué gran alivio sintió! Sus amigos “camilleros”, no entendían nada: —¡Pero si lo hemos traído para que lo cure…! Y se fue a su casa glorificando a Dios”, ¡menudo peso se había quitado de encima!
La confesión es un “quita-pesos”; gracias, Jesús, por perdonarme siempre.

Propósito: Hacer de camillero con amigos “pesados”.

domingo, 12 de enero de 2014

“Extendió la mano y le tocó”

Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: “si quieres puedes limpiarme” (Mc 1, 40).
Jesús, debió ser algo parecido a lo que relata aquel escritor: “Uno de aque­llos pequeños de unos 6 años de edad (...) se encaprichó extrañamente de mí. Era una cosa pequeña, miserable, pálida y medio alelada. Yo nunca había visto un niño al que me sintiera menos inclinado a acariciar que aquel. Pero ese pequeño monstruito enfermizo rondaba a mi alrededor, agarrado a mi ropa, siguiendo mis pasos y al final, levantando las manos me sonrió y delante de mí, insistía en que lo tomara. Era como si Dios le hubiera prometido al niño ese favor de mi parte y yo tuviera que cumplir esa promesa”.
Acariciaste con cariño y ternura al leproso. ¿Cómo trato a los demás?
Sintiendo lástima, extendió la mano y la tocó diciendo: Quiero: queda limpio. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio (Mc 1,43).
Tome ese niño repugnante y lo acaricié con tanta ternura como si hubiera sido su padre. Sostuve en brazos mi indeseable carga un rato y, después de dejar al niño en el suelo todavía me seguía, tomando dos de mis dedos y jugando con ellos, como si fuera un hijo mío. Era un niño abandonado, discapacitado ¡Me había elegido para ser su padre!”. Jesús, que me deje elegir por los que no tienen.
Hay muchos enfermos y niños que esperan mi visita ¿A qué espero?

Propósito: No hacer ascos a nadie.

sábado, 11 de enero de 2014

Padre, no como yo quiera, sino como Tú

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo di­jeron. Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los en­fermos (Mc 1, 29-31).
Jesús mío, es que no te dejaban tranquilo ni a sol ni a sombra, ni siquiera al anochecer: te pasaste toda la noche atendiendo enfermos. San Pedro se­guro que alegaba y con su vozarrón de pescador gritaba desde la puerta: ¡Qué esto no es el IGSS! ¡Pero porfa, no sean abusivos y dejen descansar al Maestro! Y desde fuera la gente le contestaba: –¡Claro! ¡Cómo a usted ya le curó a su suegra…! ¿Y quién me cura a mi hijo? ¿O a la criadita? Y quizá incluso alguno también llevaba un cachorrito o un pájaro “alirroto”. Y Pedro, todo apenado, no supo qué decir. Les respondió la mirada sonriente de Jesús.
¿A quién puedes llevar para que te lo cure? Jesús ¿arreglas carros?
Se levantó de madrugada se marchó al descampado y allí se puso a orar (Mc 1, 35).
Jesús, ¿pero de qué hablabas tan temprano con tu Padre? —De qué iba a ser sino de aquella niña enferma: “Padre, te doy gracias por haberme escuchado” (Jn 11, 42). O de aquel otro que no pudo salvar: “Padre, no como yo quiero, sino como Tú” (Mt 26,39). Y también de ti y de mí… ¿De qué iba a hablar sino?
Jesús, que de mi sólo puedas contar cosas buenas.

Propósito: Dar de qué hablar a Jesús.

viernes, 10 de enero de 2014

Solo el Amor es digno de fe

Cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad (Mc 1, 21-22).
Aquella monjita había dedicado toda su larga vida a la docencia en dis­tintos colegios, con fama de buenísima profesora. Llevaba ya unos años jubilada cuando inesperadamente sufrió un derrame cerebral. El sacerdote que le administró la Unción de Enfermos quiso saber el secreto de su éxito: —¿Por qué siempre te han querido tanto tus alumnas? (era una realidad constatable). Respuesta —Porque yo las quiero mucho. —¿Y con las más rebeldes? (su especialidad eran las adolescentes indómitas). Respuesta: —A esas las quiero mucho más. Es la autoridad que da el Amor, porque, no lo podemos olvidar: sólo el Amor es digno de Fe.
Pide a Jesús un corazón tamaño camioneta, donde quepa mucha gente.
Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Este ense­ñar con autoridad es nuevo (Mc 1, 27).
Jesús, Tú enseñabas con la autoridad del que sabe amar. Puede más el cariño que dos horas de pelea, “porque —como decía San Juan de la Cruz— donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”. Y es que, Señor, cuando creo que tengo razón y añado la fuerza, pierdo la razón…
Pregunta a Jesús: ¿Dónde tengo que poner más amor? y terminas.

