sábado, 30 de septiembre de 2017

“Ellos no entendían”… y yo tampoco

Grabad en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres (Lc 9, 44).
Ahora se entiende medio bien, pero a los Apóstoles esta frase que debían grabar en sus oídos les debió sonar a chino mandarín. Tú, Jesús, que habías hecho tantos milagros y que ya te habías escapado varias veces de las garras de los chafas de Herodes, no podías acabar preso por ellos. ¡Qué no me escandalice de Ti, Jesús! Porque queriéndome tanto, sé que llegará el sufrimiento. El sufrimiento no me será placentero –eso es masoquismo– pero ayúdame para que sea feliz sufriendo unido a tu Cruz y ayudando así a los demás. Te lo pido ahora, en frío, para que no pele cables en el momento malo.
Ruega al Señor te dé su gracia cuando llegue la Cruz.
Ellos no entendían este lenguaje, y les resultaba tan oscuro que no lo comprendían; y temían preguntarle acerca de este asunto (Lc 9, 45).
Cabal. Cabal lo que me pasa a mi a veces, que no me comprendo –o me temo lo peor– y no me atrevo a preguntarte en la oración. Cuando me doy cuenta de que algo no me va a afectar sí te digo como ellos “explí­canos la parábola” (Mt 13, 36) pero cuando me huelo que la explicación me va afectar de lleno, busco otro tema para hablar contigo, no vaya ser que sea. Me consuela ver que a los Apóstoles les pasaba algo así, pero ahora te pido que me ayudes siempre a vencer este miedo tonto.
Pide consejos a los Apóstoles para no ser penoso con Jesús.

Propósito: Preguntar sin pena a Jesús.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Chat divino

Y sucedió que, cuando estaba haciendo oración, se halla­ban con Él los discípulos (Lc 9, 18).
¿Cómo rezabas, Jesús? O más bien ¿cómo rezas? Digo como rezas por­que si rezar es hablar con Dios, lo tuyo es un chat permanente con el Padre y con el Espíritu Santo. Pero cuando estabas en la tierra con tu cuerpo mortal debía ser impresionante: ¡ayúdame a rezar! Porque a ve­ces se me olvida, o me pongo a pensar en vez de hablar contigo, o con el Padre o con el Espíritu Santo, o con tu Madre –que es también madre mía–. Otras veces retraso el momento, porque sé que Tú siempre estás ahí esperándome y soy un abusivo.
Pide perdón a Dios por tus descuidos en la oración.
Él les dijo: Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro dijo: El Cristo de Dios (Lc 9, 20).
Con la boca lo digo, Jesús, cuando rezo el Credo y en mi oración tam­bién te lo digo muchas veces: Jesucristo, Jesús el Cristo, el ungido de Dios Padre, su Unigénito. Con la boca y con el corazón, pero tantas ve­ces, Jesús, con las obras no. Y es que seguirte cuesta, y Tú me contestas: –a mí también me costaba ir a la Cruz por ti, para salvarte, por eso me fui al Monte de los Olivos y me puse a rezar: “no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22, 42). Que aprenda a decir “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20, 28) con mi comportamiento.
Sigue pidiéndole que te haga muy coherente.

Propósito: Rezar bien y que se note luego.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Actos de fe

Herodes el tetrarca oyó todo lo que ocurría y dudaba, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos, otros que Elías había aparecido, otros que algún profeta de los antiguos había resucitado (Lc 9, 7-8).
¡Cuánta gente se dice cristiana, Jesús! Pero no todos creen; yo ahora te digo “creo que eres el único Hijo del Padre, nuestro Señor, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nacido de santa María Virgen, que padeciste bajo el poder de Poncio Pilato, que crucificado, muerto y se­pultado, tras descender a los infiernos, resucitaste al tercer día de entre los muertos, y subiste a los cielos y estás sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí has de venir a juzgar a vivos y muertos”.
Haz muchos actos de fe en Jesucristo.
Y dijo Herodes: A Juan lo he decapitado yo, ¿quién, pues, es éste del que oigo tales cosas? Y deseaba verlo (Lc 7, 9).
Te he dicho que creo, Jesús, y –como Sto. Tomás– cuando el sacerdote te alza en la Consagración rezo “Señor mío y Dios mío”, y te veo oculto bajo las apariencias de Pan y de Vino, pero te deseo ver cara a cara. Jesús, que Te vea, llévame un día al Cielo. “Tu rostro buscaré, Señor” (Sal 26, 8), o como decía la Santa Patrona de los poetas: “Véante mis ojos, / dulce Jesús bueno, / véante mis ojos, / muérame yo luego”. Y es que el día en que Te vea en todos los que trato y en todo lo que hago viviré ya en el Cielo.
Dile a Jesús: “Creo en Ti, Te amo y espero que me lleves al Cielo”.

