Cuanto hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí
en tu tierra (Lc 4,23).
Jesús, tus paisanos, los habitantes de Nazareth no pasan de
personas “vulgares”, o peor todavía, de “mediocres”.
¿Qué es un mediocre?: El que pasa al lado de lo sublime y no se da cuenta (C.K.
Chesterton). Aquellos esperaban, ¡exigían! milagritos y no se dan cuenta de que
tienen delante al Hijo de Dios. Jesús, yo no te pido milagros, solo te pido: Hágase
tu Voluntad en la tierra como en el cielo.
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Pídele a Jesús que te
aumente la Fe y así nunca exigirle que te haga un milagro que te convenza a obedecerle.
Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira y se
levantaron, le echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cima del monte
donde estaba edificada su ciudad para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de
ellos, se marchó (Lc 4, 29-30).
La mediocridad es una enfermedad moral que crea
hombres muy peligrosos: el mediocre no mira de frente, sólo grita amparado en
la noche o en el anonimato y hace daño cuando puede, a traición y mejor en “manada”.
El mediocre evita las decisiones busca lo “políticamente correcto”
en cada caso. Jesús, hoy es fiesta de la Patrona de Honduras (la Virgen de
Suyapa) y te pido que yo sea como María: valiente para quererte y obedecerte.
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Sigue diciéndole a
Jesús que no quieres “mediocre”.
Propósito: huir
de la mediocridad…