Propósito: Sin ser empalagoso, querer querer.

jueves, 9 de enero de 2014

Jesús, contigo voy de perlas

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea (Mc 1, 14).
San Juan Bautista, el mayor nacido de mujer, el primo de Jesús, muere por el capricho de Herodes, un déspota lujurioso (son sinónimos). Así de incompresibles y misteriosos son los planes de Dios. Un misterio como son las perlas: “enfermedad transformada en belleza”. Efectivamente, un granito de arena (una dificultad, un dolor) que se mete dentro de la ostra da lugar a algo tan bello como una perla. Así también la muerte del Bautista dio su fruto: Pasando junto al lago de Galilea vio a Simón y a su hermano Andrés (…) Jesús les dijo venid conmigo y os haré pescadores de hombres (Mc 1, 16). Y las perlas fueron Pedro y Andrés y Santiago y Juan… y yo también.
·         Jesús, contigo, se va de perlas…
El Reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra (Mt 13, 45-46).
Jesús, ya sé que las ostras dan perlas; y ¿las almejas?... Algo darán, supongo. Lo digo por mí, por mi pequeña alma, almilla o “almeja”. Quizá en mi interior, siendo tan poca cosa, una almeja, encuentre una “perla fina” que Tú has puesto: una gracia, una llamada a estar contigo, como los apóstoles.
·         Di a Jesús, que estás dispuesto a darlo todo por conseguir La Perla.
Propósito: Ser almeja que dé perlas.

miércoles, 8 de enero de 2014

Siempre llegas a tiempo

Y viéndoles remar con gran fatiga, pues el viento les era contrario, hacia la cuarta vigilia de la noche viene a ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo (Mc 6, 48)

A veces no te entiendo, Jesús, cuando estoy en un peligro no me “salvas” enseguida. Me acuerdo del poema que leí en la puerta de una ermita de la Virgen del Carmen, en un puerto de pescadores: “Quien no sepa rezar / que navegue en alta mar / allí solo aprenderá”. Quieres que ponga de mi parte, no me das nada que pueda conseguir yo remando, y además Tú te apareces y si te llamo acudes. A veces son buenos los problemas, para que no me crea ni Superman, ni la Mamá de Tarzán. Yo sólo no puedo, tengo que acudir a Ti.

·        Jesús, que no me crea Superman, que siempre cuente contigo.

El habló en seguida con ellos, y les dijo: Tened confianza, soy yo, no temáis. Y subió con ellos a la barca y cesó el viento (Mc 6, 50-51)

Nunca he estado en Galilea, pero estuve una vez en el mar. ¡Cómo me gustaría ir en una barca contigo y mis amigos! ¡Cuántas cosas te preguntaría! ¿Por qué el cielo es azul, y por qué disfruto pescando pero no me gusta comer pescado? ¿Por qué aunque no lo parezca, ya quiero que empiecen ya las clases? Jesús, te gusta la pesca; acompañarte, me encanta; pero dejarme pescar, ¿por qué no me gusta? ¿Acaso no estaré en buenas manos, si me dejo “agarrar” por ti?

·        Señor, en tu barca ¿pescador o pescadito?


Propósito: ser pececillo

martes, 7 de enero de 2014

Alma, calma

Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como oveja sin pastor, y se puso a enseñarles con calma (Mc 6, 34).

Jesús, ¡ay que depre! Vaya bajón esta mañana al despertarme, pensar en que sólo me quedan unos diez días más de vacaciones. Si alguna vez me pongo triste, sé cuál es el remedio: acudir a ti. Jesús vio una multitud y le dio lástima. Me viste, nos viste y comenzó la fiesta: Hicieron recostar a la gente sobre la hierba en grupos y nos diste de comer. Partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Por eso la Misa y el Sagrario son mi quitapenas. Quiero alimentarme del Pan de Vida y después, cuando te tenga dentro, te daré gracias por lo bien que me lo he pasado esta Navidades.

·        ¿El mejor antidepresivo?: La comunión frecuente. Hoy lo necesito…

Y se puso a enseñarles con calma (Mc 6, 34).

Esto va por los profesores. Es que ¿nunca han sido alumnos? ¿Tan lejos les queda su infancia? Nada de exámenes de nivelación a la vuelta… Eso es de mal gusto y va contra los derechos humanos (los alumnos también somos humanos). Fue lo que hizo Jesús: enseñarles con calma, con calma, con calma, con mucha calma. ¡A ver quiénes me tocan este año! Ayúdales, Señor, porque a veces la culpa es mía y de mis aleros molestando.