Propósito: Hacer actos de fe, esperanza y caridad sin parar.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Ponerme las pilas

Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entrecavó, la descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas (Is 5. 1-2).
Se decía de un hombre que entre sus posesiones y fincas tenía escon­dido un tesoro riquísimo, pero que nadie sabía dónde. Cuando le llegó el momento de encontrase con su Creador, antes de fallecer, reveló a sus hijos el lugar del famoso tesoro: una lejana viña que por mucho tiempo había estado descuidada. Allá fueron los hijos y empezaron con azadillas a cavar toda la viña, pero no encontraron nada. Desanimados, desistieron, pero con el tiempo descubrieron que esa viña daba unas uvas colosales y de ellas sacaron un vino excelente. ¡Este era el tesoro… la viña!
Jesús, ayúdame a descubrir esos tesoros escondidos con los que me enriqueces.
Llegado el tiempo de la vendimia envió sus criados a los labradores para recibir los frutos que les correspondían Mt (21, 34).
Jesús, una cosa es el tiempo de vendimia y otra muy distinta es estar pajareando. Ya sabes lo despistado que soy. Vienes a mí en busca de frutos. ¿Qué te podré dar? ¿Calabazas? ¡No…! Mis frutos serán el estudio ofrecido, mi deporte, mi alegría, mi ayudar en casa, mi simpatía. ¿Qué más?
Ofrécele a Jesús varias horas de estudio cabales: de 60 minutos.

Propósito: dar fruto y estar siempre pilas.

martes, 26 de septiembre de 2017

También tenían su carácter

No le acogieron, (...). Al ver esto, sus discípulos Santiago y Juan dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? (Lc 9, 53-54).
Tú, Jesús, no eres capitalino, sino nazareno, pero también ibas “bautizando” a la gente y dando en el clavo. A Simón lo llamaste Pedro –piedra, sillar– porque sería el primer Papa, y a esto dos les clavaste “Boanerges, esto es, «Hijos del trueno»” (Mc 3, 17). ¿Y a mí como me llamas? Porque Juan y Santiago se enojaban por los que no quería aco­gerte, en vez de rezar por ellos y quererlos para que cambiaran… yo en cambio soy pura gelatina; si no quieren, que no quieran… Creo, Jesús, que me pasa eso porque te quiero poco y los quiero poco.
Pide a Juan y Santiago más valentía y menos pena.
Y volviéndose, les reprendió (Lc 9, 55).
Aquí es donde me viene el genio, el enojo, el trueno y la tormenta: cuan­do me reprenden. Además es mi excusa perfecta, como me regañaron me pongo trompudo y no hago caso. Tú, Jesús, y quienes me educan –padres, profesores, etc.-- quieren lo mejor para mi y por eso me re­prenden, y la verdad es que si mi padre o el profe de Mates pierden los estribos es sólo por culpa mía, porque soy un molestón de primera. Si fuera santo nadie me corregiría, además quien lo hace es porque me quiere mejor.
Cuenta a Jesús los últimos jalones de orejas que te llevaste.

Propósito: Amar los regaños.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Dar luz

Nadie que ha encendido una lámpara, la oculta con una vasija o la pone debajo de la cama, sino que la coloca sobre un candelero para que los que entran vean la luz (Lc 8, 16).
Jesús, no me gustan nada los nerdos, esos egoístas que quieren sacar 100 en todas la clases para ser millonarios el día de mañana. Yo quiero sacar buenas notas, pero ayúdame a no ser un egoísta, a ayudar a los demás, a pasarlo bien con ellos y a prepararme muy bien para servir con mi profesión a todos. Leí en Camino (n. 301) “estas crisis mundiales son crisis de santos”: ¡ayúdame, Señor, a iluminar y a mejorar mi ciudad, mi patria, la tierra entera!
Sueña con Jesús en darle la vuelta al mundo como a un calcetín.
Al que tiene se le dará; y a todo aquel que no tiene, incluso lo que piensa tener se le quitará (Lc 8, 18).
No lo entiendo bien, Jesús. Me parece que el rico se confía en su dinero, el nerdo en sus notas, el culebra en los conectes de su papá… Luego el banco quiebra, le da un derrame cerebral o cambian al Ministro de Economía y todo lo que uno pensaba tener se acaba… y después la muerte. Dijo S. Juan de la Cruz, “al atardecer de la vida, nos juzgarán en el Amor”. A quien Te haya buscado y amado en la Tierra, Te le darás por entero y PARA SIEMPRE.
Pregunta a Jesús si piensa que tú estás aprovechando la vida. Por cierto, ¿ya descubriste tu vocación?

Propósito: Ser avaricioso del Señor.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Vocación

El Reino de los Cielos es semejante a un amo que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. Después de ha­ber convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña (Mt 20, 1-2).
Me doy perfectamente cuenta, Jesús, que es necesario que contrates gente para trabajar en las cosas de Dios Padre. Me doy cuenta pero me hago el desentendido. Porque trabajar para Dios es full time y no part time. Y ese compromiso es lo que me da miedo. No es tanto el miedo a fallarte, ya que si soy sincero reconozco que es más miedo a dejar mi comodidad o mi zona de comfort como dicen ahora. Jesús, ayúdame a ser generoso y a buscar sinceramente cuál es mi vocación.
No tengas miedo y pregúntale a Jesús cuál es tu vocación.
¿No puedo yo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O es que vas a ver con malos ojos que yo sea bueno? (Mt 20, 15).
Estas preguntas tuyas, Jesús, no son fáciles de responder. Por un lado hay personas, me incluyo también, que a veces piensan que cuando pides todo, una entrega total, estás complicando la vida, que ya de por sí a veces no es tan fácil. Se nos olvida, Jesús, que tú eres Dios y sabes más. A mi me impresionó saber que don Álvaro sólo escuchó una plática de San Josemaría para entregar la vida entera. ¡Jesús, ayúdame a confiar más en Ti!
Otra vez: No tengas miedo y pregúntale a Jesús cuál es tu vocación.

