La noche está avanzada, el día está
cerca. Abandonemos, por tanto, las obras de las tinieblas, y revistámonos con
las armas de la luz (Rm 13,12).
Hay una película: Lady Halcón que cuenta la triste
historia de unos enamorados. Por una maldición están condenados a estar siempre
juntos, pero nunca podrán verse. Durante el día “ella” adquiere la forma
de un halcón, y al llegar la noche “él” se transforma en
un peligroso lobo en compañía de una misteriosa dama. Es la luz
del día o la ausencia de luz de la noche lo que marca el cambio. Jesús, pensaba
en eso de las armas
de la luz. Es tu gracia lo que me cambia: Paso de hombre-lobo
a hijo de Dios. Eso sí que es una transformación.
Pide
a Jesús que no quieres ser hombre-lobo.
Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Jn 8,12).
En la película el halcón (ella) es atravesado por
una flecha, y para salvarla la llevan a un mago, que vive en una torre. Los
malvados descubren el sitio y van a por ella. Es de noche y la chica intenta
salvarse subiendo a lo más alto. No tiene escapatoria, solo precipitarse al vacío…,
pero en ese momento sale el primer rayo de sol y en plena caída se transforma
en halcón, que majestuosamente emprende el vuelo y se salva. Jesús, así haces
con nosotros cuando te pedimos perdón en la Confesión, nos transformas.
¿Por
qué no me confieso más seguido?
Propósito: Con la Gracia de la Confesión, volar muy alto.