Entonces, subiendo en una de las barcas, que era de
Simón, le rogó que la apartase un poco de tierra (Lc 5, 3).
Mira,
Jesús, que cuando se trata de hacerse el encontradizo, eres un experto.
Como el que no quiere la cosa –sin querer queriendo como dice
Chespirito–, te subes a la barca de Pedro sin pedir permiso; lo más seguro es
que ya le habías echado el ojo a él y a sus compañeros para llamarlos como
apóstoles. Yo quiero ayudarte a que te metas en la vida de los demás cómo lo
has hecho conmigo. Y aunque me da un poco de miedo, porque la gente por ahí
cree que si te dejan subir a la barca de su vida se las vas a complicar y no se
dan cuenta que tenerte es una gran alegría. ¡Quiero ayudarte a que te subas a
otras barcas!
·
¿A quiénes puedes enseñar a usar el 3+2 para que Jesús
se suba a sus barcas, es decir a sus vidas?
Entonces Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora
serán hombres los que has de pescar. Y ellos, sacando las barcas a tierra,
dejadas todas las cosas, lo siguieron (Lc 5, 10-11).
Jesús,
el abordaje a la barca de Pedro fue excelsa lección de piratería divina. Sin
imponerte por la fuerza, quedaste como capitán de las vidas de esos hombres. No
usaste garfios, ni parches en el ojo, ni loro al hombro. Y desde aquel día
Pedro lo dejó todo para asaltar otras barcas junto a Ti. ¡Que yo me deje
también conquistar por Ti y me lance hacer mucho apostolado!
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Un buen aliado en el apostolado es el Ángel de la
Guarda: háblale.
Propósito: Pertenecer a la flota de piratas
divinos.