Señor, cinco talentos me
dejaste; mira, he ganado otros cinco” Su señor le dijo: «muy bien. Eres un
empleado fiel y cumplidor; Como has sido fiel en lo poco te daré un cargo
importante; pasa al banquete de tu señor» (Mt 25, 20-21).
Jesús, esto de los talentos me
recuerda la película: Una historia del Bronx. El protagonista, es un chico como
yo, despierto y listo (modestia aparte), llamado Callogero. Vive en un suburbio
de Nueva York donde un tal Sony, un mafioso se da cuenta de su valía y quiere
introducirle en el mundo de la delincuencia. Callógero finalmente decide no
involucrarse. Entonces, Sony, decepcionado, comenta: lástima de talento
desperdiciado. Jesús: ¡Tengo talento! Me lo dice todo el mundo: mi
abuela, el entrenador, en clase. ¿En qué lo empleo? ¿Lo uso bien? ¿Lo
desperdicio?
¿Me lamento de dedicar tiempo a Dios? Mi
talento, ¿es solo para mi?
Andrés, el hermano de Simón
Pedro dijo: Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces;
pero ¿qué esto para tantos? (Jn 6, 8-10).
Era todo lo que tenía aquel
muchacho: Cinco panes y dos peces. Gracias a su generosidad
hiciste aquel gran milagro de la multiplicación. Jesús, me has dado más de
cinco talentos, un montón de talentos: simpatía, tranquilidad, toque… Que los
ponga a tu servicio y Tú los multiplicarás. ¡Aquí hay negocio!
Dile a Jesús que pones todo “tu talento” en sus
manos.
Propósito:
Ver la pelí, esa.