Propósito: Confiar en Dios.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Sembrar en las almas

Salió el sembrador a sembrar su semilla; y al sembrar, parte cayó junto al camino (...), parte cayó sobre terreno rocoso (...) parte cayó en medio de las espinas (...) y parte cayó en la tierra buena (Lc 8, 5-8).
Jesús, enséñame a recibir bien tu semilla, aunque ahora ya no haya casi nadie que quiera ser agricultor, yo sí quiero serlo. Mi abuelo me cuenta cómo se cultiva la milpa, o cómo es el trabajo de la zafra (caña de azú­car)… Y cómo pasan pendientes del clima para la cosecha… Yo he de sembrar como cristiano, con mi ejemplo, con mi palabra, con mi amis­tad…, recordando una obligación, desviando una mala plática hacia el fut y luego jalando las orejas, con cariño, al que la empezó.
Examina con Jesús si eres un buen agricultor de tu alma
La que cayó en tierra buena son los que oyen la palabra con un corazón bueno y generoso, la conservan y dan fruto me­diante la paciencia (Lc 8, 15).
Quiero, Jesús, ser tierra buena… soy buena tierra desde que me bautizaron; pero el pecado la convierte en mala, luego llegas Tú y me pu­rificas –Penitencia– y me abonas y nutres con tu Palabra y con tu Pan –Eucaristía–. Sé que la Misa dura un rato, y la Comunión unos minutos, pero ayúdame Jesús a que la Misa sea el riego de un corazón bueno y generoso, que dé fruto sin cansarme.
Analiza con el Señor cómo aprovechas el riego de la gracia.

Propósito: Sembrar hoy en el alma de los amigos.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Jesús quiere tener ayuda

Él recorría ciudades y aldeas predicando y anunciando la buena nueva del Reino de Dios (Lc 8, 1).
Jesús, no sé qué hubieras hecho hoy, si habrías abierto una cuenta en Facebook, o un Twitter. Lo que sí sé es que no te estás quieto, vas de un lado para otro anunciando el Evangelio (la buena-noticia) que eres Tú mismo, Dios hecho hombre. Y pensar que yo me rindo ante el primer obstáculo, y que si no hay carro no me muevo ni con una grúa. Tú cami­nas aunque te canses, como aquel día en que fatigado del camino te sentaste junto al pozo a las tres de la tarde (cfr. Jn 4, 6). Yo, en cambio, casi siempre estoy cansado de no hacer nada, y me canso muy pronto de hacer el bien.
Cuenta a Jesús qué caminos recorres y por qué.
Le acompañaban los Doce y algunas mujeres: (...) María, llamada Magdalena,(...) Juana,(...) Susana y otras muchas que le asistían con sus bienes (Lc 8, 1-3).
Y es que, hay que reconocerlo, Jesús, las mujeres son expertas en asistir con sus bienes: desde que nací me cuida mi mamá, siempre tan tierna y pendiente de todo, mi abuela que no se le escapa una. María, Juana, Susana, ayúdenme a querer más a Jesús, a ser menos tacaño con Él y con los demás, a saber poner esfuerzo y servir a Jesús en los demás; ayúdenme a lanzarme hacer apostolado y a tratar muy bien a todas las mujeres especialmente a las de mi familia.
Concreta con quién vas hacer apostolado.

Propósito: Tratar muy bien a las mujeres de mi familia.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Hasta perdona los pecados

Había en la ciudad una mujer pecadora que, al enterarse que estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, llevó un vaso de alabastro con perfume, se puso detrás a sus pies llo­rando y comenzó a bañarlos con sus lágrimas (Lc 7, 37-38).
¡Qué envidia, Jesús! Primero por lo fácil que yo tengo encontrarte –en el Sagrario– y lo poco que te busco. Esta mujer tuvo que buscar, y luego se esforzó, y pasó pena al meterse en medio de aquel banquete… la señalarían con el dedo, pero quería estar contigo. ¡Qué envidia, Jesús! Porque a pesar de sus pecados sabe que eres m-i-s-e-r-i-c-o-r-d-i-o-s-o, y que, como está arrepentida, la vas a perdonar. ¡Ojalá yo llorara arre­pentido por mis pecados, como esta mujer! Además, yo sé que esos pecados causaron tu Cruz.
Llora –sin lágrimas– de dolor de amor ante tu crucifijo.
Le dijo a ella: Tus pecados quedan perdonados (…) Tu fe te ha salvado; vete en paz (Lc 7, 48.50).
¡Qué alegría, Jesús! Cuando ves mi arrepentimiento, siempre me perdo­nas. ¡Qué no me acostumbre! Y a veces lo que me pasa es que doy las gracias al confesor, me “voy en paz”, hago la penitencia de una vez y ni te doy las gracias a Ti… Esta mujer seguro que se fue, pero a contarle a sus amigas que era una mujer nueva, que había cambiado, que el Mesías esperado le había perdonado los pecados. A mí, en cambio, me da pena decir que me confieso.
Agradece a Jesús su perdón en la Confesión y llévale amigos.

