Los envió a predicar el Reino de Dios y a sanar a
los enfermos (Lc 9, 2).
Yo
Jesús ni soy uno de los doce Apóstoles ni tampoco soy médico, pero soy
cristiano. “Cristiano es mi nombre, Católico mi apellido” decía S.
Agustín hace muchos siglos. Un día en Reli nos explicaron que las últimas
palabra de la Misa en latín son “ite, missa est” que significa “salgan,
su misión es ahora”. Tú me sigues enviando a predicar y a sanar a quien me
rodea, a predicar con mi ejemplo, a sanar con mi sonrisa… Tú te quedas en el
Sagrario, pero tu Gracia me acompaña para hacer felices a los demás… ¡Jesús,
que me llene de amor a Ti y a los demás en cada Misa, en cada Comunión, y
cuando voy a visitarte!
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Dile a Jesús que te mande en una misión SWAT.
Y les dijo: No llevéis nada para el camino, ni
bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas (Lc 9, 3).
¡Cuánto
miedo, Jesús! Veo claro que soy de tu SWAT, pero me da miedo, cuando quiero
ayudar a un amigo, hablarle de que no friegue a sus hermanos, que no es
más macho por ser más patán, que se venga los sábados a cuidar a
niños pobres…, entonces me apeno. Me has visto, Jesús, haciendo pruebas en el
espejo de lo que le voy a decir, o inventando primero jugar Fifa-2012,
para luego –medio engañado– llevármelo a Misa… Tú me dices que no necesito
nada, ni bastón, ni plata… y es que teniéndote a Ti, lo demás se
arregla.
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Cuenta tus miedos y tus “estrategias” a Jesús.
Propósito: Lanzarme en el apostolado.