·        Agradece a Jesús por los profesores tan buenos que tendrás y terminas.


Propósito: Empezar a rezar ya por un buen regreso a clases

lunes, 6 de enero de 2014

De todas las Zonas

Y dejando Nazaret se fue a vivir a Cafarnaún (…) para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: el pueblo que yacía en tinieblas ha visto una gran luz. (Mt 4, 13-16)

Jesús, pronto voy a dejar mi casa cada mañana para volver al colegio, me queda poco tiempo de vacaciones. ¡Ojalá sea mi casa como la tuya de Nazaret! En parte depende de mí, de no ser un servido. Voy a aprovechar los días que me quedan para ayudar mucho a mis papás, seguro que puedo arreglar más de un closet, recoger y ordenar cosas de estos días… ¡ah! y preparar muy bien todo mi material y el de mis hermanos para el colegio.

·        Jesús, que no se me apague tu Luz cuando empiece el colegio.

Y le seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán (Mt 4, 25)

Estos días pasados mucha gente se ha acordado de Ti, mi Jesús, pero te pido para que no haya sido sólo por un día. Una prima mía fue a Orlando y me contó que las calles estaban bien bonitas y que en la iglesia supo seguir la Misa muy bien aunque era en inglés y que había dos chinos y bastantes negros. ¡Qué alegría que tanta gente te siga, todos tan distintos y todos tan iguales! Quiero ser hermano de todos, también de los nuevos en el colegio y de aquellos que no me caen tan bien.

·        Te siguen canches, cheles, chaparros, negritos… yo no discrimino, soy cristiano.


Propósito: no ser racista

domingo, 5 de enero de 2014

Epifanía del Señor Preguntando se llega a Roma… y al niño

Unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntado ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo (Mt 2, 1-12).

Jesús, qué sorpresa la que se llevaron María y José al ver a aquellos Magos; y más sorpresa cuando les dieron oro –como Rey–, incienso –como Dios– y mirra –como hombre mortal–. Pero los Magos salieron ganando porque vieron al Niño y lo adoraron. Los Magos encontraron al Niño-Dios porque cuando perdieron la estrella, preguntaron… Jesús, que no me de pena preguntar cómo encontrarte cuando ando perdido… ahora estoy contigo en el Nacimiento y voy a mover un poco a los Reyes para que no se pierdan.

·        Jesús, no quiero perderte, que no me de pena preguntar.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al Niño con María, su madre y cayendo de rodillas le adoraron; después, abriendo sus cofres le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra (Mt 2, 1-12).

Los Reyes le hicieron sus regalos de Navidad al Niño, pero Él les tenía guardados regalos para ellos desde el 25: –Melchor ¿qué te trajo Santa?: Una estrella juguetona, un Niño que es Dios y una Madre de verdad. –Anda, lo mismo que a mí. –Y a mí también, replicó Baltasar. Jesús, Tú y tu Madre sois el mejor regalo para la humanidad.

·        Pásate el día jugando con tus regalos de Santa… y con el Niño Dios.


Propósito: jugar todo el día

sábado, 4 de enero de 2014

Buena memoria

“Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús (Jn 1, 36-37).

Todo israelita bien con buena formación sabía qué significaba que alguien fuera el “Cordero de Dios”. Lo recordaban cada vez que comían la Pascua, y cuando se ofrecían sacrificios en el templo de Jerusalén. Habían aprendido a reconocer a Jesús gracias a la formación que habían recibido. Yo he recibido mucha formación espiritual, Jesús. Pertenezco a un país católico en su mayoría, mi familia me ha transmitido la fe y en el colegio también me enseñan mucho. Creo que ya es hora de que abra bien los ojos y vea que estás pasando constantemente a mi lado: cuando veo un necesitado, alguien que me pide algo, mis papás que me dan encargos, oportunidades de servir o de sacrificar mis gustos…

·        Busca a Jesús, está a tu lado. No te lo pierdas.

Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde (Jn 1, 39)

Tan impresionante fue el encuentro de los discípulos contigo, Jesús, que hasta la hora se les quedó grabada. Su primer encuentro con el Cordero de Dios fue hacia las cuatro de la tarde. Yo me he propuesto hablar contigo seguido, a una hora fija cada día. Tengo hora fija para hacer mi rato de oración con el 3+2, pero a veces se me olvida. Jesús, que no se me olvide más que me estás esperando a esa hora.

·        Pídele a tu Ángel custodio que te recuerda la hora en que te vas a ver con Jesús.


Propósito: puntualidad

viernes, 3 de enero de 2014

Lindo corderito

Juan exclamó: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29).