Propósito: Irme en paz y contarlo sin vergüenza.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Los lanzados

Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentacio­nes y no lloráis.» (Lc 7, 32)
A veces me siento así, Jesús. No quiero rezar, pero a la vez quisiera ser el que más cerca de ti está. No quiero ayudar en la casa, y a la vez quisiera que dijeran que soy el más servicial. Así andaba una vez, hasta que mi mamá me dijo: pero vos, al final de cuentas ¿qué querés? A ti Jesús, te contesto, pues que quiero ser buen hijo de Dios, quiero ser buen hijo de mis papás. Ese objetivo claro me tiene que levantar, como el corredor que aunque se cae y pierde la competencia, de todas formas se levan­ta y llega a la meta.
Ante la pereza, ideas claras: ¿quién quieres ser? Luego levántate y ponte en marcha hacia esa meta.
Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores» (Lc 7, 33-34).
Y en mi camino hacia ti, Jesús, no faltarán los criticones. Los que no tie­nen otro oficio que hablar mal del prójimo o andar chismoseando. Y por andar fijándose tanto en ellos, termina uno haciéndolos leña, y al final de cuentas es uno tan criticón como ellos. Por eso, ayúdame a tener la mirada fija en ti, y no en el qué dirán. A ser coherente y no prestarme al chisme.
Pídele a Jesús dominar tu lengua.

Propósito: Pensar cuál es mi meta en mi vida y contársela a Jesús.

martes, 19 de septiembre de 2017

Sensible de verdad

Al acercarse a la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar un difunto, hijo único de su madre, que era viuda, y la acompañaba una gran muchedumbre de la ciudad. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: No llores (Lc 7, 12-13).
Ya sabes, Jesús, que soy muy sensible, pero Tú más, con una sensibili­dad no superficial. Por eso te conmueves ante aquella pobre viuda a la que se le acaba de morir su único hijo. A veces cuando veo el mal, el dolor, no lo entiendo y a veces –perdóname – me enojo contigo porque permites estas cosas. Soy tonto, Tú viniste a salvarnos, a curarnos…, si te hiciéramos caso…. Tú viniste a decirnos no lloren más, yo los salvo mu­riendo en la Cruz y les dejo mis enseñanzas para que sean felices en esta tierra y luego en el cielo.
Agradece a Dios lo que ha hecho para salvarnos.
Se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron; y dijo: Muchacho, a ti te digo, levántate (Lc 7, 14).
Yo no tengo un hijo muerto, pero –lo sabes, y me duele profundamen­te recordártelo– tengo a mi primo muerto a la fe. Va a Misa sólo en Navidad y por tradición, en sus parrandas se comporta como una bes­tia, en la U ya sabes que truena más que una tormenta… Mi tía no es viuda, pero hazle caso. Yo la veo a veces con los ojos rojos, y sé por qué, por mi primo: ¡hazle caso, Jesús! Resucita a mi primo.
Cuéntale a Jesús sobre otros que necesitan ser resucitados.

Propósito: Pedir por los que están muertos a la Fe.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Fe

Jesús, pues, se puso en camino con ellos. Y no estaba ya lejos de la casa cuando el centurión le envió unos amigos para decirle: Señor, no te tomes esa molestia, porque no soy digno de que entres en mi casa (Lc 7, 6).
Otro pasaje, Jesús, donde se ve que eres el Buen Pastor. Te avisan de aquel hombre enfermo y te pones en camino para ir a curarlo. Aquel centurión te mandó a decir unas palabras que te conmovieron y que nosotros repetimos en la Santa Misa justo antes de comulgar. Si aquel hombre no era digno, imagínate cómo estaré yo. Y eso que hasta en al­gunas ocasiones me hago el rogado para ir a Misa o para confesarme, o voy de mala cara. ¡Que sepa valorar la Santa Misa y tu presencia real en la Eucaristía!
Repite despacio la Comunión Espiritual.
Al oírlo, Jesús quedó admirado de él, y volviéndose a la mul­titud (…) dijo: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Lc 7, 9).
Me costó entender por qué dices que ese hombre tenía una gran fe. Yo hubiera dicho que tenía mucha humildad. Pero le pregunté al sacerdote del colegio y me dijo que era de gran fe porque no necesitaba verte en persona para saber que eras capaz de curar a su siervo. Y yo, en cam­bio, a veces me hago bolas sobre cómo es tu presencia en la Eucaristía. Por eso me ha servido aquello que me dijeron que para tener fe hay que pedirla y hay que ejercitarla.
Pide la fe y concreta cómo la vas a ejercitar.

