lunes, 4 de enero de 2016

Siempre llegas a tiempo

Y viéndoles remar con gran fatiga, pues el viento les era con­trario, hacia la cuarta vigilia de la noche viene a ellos andan­do sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo (Mc 6, 48)
A veces no te entiendo, Jesús, cuando estoy en un peligro no me “sal­vas” enseguida. Me acuerdo del poema que leí en la puerta de una ermita de la Virgen del Carmen, en un puerto de pescadores: “Quien no sepa rezar / que navegue en alta mar / allí solo aprenderá”. Quieres que ponga de mi parte, no me das nada que pueda conseguir yo remando, y además Tú te apareces y si te llamo acudes. A veces son buenos los problemas, para que no me crea ni Superman, ni la Mamá de Tarzán. Yo sólo no puedo, tengo que acudir a Ti.
Jesús, que no me crea Superman, que siempre cuente contigo.
El habló en seguida con ellos, y les dijo: Tened confianza, soy yo, no temáis. Y subió con ellos a la barca y cesó el viento (Mc 6, 50-51)
Nunca he estado en Galilea, pero estuve una vez en el mar. ¡Cómo me gustaría ir en una barca contigo y mis friends! ¡Cuántas cosas te pregun­taría! ¿Por qué el cielo es azul, y por qué disfruto pescando pero no me gusta comer pescado? ¿Por qué en el fondo quiero que empiecen ya las clases? Te preguntaría cómo es el cielo por dentro, y por qué quisiste llamar a tantos pescadores… y por qué me quieres pescar a mí. Sea como sea Tú me repites, que confíe en Ti, que no tenga miedo a que me pesques.
Señor, en tu barca ¿pescador o pescadito?

Propósito: Navegar y pescar… y comer pescado.