—Por favor… ¡dibújame un cordero! —¡Eh! —Dibújame un cordero... Era lo último que podía esperar aquel aviador extraviado en medio del desierto del Sáhara. Nos lo cuenta el Principito. Tras varios dibujos fallidos: —Este cordero está muy enfermo. Haz otro; —No es un cordero, es un carnero; —Este es demasiado viejo…, el piloto y artista (incomprendido) garabateó su último dibujo: —Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro. —¡Es exactamente como lo quería! celebró el Principito —¿Crees que comerá mucha hierba…? En la Misa, el sacerdote dice antes de la comunión “Éste es el Cordero de Dios”. ¿Dónde está ese cordero? En manos del sacerdote, y también en una “caja”, en el Sagrario. No lo veo, pero ahí está. No podemos olvidar que lo esencial es invisible a los ojos.

·        ¿Quién le va a temer a un corderito? ¿Le temes tú?

Y Juan dio testimonio diciendo: He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre Él (Jn 1, 32).

Jesús, usas te manifiestas de modos sencillos de modo que cualquiera pueda entender. Bueno, no cualquiera, sólo la gente sencilla. Primero nos dices que eres cordero. Nadie teme a un cordero. Pero ningún “poderoso” de la tierra utilizaría un corderito como símbolo de fuerza. El Espíritu Santo viene como paloma. Tampoco es que sea el ave más popular para significar poder o dar terror. Sin embargo, es Dios mismo quien está detrás.

·        No te dejes engañar por las apariencias. Lo sencillo suele tener detrás a Dios.


Visitar al Cordero que está en la “caja” (el Sagrario)

jueves, 2 de enero de 2014

A propósito del nuevo año

Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”. (Jn 1, 23).

Hemos iniciado un nuevo año, Jesús. Tengo un montón de propósitos de mejora. Comenzando por mi estudio, me he propuesto dedicarme por las tardes a lo que de verdad debo hacer: tareas y estudiar. Ya me di cuenta que en ningún lugar pagan por jugar videojuegos, ni hay carrera que consista en estarlos jugando todo el día. Es más, bajo el supuesto de que quisiera dedicarme a programar videojuegos, tengo que dedicarle muchas horas al estudio de la programación y un sinfín de cosas más que son necesarias. Pero no era de esto de lo que quería hablarte, era de mis propósitos, de cómo “enderezaré el camino”, como recomienda el Bautista.

·        ¿Qué más te has propuesto para este nuevo año?

Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias” (Jn 1, 26-27)

No sé si tenga algo qué ver Jesús, pero eso de desatar las correas, me recuerda que mi mamá me ha pedido que sea más ordenado. Lo ha expresado en estos términos: “que colabore”. Somos un equipo, me dijo. La casa es de todos y de todos depende que esté bonita. Ese es otro de mis propósitos: colaborar.

·        Concreta bien cómo vas a colaborar.


Propósito: comenzar hoy con las metas para el nuevo año

miércoles, 1 de enero de 2014

Sta. María, Madre de Dios, Año Nuevo

Y vinieron presurosos y encontraron a María y a José y al Niño reclinado en el pesebre (Lc 2, 16).

¡Qué forma más estupenda de comenzar el Nuevo Año! Jesús, hoy nada más levantarme he ido “presuroso” a ver el Nacimiento que tenemos en casa. Ahí estás Tú junto a tu Madre, que no te pierde de vista ni un momento, y San José. Los tres bien juntitos. Bueno Jesús, quiero pedirte un favor. Quiero estrenar el nuevo año de la mejor manera, de la mano de tu Madre ¿me la prestas un rato?... recuerda que es Madre tuya pero también nuestra. Quiero, de la mano de la Virgen vivir todo el nuevo año. No te enfadas ¿Verdad?... ¿Por qué te ríes?

·        Cuenta a tu Madre del Cielo tus proyectos para el nuevo año: bajar peso, sacar 100 en mate, echar dos goles con la zurda… ¡ser santo!

Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón (Lc 2, 19).

El golazo en el partido con mis primos, fue un gol en toda regla, muy aplaudido. No se me va de la cabeza. Lástima que no estuviera la televisión para filmarme… Jesús, son cosas que conservo en mi memoria y en mi corazón porque también me sirven para hablar contigo en la oración. Te ofrezco ese gol, junto a las buenas notas, ayudar en casa… Y medito, por supuesto, tu Palabra, el evangelio de cada día. ¿Qué me querrás decir?

·        ¿Qué ha metido Dios en tu cabeza y tu corazón? Medítalo con valentía.


Propósito: Repito: sacar el tiempo de trabajo en tareas que me he propuesto