Propósito: Hacer actos de fe al comulgar: “creo, pero aumenta mi fe”.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Perdonadera loca

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?» (Mt, 18, 21)
Pobre Pedro, cuando te preguntó estas cosas, a saber qué le habían he­cho, o a saber cuántas veces le había tocado que perdonar a alguien. En lo personal, Jesús, perdonar así de decir “te perdono”, pocas veces me ha tocado. Pero la vez pasada, un compañero de clase me pidió ayuda en mate. Le dije cortantemente que no. No sé por qué, pero ese compañero me cae muy mal. Creo que hace unos años me saco de la cola para comprar en la tienda o algo así. La cosa es que ahí me di cuenta que no le había perdonado.
¿Cuántas personas tienes pendientes de perdonar?
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt, 18, 22)
¡Setenta veces siete! ¡Qué exageración! Ahorita mismo ni me sale la mul­tiplicación para saber cuánto es setenta por siete. Lo que sí tengo claro es que no creo que haya alguien en el mundo capaz de llevar la cuenta de las veces que ha perdonado hasta el punto de colmar la cifra que tú dices. Resumiendo: que hay que perdonar siempre. La verdad es que eso de perdonar cuesta. Más que todo por culpa del resentimiento. Un día un amigo me dijo que yo era algo resentido. Le dije que no era ver­dad, pero estas son las horas en que no me ha pasado el resentimiento de que me haya dicho eso.
Pide a Jesús que no deje anidar en ti el resentimiento.

Propósito: rezar por los que, según yo, me han ofendido

sábado, 16 de septiembre de 2017

Buenos frutos

Porque no hay árbol bueno que dé mal fruto, ni tampoco árbol malo que dé buen fruto. Pues cada árbol se conoce por su fruto; no se recogen higos de los espinos, ni se cosechan uvas del zarzal (Lc 6, 43-44).
Jesús, si soy buen hijo de Dios daré buenos frutos. Eso es lo que entiendo de tus palabras. Como don Álvaro, que en menos de quince días será beatificado. Los frutos que dio don Álvaro son muchísimos: comenzó la labor apostólica en 20 países, impulsó iniciativas sociales en muchos lugares, especialmente en África, acercó a muchísimos a Dios y ayudó a que muchos fueran fieles a Ti. Jesús, yo también quiero dar buenos frutos.
¿Qué frutos buenos está esperando Jesús de ti?
El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el malo de su mal saca cosas malas: porque de la abundancia del corazón habla su boca (Lc 6, 45).
Para que el corazón sea bueno tiene que estar bien limpio. Limpio de cualquier pecado, limpio de malos sentimientos y resentimientos, limpio de envidia, limpio de enojos y de violencia. Jesús, voy a buscar un buen examen de conciencia y hoy mismo me doy una buena confesada.
Prepara tu confesión.

Propósito: Confesarme hoy.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Mater Dolorosa y Patria dolida

Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena (Jn 19, 25).
Sabes, Jesús, que hoy se celebra el Día de la Independencia, por esto Septiembre es el mes de las Fiestas Patrias. Pero hoy la Iglesia celebra a la Virgen de los Dolores, y creo que tiene algo que ver. ¿Cómo así? Pues que si todos somos hijos de Dios y una gran familia, somos también hijos adoptivos de María, porque ella te acompañó en la Cruz. Te acompañó porque, aunque sufría profundamente, allí estaba a tu lado consolán­dote. Además no estaba sola, estaba también María de Cleofás y su amiga Magdalena. Y es que la familia es lo más importante de la Patria (“Patria” significa “lugar de los padres”), si se destruye la familia se des­truye la Nación.
Cuéntale a Jesús qué haces por tu Patria… y por tu familia.
Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Después dice al discípulo: He ahí a tu madre (Jn 19, 26-27).
Señora de los Dolores, hoy no puedo sino pedirte otra vez por esas ma­más de mi tierra a las que llevan sus hijos baleados… Tú, que sabes lo que es tener a un Hijo asesinado entre los brazos y que eres Madre Nuestra, haz que haya paz en nuestra Patria… y haz que haya paz en mi familia, y en todas las familias de esta Patria grande que es la tierra entera. ¡Somos tus hijos, haz que nos queramos!
Sigue hablando con la Virgen.

Propósito: Rezar el Rosario por la paz en mi país.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Exaltación de la Santa Cruz. La Cruz en mi vida

Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn 3, 16).
Jesús, hoy se recuerda tu sacrificio en la Cruz. Gracias a que has que­rido cargar con nuestros pecados y sufrir voluntariamente la muerte en Cruz, ahora somos hijos de Dios. Entiendo que el precio que pagaste fue elevado. Y que estando colgado en la Cruz pensabas en el bien de las almas, más que en tu dolor –esto me lo explicaron así en Reli. Jesús, que yo me atreva a “exaltar”, a levantar también en mi vida tu cruz. Quiero, Jesús, ser generoso como Tú y pensar en el bien de los demás. Que no sea un miedoso que huye del sacrificio y de lo que cuesta.
Sigue hablando a Jesús sobre qué es levantar su Cruz.
Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Jn 3, 17).
Jesús, en una ocasión me dijeron que si un hombre era sacrificado y exigente consigo mismo entonces era muy comprensivo y cariñoso con los demás. Y la razón es porque se va pareciendo a Ti, que has venido a este mundo no para condenarlo, sino para salvar a todos por medio del sacrificio de la Cruz. A mí me falta bastante exigencia personal y por eso soy frío o malo con los demás. ¡Que me decida a ser sacrificado en el estudio y el trato con los demás! ¡Que no huya del sacrificio! ¡Que tenga siempre en mi día la señal del cristiano, la Santa Cruz!
Concreta pequeños sacrificios para vivir a diario.

Propósito: Levantar la Cruz de Jesús en mi vida.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Que no me arrastre la corriente

Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien (…) por causa del Hijo del Hombre (Lc 6, 22).
Esto lo entiendo muy bien, Jesús. Y lo entiendo porque si uno se por­ta bien automáticamente le caes mal a otros. Jesús, dame la gracia para ser valiente y no esconder que te quiero. Que no sea miedoso, que aprenda a dar la cara por el Papa o la Iglesia. Que no me importe ese tan famoso miedo al qué dirán. Que viva aquel consejo que escribió San Josemaría: Busca sólo la gloria de Dios y, amando a todos, no te preocupe que otros no te entiendan (Forja, n. 255).
¿En qué tipo de situación me pongo miedoso?
¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! (Lc 6, 25)
Jesús, hablas bien clarito. Si por miedo no defiendo lo que se refiere a Dios y más bien me pongo a reírme de las tonteras que dice la gente por ahí, luego me voy a arrepentir. Dame la valentía de cortar a los que dicen chistes en contra de Dios, el Papa o la Iglesia. Dame la valentía de cortar a los que hacen comentarios impuros. No dejes que me arrastre el ambiente, que sea capaz de imponer yo el ambiente. Que me decida, Jesús, a lanzarme al apostolado.
Dice el refrán: camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Sigue pidiendo a Jesús valentía.

Propósito: No dejarme que me arrastre la corriente.

martes, 12 de septiembre de 2017

El 1, 2, 3 del apostolado

Sucedió en aquellos días que salió al monte a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios (Lc 6, 12).
¡Qué bárbaro, Jesús! ¡Toda la noche en oración! ¿Cómo lo lograste? ¿Tomaste café y comías chocolates para mantenerte despierto? ¿No te distraías? ¿De qué hablabas tanto con Dios Padre? Te lo pregunto porque a mí hacer 15 minutos de oración sin distraerme y sin dar una cabecea­da me parece una hazaña. Por cierto, es una hazaña que aún no he logrado. Si te contara que a cada rato me pongo a ver el reloj, y hasta con el vuelo de un zancudo me distraigo. Yo hoy te quiero pedir que me enseñes hacer oración, a perseverar, a tener tema para hablar con Dios Padre sin distracciones.
Cuéntale a Jesús cuáles son las distracciones en tu oración.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió a doce entre ellos, a los que denominó Apóstoles (Lc 6, 13).
Ahora entiendo, Jesús, pasaste toda la noche haciendo oración para llamar a los que serían los apóstoles. Antes de actuar –de llamarlos– hi­ciste oración por ellos y ofreciste el sacrificio de perseverar toda la no­che rezando. Comprendo lo que decía San Josemaría en Camino que primero oración, después mortificación y en tercer lugar acción (n. 82). Jesús, que antes de hablarle a alguien sobre Ti –apostolado– siga estos pasos.
Concreta con Jesús la oración, sacrificio y acción por 5 amigos.

Propósito: Aprenderme el 1, 2 y 3 del apostolado, y lanzarme.

lunes, 11 de septiembre de 2017

El miedo al qué-dirán

Los escribas y los fariseos lo observaban a ver si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero él conocía sus pensamientos, y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio (Lc 6, 7-8).
Me sorprenden, Jesús, las innumerables ocasiones en que el Evangelio nos cuenta que Tú no tenías miedo al qué-dirán. Tú sabías bien que aquellos hombres te seguían sólo para ver en qué te podrían criticar, pero eso no te echa para atrás y curas a aquel enfermo. A mi, Jesús, muchas veces me puede lo que vaya a decir Vicente y el resto de la gente. Por ejemplo, si en clase alguno de mis compañeros se pone a re­linchar, es decir se pone hablar burradas o marranadas, yo me hago el desentendido, el sueco o ruso. ¡Que sea granjero y no animal de granja! ¡Que no sea “Vicente” que va siempre donde va la gente. Que no sea un carreta.
Pídele a tu ángel de la guarda tips para saber dar la cara.
Y mirando a su alrededor a todos ellos, dijo al hombre: Extiende tu mano. Lo hizo, y su mano quedó curada (Lc 6, 11).
Este milagro me gusta mucho por lo que viene después. Aquel hombre, Jesús, quedó curado y una nueva vida llena de posibilidades se abrió ante sus ojos. Era capaz de volver a trabajar, dejó de ser un lisiado y de vivir de la limosna. Jesús, que me dé cuenta del bien que puedo hacer a los demás cuando venzo el miedo al qué dirán. ¡Que sea valiente!
Habla con Jesús sobre los amigos que necesitan ser curados.

Propósito: El Custodio sea mi aliado para el apostolado.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Desconectarme para conectarme

Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígele a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano (Mt 18, 15).
Jesús, nos llamas a cada uno de los cristianos a cuidar de los demás. A no hacernos los locos cuando vemos que otro anda en malos pasos. A veces prefiero mirar para otro lado o hacerme el que no me entero de lo que está pasando o contentarme con pensar que yo vivo bien. Jesús, ayúdame a querer a los demás y saber hablarles, no para regañarlos, si no para moverlos a que te quieran y vivan como buenos hijos de Dios.
Piensa: ¿a quién puedes ayudar con una buena conversación?
Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran pedir, mi Padre que está en los Cielos se lo concederá (Mt 18, 19).
Antes, cuando era más pequeño, al ir a Misa, mi mamá siempre me tenía que callar a cada rato. Ponga atención a lo que dice el padre, me decía mi mamá. Un día, no hace mucho, por fin puse atención (creo que se me había quedado sin carga el celular y por eso no andaba distraído). ¡Qué bonito todo lo que pedimos en la Misa. Pedimos que nos escuches, que ayudes a los necesitados, que nos perdones nuestras fal­tas; te ofrecemos nuestras vidas, lo que somos y tenemos; tantas y tantas cosas. Creo que Ya no me volveré a llevar el celular a la Misa.
Ahora piensa en las cosas que podrías pedirle a Jesús en Misa.

Propósito: No llevar el celular a Misa para poder poner atención.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Miedo al qué dirán

Sucedió un sábado que, al atravesar los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, desgranándolas con las manos, las comían (Lc 6, 1).
Los apóstoles como están contigo Jesús, no se preocupan si los demás les critican o hablan bien de ellos. No tienen miedo al qué dirán. Muchas veces, Jesús, me doy cuenta que para caerles bien a los demás miento o no digo lo que realmente pienso que es bueno. Me da miedo que piensen que me tomo demasiado en serio a Dios. Jesús, yo no quiero ser un carreta o un mentiroso. Ayúdame a ser coherente siempre.
Pregúntate: ¿digo mentiras por quedar bien?
Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor del sábado (Lc 6, 5).
Me parece entender Jesús, que si me doy cuenta de que Tú estás por encima de todo y de todos, lo que me debe importar es lo que digas y pienses de mí. Así seré siempre coherente y fiel a Ti. ¿Por qué, entonces, a veces me tortura tanto la imaginación cuando se me mete que quizá tienen una idea equivoca de mí? ¿Cuál es la gana de vivir pensando en qué dirán los demás de mí? Al final, creo que eso es pura vanidad disfrazada.
Pregúntate otra vez: ¿digo mentiras por quedar bien?

Propósito: No decir mentiras

viernes, 8 de septiembre de 2017

Cumpleaños de la Virgen

Estando desposada su madre María con José, antes de que conviviesen, se encontró que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo (Mt 1, 18).
“Happy Birthday to you, Happy Birthday, Madre mía”. Hoy celebramos el cumpleaños de Santa María, y lo quiero celebrar a lo grande. Me ima­gino que a Ti, Virgen Inmaculada, no te pasaba como a mí. Yo, cuando llega mi cumple, estoy pendiente de que me feliciten y de los regalos que me harán. Tú, como estabas bien acostumbrada a dar más que a recibir, probablemente para esta fecha organizabas una buena comida o cena y te esmerabas en que los otros se la pasaran muy bien. Pero también me imagino que José y Jesús siempre acababan sorprendién­dote con algo. ¡Qué me acostumbre también a sorprenderte!
Pregúntale a San José qué regalo ilusionaría a María
José (…) no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo (Mt 1, 20).
San José, sigo hablando contigo. Me gustaría saber cómo era tu vida diaria. ¿Cómo cuidabas de María y Jesús? Seguro que no había jamás gritos ni pleitos en tu casa, que todos eran muy amables y cariñosos. A mí me gustaría que también me recibieras en esa casa y que me educaras en los buenos modales y en la caridad, porque a veces soy un poco bruto en la mía o me hago el loco.
Prepara junto a San José el regalo

Propósito: Cantarle “las mañanitas” a la Virgen y ofrecerle un regalo.

jueves, 7 de septiembre de 2017

De viaje

Entonces, subiendo en una de las barcas, que era de Simón, le rogó que la apartase un poco de tierra (Lc 5, 3).
Mira, Jesús, que cuando se trata de hacerse el encontradizo, eres un experto. Como el que no quiere la cosa –sin querer queriendo como dice Chespirito–, te subes a la barca de Pedro sin pedir permiso; lo más seguro es que ya le habías echado el ojo a él y a sus compañeros para llamarlos como apóstoles. Yo quiero ayudarte a que te metas en la vida de los demás cómo lo has hecho conmigo. Y aunque me da un poco de miedo, porque la gente por ahí cree que si te dejan subir a la barca de su vida se las vas a complicar y no se dan cuenta que tenerte es una gran alegría. ¡Quiero ayudarte a que te subas a otras barcas!
¿A quiénes puedes enseñar a usar el 3+2 para que Jesús se suba a sus barcas, es decir a sus vidas?
Entonces Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serán hombres los que has de pescar. Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, lo siguieron (Lc 5, 10-11).
Jesús, te subiste a la barca de Pedro sin imponerte por la fuerza, quedas­te como capitán de las vidas de esos hombres. No usaste la violencia, ni los asustaste, ni los amenazaste. Y desde aquel día Pedro lo dejó todo para asaltar otras barcas junto a Ti. ¡Que yo me deje también conquistar por Ti y me lance hacer mucho apostolado!
Un buen aliado en el apostolado es el Ángel de la Guarda: háblale.

Propósito: Enseñarle a alguien a usar el 3+2.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Fiebres

La suegra de Simón tenía una fiebre alta, y le rogaron por ella. (Jesús) conminó a la fiebre, y la fiebre desapareció. Y al instante, se levantó y se puso a servirles (Lc 4, 38-39).
Jesús, la suegra de Pedro era una bien nacida. Lo digo por aquello del refrán de que es de bien nacidos ser agradecidos. Esta mujer pudo ha­berse quedado en la cama alegando que se encontraba aún convale­ciente, pero como estaba tan agradecida se puso a trabajar. A mí, en cambio, la menor molestia me lleva a tirarme en la cama: si tengo calor, si me duele la panza, o un pequeño dolor de cabeza, etc. Y abandono mi estudio y los deberes de la casa, o los hago con cara de víctima o de mártir. ¡Gracias, Jesús, por tenerme tanta paciencia! Quiero agrade­certe con mi trabajo y apostolado las muchísimas veces que me has curado de mis fiebres.
Cuéntale a Jesús sobre tus distintos tipos de fiebres.
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias, los traían a él. Y Él (…) los curaba (Lc 4, 40).
Tengo amigos y compañeros, Jesús, que también tienen fiebre. Fiebre por las salidas nocturnas desenfrenadas, fiebre de pereza, fiebre por el Facebook (actualizarlo y chismosear sin parar), fiebre por estar textean­do, fiebre por actualizar la foto de su perfil, etc. Y por eso luego dicen que no tienen tiempo para ir a Misa, hacer tareas, ni ayudar en su casa. A mi me gustaría, Jesús, que los curarás.
Concreta a quiénes vas a hablarles de la Confesión.

Propósito: Sacarle cita a tus amigos con el Médico del Alma.

martes, 5 de septiembre de 2017

Confesión

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio im­puro, y gritó con gran voz: Déjanos, ¿qué hay entre nosotros y tú, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? (Lc 4, 33-34).
Me acuerdo lo que dijiste, Jesús, “bienaventurados los limpios de cora­zón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8), los que viven la pureza son ami­gos tuyos, te ven y te hablan. Los que viven en el lodo de la suciedad, los que buscan el placer sin usar la razón huyen de Ti, no te pueden ver porque la impureza ciega el alma; por eso yo quiero siempre huir de lo que me puede ensuciar, para no ofenderte y porque sé que luego cuesta mucho volver…
Mira si hay algo cercano que te pueda ensuciar y córtalo…
Y Jesús le increpó diciendo: Calla y sal de él. Y el demonio, arrojándolo al suelo, allí en medio, salió de él, sin hacerle daño alguno. Quedaron todos atemorizados, y se decían unos a otros: ¿Qué palabra es ésta, que con potestad y fuerza manda a los espíritus impuros y salen? (Lc 4, 35-36).
Tú palabra siempre es eficaz, logra lo que quiere: “Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz” (Gn 1, 3)… A los Apóstoles al resucitar dijiste: “recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados” (Jn 20, 22-23): que nunca deje yo de ir al sacerdote a oír como me saca los demonios y a quedarme muy alegre porque me has perdonado.
Dale gracias a Dios por tantas veces que te ha sacado los demonios: bautismo y confesiones.

Propósito: Apuntar en “mi plan de vida” mi día de confesión.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Horario

Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira, y se levantaron, lo echaron fuera de la ciudad, y lo llevaron hasta la cima del monte (…) para despeñarlo (Lc 4, 28-29).
“Quien dice las verdades, pierde las amistades” dice el refrán, y a Ti, Jesús, te pasó igual. Les dijiste las cosas claras y se enojaron. Lo entien­do, porque a mí me pasa un poco así: mis papás, un profesor o un sa­cerdote me dicen –con cariño y por mi bien– algo y me enojo, no llego a desearles la muerte –“despeñar” es tirar por un barranco– pero casi… Y alguna vez, tengo que reconocerlo, no he hecho oración porque me asusta que me corrijas en algo, que me pidas que cambie. Ayúdame, Jesús, a no ser tan resentido, ni a creerme la gran cosa.
Agradecer a Jesús las últimas correcciones recibidas.
Pero Él, pasando por medio de ellos, seguía su camino (Lc 4, 30).
Jesús, vienes a la tierra para morir por nosotros, pero cuando llegara “tu hora” (cfr. Jn 7, 30), y primero querías enseñarnos muchas cosas y curar a tantos. El día que fueron a matarte te dejaste capturar, pero antes sólo diciendo “yo soy” los soldados “retrocedieron y cayeron por tierra” (Jn 18, 6) y podías entonces haberlos convertido en pichetes o simplemente escapar como ahora. Gracias, Jesús, por morir por mí, pero a “tu hora”; ayúdame a mí a hacer cada cosa a “mi hora”, porque así te imito a Ti. Que me esfuerce en vivir un horario.
¿Tienes un horario?

Propósito: Cada cosa a su hora.